Fantasma del pasado (TP)

-Querida, luces hermosa. Quien pudiera tener tu edad y poder volver a experimentar los nervios del primer matrimonio.- La voz cansada tenía fisuras por donde la emoción y el llanto querían escapar. Pequeñas lágrimas brotaban de los ojos miel.

Tsunade era viuda, se había casado dos veces y la desgracia se repitió en ambos matrimonios. Las cosas malas siempre les pasaban a las personas buenas.

-Tsunade, por favor sea consciente de su maquillaje.- advirtió otra voz, Ino había estado más preocupada por los pequeños detalles que la novia misma.

-Gracias a ambas, no sé si estaría aquí si no fuese por ustedes.- confesó la novia. Con sinceras intenciones.

-Lo siento, pero la ceremonia está a punto de comenzar. Les sugeriría que dejarán a la novia un momento a solas. Y vengan conmigo por favor.- un empleado del lugar irrumpió la escena. Tras él se fue el grupo de mujeres que estaba en el cuarto de la novia.

Sakura respiro un poco de paz, todas esas mujeres alteradas no calmaban sus nervios. Volteo para verse en el espejo de cuerpo entero, y de nuevo, quedo admirada. Era increíble lo que un poco de maquillaje podía hacer. “Una novia siempre está hermosa, pero no es por el rubor o algunos arreglos en el cabello. Es el brillo de la ilusión del amor que se nota en su semblante. Y cuando veas a sus ojos y aceptes la unión será el momento en que más bella te veas. Pero eso solo es algo reservado para el novio.”

Esas palabras lograron sonrojarla la primera vez que las oyó, y al recordarlas el efecto seguía siendo el mismo. Inconscientemente también recordó el otro comentario, uno que paso por alto en su momento, pero era inevitable no pensarlo. “Pero no es el primer matrimonio del novio… ¿verdad?” Quizás la persona que lo dijo no tenía malas intenciones. ¿Cómo podría saber aquella mujer cuanto podrían afectarle esas cortas e inocentes palabras?

De pronto el rostro en el reflejo del espejo ya no era el de ella. Se desvanecía poco a poco dando paso a otro rostro. Primero, el cabello corto se desprendió del rosado y con el nuevo color creció, más largo de lo que jamás lo llego a tener. Más sedoso y brillante, de un azul profundo. Luego, sus ojos, sus hermosos orbes verdes se opacaron cambiando a un blanco. Un blanco más perlado que las pequeñas piedras que colgaban de sus lóbulos. Su piel empalideció, contrastando hermosamente con lo demás. Y sus mejillas se sonrosaron tiernamente. De pronto, ese rostro no era el suyo. Se veía igual que el de ella. Exactamente como la fotografía que encontró un día, mientras husmeaba viejos álbumes. Aquella pequeña fotografía que le arranco lagrimas que nunca le mostro a él, ni intento decirle, porque ¿Qué le diría? ¿Cómo explicaría su llanto? Los celos por su pasado, el doloroso pasado que él le había confesado. ¿Cómo explicarle ese odio que sentía? Era una persona realmente horrible… pensar así después de todo el sufrimiento que él cargo.

Y ahí estaba, contemplando la ilusión del amor en los ojos de ella. Porque nunca podría verse tan hermosa como ella se veía ese día. Y una lagrima escapo, que tonta… ella nunca habría llorado por otra cosa que no fuera emoción. Y por eso la odiaba. Era tan patético, pero no podía evitarlo. Odiaba el recuerdo de alguien que ya no habitaba en este mundo. La odiaba a ella estando ya muerta.

Un refinado toque a la puerta la volvió a la realidad. Era el mismo empleado, pero esta vez no estaba solo. Lo acompañaba otro hombre, uno joven y apuesto,  el que la acompañaría por ese camino y la entregaría en el altar. Ella no tenía un padre, o hermanos al igual que su futuro marido. Por eso aquel hombre podía ser confundido fácilmente por el novio, como tantas veces le ocurrió mientras hacían los preparativos. Como aquella vez en la que fueron a comprarle un traje, y lo felicitaron por la belleza de la novia. O cuando fueron a retirar las invitaciones a la imprenta, y lo despidieron con un “Les deseo buena suerte en su vida, señor Uzumaki y señorita Haruno”. A él no le molestaba, o eso creía ella, hasta que lo encontró murmurando insultos al pobre hombre que amablemente los atendió.

-Sasuke, estás aquí. Gracias.- era lo mínimo que podía decirle. Después de todo si no fuera por él nunca hubiese conocido a Naruto. Y por coincidencia resulto que eran mejores amigos. Por eso la decisión de quién la entregaría en el altar fue muy fácil.

-Vamos, en un minuto la música va a comenzar.- dijo, después de salir del transe en el que estaba. Al verla así, por primera vez pensó “tan linda” . Y comprendió un poco la locura que tenía Naruto por esa chica.

Disimuladamente seco la pequeña lágrima y camino hacia la entrada. Con pasos mecánicos, de los nervios y porque, por mucho que lo intentara no podía disipar sus pensamientos. No podía no pensar que ella también recorrió ese camino. ¿Cómo se sentiría él ahora? ¿También estaría recordándola a ella? Claro que sí. Como podría no acordarse de esto. Él y ella también se casaron por iglesia. Y otra vez esa sensación en su estomago.

No debería haber aceptado.

Cuando salió de la habitación vio a los ojos negros de Sasuke y él lo supo todo. Lo leyó en su expresión, o quizás en otra lagrima que no pudo contener y supo lo que le preguntaría.

-¿Ella también se veía hermosa este día?- con un hilo de voz, como si no supiera esa obviedad. Pero Sasuke no sabía que ella había encontrado esa foto.

En silencio, el azabache solo le ofreció su brazo e indico con un gesto que debían ir a su destino. Comenzaron a caminar, ella más lento que él. Y entonces decidió responderle.

-Sí.- corto y sin anestesia. Pero así era él.

Ella se detuvo, con la mirada aferrada al suelo. Intentando con todas sus fuerzas no llorar más. Él rodo los ojos, y entonces decidió decir algo que jamás repetiría, su orgullo no se lo permitiría, algo solo para sus oídos. Para esa amiga que aunque trato de apartarla mil veces solo le daba un fuerte –y doloroso-  golpe en la espalda reprendiéndolo por la mala educación de sus palabras y luego le sonreía como si nada.

-Sakura, el día de la primera boda de Naruto nunca tuve la intención de tomar a la novia y escapar con ella como tengo ahora, por eso sé que tú te ves más hermosa. – murmuro, asegurándose de que nadie lo oyera aparte de ella y sin dirigirle la mirada.

Sakura quedo pasmada, ¿Ese comentario había venido de él? ¿De sasuke?

Sonrió, sintiéndose mejor. – Gracias, eres un gran amigo.-

Retomaron la pausada marcha hasta llegar a las ridículamente gigantescas puertas de la iglesia. Justo a tiempo la música comenzó a sonar poniéndose en sintonía con las nerviosas palpitaciones de la novia. Sasuke cambio su peso de un pie al otro y carraspeo suavemente haciendo notar que él también estaba algo nervioso, es decir, los lugares con mucha gente agregando que era parte del centro de atención, no iba muy bien con su personalidad. Pero ahí estaba junto a ella, apoyándola en ese momento y Sakura supo que pasaría demasiado tiempo debiéndole por este favor.

Las puertas se abrieron, la luz de la habitación la encegueció por un segundo. Y lo que paso después fue como un sueño… no, realmente pensó estar soñando, se pellizco disimuladamente varias veces antes de comenzar a caminar. La escena era de película, todos sus amigos mirándola sonrientes, algunos con lágrimas en los ojos, el llanto de Tsunade no iba a parar durante toda la ceremonia, lo presintió.

Se sintió flotar entre esas personas y entonces dirigió la mirada hacia el novio, que la esperaba al final del camino. Y fue como si todo lo demás desapareciera, nada más importaba, la intensidad de la mirada de aquel hombre era lo único en lo que podía pensar, en la sonrisa que tenía para ella.

“Es el brillo de la ilusión del amor que se nota en su semblante”

Entonces supo que sólo a ella le sonreiría así, solo a ella la miraría de esa forma, sintió una gran seguridad y mucha ansiedad por llegar por fin a su lado. Realmente supo que Naruto era el amor de su vida, que lo que sentía por él jamás volvería a sentirlo por nadie.

Le devolvió la sonrisa y los ojos de la pareja se llenaron de lágrimas, pero contuvieron las ganas de llorar. Al llegar a destino Sasuke los observo a ambos especialmente al rubio, encomendándole a su amiga.

La novia tomo la mano del novio. Ella se sintió muy tonta por compararse con el pasado, el presente era ahora, y en el presente estaba mirando a su amor a los ojos, al igual que lo iba a hacer cada día de su vida a partir de ahora.

“No dejes que los fantasmas del pasado sean una carga para tu futuro”