[TP][O] Sorpresas de Navidad

-Mierda. ¡Mierda! ¡¡Mierda!! - exclamó Sakura al ver a través del retrovisor las luces del coche de policía que reclamaba su atención.

Por un momento pensó en huir y miró decidida hacia adelante: demasiado tráfico, no podría salir de allí.
Suspiró hondo y paró a un lado. Tras unos segundos que parecieron eternos, un policía dio un par de golpecitos en la ventanilla del conductor, haciendo señas para que la bajara. La chica obedeció y, con el tono más inocente que supo encontrar, saludó.

-Buenas tardes, agente. ¿Hay algún problema?

-Acaba de saltarse un semáforo en rojo. Vamos a tener que multarle - respondió él con seriedad, mientras se asomaba un poco al frente del vehículo para anotar la matrícula. Sakura tragó saliva con fuerza al oír eso. - Permítame el carnet de conducir, por favor.

-Sí, bueno, verá... - balbuceó nerviosa ella - No lo he traído conmigo, iba con prisa y...

-De acuerdo - cortó él, aunque de mala gana - Pero entonces déjeme su carnet de identidad para tomarle los datos.

-Ah sí, por supuesto - Sakura llevó la mano hacia el asiento del copiloto, donde tenía su bolso, y lo apoyó sobre sus rodillas. Sacó de él una pequeña cartera negra, y de ésta a su vez, un carnet. Entonces lo extendió hacia el policía, que en seguida lo tomó y lo colocó sobre su carpeta para anotar sus datos para la multa.

De pronto, el policía frenó en seco y separó la mano del papel. Levantó el carnet y le dio la vuelta, para ver la fotografía. Miró a Sakura, y al carnet otra vez. Suspiró como un padre al ver las notas de su hijo, y se guardó el carnet de Sakura en el bolsillo.

-Vas a tener que acompañarnos - dijo mientras abría la puerta del vehículo. Le hizo una seña al compañero que aguardaba en el coche de policía y explicó - Ve en el coche patrulla con mi compañero, yo llevaré tu coche y os seguiré hasta la comisaría.

Ella agachó la cabeza, ya lo vio venir... Algo tenía que ir mal, si tan sólo no hubiera habido tantos coches, tal vez hubiera podido despistarlos... Ah, qué más da ya. Ahora sólo queda esperar las consecuencias, a saber, una buena bronca.

***

-Pero... ¡¡Sakura Haruno!! - se oyó al otro lado de la sala en que estaba sentada Sakura, esperando.

-Anda, pues mi madre ha llegado antes de lo que imaginaba - murmuró la chica irónicamente mientras la mujer abría de golpe la puerta.

-¿Cómo se te ocurre? ¡Cómo se te ocurre! ¿Se puede saber qué tienes en la cabeza? Tan inteligente como pareces para unas cosas, y... - la señora Haruno agachó la cabeza con pesadez, pero enseguida pareció recuperar las fuerzas de nuevo - Mil veces, ¡mil! te he dicho que NO puedes usar mi coche. ¡¡Y menos aún cuando ni siquiera tienes edad para conducirlo!!

-Ah mamá, no entiendo porqué a Ino si le dejan...

-Ino, Ino, Ino. ¡Parece que te importa más lo que piense ella, que lo que pueda pasarte! Además, ¿sabes la suerte que has tenido? En dos semanas serás mayor de edad y, ¿sabes que pasaría entonces?

-¿Que podré sacarme el carnet de conducir?

-¡Me refiero a qué pasaría si conduces sin tener carnet, siendo mayor de edad! ¡Eso es un delito, Sakura! ¡DE-LI-TO! ¡Y eso ya no se soluciona haciendo trabajos sociales!

-¿Trabajos sociales? - preguntó extrañada.

-Sí, por un delito menor a los menores de edad les condenan a trabajos sociales. Tienes que trabajar aquí un par de meses - explicó pasándole una tarjeta a su hija.

-"Comedor social de Konoha" - leyó Sakura - En navidad ahí va a ir mucha gente, ¿no? - resopló.

-Espero que sí, para que aprendas la lección. - respondió la señora Haruno, para molestarla. Ella frunció el ceño, pero enseguida sonrió.

-Bueno, al menos ya sé que sólo es un delito menor. Ya sabes, para el futuro... - dijo Sakura, para devolvérsela a su madre, que la fulminó con la mirada.

***

Miró el papel y luego nuevamente aquel mugriento edificio con aspecto de venirse abajo en cualquier momento. Las paredes estaban desconchadas y las ventanas eran opacas debido a algún misterioso humo, ¿habría sido quemado? En un cartel algo torcido y de madera mohosa y vieja se leía con dificultado “Comedor social de Konoha”. Suspiró para sí misma, estas navidades iban a ser muy largas.

- ¿Qué hace una belleza como tú por aquí? – le preguntó una voz masculina por detrás.

Un chico con aspecto ricachón de intensos ojos azules y pelo rubio la miraba de manera traviesa mientras salía de detrás de un Mercedes que parecía bien caro.

- ¿Y a ti que te importa? Déjame, ¿quieres? Estoy ocupada – contestó Sakura rudamente mientras entraba en el lugar de manera brusca.

Por dentro el sitio no era muy diferente de la parte exterior. Unas cuantas mesas largas de madera con bancos ocupaban todo el centro de la sala mientras que un largo mostrador con comida que parecía pasada de fecha se situaba en un extremo de esta.

- Qué lugar mas poco acogedor – comentó para sí misma la chica mientras examinaba el resto del lugar con una mueca de asco.

- Tú debes de ser la señorita Haruno, me alegro de que hayas venido, justo ahora en Navidades necesitábamos personal – dijo una mujer rubia de aspecto joven mientras se acercaba y le tendía la mano.

- Encantada – respondió entre dientes mientras se la estrechaba. - ¿De qué me tendré que encargar?

- Es fácil, te ocuparás de servir la comida. Ven que te presento a tu compañera – empezó a decir mientras entraban por una puerta doble que había detrás del mostrador donde había una chica castaña – Tenten, esta es Sakura Haruno, ocúpate de enseñarle lo que hay que hacer, pero rápido que es casi hora de comer.

En cuanto la directora del lugar se fue, la chica dio una vuelta alrededor de Sakura examinándola bien para luego pararse y mirarla directamente a los ojos sonriendo.

- Bien, pues vamos. Ponte ese delantal de allí – dijo señalándole una percha a lo lejos – y vamos fuera.

Tras hacer lo que la castaña le indicó, salió y se quedó sorprendida al ver una larga fila de indigentes con aspecto amargado esperando.

- Tranquila, te acostumbrarás pronto – comentó entre sonrisas Tenten al ver la expresión de la joven.

Eran buena gente, aunque a primera vista no lo pareciesen. Gente normal a la cual la suerte nunca les sonrió. Pasaban en silencio por delante de Sakura, recogían su plato con aquella “curiosa comida” y se iban a buscar un hueco en donde sentarse y comer. Todo iba bien hasta que se le apareció otra vez aquel muchacho rubio nuevamente con esa mirada traviesa como si nada.

- ¿Así que trabajas aquí? Eso es muy bonito de tu parte.

- No lo hago porque quiera, pero de todas formas, ¿qué haces aquí? Un niño rico como tú no debería estar aquí – parecía como si con cada palabra que ella decía, él ensanchaba más su sonrisa.

- ¿Y por qué no? Al fin y al cabo esto es un lugar público. Cambiando de tema, ¿te apetece salir cuando acabes? Te puedo llevar a un lugar que te encantará. ¿Qué me dices, guapa?

- Primero, me llamo Sakura, no “guapa”, y segundo, hay gente esperando detrás de ti. Vete por allí y déjame trabajar en paz – decretó seria y en tono autoritario.

- Me gusta que tengas carácter, nos vemos luego, Sakura - respondió divertido mientras se dirigía hacia la salida.

- Estúpido ricachón – se quejó por lo bajo mientras seguía con su trabajo.

***

- ¡Feliz Navidad, Sakura! - exclamó Tenten al verla entrar en la cocina en la víspera de navidad. Sakura se quedó paralizada un segundo mirándola con los ojos muy abiertos.

- Pero... Navidad es mañana, ¿no?

- Es que yo mañana no vengo, tengo familia en otra ciudad y esta tarde me marcho para verles - el sonido que hizo la cazadora de Sakura al estrellarse contra el suelo cortó a la castaña. La pelirrosa se acercó lentamente a ella con una mirada amenazante.

- ¿Me vas a dejar sola? ¿Aquí? ¿El día de Navidad? - preguntó en un tono bajo

- Sakura, entiéndelo, ¡el año pasado no había nadie que se pudiera hacer cargo y no vi a mi familia! - se explicó Tenten - Además, lo haces bien, aunque mañana será un día complicado estoy segura de que no tendrás mucho problema.

Sakura quería quejarse, darle un buen motivo para que no se fuera. Que no se iba a saber manejar sola, que ella también tenía familia fuera, que no quería trabajar ese día porque amaba la navidad y quería pasarla con los suyos...
Todo mentira. Suspiró con resignación y se puso el delantal para comenzar a trabajar. Sacó una fuente llena de comida mientras pensaba si cada día la comida era la misma, o es que había una misteriosa razón que hacía que siempre tuviera el mismo color a gachas.

- ¡Hola Sakura! - exclamó una voz a todo volumen, sobresaltando a la chica que casi desparrama toda la comida por el suelo.

- ¿Quieres hacer el favor de... no hacer eso? - gritó instintivamente ella.

- Perdone usted - se disculpó con cierta arrogancia, cruzando los brazos y girando la cara hacia otro lado. - Pero creía que teníamos confianza...

- ¿Confianza? - preguntó extrañada.

- Claro, al fin y al cabo ya hemos tenido cerca de diez citas, ¿no? - dijo apoyándose en el mostrador, mientras le guiñaba un ojo. Un anciano que esperaba ya a que comenzaran a repartir la comida, pasó su vista del uno al otro y estalló en una aguda carcajada.

- ¿Ves lo que has hecho? - reprochó crispada, con las mejillas teñidas de carmesí por la vergüenza acumulada en ellas. El rubio sólo sonreía y se encogió de hombros irónicamente - ¡Ahhh eres imposible, idiota!

- Me llamo Naruto, no "idiota", guapa. - dijo riéndose mientras tomaba un plato e iba a sentarse. Sakura se rascó nerviosamente el brazo por la vergüenza y la rabia, y sólo acertó a exclamar:

- ¡No son citas si yo no he ido a ninguna! ¡Y deja de esperarme a la salida o llamaré a la policía!

Al oír el jaleo, Tenten se acercó a Sakura, entre preocupada y molesta.

- ¿Estás bien? - la pelirrosa asintió - Pues no armes tanto escándalo, esta gente merece comer tranquila, ¿no crees? - Sakura agachó la cabeza.

- Perdona... ¡pero ese chico me saca de mis casillas! - señalando al rubio.

- ¿Naruto? - preguntó muy sorprendida Tenten - ¡No vayas a meterte con Naruto! - reprochó.

- ¿Yo? ¿Yo? ¡Es él quien no me deja en paz!

- Mira, pareces buena chica, pero Naruto es Naruto. Si no fuera por él...

- ¿Qué? - inquirió Sakura.

- Esto es un comedor social, sí, pero todo sitio así pertenece a alguien, que lo presta para hacer posible esto. Debemos estarle agradecidos todos a Naruto... - explicó de manera condescendiente mientras regresaba a su puesto.

- "...Seguro que sólo lo hace para no pagar impuestos..." - pensaba Sakura mientras continuaba sirviendo.

***

Al fin. Después de probar las doce llaves que Tenten le había dejado, había encontrado la que había la puerta del comedor. La última, por supuesto.
Entró en el lugar, encendió las luces y miró el reloj. La una. Quedaba algo más de media hora para que trajeran la comida. Pasó la vista por el comedor, cerciorándose de que estaba ordenado. Desde luego aquello no era el Ritz, pero al menos estaba limpio.

Fue a la cocina y abrió el lavavajillas. Cada tarde lo dejaban funcionando y cuando Tenten llegaba al día siguiente colocaba los platos, vasos y cubiertos en sus respectivas bandejas.
Miró el reloj de nuevo, aún tenía media hora de espera por delante. Pero algo más llamó su atención en el reloj... En el centro de la esfera, mucho más pequeños que los números de las horas, aquel reloj marcaba la fecha. 25 de diciembre.
Aquella fecha no significaba demasiado para ella, una hija única que ni siquiera tenía primos y desgraciadamente tampoco tenía ya abuelos. Pero sabía que para la gente era un día especial. Toda la ciudad está cubierta de luces y adornos por esa fecha, la expectación de todo un año recae en ese único día. Miró de nuevo el comedor, y lo vio especialmente vacío. Tomó a toda prisa su chaqueta y las llaves del lugar y salió a la carrera.

Esperaba encontrar abierta la tienda de al lado para comprar algunas cosas, pero no fue así. Todo el mundo está de vacaciones hoy, o bueno, casi todo el mundo.
Pero Hinata vive a dos calles de ahí... Sacó su teléfono móvil y le explicó la situación a su amiga. En los 5 minutos que tardó en llegar a su casa, la morena ya la esperaba con una caja con las cosas que Sakura le había pedido.

- ¡Muchísimas gracias Hinata! - dijo haciendo una pequeña reverencia de gratitud a su amiga.

- No hay de qué. Me agrada participar en una buena idea como la tuya. - respondió cordialmente con una sonrisa. Ambas amigas se despidieron y Sakura volvió a toda velocidad al comedor. Quedaban diez minutos para que llegara la comida, y estando ella sola no tendría tiempo para nada más...

Así que vació el contenido de la caja en una mesa, y fue seleccionando con la mirada. Colocó una hogareña corona navideña en la puerta del comedor. Sustituyó los vasos de diario por los rojos con adornos que le había dado Hinata. Por primera vez Sakura se alegró de que la familia de su amiga despilfarrara tanto dinero en accesorios para la Navidad.
Una, dos... cinco, cinco botellas de champán. Y era bueno... la chica suspiró pensando en lo que tendría que pagarles al día siguiente a los Hyuga, y guardó las botellas detrás del mostrador, pensando que lo mejor es que ella misma les sirviera un poquito para brindar.
Ahora sólo queda poner un par de guirnaldas para adornar el interior...

- Qué techo más alto - se quejó viendo que no alcanzaba la lámpara para enganchar la guirnalda.

Se puso de pie sobre una silla... y parecía igual de lejos. Maldiciendo por lo bajo, se subió a una mesa. Ah... no. Tampoco. No queda mucho, pero tampoco.
Silla no, mesa casi pero no... la solución está clara, ¡mesa más silla! Tomó la silla, la subió sobre la mesa, y con una esquina de la guirnalda en la mano se subió a colocarla. Pero en ese momento...

- ¿Se puedeeee? - gritó a pleno pulmón Naruto, entrando en el lugar. La chica perdió la concentración y la poca estabilidad que tenía ahí subida, y se cayó. Cerró los ojos anticipándose al golpe, golpe que no llegó... Cuando volvió a abrir los ojos, estaba sobre Naruto, que había amortiguado la caída y la sujetaba con ambos brazos.

- Naruto... - dijo ella mirándolo - ¿Por qué tienes que gritar tanto? ¡Casi haces que me mate! - cambiando el tono y alejándose de él.

- Y tú, ¿qué? ¿Qué hacías ahí subida, alpinismo?

- No, idiota. Estaba intentando poner esto - alzando el borde de la guirnalda de colores. Entonces él miró a su alrededor y cayó en la cuenta de lo que estaba haciendo la chica. Con una sonrisa le arrebató el adorno y, subiéndose simplemente a una silla, lo colocó.

- Gracias... ¡pero ya casi lo tenía listo!

- Sí, lo he notado, lo he notado... - se burló él. Y anticipándose a la respuesta de ella, tomó la otra guirnalda que había en el suelo y preguntó - ¿Dónde quieres que ponga esta?

Ella iba a quejarse, a rechazar su ayuda, a... algo. Pero unos golpes en la puerta atrajeron su atención.

- ¿Eres Sakura? - preguntó un hombre desde la puerta, con varias cajas apiladas en una pequeña carretilla. Ella asintió, lo que él tomó como una invitación a entrar. Dejó las cajas junto al mostrador y sacó un papel, extendiéndoselo a la chica. - Es la comida. Fírmame el justificante de entrega, guapa.

Ella arqueó una ceja molesta por lo de "guapa", y procuró pasárselo por alto, tanto a él como a Naruto, que al oírlo no había podido controlar la risa. Firmo el papel y se despidió del repartidor.
Al girarse, descubrió que el rubio ya se había encargado de colocar los adornos que faltaban. Y había hecho un buen trabajo, ¡ahora sí era 25 de diciembre!

Era verdad, aquel día irían más personas de lo normal. Se dio cuenta en los primeros cinco minutos, cuando ya no tenía forma humana de dar a basto con todo.

- ¿Estás segura de que no quieres que te ayude? - preguntaba Naruto divertido, apoyado a su lado mientras se mordía las uñas.

- Por quinta vez... - Sakura miró la cola de personas que había esperando, y suspiró derrotada - Sí. Por favor, ayúdame.

Él la miró con intención de burlarse, pero realmente la vio angustiada, no parecía que aquella chica pidiera ayuda muy a menudo. Así que no quiso hacer leña del árbol caído.

- Voy - dijo con decisión, mientras entraba a la cocina buscando un delantal.

***

- Y con esto acabamos – soltó de pronto la pelirrosa tras lo cual se dejó caer en una silla agotada.

Miró hacia la sala en donde la muchedumbre comía algo más animada que en general y sonrió para sí misma. Había hecho algo bueno.

- Lo sabía, tienes una bonita sonrisa – comentó Naruto desviando la atención de la chica hacia él. - ¿Por qué no lo hace más a menudo? Te van a salir arrugas de tanto estar enfadada.

- Pues lo siento si al señorito no le gusta – lo cortó ella con claras señales de molestia.

- No, no, no… ¿es así como le hablas al hombre que te ha sacado del apuro ayudándote con tu trabajo sin pedir nada a cambio? – Sakura lo fulminó con la mirada. – Está bien, está bien… ¿pero a que saldrás esta noche conmigo?

- Ni lo sueñes, tengo mejores cosas que hacer.

- ¿Por favor? A cambio te ayudo esta noche, ¿si?

Un momento, ¿Naruto pidiendo algo por favor? Eso era demasiado raro, y a la chica le olía a chamusquina, pero la oferta era muy tentadora, ya que seguro habría mucha gente. Además, ¿qué era una cita en comparación? Suspiró casi imperceptiblemente y luego con un poco de esfuerzo dijo:

- Está bien, acepto. Pero nada de tus tonterías y esta noche me ayudarás.

- Entendido jefa. Te estaré esperando a la salida – contestó él eufórico.

- Este chico… - se dijo para sí misma Sakura mientras le miraba tiernamente a lo lejos. - ¡Pero qué digo! Tengo que ir a lavar los platos. Es el cansancio, el cansancio… - intentó tranquilizarse.

***

Estaba allí, como siempre y sin falta. Al lado de la puerta con su usual postura de chulo mirando hacia ninguna parte pensativo, al menos hasta que el impacto de la puerta al cerrarse hizo que volviera en sí y mirara a la joven con su habitual sonrisa. Se despegó del lugar, y se acercó a ella.

- ¿Y? ¿Será la señorita tan amable de acompañarme? – preguntó posando como un mayordomo mostrándole el camino a su señora.

- ¿Es que tengo otra opción? ¿A dónde vamos?

- Pues… son las cuatro pasadas… creo que en una hora más o menos anochecerá, así que… ¡Vamos a dar una vuelta por allí!

Caminaron durante un rato pasando por varios lugares, admirando los escaparates de las tiendas cerradas por fiestas o el gran árbol que habían instalado en la plaza principal. Al anochecer llegaron al parque. Todo estaba cubierto por una fina capa blanca de nieve que se posó la noche pasada por el lugar dando así paso a un hermoso paisaje invernal. Se acercaron al lago en el cual flotaban varios trozos de hielo y luego se sentaron en un banco cercano. Todo estaba en silencio.

- Qué a gusto se está aquí… ¿no? – comentó Naruto mientras se estiraba. – Es mi lugar favorito.

- Sí, es silencioso – respondió ella tras lo cual se quedó callada.

El silencio parecía no tener fin hasta que la pelirrosa decidió romperlo:

- Oye… gr-gracias por la ayuda… - el rubio se quedó sorprendido con la frase y al volver la mirada hacia ella vio que estaba sonrojada. Estaba más que claro que le había costado decirlo.

- No hay de qué. Puedes contar conmigo.

- Eres extraño… ¿por qué siempre estás en el comedor? No creo que esa comida esté demasiado buena…

- ¿A qué te refieres? – preguntó él extrañado.

- A que lo normal es que un niño rico como tú coma en su gran mansión comida de lujo, no esa cosa de allí.

El muchacho miró nuevamente a Sakura con cara de sorpresa y luego se tapó la boca, volvió la cara hacia el otro lado y empezó a temblar.

- ¿Te encuentras bien? – preguntó preocupada ella.

- Ya… no… aguanto… más… - y justo después de terminar la frase estalló en carcajadas. Tanto que hasta le saltaron las lágrimas.

- ¡¿Pero por qué te ríes?!

- Porque no sé de dónde te has sacado lo de “niño rico” – contestó él una vez que se había tranquilizado un poco.

- ¿Qué quieres decir?

- Pues eso, que yo no soy rico, justo lo contrario, estoy sin un duro. Voy al comedor para eso, comer.

- No, eso es imposible, ¡vi tu Mercedes!

- ¿Mi Mercedes? ¡Ah! ¡Te refieres al coche que estaba el otro día allí aparcado! Lo estaba mirando porque me gustan los coches, pero no es mío.

- ¿Y la ropa entonces?

- Tengo un amigo que se llama Sasuke, él es el ricachón y me ayuda algo mientras busco empleo.

- ¿Entonces lo de que tú financies el comedor?

- Eso también es Sasuke, como estaba por allí últimamente me pidió que le echara algún que otro vistazo y no sé como acabaron confundiéndome con el propietario – contestó el rubio riéndose.

- ¡¿Qué?! – gritó Sakura poniéndose de pie bruscamente asustando a unas palomas que había cerca. - ¿Entonces todo era una mentira?

- ¿Una mentira? Yo no mentí, tú misma te inventaste las cosas por tu cuenta. Pero te diré algo que no es mentira. Te quiero – dijo él poniéndose lentamente de pie y mirándola a los ojos seriamente.

Las palabras se quedaron flotando en el aire unos instantes antes de entrar en la cabeza de la muchacha y tomar el papel de un disco rayado una y otra vez repitiendo lo mismo.

- E-esto… es tarde, mejor volvamos, pronto llegará la gente y tenemos que preparar la cena – dijo rompiendo el silencio y encaminándose hacia el mugriento edificio con Naruto detrás suya.

Todo el camino estuvieron ambos en silencio, sin decirse ni una sola palabra. Prepararon los cubiertos, y la gente comenzó a entrar poco a poco. Silencio. A lo lejos, junto a una ventana una chiquilla que usualmente nunca hablaba exclamó mientras esbozaba una sonrisa:

- ¡Mamá! ¡Mira, está nevando!

Como acto de reflejo Sakura miró por la ventana más cercana y tras concentrarse un poco para intentar ver la imagen tras aquellas ventanas ahumadas lo vio. Observó como suavemente los copos de nieve caían y luego se tumbaban en el suelo. De pronto, Naruto con la cara agachada se acercó y sin mirarla a los ojos dijo:

- Siento lo de antes. Creo que debía haberme callado.

Era muy extraño ver al rubio así. ¿El muy hiperactivo ahora estaba arrepentido? La pelirrosa lo miró sorprendida y se dio cuenta. No estaba cansada era verdad.

Sin decir nada cogió la mano del chico, se puso de puntillas, y juntó sus labios con los de él. Poco después los separó y le sonrió a la vez que miraba su cara de sorpresa e incredulidad.

- Feliz Navidad, Naruto.