Naruto Hakitori (Las Crónicas del Fénix) Capítulo 3 [08/12/2014]

Sakura se marchó de Konoha poco antes de que amaneciera.

Sus padres no estaban de acuerdo en que abandonara la aldea, pero para ella era más importante encontrarse a sí misma. Se lo debía a Konoha, a Naruto y a la propia Sakura. Tenía que convertirse en una auténtica kunoichi que estuviese al nivel de Tsunade, pues la Hokage siempre lo había creído posible.

Salió de casa y cerró la puerta, no sin antes mirar hacia atrás y ver el pasillo a oscuras sabiendo que no lo volvería a ver en una larga temporada. No sabía bien a dónde partiría, qué buscaría y qué haría para mejorar, pero sí que sabía que tenía que hacerlo.

Para su sorpresa, al cerrar la puerta y encaminarse se sorprendió al ver a Naruto que la estaba esperando. Él le sonrió. “Esa sonrisa es la más bonita que nunca antes me habían dedicado” pensó Sakura. Naruto le sonreía siempre y aquello le hacía sentirse bien. Realmente, si lo pensaba bien, no le sorprendía que el rubio la hubiera estado esperando para despedirse. Él era tan atento con ella…

- Sakura-chan, he estado pensando en ti toda esta noche.
- Naruto, yo también lo he hecho.

Era cierto. Sakura no había pegado ojo pensando en el día anterior que habían compartido juntos. Aunque no sólo estuvo pensando en aquello. Durante la noche le había asaltado el temor de no conseguir nada, de realizar un viaje para nada. Había pensado en posponer su viaje para estar con Naruto más tiempo, o incluso, mejor no hacerlo. Sin embargo poco antes de partir, se había quedado dormida y había vuelto a vivir los exámenes chunnin. Recordar cómo Naruto no se había rendido y revivir su pelea contra Kiba y después Neji le había hecho despertarse de golpe más determinada que nunca.

- Todavía sigue en pie mi oferta de dejarlo todo para irme contigo. Sin embargo, sé que me vas a decir que no. Por esta razón, quería despedirme de ti como es debido, dattebayo.- “Dattebayo… se ha puesto nervioso.” observó la chica.- Pensé mucho en qué hacer para que recordaras este momento cuando estuvieses bien, o cuando estuvieses desanimada, o sola o en cualquier momento simplemente, dattebayo. Finalmente, creo que lo encontré.

Entonces se sacó de un bolsillo una pequeña caja.

- Me he gastado todos mis ahorros como gennin en ello, pero merecía la pena, dattebayo.
- Pero, Naruto, ¡te ha debido costar una fortuna!- Sabía de sobra, que Naruto era muy estricto en lo que se refería a las tres prohibiciones y una de ellas era el expendio. Naruto era sumamente ahorrador.
- No importa, ahora que soy Hokage lo que antes ganaba en dos meses lo ganaré en una semana, dattebayo – mintió.

Sakura sabía de sobra los problemas económicos de Konoha y los recortes que habían tenido que hacer para poder seguir manteniendo la aldea a flote.

- Naruto, no tenías por qué hacerlo – le dijo.
- Tonterías. Nunca te he regalado nada y quería que tuvieses algo de mí, dattebayo. – “No, eso no es verdad, siempre has estado ahí, junto a mí y eso es todo lo que una chica necesita” - Es lo que tengo que hacer para demostrarte mi amor. Quiero que lo abras y que me digas que te parece, dattebayo.

La chica accedió. Abrió la caja y vio un colgante de una flor de… un cerezo.

- ¡Póntelo, póntelo, dattebayo! ¡Sakura-chan, pruébatelo! - Así lo hizo.- Lo he hecho yo. Compré la plata, bastante cara, pero lo he moldeado con mi chakra. Fue realmente difícil, aunque Kurama me ayudó al final. ¿Qué pone detrás, dattebayo?

Sakura le dio la vuelta y leyó:

- ¿Norusoku?
- ¡Es una “a”, dattebayo!- protestó.
- ¿Narusaku?
- NARUto y SAKUra. ¡Narusaku! Cuando creas que debes rendirte, mira esta flor y recuerda que yo nunca me rendí, en nada, porque ése era mi camino ninja.
- Es precioso – comentó con una pequeña lágrima bajando por su rostro.- Gracias, de verdad.

Entonces, Naruto se acercó a ella y tímidamente la rodeó con sus brazos. Le devolvió el abrazo y Sakura se sintió protegida, se sintió muy bien, verdaderamente. Después, se separaron.

Naruto la acompañó hasta la entrada de la aldea. Con cierto reparo, Sakura buscó la mano de Naruto. Cuando la encontró, éste la cogió con fuerza. Aunque ya había dado permiso a los guardianes de la puerta para que le dejaran pasar, quería estar con ella. Por el camino comenzó a hablar de cualquier cosa. Sakura le oía atentamente, aunque no le escuchaba porque estaba embelesada estudiando cada detalle de él para no olvidarlo y al que aferrarse cuando se sintiera sola.

Cuando llegaron a la puerta, no querían llegar a la entrada de la aldea. Ninguno.

Pero lo hicieron. Naruto la tomó con delicadeza y se unieron en un apasionado beso. Sakura dejó caer su mochila al suelo para rodear con sus brazos a Naruto, mientras éste la besaba como si no hubiese un mañana. Cuando se separaron sabían que no se volverían a ver en mucho tiempo, pero si no lo hacían, Sakura no emprendería su viaje.

- Te quiero, Naruto.

Él abrió mucho los ojos antes de sonreír como un tonto. Se agachó y le entregó su mochila.

Sakura se la puso. Miró hacia la Montaña de los Hokage pero también miró hacia atrás, hacia todo el camino que la había llevado hasta allí, todos los sacrificios propios y sobre todo de Naruto que la habían conducido hasta allí. Cerró los ojos y al abrirlos miró a sus pies, pues si daba el siguiente paso no podría retroceder. Sakura, más determinada y decidida de lo que lo había estado en toda su vida, caminó. Sintió como la mirada de Naruto no se apartó de ella hasta que dejó la villa bien lejos.

Sus pasos la guiaron hacia el norte hasta que llegó al Valle del Fin. No sabía explicar por qué, pero se dirigió hasta tan emblemático lugar. Allí Naruto y Sasuke habían peleado a muerte tanto tiempo atrás cuando el primero intentó traer al segundo de vuelta porque ella se lo había pedido.

Los días se iban acortando, pero para ella era indiferente. Escribía a Naruto cada día y guardaba las cartas para enviárselas todas juntas cuando llegaba a alguna ciudad con servicio postal. Naruto le respondía. A Sakura le gustaba leer sus cartas. Aunque no lo pareciese, Naruto sabía expresarle en ellas sus sentimientos y eso a ella le parecía el mejor regalo.

Por aquél entonces, miraba a menudo el colgante que Naruto le había regalado. Siempre terminaba triste, pensando en él, pero también, cuando lo veía se daba cuenta de que Naruto confiaba en ella y en que podría hacerlo.  

Durante el tramo que había recorrido, sin duda, había dedicado parte del viaje al entrenamiento de su chakra. Naruto tenía una gran cantidad en su interior. Sakura no y era consciente de que debía aumentarlo. Nunca había tenido problemas para ello, pero aumentar su chakra, era una tarea más difícil. Tras haber pasado por el Valle del Fin tomó la resolución de viajar hasta el País del Remolino, aunque, su decisión se debió a otra persona.

En el País de los Campos de Arroz, donde Orochimaru había llegado a fundar su propia aldea, se detuvo a descansar en una de sus ciudades. Allí conoció a una extraña mujer. Al mismo tiempo que ponía un pie en la ciudad, recibió una invitación de una mujer acaudalada de la ciudad. La llamaban la Geisha. Sakura sabía lo que hacían eso tipo de mujeres e imaginaba de qué tipo de negocios provenía su fortuna. Al principio, intentó desatender la invitación, pero la insistencia de sus agentes terminó conduciendo a la joven kunoichi al palacio de la Geisha. Era una noche de finales de otoño y el tiempo era ya demasiado frío.

La Geisha, que respondía al nombre de Mikono resultó ser una mujer joven, cierto que no gozaba de la lozanía y la juventud de Sakura, pero todavía resultaba bella y atractiva. De cabello rojo, largo y liso como el fuego y piel blanca y empolvada, vestía ricos y bellos kimonos. Sus ojos eran grises como el mar y estaba imbuida en una presencia mística, casi como si no fuera de este mundo. Le era muy familiar, pero no podía ubicarla.
Sakura, podía percibir que su chakra no era el de ningún civil.  Era una kunoichi bien entrenada. Se decía que en muchas villas, las kunoichis manejaban mejor determinadas partes de su cuerpo que los kunais y ella debía de serlo.

Su mansión, por describirla en una sola frase, era la expresión física de la opulencia y el lujo.

Sin embargo, su palacio no era una mera vivienda, era un auténtico lupanar, tal y como imaginaba Sakura. También pudo percibir un intenso chakra en las jóvenes que a su servicio practicaban sus artes amatorias con los solemnes invitados de la Geisha. Se sentaron en una sala, solo una mesa las separaba.

- Gracias por aceptar mi invitación, Sakura Haruno.
- Gracias por invitarme, Mikono-sama – respondió educadamente.

La razón que había llevado a Sakura a aceptar la invitación era precisamente que los emisarios de ésta ya sabían su nombre antes de preguntárselo y que le habían dicho que la Geisha tenía una importante información que darle. Aquello le pareció algo realmente fantástico. No veía ninguna posibilidad de que aquélla mujer le diese información relevante.

- Tienes un pelo tan bonito, ¡qué lástima que no lo cuides! – le dijo sensual – Eres muy bella, aunque te escondas bajo ese aspecto de mujer ruda y… guerrera. ¿Qué opinión te merece mi hogar?

Los alaridos de una de las prostitutas empezaron a sonar como una auténtica melodía de orgasmos y placeres ocultos. Sakura se ruborizó, porque inconscientemente relacionó aquello con Naruto. La Geisha debió de percibir su zozobra y le dijo.

- Veo que aún eres una flor pura, mi amada invitada.
- No estoy acostumbrada, señora. Su casa es, sin duda, preciosa. Muchos desearían vivir con tal comodidad. No es relevante lo que pueda parecerme lo que vuestras jóvenes sirvientas hagan con vuestros invitados.
- Eres educada, eso es una virtud. Veo por tu colgante que quien te lo regalara debía tenerte en muy alta estima. ¿Cómo se llama él?

Sakura mostró su enfado cuando preguntó:

- ¿A qué viene todo esto, Mikono-sama? ¿Me ha hecho venir para escuchar a vuestras prostitutas? Realmente, ¿tenía la intención de darme una información útil?

Mikono rió casi sin ganas.

- Debes amarle mucho - comentó.- No te anticipes, mi querida invitada. Me recuerdas mucho a mí. Como habrás podido notar, yo también fui una kunoichi, aunque de eso hace ya bastante tiempo. Llegué a esta ciudad acompañada de un compatriota tuyo, Orochimaru. Él me trajo hasta aquí, pero cuando dejé de resultarle útil, me abandonó y se unió a Akatsuki. Desde entonces decidí sobrevivir. Fue duro. Era una kunoichi sin aldea. Nadie me contrataría. Tuve que entregar mi cuerpo a cualquiera para ganar unas monedas, hasta que un día, un rico señor me llevó a su cama. Comprendí entonces que los hombres podían decir cualquier cosa si se accionaba el mecanismo necesario. Imagino por tu inocencia que nunca te habrás acostado con ninguno.

Sakura no respondió. No sabía a dónde quería llevar aquello. Empezó a desconfiar de Mikono Al no poder percibir en ella que estuviese intentando utilizar gentjutsu, siguió escuchándola.

- A partir de ese momento supe qué el auténtico negocio estaría en la información. Empecé a colaborar con Orochimaru. Yo le pasaba la información que requería y a cambio él me entregaba bellas jóvenes para este palacio. Esto sólo es la máscara. A lo largo de los años he obtenido mucha información y eso ha convertido este pequeño palacio en la capital de la información del mundo. Sé cuando el señor feudal del País del Fuego bosteza y él sabe que lo sé, pero precisamente conocer tanta información me hace poderosa. Podría ser la Señora Feudal de la Información, si no fuera, porque ya cuento con la enemistad del Raikage y de la Mizukage.
- ¿Qué tiene que ver eso conmigo? De hecho, ni siquiera sabe por qué he abandonado Konoha.
- Hace un mes, recibí una noticia de Orochimaru, sí, por extraño que te parezca, parece que sobrevivió al ataque de Sasuke-Uchiha y vuelve a andar por este mundo. Me dijo que una kunoichi había abandonado Konoha y que esa kunoichi llegaría hasta nuestro País. Me dijo que tú querrías saber de Sasuke-kun y que yo te lo debería decir.

“¿Sasuke? Si él murió… Debe estar engañándome. Sólo quiere que termine aceptando en convertirme en una de sus prostitutas.”

- ¿Y si te dijera que Sasuke Uchiha sigue vivo?

“No puede ser cierto. Naruto y yo vimos su cadáver.” Además, pensaba que Sasuke ya no se merecía más que se preocupara por ella. Naruto era el único que realmente le importaba. En los meses posteriores a la batalla final se había ido dando cuenta de que si hubiese convivido con Sasuke, pronto le habría dejado de amar, si eso se podía llamar amor. Dudaba que en alguna ocasión le hubiese amado. Sasuke era frío e indiferente con ella. Si hubiese vivido en Konoha en lugar de marcharse con Orochimaru habría seguido ignorándola. Sin embargo, Naruto estaba siempre allí. Él se había preocupado por ella. Se había ganado su corazón y se había dado cuenta que desde que formaron el Equipo 7, Naruto había sido el primero a quien había amado y que lo de Sasuke sólo era el enamoramiento de una niña. Al que ahora llamaban Hokage la había salvado en incontables ocasiones y por eso ahora quería volver a mejorar como shinobbi, por eso estaba haciendo aquel viaje para dejar de ser una carga para Naruto. Era increíble, pero finalmente, aquella pregunta, tan simple, había hecho que se respondiera así misma a años y meses de dudas.

- Te respondería que no me importa – dijo finalmente. Ahora el único que le importaba era Naruto y Sasuke estaba muerto para ella, era su amigo, pero un mal amigo.
- Pues eso mismo es lo que quiere decirte Orochimaru.
- ¿Orochimaru quiere hablar conmigo?
- Sí. Aún cuenta con algunos colaboradores en Konoha. Debías aconsejar al Nanadaime Hokage que revisara a sus más íntimos allegados. Orochimaru sabía de tu partida igual que también creía saber que habías ido para buscar a Sasuke. Pretende utilizarte para influir en el Hokage.

Sakura se quedó perpleja.

- ¿Y si eres su aliada por qué me avisas?

La Geisha sonrió:

- He aquí el punto donde yo cambio la historia. Puedo dejar que vayas con Orochimaru y que no te conduzca a nada, o puedo hablarte sobre lo que Orochimaru se propone saber.
- Explícate.

Las aves nocturnas comenzaron a ulular mientras que el sonido de la fuente del jardín llamaba a la calma. Sakura estaba en máxima alerta. No le gustaba el cariz que estama

- Por supuesto. Sólo pretendo ser amiga de quien calentará la cama del Hokage. Naruto Uzumaki se ha convertido en el Kage más poderoso. Tenerlo como aliado es asegurar mi supervivencia. Mi querida niña, Orochimaru no es el único que cuenta con espías en Konoha. Que el Hokage está enamorado es un hecho evidente y que tú eres esa persona resultaba obvio, desde el momento en que llegaste aquí, de hecho.
- Si pretendes influir en Naruto a través de mí, date por vencida, no pienso traicionarle.
- Ni mucho menos ésa es mi intención. Siento que debo hacer esto por otras razones, razones… de tipo familiar,- dijo enigmática-. Se acercan nuevos tiempos. La Cuarta Gran Guerra Ninja sólo ha sido el principio. La era de los Jinchuuriki y los Bijuu ha terminado, pero se inicia una nueva etapa en este mundo. Este mundo pronto necesitará de un héroe. Si no aparece
- ¿Otra guerra se avecina? ¿Madara está vivo? ¿Es Orochimaru el enemigo?
- Desconozco cuál es su nombre y quién es realmente. Sólo imagino que pretende sacar beneficio de los hechos que están por desencadenarse. Orochimaru es uno de los que pretenden sacar partido a este nuevo mundo que se está gestando… aunque aún no han entendido qué ocurrirá realmente. No tengo más información y la que he conseguido fue gracias a uno de mis agentes del País del Demonio.
- ¿País del Demonio? ¿Dónde está ese lugar?
- Más allá de los mares que separan el País del Agua del resto del Continente. Es un país desconocido, es normal que desconozcas su existencia.
- ¿Y qué debo hacer yo con toda esta información? ¿Puedo fiarme de lo que me dices? ¿Es real? ¿O no?
- Sé que no resulta fácil de creer. No te culpo. Si deseas comprobarlo ve al que una vez fue mi hogar, al País del Remolino. Allí encontrarás la solución.
- ¿Por qué haces todo esto?

La Geisha se levantó para dejarla. Antes de eso, volvió a reír, enigmática.

- Puedes pasar todo el tiempo que quieras entre nosotras. Serás bien recibida aquí siempre.

Al día siguiente Sakura tomó la resolución de viajar al País del Remolino. Nunca había oído hablar de él. La Geisha le había entregado un mapa del continente y le había marcado la ruta. Para ello debía viajar a Kumogakure. Según le había dicho Orochimaru la estaría esperando. Aquello no le gustaba nada, pero ahora sentía la necesidad de indagar más en el asunto.

Por lo pronto, sólo sabía que otra amenaza volvía a cernirse sobre el mundo, una amenaza que había surgido tras la derrota del Juubi. Orochimaru, si realmente estaba vivo, otra cosa que hacía que Sakuda dudara, y otros agentes desconocidos pretendían beneficiarse de la misma. ¿En qué consistiría todo aquello?

Sin embargo, el viaje hacia el País del Remolino, no era un camino directo. Sakura sabía que Orochimaru la necesitaba. Por alguna extraña razón la necesitaba. Podría ser cierto que quisiera amenazarla o utilizarla para influir en Naruto, pero lo conocía suficiente a él o a cualquier enemigo que pretendía adueñarse del mundo como para saber que un encuentro sería peligroso. No podía llegar siendo la débil ninja que era ahora. Su próximo encuentro sería con un Sannin, un traidor asesino del Sandaime Hokage y que había arrastrado a la locura y a la maldad a Sasuke. Y ella debía fortalecerse. Mikono le había hablado sobre cómo Tsunade había logrado convertirse en una de las shinobbis más poderosa y lo había logrado viajando al País de los Pantanos, más al norte que Kumogakure. Por esta razón, Sakura pretendía pasar el invierno y el tiempo que fuera necesario en el País de los Pantanos.

Atravesando las recién llamadas Tierras de la Nube Roja, el campo de batalla principal entre Akatsuki y la Alianza Shinobbi, fue testigo de los estragos de la guerra. Todavía no había empezado a recuperarse. El invierno la sorprendió cruzando la frontera con una fuerte nevada.

A lo largo de aquellos meses había cambiado. Sakura se daba cuenta. No sabía en qué exactamente y si tendría una consecuencia directa en su fuerza o en su habilidad, pero no tenía miedo. Cada vez que miraba con cariño y ternura la flor que le regalara su amado ahora ya no se sentía triste. Le echaba de menos, pero sabía que ahora su viaje era para hacerse más fuerte, para ayudarle a resolver el misterio que ella había llamado “la amenaza fantasma”. Se encontraba atravesando uno de los pasos montañosos de aquél país tan escarpado y lleno de contrastes, altas montañas y profundos valles, nieve en las cumbres, prado en las faldas, etc.

El temporal retrasó su marcha hasta tal punto que tuvo que pasar un día entero encerrada en una cueva, esperando que amainara. Mientras tanto seguía concentrándose en dominar su chakra y en aumentarlo. Su maestra, Tsunade, le había enseñado cómo debía hacerlo y lo había practicado en alguna ocasión aunque siempre le resultaba muy difícil y sentía que apenas podía acumular chakra. Cuando se iba a desanimar pensaba en Naruto. Le echaba de menos, pero él le había dicho: “yo confío en ti y por eso sé que lo lograrás”. No iba a fallarse ni a sí misma ni a Naruto. Después seguía intentándolo. Al pensar en Tsunade no pudo evitar recordar una conversación que mantuvo con ella:

Pasaron varias horas más hasta que Tsunade regresó con Sakura. Había terminado de hacer los preparativos para la guerra. En dos días partirían a Kumogakure. Era ya de noche

- Sakura – la llamó la Hokage – ven conmigo fuera y contemplemos las estrellas. Sakura la siguió.- ¿cómo crees que reaccionará este cabeza hueca cuando se entere de que va a ser Hokage?
- ¿Hokage?
- Sí, pienso dejar escrito que en caso de mi muerte sea él el próximo Hokage.
- Se alegrará mucho, ¿por qué?
- Nada, en especial. Aun recuerdo cuándo lo conocí. Venía con Jiraiya en mi busca para que aceptara ser Hokage. Tuvimos una gran pelea y al final apostamos. Perdí. - ¿Cuál fue la apuesta?
- Realizar el rasengan en una semana. Conocía a Minato. Tardó casi un año en resolver esa técnica y Jiraiya más todavía. ¿Cómo un crío como Naruto iba a poder hacerlo en una semana? Obviamente Naruto es diferente. Sakura, no sé qué piensas de él. Pero te aconsejo que valores lo que él siente por ti, sino te verás como una cincuentona amargada y soltera. Nunca supe ver lo que me quería Jiraiya y sólo ahora que está muerto lo empiezo a ver. Sé qué algún día, igual que hablaron de las hazañas de los Sannin de Konoha, hablarán de las hazañas de Naruto. Pronto conseguirá su sueño.
- Tsunade-sama, parece que se esté despidiendo de mí.
- Lo estoy haciendo Sakura. No sé por qué, pero algo me dice que ya no regresaré. Quiero que te cases en un futuro, con quién sea, preferiblemente Naruto, pero ten hijos y esposo. Naruto siempre te ha querido y deberías saberlo. No renuncies a tu vida, pero tampoco renuncies a otras posibilidades. Naruto está decidido, si por salvar Konoha, debe morir junto a Sasuke lo hará. Si los perdieras a ambos, no los olvides, pero no te acurruques en su recuerdo como hice yo. Te digo esto por varias razones, pero la más importante es qué gracias a ti y a Shizune me imagino lo que es ser madre.
- Tsunade-sama, por qué cree que va a morir. Usted es una de los Sannin.
- Porque gané la lotería esta mañana. Yo sólo gano si algo muy grave va a acontecer.

Sakura la miró preocupada. Estaba muy triste.

- Tsunade-sama. Tengo madre y padre, pero usted es como si fuera una segunda madre para mí y le juro que podrá llamar a mis hijos nietos. Esta guerra la hacemos por ellos y debemos ganarla y usted sobrevivirá.
- Veo que Naruto ha influido mucho en ti.
- Desgraciadamente sí.

Ambas rieron.

- Sakura, ¿has bebido alguna vez?
- No recuerdo haberlo hecho.
- Pues entonces ya es hora de que te malcríe.

Discípula y maestra se adentraron en la oficina del hokage y comenzaron a beber. A la mañana siguiente Tsunade estaba de resaca, pero sabía sus obligaciones. No quiso despertar a Sakura, es más la arropó con el afecto de una madre.

Al recordar aquello Sakura se sorprendió llorando por la muerte de Tsunade y entonces supo más que nunca que debía llegar cuanto antes al País de los Pantanos, al Bosque de las Babosas para encontrar a Katsuyo y ser la heredera de las enseñanzas de Tsunade.

CONTINUARÁ...