Lluvia [Drabble IchiRuki]

Llueve, ¿cierto? Desde aquí no puedo verlo, ni tampoco puedo oler el suave aroma que la lluvia deja a su paso por la Sociedad de Almas. Me lo impide el más de medio metro de hormigón del espesor de este muro que me mantiene presa.
Sin embargo el pequeño respiradero situado hacia el este, en lo más alto de los casi tres metros de la celda, me permite oír ese ligero chapoteo de la lluvia sobre edificios y asfalto.

Nunca me había planteado extrañar algo tan simple como ver la lluvia caer. Cuando logro auto-convencerme de que esto es lo mejor, algún detalle me devuelve a la desesperación. Oigo la lluvia… ¡quiero verla! Quiero saber que la veré de nuevo, ¡quiero saber que no moriré en unos días!... Bueno, no tiene sentido ya, si incluso mi propio hermano está de acuerdo.
Sí, sé que actué en contra de las leyes de la Sociedad de Almas al darle mis poderes a un humano, sé que no fue correcto ocultarme todo este tiempo, sé que mi ejecución está escrita ya, y aunque suponía que llegaría a contar mi edad por siglos, sé que no me queda apenas tiempo…
Pero siempre existe un motivo para que las cosas sucedan del modo en que lo hacen. Y mi motivo tiene 15 años y el pelo naranja, y sé que aunque yo no haya sido capaz, él sí llegará a cambiar las cosas. Lo sé. Y no renunciaría a haberlo conocido, ni a nada de cuanto ha pasado, aun sabiendo que eso me hubiera librado de mi condena.

-¡Rukia-sempai!- llamó un pequeño chico moreno desde el otro lado de las rejas. La aludida volvió delicadamente la cara hacia quien la reclamaba. –¡Está lloviendo!
- Lo sé… Hanatarou –respondió ella con tranquilidad
- Cualquiera diría, que hasta el cielo llora por ti, Rukia-sempai –la chica lo miró sorprendida, la primera emoción que se permitía a sí misma mostrar desde hacía días –Por favor, no pierdas la esperanza.
- … - Rukia agachó la cabeza un momento y fingió una pequeña sonrisa. Hanatarou sintió que se había excedido e intentó cambiar de tema:
- Ah, ya dejó de llover, no queda ni una nube. Sólo el cielo naranja del atardecer.
-¿Naranja? –preguntó shockeada, en apenas un susurro que pasó inadvertido para su joven carcelero. Pero de algún modo, parecía que alguien sí la hubiera oído…

FIN.