Ayuda! Cómo llegar al lector y terminar bien un Fic o Shot

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Y entonces nuevamente lo recuerda: Uno de los últimos momentos en que estuvieron juntos.
Ambos recostados en el pasto del parque. Él acariciaba su cabello delicadamente, como si este en cualquier momento se fuese a romper, mientras ella posaba su mano en el rostro del muchacho.

Claro que sabía que la amaba, no había momento en que él no se lo demostrara. Incluso desde que se conocieron, Naruto hacía lo posible por llamar su atención, por dedicarle una sonrisa cada vez que ella se encontraba mal, a pesar de que él estuviese peor; por ofrecerle su apoyo en cada momento de decaimiento, por acompañarla cuando nadie más lo hacía.
Aunque no faltaban las ocasiones en las que él se comportara como un total imbécil haciendo colmar su paciencia y en las que reaccionaba de la peor manera.
Entonces, ¿por qué no respondió a su interrogante? Pensó que en ese momento era mucho mejor regalarle una sonrisa, acompañado de un tímido beso.

Se recriminaba. Si tal vez, sólo tal vez hubiese cambiado su respuesta las cosas serían distintas.


No, esa afirmación era innecesaria. Con el tiempo habían aprendido tanto uno del otro, incluso los delicados gestos y miradas que sólo ellos comprendían. Se amaban mutuamente y él estaba seguro de que Sakura comprendía sus sentimientos. De la misma forma sabía que ella le amaba con todo su corazón, tanto que estaría dispuesta a arriesgar su propia vida por él.

¿Cuál fue la razón entonces?

¿Por qué lo hizo? Él nunca había roto una promesa.
Un día simplemente desapareció. No dejó mensajes, ni razones ni nada, sólo se fue y la dejó.

Año y medio estuvo buscando por cielo, mar y tierra, pero en cada ocasión llegaba al mismo resultado: Nada.
Comenzó por preguntar a sus amigos y los de él, elemento que no ayudó, pues ni idean tenía del paradero del chico.
No tenía a quien más acudir, pues la única familia que tenía Naruto era su Padrino, el que hace algún tiempo atrás falleció en un accidente. Ni rastro quedó de su cuerpo.

Luego, en medio de su desesperación, buscó ayuda en los medios de comunicación: habló con el noticiero para que mostraran su caso. Iba a cada programa radial para en cada anuncio comercial pedir lo mismo: “Naruto si estás escuchando esto, llámame. Te amo.”
Era como si se lo hubiese tragado la tierra, como si ya no existiera.

Lo notificó como desaparecido con presunta desgracia. Le costó admitir que algo le hubiese pasado, pero era uno de los pocos recursos que le quedaba por hacer.
Fue al Registro Civil a buscar su acta de defunción, que gracias al cielo, no estaba. Él seguía con vida.

Con el tiempo, la ciudad y el país entero sabían del caso de la muchacha y el novio desaparecido. Se conmovían al verla en todos los lugares, con pancartas y anuncios en cada calle de la ciudad.
Se crearon hasta grupos en las redes sociales para ayudarla en su búsqueda. Fueron conocidos como “Nakura”*, la muchacha en busca del desaparecido amor de su vida.
Todos pedían información a cambio de alguna recompensa, tal como dinero que fue recogido por donaciones o conciertos a beneficios por parte de grandes artistas que apoyaban la causa. Aun así, no podían dar con su paradero.

Al segundo año de que el muchacho desapareció, en todas partes del mundo, o las más importantes, conocían del caso “Nakura” y aunque ya la gran mayoría no hallaban de dónde sacar esperanzas de que Sakura lograra algún día encontrarlo, de igual forma ayudaban a la causa, esparciendo la noticia en los lugares más recónditos del planeta.

Sus amigos comenzaron a preocuparse por la muchacha. Su salud empeoraba con cada día que pasaba. Le daban constantes ataques de desesperación y ansiedad además de los cuadros depresivos que de un momento a otro aparecían.

La situación comenzaba a descontrolarse, si no actuaban rápido corrían el riesgo de que algo mayor le ocurriera. Ahí fue cuando la llevaron al centro psiquiátrico, en el que ya lleva más de un año. En el que recuerda a su novio desaparecido en cada momento del día.

En un principio, los medicamentos no causaban producto alguno en la chica, por lo que pronto debieron aumentar las dosis a casi el doble para que surtieran pequeños efectos en los que se quedaba relativamente tranquila. Los narcóticos la mantenían sedada en todo momento.
Estaba irreconocible frente a los  ojos de sus cercanos; su cabello había perdido el rosa brillante tan característico de su personalidad, sus ojos opacos y fríos hinchados a causa de los constantes llantos, su cara y cuerpo demacrados que la hacían ver como una pequeña muñequita de porcelana abandonada a su suerte.
Su felicidad se había marchado el día en que Naruto, su idiota y testarudo novio, desapareció. Él se llevó su cordura, vitalidad, metas y sus ganas de vivir.