Amor de un padre a su hija [TP] (24/08/2013) [Terminado 3/3]

Despertó antes del alba, en medio de la oscuridad. Con los ojos abiertos de par en par y el corazón acelerado. Hoy era un día especial y aunque estuviese realmente feliz, estaba aún más ansioso, tanto como la primera vez que le dijo “te amo”. Busco entre las sabanas su mano, apretándola suavemente, acariciando con su pulgar a la mujer que tenía al lado.

Ella se revolvió entre las cobijas, maldijo entre susurros y también pronunció su nombre. Él otro sonrío, mientras la luz del amanecer entraba a la habitación. La logro observar dormida, con una cálida mueca de felicidad. Sakura era hermosa, también lo que llevaba dentro.

Horas después, la mañana aún se mantenía silenciosa, con una suave brisa y un cielo despejado. Estaba cerca el verano. La fingida tranquilidad que le reflejo a su mujer, se rompió una vez cruzaron el umbral y pisaron la calle.

Konoha nunca le pareció a Naruto tan poco atractiva como en aquella ocasión, no estuvo atento a los saludos de la gente, si quiera miro los oficios altos de techos rojos o quedo maravillado con los rostros de los hokages. En esta ocasión su mirada estaba atenta al suelo polvoriento, a los pasos de Sakura. Al hospital de la aldea cada vez más cercano, a su corazón acelerado a punto de explotar. Ella tomo su mano, el sonrío nervioso.


-¿Crees que sea varón?- Pregunto un rubio yendo al hospital con su esposa embarazada  de unos cuantos meses.

-No se Naruto, deja de molestar. Ahora nos dirá Tsunade que será- Respondió la mujer ya irritada de que siempre pregunte lo mismo.

-Pero Sakura-chan, sabes que lo que más deseo es un varón, debe ser fuerte como su padre- Dijo orgulloso, seguro de que tendría un hijo varón.

Sakura lo único que atinò a hacer fue negar con sus cabezas y suspirar pesadamente, pero luego sonrió dulcemente al ver el rostro esperanzado de su esposo por el futuro hijo/a que vendría.

Al llegar al hospital de konoha, fueron directamente a donde se encontraba Tsunade esperándolos, ya que a pesar de ser la hokage  ella quería encargarse del nacimiento de ese bebé. Únicamente dejaba que Shizune los atendiera si ella tenía alguna urgencia.

Naruto estaba tan nervioso que ni siquiera le dijo abuela a Tsunade, cosa que le dio gracia a la rubia, ya que notaba el nerviosismo en este.

-Bueno, como veo que algunos están algo nerviosos- Dijo Tsunade, riendo y mirando a Naruto en especial- Les daré los resultados del sexo del bebe- Continuo, mientras agarraba un sobre. Lo abrió y leyó los papeles- Felicidades, tendrán… ¡Una hermosa niña!- Culmino Tsunade.

Sakura abrazo a Naruto, con fuerza, ya que ella hubiera preferido una niña. Y Naruto correspondió el abrazo de manera instintiva, aunque no caía que tendría una hija. Sinceramente él se sentía un poco decepcionado. Pero decidió no demostrarlo, ya que a fin de cuentas seria su hija.

Así paso el tiempo restante del embarazo de Sakura, donde ya no veía tan entusiasmado a Naruto, por lo cual siempre le preguntaba y le respondía únicamente que no le pasaba nada. Aunque ella recordaba que él quería un varón, pero también estaría segura que al ver a su hija nacer la amaría tanto o más a que si hubiera sido varón. Y sin hacerse esperar, llego el día en que naciera Mía, nombre el cual eligieron entre Naruto y  Sakura para su hija.

Sakura estaba en sala de parto pujando y pujando sin cesar, con sus cabellos pegados a su frente a causa de la transpiración provocada por la fuerza que empeñaba la mujer de ojos verdes.

-¿!D-donde demonios esta Narutoooo!?- Preguntaba Sakura irritada.

-Él ya está en camino, está volviendo de una misión. Ahora concéntrate en tu hija- Le respondía Tsunade perdiendo la paciencia por las réplicas de su alumna.

Naruto estaba en la entrada de Konoha, apresurado, pero con poca expectativas de ver a Mía, ya que el aún seguía con su karma de querer un varón.

-Bueno, ya será la próxima, seguro el siguiente será un varón- Se decía Naruto para sus adentros, mientras fijaba rumbo hacia el hospital. Al cual llego en un santiamén, gracias a su gran velocidad.

Naruto entró al hospital, y buscaba en cada a habitación ver los pelos rosados de su amada, para así presenciar el nacimiento de Mía. Cosa que no logro, ya que el llanto de un bebe llamo la atención de Naruto y se dirigió hacia allí, donde pudo divisar a Tsunade, a Sakura y a un bebe, quien supuestamente debía ser Mía. El entro a la sala y luego de recibir regaños de parte de la hokage y su mujer, tomo en brazos a Mía.

Él la vio y estaba radiante y dormilona, no como Sakura, ya que estaba pálida por culpa del parto, pero con una sonrisa de ver a Naruto con Mía en sus brazos.  Pero al rato Tsunade le pidió a Naruto que le entregue a Mía, ya que tenían que revisarla y bañarla. Además de tener que hacerle los estudios correspondientes. Naruto le cedió a Tsunade su bebe y ella se lo llevo a la sala de bebes prematuros, ante la mirada de los padres primerizos.

-Naruto…- Dijo Sakura para llamar a su esposo.

-Dime, Sakura-chan ¿Te sientes mal?- Pregunto Naruto algo preocupado.

-No, solo estoy cansada por el parto- Respondió Sakura algo cansada- Dime que te pasa a ti- Le replico dejando desacomodado al rubio.

-Ya te dije muchas veces que no me pasa nada amor, estoy bien- Respondió Naruto como siempre lo hacía ante ese tipo de preguntas, con una sonrisa forzada.  

-Naruto, te conozco y conozco esa sonrisa- Dijo Sakura mirando al rubio con seriedad- Solo te diré que esa bebe te cambiara la vida, como lo hará conmigo- Culmino Sakura agotada por el parto.

Naruto quedo sin habla y antes de que pudiera formular alguna frase o palabra, Tsunade entro a la habitación, para llevar a Sakura a una habitación. Ella debía recuperar fuerzas y tendría que quedarse por lo menos dos días en el hospital, al igual que Mía.

Naruto no objeto, ya que le haría bien tener dos días para pensar tranquilo y porque Tsunade lo regañaría si se oponía a su decisión. Naruto saludo a su mujer con un tierno beso en los labios, el cual fue correspondido por la ojiverde y le brindo una sonrisa al rubio, para que esté tranquilo.

Naruto se fue a su morada, la cual compartía con Sakura y pronto tendría también a Mía en su hogar. Cosa que hizo que Naruto empiece a reflexionar por qué no sentía la alegría que le imaginaba sentir cuando fuera padre. ¿Se habría sentido su hubiese sido un varón? Esa era una pregunta constante dentro de su cabeza…

Así pasaron dos días donde Naruto fue a buscar a sus dos mujeres, para así llevarlas a casa. Naruto al llegar al hospital, se encontró con las dos juntas, una en brazos de la otra. Él se acercó a ellas y cuando Sakura se percató de la llegada de Naruto lo miro con gran alegría, ya que por fin podrían estar ellos tres solos.

-¡Mira quién llego Mía!- Dijo Sakura eufóricamente, mirando a su bebe y sonriéndole, para luego mirar a Naruto con la misma sonrisa y recibiéndolo con sus labios.

-Hola Mía, ¿Cómo estás?- Pregunto Naruto dándole un beso en al frente a su hija y recibiendo llantos de la pequeña- Creo que no le caigo bien, jeje- Reía nervioso.

-No seas tonto Naruto- Dijo Sakura a modo de regaño para Naruto- Toma, tenla en brazos- Continuo la pelirosa, pasándole al bebe de sus brazos a los de Naruto, sin darle chances para negarse.

Naruto tenía a Mía en sus brazos de vuelta, pero esta vez estaba limpia y con aritos en sus orejas, con su cabello corto y débil, pero que para el en ese momento le aprecia hermoso como le quedaba a su hija. Mientras la observaba se percató que ceso el llanto de Mía y el acerco su dedo índice a la cara de Mía, para acariciar sus mejillas. El recibió risas por parte de la bebe y el no pudo evitar liberar una sonrisa de pura felicidad al oír y ver a Mía reír, y aun más cuando esta tomo con sus dos mano su dedo, continuando con sus risas.

Sakura al ver esa imagen sintió una paz inmensa, ya que ella sabía que Naruto y Mía serían muy felices juntos, pero las reacciones de Naruto al momento del parto no fueron muy alentadoras para ella. Hasta ahora, que veía como Naruto comenzaba a disfrutar de su hija.

-Oye, me voy a poner celosa de ambos si siguen así- Dijo Sakura graciosa, provocando  una sonrisa en Naruto.

-¿Qué dices hija? ¿Vamos con mami?- Pregunto Naruto mirando a su hija sin borrar su sonrisa y agachándose para quedar a la altura de Sakura, ya que estaba en la cama- Vamos amor?- Pregunto el rubio para luego besar a Sakura en los labios.

-Vamos a casa, los tres- Dijo Sakura, siendo ella ahora quien bese al rubio- Supongo que compraste un carrito para Mía ¿No?- Pregunto Sakura, dándolo por sentado. Peor al ver al expresión de Naruto inerte negó con la cabeza, sin creérselo- entonces, ¿En que llevaremos a Mía a casa?- Reprocho al rubio, sin recibir respuestas.

En ese instante, Tsunade entra a la habitación con un carrito rosado, con el nombre de Mía bordado en el mismo.

-Creo que mi regalo le va a servir a Mía- Dijo Tsunade acercándose con el carrito, al cual Naruto metió a su hija, para luego ayudar a Sakura a levantarse de la cama y pueda vestirse.

-Gracias Tsunade-sama- Dijo Sakura ya incorporada dando una reverencia a su maestra.

-No tienen porque, tenía que darle un regalo a mi nieta - Respondió la rubia riendo- Disfruten de este regalo que les dio la vida chicos, sean felices- Culmino la rubia aguantando sus lágrimas y yéndose de la habitación, para dejar a los jóvenes algo sorprendidos, por la actitud poco normal en la hokage y decidieron salir del hospital, para así dirigirse a su hogar, para comenzar su nueva vida juntos. Los tres…

CONTINUARA...

Así fueron pasando los meses y años, donde Mía cautivo con su sonrisa a su padre. Fue entonces que Naruto empezó a amarla con locura, aún más de lo que él creía que iba a querer a su hijo varón. Ella había conseguido embobarlo con sus actos y su inocencia. Era la protegida de su padre.

Mía ya tenía 10 años. Su pelo rubio largo y lacio, con sus grandes ojos jade, heredado de su madre, al igual que su tés blanca. Pero era hiperactiva como su padre y terminaba siendo regañada por Sakura en varias ocasiones, junto con Naruto. Muchas veces terminaban con risas de los tres, a menos que Naruto termine incrustado en una pared.

Una tarde como todas, Naruto y Mía estaban jugando en la sala de la casa. Mientras Sakura los miraba desde la cocina riendo, a causa de que ni Mía, ni Naruto querían perder nunca y se peleaban por eso, aunque acababan a las carcajadas limpias.

-¡Y Mía gana otra vez!- Grito al rubia eufórica en la cara de su padre.

-¡Hiciste trampa!- Reprochaba Naruto, mirando el tablero de ajedrez, buscando alguna excusa. Ya que él no era bueno para esas cosas.

-Eres un mal perdedor papá- Regaño Mía a su padre negando con la cabeza -Debes aceptar que no sirves para los juegos de mesa- Culminó tocando el orgullo de su padre.

-¡Más respeto que soy tu padre!- Dijo Naruto autoritario intentando de intimidar a su hija, cosa que estaba logrando.

-¡Pero tiene razón amor!- Gritaba Sakura desde la cocina, aguantándose las ganas de reír. Provocando las carcajadas de Mía y el lamento de Naruto.

-¡Gracias amorcito!- Respondía Naruto irónicamente, recibiendo risas desde la cocina y aumentando por parte de su hija -Creo que voy a dar una vuelta- Dijo el rubio algo fastidiado, hasta que se encontró con alguien que se lo impedía agarrándolo de las caderas y al mirar allí, era Mía mirándolo a los ojos haciendo pucherito.

-No te vayas papi- Dijo Mía tratando de convencer a su padre.

-¿No que soy malo para los juegos de mesa?- Preguntaba Naruto haciéndose el rudo.

-¿Me perdonas papi? – Dijo Mía comenzando a humedecer sus ojos, lo cual quebró a Naruto.

-Claro que te perdono Hija, no podría no perdonarte mi amor- Respondió el rubio abrazando a su hija, la cual devolvió el abrazo. A todo esto Sakura miraba en la cocina con ternura, aunque siempre que se peleaban se reconciliaban así, no se cansaba nunca de ver el cambio de Naruto para con Mía, ya que la cuidaba con la vida, al igual que ella, pero entre Naruto y Mía había una conexión especial y se sentía en el aire.

-¡Ya está la comida tortolitos!- Grito Sakura volviendo a la cocina y sirviendo los platos de comida.

-¡Vamos papi!- Dijo la rubia agarrando a Naruto de la mano y llevándolo hasta la cocina, para así sentarse cada uno en su asiento.

La comida pasó tranquila y entre risas, ya que Sakura le contaba de las travesuras que hacia Naruto de pequeño a su hija, cosa que causaba muy buen ambiente en la mesa, como siempre, para ellos eran una familia perfecta, no podía salir nada mal.

-Papi, Mami…- Dijo Mía para llamar la atención de sus padres, lo cual consiguió, ya que ambos dirigieron su mirada a la pequeña y asintieron con la cabeza, como para que pregunté, cosa que hizo -Cuando sea una jounnin ¿Que me regalaran?- Pregunto la pequeña, tomando por sorpresa a sus padres.

-Pues, yo te regalare mi bandana rosa con el signo de Konoha- Respondió Sakura apuntando la bandana que tenía en su cabeza.

-¿Y tú papi?- Pregunto nuevamente la pequeña.

-Pero hija, apenas tienes diez añitos, falta mucho para que seas jounnin- Dijo rápidamente Naruto evitando la pregunta -Ya llegará el momento que te de mi regalo- Culminó.

-Eres un tramposo- Dijo Mía en un puchero, provocando la risa de Naruto, y contagiando a Sakura, para terminar riendo ella también sin parar.

Los días siguieron pasando, así también los meses y finalmente los años también pasaron. Mía ya tenía 16 años. Y había pasado los exámenes jounnin con éxito, pero antes de ser ascendida, debía hacer una misión de urgencia, a la cual fue asignada por Tsunade, ya que estaban en una época de muchas misiones y no tenía más ninjas para enviar y por eso decidió enviarla a ella. Se suponía que en una semana estuviera de vuelta, para si hacer formal su ascenso. Y esto ayudaba a Naruto para pensar en que podría regalarle a su hija por ser jounnin, pero pasaban los días y no encontraba que regalarle.

Hasta que paso una semana y Naruto se encontraba caminando con Sakura, pensando en que podría regalarle a Mía.

-No sé qué puedo darle Sakura-chan- Reprochaba Naruto frustrado.

-Cuando menos lo esperes se te ocurrirá algo Naruto- Respondió Sakura, mirando las vidrieras con zapatos y vestidos, provocando que Naruto se sienta ignorado.

-Sakura-chan, ni me escucha- Dijo Naruto para sí mismo.
Y en ese instante aparece un anbu en donde se encontraban Naruto y Sakura.

-Sakura san, Naruto-san- Dijo el anbu llamando la atención de ambos.

-¿Qué sucede?- Pregunto Sakura seria.

-Tengo información que me pidió Tsunade-sama que les diera- Respondió el anbu sin emoción alguna.

-Pues aquí estamos, dinos que pasa- Reclamó Naruto, algo alterado, ya que nunca eran buenas noticias cuando se enviaba a los anbu a dar noticias.

-Es sobre la señorita Mía- Continuo el anbu.

-¡¿Qué le paso a mi hija?!- preguntó Naruto fuera de lugar y perdiendo el juicio.

-¡Suéltalo Naruto! Sino no nos podrá decir que pasa- Regaño Sakura, la cual estaba preocupada por su hija -Dinos que pasa- Reclamó finalmente.

-Está hospitalizada, con Tsunade- sama a la cabeza, al parecer sufrió de envenenamiento y de uno muy fuerte, para más especificaciones concurran al hospital, donde estará Tsunade-sama- Dijo rápidamente el anbu desapareciendo del lugar.
Naruto, lo único que atino a hacer, fue agarrar a Sakura de sus caderas y correr lo más rápido que pudo al hospital, llegando en un santiamén. Al llegar corrieron a urgencias, donde seguramente estaría Tsunade, y no se equivocaron, ella estaba esperándolos allí en la puerta del mismo.

-Tsunade-sama, ¡¿Dónde está Mía?!- Preguntó Sakura alterada.

-Está en esta habitación, pero no los puedo dejar pasar así, deben calmarse primero para no asustarla- Respondió Tsunade ocultando toda su preocupación y tristeza por la situación -En especial tú Naruto- Mirando la expresión de Naruto, la cual parecía desencajada, pero al escuchar esas palabras, recapacitó y trato de serenarse. Para así poder pasar a ver a su hija.

-Antes de entrar Tsunade-sama ¿Qué sucedió?- Preguntó Sakura intrigada y no quería preguntarle a su hija, para que no se altere.

-Según lo que sabemos, fue envenenada, pero aún no sabemos con qué, estoy examinando y es un veneno muy complejo. Pero ya para mañana daré un informe final, para ver que haremos- Respondió Tsunade con sumo profesionalismo.

-Pero… ¿Afecta algún órgano vital?- Pregunto Naruto preocupado.

-Temía que preguntaran eso- Respondió Tsunade, provocando que tanto Naruto con Sakura, sintieran un dolor en el pecho indescriptible, ya que eso suponía malas noticias -Este veneno afecta gravemente su corazón si no encontramos una cura- Culminó Tsunade también algo dolida por sus propias palabras -Los dejo con Mía tranquilos, iré a seguir con los estudios- Culminó la rubia yéndose del lugar.

-¿Por qué mi hija?- Preguntaba Sakura llorando en el pecho de Naruto desconsolada -No puedo verla así, no puedo evitar llorar como una idiota- Dijo aferrándose cada vez más al pecho de Naruto.

-Iré con Tsunade a ayudarla con los estudios- Dijo Sakura, luego de desahogarse en el pecho de Naruto- Sé que tu podrás hablar bien con ella, siempre lo logras Naruto, te amo- Culminó al pelirosa besando a su esposo para así ir con Tsunade a buscar una cura para su hija.

Naruto hasta ahora no había formulado palabra, desde las dichas por la Hokage, ya que no caía que su hija estaba en la situación en que se encontraba. Pero él debía ser fuerte y debía darle fuerzas a su hija, además Tsunade seguro encontraría una cur, y más rápido aun con la ayuda de Sakura. No había de que preocuparse.

Naruto decidió solo apoyar a Mía con su compañía y esperar. Así que de una vez por todas decidió poner la mano en el picaporte, girarlo y entrar a donde se encontraba su hija…

CONTINUARÁ….

Había pasado una semana desde que volvió Mía de su misión, en el hospital siempre tenía la compañía de su padre, al cual le daba muchas fuerzas y luego del segundo día comenzó a ir Sakura, ya más calmada y serena por la situación. Ya que Mía amaba a su padre, pero también necesitaba de su madre, porque también la amaba. Después de todo era su madre y quien más sufrió para traerla al mundo y además era muy protectora con ella y siempre la aconsejaba a como ser una gran Kunoichi.

-¿Cómo estas hija?-Preguntó Sakura, sentándose en una silla al lado de donde Mía estaba reposando.

-Me siento un poco cansada mami, pero estaré bien ¿No?-Preguntó la rubia a su madre, tratando de ocultar su miedo a un final trágico.

-Claro que no amor. Esto es para que aprendas a ser más cuidadosa en tus misiones- Respondió Sakura, evitando sus ganas de llorar, ya que veía a su hija cada vez más demacrada -Debes ser más inteligente como mamá y no tan impulsiva como papá- Continuó poniendo un poco de gracia a la situación, consiguiendo sacar unas carcajadas de su hija. Justo en ese mismo instante Naruto entró por la puerta con ramen instantáneo.

-Uno se va a comprar ramen y hablan a sus espaldas ¿Eh?- Dijo Naruto tomando con gracia los dichos de Sakura y las risas de su hija.

-Pero sabes que te amo, mi Narutin- Dijo Sakura levantándose del lugar y besando a Naruto en los labios. Esto le hacía bien a Mía, ya que amaba a sus padres y le gustaba verlos felices.

-Siempre sabes cómo dominarme Sakura-chan- Contestó el rubio luego del beso de su esposa.

-Las mujeres somos así- Dijo Sakura sacándole la lengua -¿O no Mía?- Continuó la oji verde mirando a su hija y guiñándole un ojo a la misma. Mía solo asintió y sonrió mostrando toda su dentadura perfecta, eso provocó que Sakura recordara a Naruto s esa misma edad, ya que el tenía los mismos gestos.

Se pusieron a charlar los tres, muy animadamente, riendo de anécdotas y recuerdos. Ya no sólo de Naruto como cuando Mía era pequeña, sino que ya había bastantes anécdotas de Mía.

-Bueno, yo debo marcharme- Dijo Sakura -Tsunade necesita mi ayuda- Culminó despidiéndose de sus dos amores.

Luego de la marcha de Sakura, Naruto y Mía siguieron riendo de cosas sin sentido y más anécdotas que Sakura no sabía, ya que ellos tenían sus secretos. Así estuvieron por un buen rato.

-Papi…- Dijo Mía cambiando su semblante a uno serio, llamando la atención de Naruto.

-¿Qué sucede Hija?- Preguntó Naruto algo preocupado por el cambio de actitud de Mía.

-Voy a morir ¿No?- Preguntó Mía dejando sumamente sorprendido a Naruto con su pregunta -Eso les dijo la abuela Tsunade ¿Verdad?- Continuó la rubia, sorprendiendo cada vez más al rubio que había quedado shockeado por tales preguntas.

-No mi amor, no vas a morir- Respondió Naruto recuperando la compostura - La vida, no me puede quitar algo tan hermoso como tú, no me quitaría lo que más he amado en el mundo- Culminó Naruto abrazando a Mía, la cual comenzó a llorar en los brazos de su padre, por sus bellas palabras. Y Naruto hizo un esfuerzo sobrehumano para no llorar al oír a su hija hacerlo, pero lo consiguió y así también logro tranquilizarla, diciéndole que ya no llorara y cosas por el estilo.

-Pa… Quienes mueren ¿Van a algún lugar?- Preguntó Mía, pero ya sin sorprender a Naruto, sino que sin saber que responderle -¿Pueden ver desde lo alto a las personas queridas? ¿Sabes si pueden volver?- Continuó Mía con su hilo de preguntas sobre el tema, esperando una respuesta de su padre.

-Mmm… Bueno hija, en realidad nadie ha vuelto del más allá para contar algo sobre eso- Respondió Naruto sinceramente -Pero… si yo muriera, no te dejaría sola, estando en el “más allá” buscaría la forma de comunicarme contigo- Dijo Naruto mirando a su hija, quien lo escuchaba atentamente -En última instancia usaría el viento para comunicarme contigo- Concluyó el rubio sin dejar de mirar a su hija con el amor que tanto le tenía.

-¿El viento? ¿Y cómo harías eso papi?- Preguntó mirando a su padre intrigada.

-Bueno… pues, yo soy del elemento viento ¿No?- Dijo Naruto salvándose de la situación con astucia -Pero… solo sé que si muero, sentirás que estoy contigo cuando un suave viento roce tú cara y una suave brisa bese tus mejillas. Finalizó Naruto hablando más con el corazón que con la razón.

-Te amo papá…- Dijo Mía sin más, abrazando fuertemente a Naruto.

-Yo también hija, no te imaginas cuanto- Respondió Naruto correspondiendo el abrazo, y quedándose así un buen rato, para luego continuar hablando de cualquier otra cosa.

Al día siguiente Naruto se dirigía al hospital, ya que esa noche le tocaba a Sakura quedarse con Mía a la noche, además, le venía bien un descanso a Naruto, que se había quedado dos días seguidos con Mía sin dormir. Pero al entrar al hospital y dirigirse a la habitación de su hija se encontró con Sakura llorando en brazos de Tsunade, Naruto se temió lo peor y fue a toda prisa a donde se encontraban y cuando estaba por llegar, Sakura se percató de su presencia y no dudo en correr a sus brazos para llorar aun más fuerte que antes.

-¡¿Qué sucede Sakura-chan?!- Preguntó Naruto  asustado y preocupado.

-No pudimos encontrar una cura para Mía Naruto- Dijo Sakura entre sollozos.

-¿Y qué le pasó a Mía? ¿Acaso no hay más opciones?- Preguntó Naruto, más preocupado que antes, pero no recibió mas respuestas por parte de Sakura, quien no podía hablar por su llanto.

-Solo queda una opción Naruto…- Dijo Tsunade, viendo como Naruto esperando a la expectativa- Necesita un trasplante de corazón- Culminó la Hokage.

-Bueno, entonces debemos esperar por un corazón para Mía y todo solucionado ¿No?- Preguntó Naruto esperando una respuesta positiva.

-Ojala fuera tan fácil Naruto- Respondió Tsunade en un suspiro -Pero a causa del veneno, a Mía le queda poco tiempo- Continuó la rubia con lágrimas saliendo de su rostro ya que era muy duro hasta para ella.

-¡Entonces le daré el mío!- Dijo Sakura desesperada.

-Tú no puedes Sakura, ya que estas embarazada y lo sabes- Dijo Tsunade tajante.

-¿Embarazada?- Preguntó Naruto sin creerlo.

-Si Naruto, lo supe un par de días antes de lo de Mía, pero estaba esperando que pase la graduación de Mía, al convertirse en Jounnin. Y luego sucedió esto y no supe cómo decírtelo- Dijo Sakura, algo apenada por no habérselo dicho antes.

-Vaya, la vida me quiere dar un hijo, por haberme sacado otro- Dijo Naruto en forma irónica -NNecesitoesito caminar un poco Sakura-chan, ya vengo- Continuo Naruto besando a su esposa en los labios y alejándose del lugar, dejando a las dos mujeres contrariadas, ya que no sabían qué iba a hacer Naruto durante “su caminata”.

-Un corazón… ¿Y de dónde saco un corazón?- Se preguntaba Naruto a si mismo contrariado -Debo conseguir ese corazón a toda costa- Se dijo para sí mismo volviendo para el hospital a ver a su hija como todos los días, pero ya convencido de que le conseguiría ese corazón.

Habían pasado dos días desde la fatídica noticia y al fin el corazón que tanto anhelaban para Mía había aparecido, las cosas iban a cambiar…

Para el otro día Mía, estaba operada ¡Éxito total! Sin embargo, Naruto no había aparecido hace ya un par de días a saludar a Mía y ella ya lo extrañaba muchísimo, Sakura le decía que todo estaría bien. Le decía que Naruto estaba de misión y la abrazó con la ternura que solamente puede brindarte una madre. Más adelante, cuando a Mía le habían dado de alta, fueron todos a casa para celebrar su promoción a jounnin. Mía pensaba que allí estaría Naruto para darle su regalo, ya que Sakura le había entregado la bandana que le había prometido, así que iba con una radiante sonrisa hacia su hogar. Al llegar allí se sentaron todos en los sofás de la sala y Sakura con los ojos llenos de lágrimas le entrego a Mía una carta de Naruto.

Mìa, mi gran amor:

Mía lloró todo el día y toda la noche. Al otro día, fue al cementerio y se sentó sobre la tumba de su papa.

-Papi… ahora puedo comprender cuanto me amabas- Susurró para la tumba de su padre -Yo también te amo y te honrare para siempre- Culminó, dejando caer unas lágrimas traicioneras.

En ese mismo instante, las copas de los árboles se movieron levemente y cayeron algunas flores. Mía sintió que un suave viento rozó su cara y una brisa fresca beso sus mejillas, alzó la mirada al cielo y sintió una paz inmensa y dio gracias por ello. Se levantó y camino a casa con la alegría de saber que lleva en su corazón el amor más grande del mundo.

FIN