Contraste (TP) Actualizado 16/10/14

Cambios

Naruto aún no se lo creía, estaba perdido observando a través de la ventana, no había dicho una sola palabra durante todo el camino, a su lado una gran maleta, él suspiró. No podía hacer más que eso, sabía que hablaban en serio, como nunca antes y que no se echarían para atrás. Ya estaba decidido y él estaba ahí, pensando en los por qué, los cómo, los cuándo. Todo había cambiado en un abrir y cerrar de ojos y ahí estaba, perdido, aturdido, sin saber hacia dónde lo llevaban, dónde lo dejarían mientras solucionaban sus problemas. Esta vez es grave, pensó.

Hace sólo unas semanas atrás él era un chico plenamente feliz, con todo lo que puede desear un muchacho de su edad, veinte años en los que siempre tuvo todo cuanto quiso, sin ninguna restricción o queja; los padres de Naruto no habían sabido negarle nada, ni siquiera las cosas más absurdas, él, siempre rodeado de lo mejor en todo sentido. Siempre fue popular, nunca estuvo solo, no conoció tristeza alguna. Uno de esos chicos que hacen derretir a las chicas con únicamente una mirada, de esos que siempre tienen una multitud de muchachas a su alrededor, idiotizadas, sumisas. Así que no, nunca tuvo problemas con las chicas, se dedicó a ir de una en una sin importarle un comino, nada de sentimientos, simple atracción, un jugueteo de algunas noches, tal vez un par de semanas, un mes cuando mucho. No es de extrañar que no creyera en algo llamado amor, reía al escuchar esa palabra y le importaba un carajo, para él, todo era cuestión de apariencias, el amor no era más que un sentimiento egoísta en el que se busca que otra persona cumpla con nuestras expectativas, no es más que querer llenarse a sí mismo, usando a alguien más.

Tenía una buena relación con sus padres, aunque los lazos se habían desgastado un poco últimamente, ellos dedicaban demasiado tiempo a los negocios y él pasaba casi siempre solo, pensaba que por eso nunca le negaban nada, para, de alguna  forma llenar esa ausencia. Le daba igual. Pero, era cierto, hace unos meses comenzaron a discutir como nunca antes, se iban de viajes (de negocios, claro), llegaban y la casa era un circo, Naruto estaba bebiendo mucho, fumaba y bueno, de relaciones fugaces ni hablar y eso atentaba contra la integridad de la familia o algo así dijo su padre, Naruto rió aquella vez y volvió a reír al recordarlo. “Integridad”, susurró con una risita. No quería buscar una excusa para sus comportamientos, hacía todo aquello porque podía, porque le daba la gana y porque a nadie le importaba. Lo de sus padres lo veía como una preocupación sobre el qué dirán, ellos eran muy reconocidos y el que Naruto anduviera en esos pasos afectaría su imagen (integridad como familia). Había que pararlo, alejarlo de todo aquello por un rato. Naruto se había convertido en un inconveniente, estaba manchando esa idea de familia perfecta, eso era un problema muy grave para ellos quienes se preocupaban por mantener intacta esa falsa imagen.

Además de los problemas de conducta de Naruto, la empresa Uzumaki estaba en problemas legales en una de sus sedes en no sé qué país, según había entendido, era un problema muy grave el cual los ocuparía por mucho tiempo, debían correr, estaba en juego mucho dinero y prestigio. Estarían fuera del país más de lo acostumbrado, le habían dicho que tardarían como mínimo tres meses en el exterior, pero las cosas podrían complicarse mucho. No sabían a ciencia cierta cuándo volverían. Lo único claro que había en todo este asunto es que Naruto no se quedaría en casa, era como dejarle todo en bandeja de plata, si con viajes de semanas él hacía desastres, no querían saber qué pasaría si le dejaban la casa para él solo, durante tres meses o más. No, eso ni pensarlo. Naruto pensaba en esa ironía de: “No vamos a dejarte solo en casa por tanto tiempo”, ¿acaso no era siempre así? Ellos trabajaban todo el día y cuando “estaban” ahí, era como si no lo estuvieran, siempre hablando de trabajo, cifras, negocios. Era repugnante.

¿Dónde lo llevarían? ¿Al psiquiátrico?, ¿Con una niñera?, sonrió al pensar en eso, ¿Alguna tía que no conocía?, no, no tenían más familia, descartado. Recordó, era donde una vieja amiga de la familia (de sus padres), sí, algo así, al parecer no estaba del todo distraído mientras le daban el sermón y le explicaban todo. ¿Una amiga de la familia?, sonrió, recordó que su padre dijo que tendría que trabajar, que no le dejarían dinero, ni nada, que no podría tener celular ni ningún aparato tecnológico hasta que comenzara a comportarse como un adulto. Tengo que salir de esta mierda, pensó. Podría contactar a Shikamaru o a Kiba y que me saquen de esto… ¡Bravo!, ¿cómo los contacto sin celular? ¿Telepatía?... idiota, suspiró. El auto se detuvo y su plan de escapar se vino al suelo. Debí lanzarme, dijo en voz muy baja. Su madre y su padre lo observaron, como creyendo que él debía adivinar esas miradas.

-Acá es-dijo su papá, Minato-Bájate-Naruto observó el lugar, era un restaurante, ni grande ni pequeño, con un aspecto muy acogedor, tenía grandes ventanas que dejaba ver el interior y le daban un aire muy fresco, era un bonito lugar, sin duda.

-¿Vamos a comer?-

-No, acá vivirás mientras estemos afuera-dijo Kushina, su madre-Anda, vamos-ella se bajó y Minato la imitó, Naruto, se golpeó la frente, dio un largo suspiró y bajó.

-Me están jodiendo-dijo siguiéndolos. En la entrada del restaurante había dos pelirosas, cosa que hizo gracia a Naruto, que peculiares, pensó sin prestarles mucha atención. Algo lo asombró más que el cabello de ellas, fue el fuerte abrazo que le dieron sus padres a la mayor, no creía que fueran capaces de abrazar, eso era nuevo. Luego del abrazo tan "conmovedor" e inesperado para Naruto, la pelirosa mayor lo observó, como si lo recordara.

-Naruto-sonrió, él no supo qué hacer, trató de sonreír, una sonrisa forzada fue el resultado. Lo que menos quería era sonreír, joder-Bienvenido, soy Hikari y ella es mi hija Sakura-señaló a la otra pelirosa, Naruto no le dio importancia, sólo quería irse-Vivirás con nosotras a partir de ahora-Sakura sonrió amablemente, Naruto no mostró ningún tipo de amabilidad ni entusiasmo y si los hubiera mostrado, serían falsos.

-Dios…-susurró-Mierda-dijo aún más bajo.

Estaba metido por completo en sus pensamientos, de fondo la escuchaba hablar, un débil blablablá que de vez en cuando lo hacía despistarse y salirse de su profundo análisis de la situación. Analizaba las palabras de sus padres, no le habían dejado salida, previnieron cualquier intento, nada de dinero, de comunicación, no tenía cómo escapar. Ahí estaba, en una habitación pequeña donde apenas cabrían él y el embrollo que tenía en la cabeza. Había una cama, un escritorio con algunos libros, un pequeño ropero y una mesa al lado de la cama. Nada de televisor o algo por el estilo, sin videojuegos, sin nada a lo que estaba acostumbrado, lo más cercano a un televisor era la ventana, a través de ella se veía una casa, bastante bonita, supuso que era la de las pelirosas. Lo que me faltaba, pensó. Luego de su breve análisis de la habitación, trató de seguir pensando en la “emotiva” despedida, pero ella se lo impidió.

-Hey-dijo la chica para luego suspirar-¿Me estás escuchando?-él al fin la observó.

-No-dijo secamente. Ella sintió como si los ojos de aquel chico la atacaran como un par de cuchillos, totalmente a la defensiva-No me interesa-agregó observando por la ventana.

-¿De verdad? Pues a mí sí, mira, tus padres nos pidieron…-

-¿No escuchaste? Me importa un carajo-frunció el ceño, ella lo imitó.

-El que no es capaz de escuchar eres tú. Necesito que prestes atención, después de todo… vivirás con nosotras-

-No tienes idea de lo hermoso que es vivir conmigo. ¿Por qué crees que mis padres me dejaron?-sonrió de lado. Ella también sonrió.

-Imagino que por ser un hijo ejemplar. Ahora, en cuanto al trabajo, debes estar listo a las 7, comenzarás como mesero, un cargo importante ¿eh?-sonrió satisfecha, él estaba completamente serio-Debes ser puntual-

-Eso no se me da-

-Haré que se te dé-

-¿Ah sí?-dijo desafiante.

-No tienes idea-dijo ella.

-No. Ni tú tampoco sabes con lo que te estás metiendo.

-Lidio con niños caprichosos todos los días, de esos que se tiran al suelo y lloran porque no les compran un helado, ya sabes-

-No me digas, deberían darte un premio –

-Ya lo hicieron, empleada del mes-sonría ampliamente.

-Ah no, yo puedo premiarte de una mejor forma-la observó-No tienes idea-ella sonrió.

-Ay pero si con el sólo hecho de que estés acá ya me premiaron por toda la vida. Gracias Dios-

-Yo soy el que tiene que agradecer, mira que tener a semejante chica doma niños llorones como jefa, ¡Joder!, debo estar en el cielo-rió irónicamente-¿Vas a domarme a mí también?-sonrió de lado.

-Pero si tú estás más que domesticado. Hasta pedigree tienes, ¿o no?-él borró su sonrisa, ella amplió la suya.

-Mañana no vas a sonreír, ya verás-

-Ya veremos-dijo ella segura-Mamá preparó una cena especial para nuestro nuevo inquilino, pero supongo que no está a tu altura-

-Me quitaste el apetito-sonrió.

-Pues a mí me dio hambre. Que disfrutes de esta hermosa habitación, es especial-

-Como tú-

-Exacto-salió-Mañana a las 7-

-Tal vez si lo sigas repitiendo, se cumpla-

-Se cumplirá-ella se fue. Él se tumbó en la cama.

La odio, pensó. ¿Quién se creía esa chica? Acaba de responder a todo sin titubear en ninguna respuesta, tan desafiante como él, ahora, tenía más ganas de ser un dolor de cabeza para ella. La única salida que observó era joderles la existencia hasta que renunciaran y lo echaran y así su padre iba a tener que aceptar que regresara a casa, derrotado en su intento por salvar su reputación. Era increíble que creyeran que podía cambiar, el estar ahí no era garantía de nada, fácilmente podía actuar como el bueno de la película, le devolvían las cosas y listo, volvía a ser el de antes. Esa era una buena opción, pero ella lo había desafiado, ahora sólo quería actuar como el que le amargaba la existencia a aquella chica. Siguió pensando, dándole vueltas al asunto, ideando maneras de sacarla de quicio, sería fácil, nadie tenía tanta paciencia. Por un momento se olvidó de que estaba en esa habitación que tanto odiaba, sólo pensaba en salir de ahí pronto. Se quedó dormido con una sonrisilla en los labios. Mañana iba a ser un largo día.

Ella no podía creer que él fuera tan malagradecido, está bien, no era la habitación más hermosa del mundo pero era cómoda, ¿qué esperaba ese idiota?, claro, estaba acostumbrado a una vida llena de lujos y superficialidades, una burbuja en la que él y su mundo perfecto ignoraban la realidad de los demás, ¡joder!, era un maldito cretino que no podía estar lejos de sus estupideces porque comenzaba a hacer berrinches, pero ella no iba a dejar que eso la afectara, no se dejaría intimidar por aquel niñito de papi y mami. Entró a la cocina, aún con el ceño fruncido.

-¿Pasó algo?-su mamá estaba alarmada, Sakura suavizó sus gestos, le sonrió.

-Esto no va a ser fácil. Déjamelo a mí ¿si?-se sentó.

-¿Qué pasó?-

-Lo de esperarse mamá, es un niñito mimado-

-Saku… Minato y Kushina son mis amigos, conocí a Naruto cuando era un bebé-

-Sé que son tus amigos, pero es increíble que nos hayan dejado “eso” a nosotros, es como si nos entregaran una bomba-la peligrosa mayor rió-Es en serio mamá-

-No creo que sea para tanto. Debe estar estresado, no está acostumbrado. Ya verás que se va a comportar muy bien-

-Mamá, ¿te das cuenta de que lo dejaron acá porque no lo toleraban, cierto?-

-No me gusta verlo de esa forma-suspiró-Me dijeron que les está dando muchos problemas, que necesitan que aprenda que las cosas no son tan fáciles-

-Se les hizo tarde. Quieren eso pero se lo han dado todo siempre, fácil y sin restricción. Y nos dejan a nosotras el papel de salva almas… ¿quién nos salva a nosotras?-

-No puedo creer que una simple conversación te cambie así el ánimo-

-Mamá, traté de ser amable, como lo soy con todos pero él se dedicó a ignorarme. Trato de ayudar a los demás en lo que pueda, pero cuando me buscan, me encuentran. No voy a dejar que venga a insultarme sólo porque le da la gana. Que se joda-

-Bien, si se te complica, yo puedo…-trataba de decir.

-Ni de broma mamá. Yo me encargo-sonrió-Es mejor que comamos-

-¿Él?-

-Se alimenta de sus pensamientos-se burló. Ambas sonrieron, luego cenaron dejando de lado el tema de Naruto. Sakura no quería molestar a su madre con eso.
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Era un sábado, ella se levantó muy temprano. Estaba lista, se miró en el espejo, luego puso su mirada en el reloj, ya eran las 6 y 45. Salió, se dirigió al restaurante, allí ya estaban la mayoría de los empleados, preparando  todo. Los saludó. Suspiró y se dirigió a la habitación del restaurante en la que la bestia dormía plácidamente. Abrió la puerta, lo observó, se acercó, lo movió.

-Hey-dijo, él se quejó-HEY-dijo con más fuerza.

-mmm-

-Mierda. Levántate-dijo sacudiéndolo.

-Que te jodan-dijo él dándose la vuelta. Ella asintió, salió de la habitación, él sonrió.

-Buenos días-dijo ella dejando caer agua fría en el rostro del chico, él se retorció.

-¿Qué te pasa?-dijo aún aturdido-¿Estás demente?-

-Tienes 5 minutos para bañarte, el uniforme está en el baño, el baño está al fondo. Él se puso de pie, estaban frente a frente, ella sonriendo, él con su rostro totalmente mojado.

-Me la vas a pagar-

-Te espero en el restaurante-

-No me tardo-dijo sonriente.

-Por favor que la espera me mata-

-Lo sé-él se dirigió al baño, iba que se lo llevaba el diablo. Ella rió, cubriendo su boca. Él se enfadó más al escucharla.

Pero eso no fue todo, al abrir la llave, dispuesto a quitarse el mal humor con una relajante ducha de agua caliente…¡Mierda!-gruñó, mientras sentía que se congelaba, nunca en su ida había sentido agua tan fría como aquella, se estremeció, inmóvil, maldijo una y otra vez. Terminó de bañarse sin dejar de temblar, aun cuando ya estuvo fuera del agua.

-Odio este maldito lugar-dijo vistiéndose. Salió, su rostro lo decía todo. Llegó hasta el restaurante donde ella lo esperaba, sintió todos los ojos posados en él, pero no lo intimidaban-Estoy listo-ella lo observó, tenía que aceptarlo, se veía jodidamente bien en el uniforme.

-Perfecto. Chicos-los demás empleados se acercaron-Él es Naruto y a partir de hoy trabajará con nosotros como mesero, por ahora-él no dijo nada, los demás sonrieron-Necesito que me ayuden a orientarlo para que se adapte rápido, ¿bien?-

-Bien-respondieron todos. Luego ella le presentó a cada uno por su nombre, Naruto se mostraba indiferente, no prestó atención a nombres ni nada. Ella lo sabía, pero de igual forma se los presentó, era su deber y de paso lo atormentaba un poco más.

Era un restaurante relativamente pequeño, por lo que había poco personal, todos se conocían y se llevaban muy bien,  como una verdadera familia. Sakura les había advertido sobre el nuevo integrante, no quería que Naruto los lastimara, ni que se ilusionaran con que serían amigos o algo por el estilo, les dijo que él sería ese familiar al que nadie quería y que si los molestaba, no dudaran en decirlo, ya se encargaría ella.  Había un chef, su nombre era Iruka, era muy amable, hasta que lo sacaban de quicio, se entregaba por completo al restaurante, sus platos eran una delicia, no por nada era ese uno de los restaurantes más visitados. Tenía tres ayudantes en la cocina: Asuma, Kurenai y Chouji.

Las puertas se abrieron, Hikari estaba cerca en la caja, pero en realidad siempre se mantenía en constante rotación, de un lado a otro verificando que todo estuviera en orden, ayudando a veces en la cocina y demás. Sakura se encargaba de atender las mesas, junto con Sai, un chico delgado y algo tímido y bueno, ahora también se integraría Naruto, aunque ella creía que sería como si no estuviera.  Cuando Sakura no estaba pues tenía que ir a la universidad, la reemplazaba Kabuto. Ella se acercó a Naruto.

-Debes de ser amable, por favor-

-Pero si yo soy la amabilidad hecha persona, ya lo sabes-

-Tus papás hablan en serio-

-Yo también, cuando te dije que hoy se te borraba la sonrisa-

Entró la primera persona. Naruto sonrió.

-Yo me encargo-dijo él, dirigiéndose donde el tipo, quien vestía totalmente elegante, de traje entero-¡Buenos días!-dijo Naruto con una enorme sonrisa.

-Buenos días-

-¿Qué desea?-

-Ehhh…-observó el menú-¿Qué me recomiendas?-

-No tengo nada que recomendar. Comencé a trabajar hoy-

-Ah, ya veo-siguió observando el menú. Entraron más personas, Sakura las atendía sin perder de vista a Naruto.

-¿Va a comer?-dijo Naruto impaciente.

-A eso vine-dijo el señor con algo de molestia. Tratando de decidirse.

-Menos mal-suspiró fastidiado. El señor lo miró, Naruto sonrió.

-Aun no me decido. Puedes irte y cuando sepa qué quiero, te aviso-

-No-dijo firme. El señor lo miró ya bastante fastidiado.

-Es en serio-

-Sólo hago mi trabajo, señor-

-Creo que cometieron un error contigo-

-Se jodieron-dijo despreocupado-¿Va a ordenar o qué?-Sakura se acercó.

-Buenos días-

-Hola Sakura-dijo el señor, ella sonrió-¿Podrías atenderme tú, por favor?-Naruto sonrió.

-Claro. ¿Puedes encargarte de aquella señora?-le indicó a Naruto, él asintió, se fue-Mis disculpas, él…-

-Sakura, ese chico va a hacer lo mismo en cada mesa-ella observó a Naruto.

-Lo sé-suspiró.

-¿En qué puedo ayudarla?-dijo Naruto, la señora que estaba frente a él estaba bastante pasada de kilos y observaba el menú indecisa.
-¿Algo saludable?-

-Tal vez sería bueno un vaso con agua-ella lo observó, como esperando a que él se retractara-No vaya usted a perder su esbelta figura-sonrió. Ella se levantó furiosa, sin poder decir nada, totalmente humillada se dirigió a la salida, Sakura intentó detenerla pero fue inútil. Lo observó, él le guiñó el ojo-¿Con cuál sigo?-

-Esto no es un juego-dijo ella, ya cerca.

-Anoche parecía que lo era-

-No estoy acá para ver cómo arruinas el restaurante de mi familia-dijo frunciendo el ceño. Hablaban en voz baja.

-Debieron haberlo pensado antes de aceptar esta estupidez-la observó serio-¿Por qué no sonríes como anoche?-ella se decepcionaba cada vez más. Suspiró, no podía darle el gusto de verla mal.

-Tal vez lo tuyo no se atender personas-dijo la chica-Tus padres dijeron que debíamos darte trabajo, no en qué-él la observó sin entender-Acabas de rechazar un trabajo muy sencillo, apuesto a que te encantará encargarte de la limpieza-

-¿De verdad crees que podrás conmigo?-

-Hay trabajos más hermosos que limpiar baños, tú decides si lo haces mal-él se acercó a ella.

-Te detesto-susurró.

-No tanto como yo a ti-

Se miraban fijamente, se les notaba la molestia, ninguno de los dos quitaba la mirada, era un duelo de miradas muy intensas.

-Chicos-dijo la pelirosa mayor.

-¿Qué?-dijeron al mismo tiempo sin dejarse de ver.

-¿Pasa algo?-

-No-volvieron a responder al unísono. Ella los observaba extrañada, ellos seguían mirándose.

-Naruto va a limpiar baños. Dice que se siente como en casa cuando lo hace-

-En eso tienes toda la razón, es como si estuviera con papá y mamá-

-Pues anda a reunirte con ellos, lo que necesitas te lo daré en seguida-

-Gracias-al fin se cortó la conexión de miradas, él se fue, ella lo observó furiosa.

-Maldito-susurró.

Estaba recostado en la pared con una sonrisa de lado pintada en los labios, imborrable. Ella se acercó, sin que la evidente muestra de burla del chico le afectara, sería como darle un trofeo si permitiera que él se enterara de la preocupación y duda que la asechaba, ¿resistiría? Él había dado su primer golpe, haciéndola trastabillar. Lo observó fijamente, acercándose hasta estar lo suficientemente cerca, deseando con todas sus fuerzas borrarle esa estúpida sonrisa del rostro, él lo disfrutaba sin disimulo alguno, sentía la inquietud de la chica aunque ella intentara camuflarla. Otro cruce de miradas, eléctrico. Luego, un largo suspiro. Silencio.

-¿Por qué no nos ahorramos esto?-ella sólo observaba pensativa-Sabes perfectamente que no voy a descansar hasta que tú te canses-

-Estás tan acostumbrado a las cosas fáciles, a ganar, ¿quieres que te felicite por tu logro? Oh, espera. No has logrado nada-

-¿No? Porque puedo sentir tu molestia-

-¿Cuál? Si a mí me encanta que arruinen la reputación del restaurante por el que mis padres han trabajado toda la vida. Créeme cuando digo que no hay nada que me moleste más que se metan con mi familia, créeme que en lugar de cansarme, estás dándome fuerza-

-No me digas. No sé por qué, pero creo que eres buena hablando, pero en la práctica-negó con la cabeza-No veo más que una niñita que se las da de muy audaz y sarcástica-

-Deberías escribir un libro, campeón-

-Te pondré en la dedicatoria-

-¡Oh, que honor!-puso su mano en el corazón fingiendo estar emocionada-Ven, es hora de la reunión familiar. Sakura sonreía, en medio de la conversación una idea había llegado a su cabeza. Él la siguió. Entraron, dentro de la habitación había una especie de bodega muy pequeña, ella la abrió, de ahí extrajo una escoba, un trapeador y todo un conjunto de instrumentos de limpieza. Le entregó una cubeta, él la tomó-¿Has limpiado algo en tu vida?-

-Me aseo yo solo, sin ayuda-

-Perfecto, no hay diferencia entre tú y uno de estos-señaló el sanitario-Sabrás cómo encargarte de esto-

-No puedo competir con un sanitario. Ya sabes-

-Que disfrutes de la compañía-ella comenzó a salir. Él rió.

-Sabes cómo va a terminar esto, ¿cierto?-

-Lo sé-sonrió para luego cerrar la puerta, con llave. Él frunció el ceño, intentando abrir. Fue inútil. Estaba encerrado.

-¡Hey!-se levantó de golpe-¡HEY!-

-Me avisas cuándo has acabado, ¿bueno?-

-¿Eh? Abre la puerta, ¿quieres?-

-No quiero. Espero tu aviso-

-¡No jodas! ¿Quieres que comience a gritar?-amenazó.

-Por favor, hazlo. ¿Te has fijado a tu alrededor?-él giró, dándole un recorrido al lugar con su mirada. Sólo había un par de sanitarios ahí, su ceño se volvió más pronunciado-Bienvenido a los baños de empleados, cerca del sótano del restaurante, donde, nadie podrá escuchar tus gritos-

-Déjate de juegos o derribo la puerta-

-Adelante fortachón-se burló-Te traeré comida-

-¡Jódete!-gruñó.

-¿A dieta? Mejor para mí-sonrió.

-¡No te atrevas a dejarme aquí!-amenazó. No escuchó nada más que pasos alejándose, luego, se desvanecieron por completo-¡SAKURA!-gritó con fuerza. Ninguna respuesta, sólo silencio.

Recorrió el lugar en busca de algo que le ayudara a abrir la puerta. Nada. Había una ventana, con rejas. Inútil. No puede ser, pensó. La había seguido hasta ahí abajo sin sospechar, sin prestar atención a nada más, totalmente enfocado en joderle la existencia a la chica,  había venido a parar a un cuarto oscuro y pequeño, con una sola ventana que dejaba entrar muy poca luz. Que tonto, susurró.

-Pedazo de imbécil, Naruto-dijo suspirando-Te jodió o, más bien, te jodiste. No puede ser, esa maldita-hizo una pausa-Me la vas a pagar Sakura. ¿Cómo carajos salgo de aquí, maldición?-

Desesperación, molestia creciendo. Encerrado consigo mismo, culpándose por haber caído de una manera tan inocente. Nuevamente, buscó en todos los rincones algo que le ayudara a salir. Nada. Silencio y más silencio. Oscuridad. No le gustaba estar encerrado, no era solamente el estar solo, sino no poder escapar de eso, en un lugar como ese, no hacía más que pensar en una serie de cosas que siempre intentaba ignorar con todas sus fuerzas. Sentía que el espacio se hacía más pequeño, el aire más denso, sus pensamientos comenzaban a llenar el vacío del lugar. Recostado en la pared, se deslizó hasta estar sentado.  Cerró los ojos.

Sin darse cuenta, Sakura había dado un golpe doble. Él no podía evitar pensar en todo al estar ahí, no podía ignorar, no podía huir. Suspiró. Toda su vida era una farsa, el estar ahí era prueba de eso. Tenía todo  y nada al mismo tiempo, siempre evitaba pensar en ello pero igualmente caía en el abismo, dándole vueltas una y otra vez. Naruto estaba vacío, habían intentado cubrir los agujeros pero sólo lograron hacerlos más profundos. En situaciones como aquella se daba cuenta de que estaba solo, siempre había estado así, rodeado de tanta gente y completamente solo, sonriendo, bromeando y por dentro lleno de miedos y de ausencias. Tanto vacío por dentro. ¿Quién conocía realmente a Naruto? No al Naruto oficial, ese lleno de seguridad y fuerza, sino el Naruto que estaba ahí derrumbado, asustado, solo. Sus padres evidentemente no le conocían, sólo habían idealizado a su hijo, nunca se dedicaron a preguntarse si esa idea era real o no. No lo era. Nada era lo que parecía.

Cuando se ha pasado la vida en un espacio enorme pero vacío, es difícil enfrentarse a lo mismo pero en lugares reducidos, la indiferencia no cabe ahí. Cuando toda una vida los sentimientos han sido envueltos en papel de regalo, todo se vuelve superficial. Para Naruto no había felicidad, sólo cosas para olvidar la infelicidad, de ahí a su comportamiento “rebelde”, era sólo un escape, una forma de evitar atormentarse pensando en sus problemas, buscando cubrir momentáneamente los vacíos. Siempre volvían. Estaba tan cansado de todo, de sonreír para la fotografía familiar, de parecer feliz todo el tiempo, de reforzar esa idea que la gente tenía de él, eso de que su vida era perfecta. Otra imagen falsa. Ahora, estaba rasgando la fotografía, captando la atención de sus padres, preocupados de que alguien pudiese notar algún rasguño, todo debía ser impecable. Había que controlar la mano de Naruto, alejar la fotografía por un tiempo, esperando a que la crisis pasara y que todo volviera a la “normalidad”, se cubre la marca y listo, todo perfecto de nuevo.

-Perfecto-se dijo. Luego soltó una risita-Este lugar me ha dicho mucho más de lo que me han dicho mis padres toda una vida-sonrió.

Entonces, ¿quién conocía a Naruto? Sólo tres personas en el mundo. Shikamaru y Kiba, sus amigos de la infancia, sus únicos amigos en realidad, los demás eran falsos. Shikamaruu y Kiba por el contrario, eran de esos amigos que siempre están ahí sin quejarse, con quienes se llenaba parte del vacío. Y luego su abuelo, Jiraiya, que era lo opuesto de su padre, tan libre y espontáneo, Naruto aún no entendía cómo era que esos dos eran familia. Como agua y aceite, pero lo cierto es que le alegraba que fuera así, a pesar de que no lo veía tan seguido como quisiera, Jiraiya siempre se preocupaba por él, lo entendía y eso era difícil. La gente no lo entendía, siempre diciendo que lo tenía todo, observando sólo el lado bonito de su vida, sus lujos y comodidades, como si él tuviera la culpa de haber nacido rodeado de estos. La gente creía que su vida era perfecta, cuán equivocados estaban todos.

-Necesito un trago-

Lo deseaba con todas sus fuerzas, una parálisis momentánea. Algo que lo hiciera distraerse, que le ayudara a no pensar. ¿Qué haría sin todos esos distractores? No tenía nada, sólo se tenía a sí mismo y en eso radicaba su problema. Sin celular, sin tragos ni cigarrillos, sin fiestas, sin lujos, sin chicas, sin nada. Ahora tendría que enfrentarse a sí mismo a diario y no quería. Tenía miedo, quería escapar de ahí. Hizo un dibujo en el piso usando su dedo.

-Me jodí-suspiró-Carajo, Naruto.

-¡Hey!-su vista se clavó en la puerta, se levantó de golpe acercándose a ésta. Recostó su cabeza-¿Cómo va la reunión?-

-¡Déjate de bromas!-dijo evidentemente molesto. Escuchó las risas de ella lo que le hizo enfadar aún más.

-Te traje el almuerzo-

-¿Almuerzo?-dijo desconcertado.

-Sí. ¿Qué hora crees que es?-

-No sé, no tengo reloj-

-Van a ser las doce. ¿No tienes hambre?-él abrió los ojos como platos. ¿Las doce? ¿En qué momento?-¡Oye!-él movió su cabeza-¿Y bien?-

-¿Qué?-dijo aún aturdido.

-¿Vas a comer o no?-su estómago rugió. Silencio. Ella sonrió. Se agachó y pasó el plato por una entrada para perros. Lo puso cuidadosamente en el piso.

-¿Qué carajos?-dijo observando-¿Por qué hay una entrada para perros en la puerta?-

-Es para gatos-dijo tranquila-Pues para que entren-dijo con voz lenta.

-¡Joder! Gracias por la aclaración-ella sonrió-Me refiero a una entrada en este lugar, genio-

-¿Qué tiene de raro?-dijo observando a través de la entrada. Él se agachó y la miró extrañado.

-No sé, tal vez porque es un lugar con sanitarios y nada más-

-Los gatos tienen derecho a entrar donde quieran. Deberías agradecer, así podré pasarte la comida-

-Oh, gracias-dijo fingiendo agradecimiento-Sácame de aquí-

-Se te enfría la comida-

-No me importa-

-A tu estómago sí. No deja de gritarlo-él evitó mirarla. Ella sonrió-Anda-

-Sakura, abre la maldita puerta-la observó.

-No-

-Abre de una vez por todas-

-¿Quieres negociar?-

-Quiero que abras, sólo eso-

-Primero come. Yo haré lo mismo, vengo enseguida y haremos un pacto-

-No…-dijo suavemente.

-¿No quieres salir?-se puso de pie, disfrutaba del momento. Lo tenía.

-Mierda-dijo despeinando su ya despeinado cabello.

-Provecho-ella se alejó. Él maldijo una y otra vez. Observó el plato, lo tomó.

-Necesito salir de aquí-susurró. Comenzó a comer, moría de hambre. Disfrutaba cada cucharada y es que verdaderamente estaba deliciosa, hace tiempo que no comía así, últimamente vivía de comida rápida. Terminó y esperó, mientras lo hacía, seguía pensando en tantas cosas, trataba de comprender cómo era que el tiempo había avanzado tan rápido estando ahí. Escuchó pasos.

-¿Y bien?-dijo Sakura, se sentó, apoyando su espalda en la puerta.

-Abre-

-No voy a arriesgar, ¿entiendes?-

-Hablas como si yo fuera una amenaza-fingió estar ofendido.

-Oh, por favor. No quise decir eso, me refiero a que no quiero arriesgar su integridad, nadie debería verlo en este lugar tan ordinario. Usted trabajando en un lugar como este. Ay, no quiero saber lo que puedan decir sus amigos-él estaba muy serio y ella sostenía la risa.

-Cuando salga de acá… no sabes lo que te espera-amenazó.

-No deberías de decir esas cosas cuando de mí depende el que salgas-sonrió victoriosa.

-Quita esa estúpida sonrisa-

-¿Cómo sabes que estoy sonriendo?-dijo divertida.

-Lo disfrutas-

-No tienes idea-

-Sácame de aquí-dijo fastidiado.

-Y que vayas y te desquites con los clientes o con cualquier persona que no tiene la culpa de lo que te pasa. No estoy demente-

-¿Qué quieres que haga?-ella sonrió.

-Suplica-él frunció el ceño.

-Joder, no-

-Bien-

Silencio. Él se cubría el rostro, lleno de frustración.

-Sakura…-susurró.

-¿Si?-ella ponía atención, se lo imaginaba desesperado y se sentía totalmente satisfecha, victoriosa.

-Dios…-

Silencio.

-Por… favor-susurró. Ella se sorprendió, ¿acaso le desagradaba tanto estar ahí? Había dejado de lado su enorme orgullo para suplicar. Ella podía escuchar la frustración en la voz quebrada del chico, no sonaba como él. Sakura quiso entender, pues sí, ese lugar era pequeño y oscuro, pero agradable, estaba limpio, como todo en el restaurante. Además, estando ahí él podría no hacer nada, no tener que atender a la gente que tanto parecía detestar. No entendía entonces cuál era el problema.

-No escucho. ¿Qué le pasa a tu voz?-él suspiró.

-Maldita-susurró.

-¿Eh?-ella sonrió.

-Dije: ¡MALDITA!-gruñó molesto. Ella rió.

-Debo ir a trabajar. Vendré a dejarte algo de comer. No te vayas-se burló.

-¡Espera, no!-de nuevo esa desesperación en la voz del chico. De nuevo la intriga creciendo en la mente de Sakura.

-Tengo mucho que hacer-ella se puso de pie, comenzó a caminar.

-Por favor…-se detuvo-Abre, por favor…-Retrocedió, hasta llegar a la puerta.

-No puedo simplemente abrirte, debo tener un respaldo de que no vas a joderme más el día-

-El trato era que suplicara ¿no?-

-No. Hablé de un plan, ¿recuerdas?-él bufó.

-Suéltalo de una vez-

-Debes limpiar ventanas el resto del día. Sin ningún tipo de truco o berrinche, sin insultar a nadie, sólo limpiar con la boca cerrada y hacerlo bien-

-¿Eso es todo? Pensé que era algo más creativo-

-Deberías agradecer. O espera, podría dejarte acá el resto del día, se nota que la estás pasando bárbaro-

-Tú ganas-dijo vencido.

-¿Lo prometes?-

-¿Crees que mi palabra tiene algún valor?-

-Lo tiene-él se sorprendió, no esperaba eso.

-Joder. Bien Sakura, limpiaré ventanas el resto del día mientras te maldigo mentalmente-sonrió, ella también.

-Perfecto-ella sacó la llave de su bolsillo, abrió la puerta y ahí estaba él, en los ojos del chico pudo ver un alivio increíble, como si se tratase de un pájaro al que le abren las puertas de la libertad. No esperó ningún “gracias” porque sabía que la cordialidad no era una característica de Naruto, por eso aún se sentía sorprendida por esos “por favor”-Trae la cubeta-él la tomó. La puerta se cerró y con ello se cerró también la pesadilla de Naruto. No dijeron nada, cuando llegaron arriba, él la observó.

-Esto no se va a quedar así y lo sabes-ella sonrió.

-Lo sé. Pero hoy gané yo-

Naruto se dirigió al ventanal, acompañado por la cubeta, nunca había limpiado ventanas en su vida.

-Virgen-observó las enormes ventanas-Y violado, maldición. Tantas ventanas-se quejó. Comenzó a limpiar y siguió limpiando y limpiando. Observando a los clientes, observando a los empleados, observándola a ella-Mira nada más lo que te ganó-negó con su cabeza-Esa maldita te ganó-suspiró-Hoy, pero no mañana-sonrió.

-No te preocupes Sai, me las arreglaré, tú descansa, sé que no faltarías de no ser grave. Cuídate-ella colgó. Suspiró.

Un suspiro largo y profundo cargado de preocupación, ella se veía tensa, pensativa. Estaba divagando sobre su mala suerte, de verdad se sentía castigada luego de recibir el aviso de Sai, ¿Yo qué hice?, susurró mirando al techo. Y es que sí, efectivamente el domingo que comenzó lleno de risas para la chica se había puesto de color gris y las risas habían desaparecido. Lo había despertado de una manera muy peculiar y divertida (para ella) y ahora era el momento del arrepentimiento, sí, Sakura estaba arrepentida, pero no por haberlo lastimado, claro que no, sino por el hecho de haberlo lastimado aquel día, justo antes de requerir de su ayuda. “Ayuda”, dijo la chica con cierto asco, le repugnaba la idea de necesitar algo proveniente de Naruto, eran tan molesto el sólo pensar que su cordura dependía tan solo de él, del odioso Naruto Uzumaki. Mucha, mucha mala suerte. Ya casi era hora de abrir, Sai probablemente pensó en venir a pesar de estar enfermo, pero no pudo en último momento y ahora ella no tenía opciones ni tiempo, sólo a Naruto, en él radicaban sus esperanzas; los fines de semana, especialmente los domingos el restaurante era de locos, mucha gente y pocos meseros. Normalmente estaban ella y Sai, pero su mamá también cubría parte del trabajo, de verdad necesitaban tres o inclusive cuatro meseros, por eso les pareció bien la idea de que Naruto viniese, pero bueno, eran ella, Sai y Naruto que en realidad no llegaba ni a medio y aquel domingo, eran ella y… Naruto. Su mamá había salido muy temprano, tenía que arreglar un negocio con una empresa que quería realizar un evento privado en el restaurante, esto era grandioso y Sakura no pretendía molestarla, así que debía cubrir el trabajo, eso implicaba, evidentemente el contar con Naruto. ¿Podrá?, susurró. La pregunta era: ¿querrá?, ella negó con la cabeza, no, no querrá.  La odiaba, disfrutaría el no ayudarla y ella se  partiría el lomo todo el día, la amabilidad no corría por las venas de Naruto.
Ella siguió barajando posibilidades, pensando qué decir, cómo decirlo, tratando de no recordar lo mucho que lo odiaba, la prioridad era el restaurante.

-¡Joder!-dijo temblando. Se vistió lo más rápido que pudo, se frotó el brazo, había caído horrible, más bien lo había botado horrible. Pensó que el agua fría en el rostro era mejor despertador que ser tumbado. Ella lo había disfrutado, sin duda.

Se medio peinó para luego dirigirse al restaurante, con pesadez y nada de entusiasmo, fascinado por cualquier tontería que le hiciera retrasar lo inevitable. Ella lo observaba como si con la mirada pudiese jalarlo para que se apresurara, él seguía en su mundo ignorando todo a su alrededor hasta que chocó con la pelirosa, ella se tambaleó pero logró estabilizarse, él dejó escapar una risa entusiasta.

-Lo lamento-dijo poniéndose serio. La observó cuando estaban bastante cerca, sonrió. Se separó un poco. Amplió la sonrisa-Gracias por despertarme-

-Hoy necesito que trabajes-dijo ignorando lo último.

-Yo digo que no, extrañamente estoy de mal humor hoy, no sé-dijo señalando el golpe en el brazo. Sakura pensó que era un llorón.

-Hablo en serio, Sai enfermó y necesito que lo cubras-ella lucía bastante preocupaba, él supo que la chica hablaba en serio.

-Por favor, como si me importara-

-No puedes ser tan egoísta. Sai acaba de avisar, no te cuesta nada-

-Me cuesta demasiado y lo sabes. ¿Recuerdas lo que pasó ayer? Pues, si hoy trabajo de mesero será peor. Me quiero largar cuanto antes de aquí-los ojos de la chica proyectaban una mezcla entre molestia y desesperación, impotencia-Eso significa que en lo único que voy a esforzarme es en hacer que me quieras kilómetros lejos de acá-

-Eso ya lo deseo. ¿No podrías sólo ayudarme?-las palabras salían cortadas. Ella no quería, pero debía decirlas. Era suicida el enfrentarse a todo ese trabajo sola y los demás tampoco podían abandonar sus puestos, había puesto a un lado su orgullo, su odio para pedirle ayuda.

-No-dijo indiferente. Ella sentía tanta cólera, tanta impotencia.

-Bien-la chica se volteó, estaba tan humillada y molesta, sabía que Naruto estaba disfrutando el momento, podía imaginarlo con esa sonrisa placentera en los labios, observándola derrotada.

-A menos que…-dijo el rubio. Ella cerró los ojos, sabía lo que venía. Se volteó, lo observó esperanzada y al mismo tiempo con ganas de asesinarlo justo ahí.

-¿Qué quieres?-dijo impaciente, provocando una enorme sonrisa en el rostro del chico.

-Quiero varias cosas-

-Oye, no te pases-

-¿Necesitas o no la ayuda?-

-Demonios…-susurró.

-Bien. Como decía, quiero varias cosas, una de esas es hablar con un amigo, también, quiero un televisor en mi cuarto-ella negaba con la cabeza-Quiero agua caliente-

-¡No puede ser!-se quejó.

-No acabo-sonrió.

-Disculpe la interrupción, su majestad-

-Disculpada. ¿En qué estaba? Ah sí, no puedes volver a mojarme ni a tirarme de la cama  para despertarme, ¡joder!, eso es inhumano-

-A lo inhumano, medidas inhumanas ¿no?-él sonrió.

-Aún no acabo-ella deseaba golpearlo con tantas fuerzas-No haré nada el resto de la semana y podré salir donde quiera-

-¿Qué?, eso no…-susurró-No tienes dinero, ¿recuerdas?-

-Pedí el deseo de una llamada ¿entiendes?-

-En ese caso, tú aceptarás las consecuencias-

-¿Qué consecuencias, vas a castigarme?-

-Claramente no. Estoy atada completamente, pero… tus padres-

-No puedes decirles nada-

-Ellos dijeron que yo…-

-NO vas a decirles nada… ¿está claro?-ella frunció el ceño.

-Se enterarán-

-Y te responsabilizaran por ello-

-Mi responsabilidad primordial es el restaurante-

-Perfecto-

-No vas a salir ileso, estoy segura-

-No te preocupes por mí. ¿Es un trato?-

Silencio

-Lo es-admitió derrotada. La sonrisa en el rostro de él no podía ser más grande-Ya vamos a abrir, cumple con lo tuyo y cumpliré con lo mío-

-Bien-se miraron, desafiándose.

Cada uno con sentimientos tan distintos por dentro, por un lado Sakura sentía su orgullo tremendamente herido, pero de igual forma estaba aliviada hasta cierto punto, no completamente porque no sabía qué esperar de Naruto y no confiaba nada en él. Luego estaba Naruto que no cabía de tanta felicidad, había encontrado la llave, la tenía en sus manos y desde ya podía imaginarse fuera de ahí, escapando del “castigo” o lo que fuera que le habían impuesto sus padres, no sería inmediato pero se iría, unos cuantos días y estaría de vuelta en casa y su adorable familia, igual que Sakura, aceptarían su derrota. No podían con él.

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Las puertas del restaurante se abrieron y con ello la clientela comenzó a adentrarse en el edificio, ambos chicos salieron de sus contrastados pensamientos, Sakura hizo señas a Naruto, él se dirigió a una de las mesas tranquilamente, la que no estaba para nada tranquila era ella, quien lo observaba sigilosamente mientras también se acercaba a una mesa. El rubio debía atender a una señora con una niña de unos 6 años, la pequeña observaba sonriente al mesero, mientras Sakura se preguntaba qué carajos tenía ese idiota que le gustaba a todas, incluso niñas, estaban ciegas, observó la reacción del odioso, él le sonrió a la niña y no cualquier sonrisa, una enorme, pudo  ver que le dijo algo, la pequeña se ruborizó y Sakura continuaba si creer lo que observa ¿era eso posible?, Naruto tomaba la orden con rapidez y amabilidad. Al terminar, pasó cerca de la pelirosa guiñándole un ojo, ella suspiró fastidiada.
 
-¿Señorita?-ella puso su atención en el señor que tenía en frente.

-Disculpe-

Sakura se concentró en su trabajo, no había que darle vueltas al asunto, era sencillo, él sí sabía tratar a las personas, después de todo sus padres eran muy famosos, el comunicarse con los demás debía ser algo esencial para Naruto, los buenos modales y normas de cortesía estaban presentes en él, guardados para una ocasión especial, una ocasión en la que obtuviera algo a cambio, claramente. ¡Sí que actúa bien!, pensó la pelirosa, “Se merece un Óscar”.

Naruto por su parte, sólo pensaba en los beneficios de tremendo trabajo y todo por tomar unas cuantas órdenes, él podía con eso, ciertamente le molestaba atender a la gente pero podía con ello, sólo debía concentrarse en el premio a tal “sacrificio” y todo fluiría y en un abrir y cerrar de ojos estaría Shikamaru ahí y con él vendría algún plan y ¡Zas!, de vuelta a casa. Ya podía saborear la victoria.

Habían pasado sólo dos días en aquel lugar y ya las piezas se habían movido de ambos lados, Naruto planeaba cortar el juego cuanto antes, no tenía tiempo para gastar peleando contra Sakura, él era el ganador… hasta ahora.

-Lo odio-susurró ella.

-La detesto-sonrió Naruto.

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Aquel día Sakura aprendió cómo funcionaba la amabilidad de Naruto Uzumaki, más bien ésta no existía, era hipocresía disfrazada y se motivaba por beneficios jodidamente egoístas. No era de extrañarse tomando en cuenta que a Naruto le compraban el cariño; ella estaba tan molesta, tan decepcionada, pero no podía decirlo y era inútil hacerlo. Durante todo el día Naruto había trabajado perfectamente, ni un solo problema, nada de discusiones con nadie, nada de malos tratos, insultos, básicamente, nada de Naruto; el chico que estaba ahí no era él, ni nada parecido.
A Sakura no dejaba de sorprenderle esa capacidad de fingir ser buena persona, eran tan bueno actuando que de no ser porque había visto su verdadera cara, ella misma creería que era un chico muy bueno y ahora estaba más claro el porqué era tan bueno con las chicas, tenía una capacidad de convencimiento y era un experto con las palabras que a las pocas chicas que habían ido al restaurante aquel día fácilmente se las pudo llevar a la cama sin decir mucho, las había observado, se lo comían con la vista y bueno, si a eso se le agrega la dulzura con que las trataba, ni hablar. Ella suspiró, Naruto era una caja de sorpresas, donde poco era real.
Pero bueno, independientemente de sus intereses, el rubio había cumplido con el trato, ahora le tocaba a ella. Ya se había cerrado el restaurante y  todos los empleados excepto ellos se habían ido a casa. Sakura hacía algunas cuentas, él estaba sentado, esperando, observándola.

-Puedes usar el teléfono cuando quieras- indicó la chica, él se levantó, acercándose a donde estaba ella.

-Pensé que no lo dirías nunca-

-Estaba ocupada-

El rubio se apoderó del teléfono, ella siguió en lo suyo totalmente concentrada. Naruto marcó los números con impaciencia y una sonrisa en la boca. Ella sabía que sonreía aunque no lo estuviera viendo.

-¡Shika!-Sakura lo observó por un momento, pudo ver un sentimiento de alegría en el rostro del rubio, un sentimiento auténtico, no fingido, por fin algo real, además del odio que ambos sentían el uno por el otro. Volvió a las cuentas.

-¿Naruto? ¿eres tú?-la voz de Shikamaru estaba llena de alivio.

-¿Quién más?-

-Maldición, ¿dónde has estado metido? Kiba y yo te hemos buscado por todas partes, ¿qué hiciste esta vez?-

-No tienes idea, pero es una larga historia. Necesito que me ayudes viejo-

-¿Dónde?-

-Te pasaré a alguien que te dará la dirección-ella frunció el ceño-Habla-Sakura dijo las palabras mágicas, captadas perfectamente por Shikamaru quien escuchaba atento-Te espero Shika necesito salir de acá-

-Mañana mismo estaré ahí-

-Genial-colgó. Suspiró. Sonrió. Sonrió más.

-El televisor está en mi cuarto, sígueme-

Y eso hizo Naruto, la siguió. Salieron del restaurante, había una luna espectacular en el cielo, acompañada por estrellas, ni una sola nube. Naruto se maravilló sin saber por qué, nunca había visto tal cielo en la ciudad, en realidad nunca prestaba atención a algo como eso estando allá, sus ojos se posaban en otras cosas pero lo cierto es que se sintió de alguna forma cautivado por aquella imagen. Llegaron a la entrada principal de la casa, el jardín era amplio, había muchas plantas, la oscuridad no lo dejaba apreciarlas bien, pero creyó ver flores. Ella abrió la puerta, entraron, encendió la luz,  Naruto observó el interior, era acogedor, habían fotografías en las paredes, no pudo detallar demasiado, ella iba rápido, subieron unas escaleras, siguieron un pasillo, se abrió la puerta y estaban en una habitación de color verde, un verde claro, tranquilizante, algunos poster en la pared de bandas conocidas por Naruto, la observó como si dudara de que ella las conociera o más bien le gustaran. Libros por todas partes, pero sin desorden alguno, todo estaba en su lugar, hasta el gato que descansaba en la cama. Naruto odiaba los gatos, hizo cara de asco. Ella señaló un mueble.

-Ahí lo tienes-

-¿Es tuyo?-

-Sí. Anda, llévatelo-él la observó confundido.

-Genial. Sin remordimientos ¿eh?, no creí que fueras a darme tu televisor-ella sonrió.

-Mejor dicho no lo uso. Prefiero leer-

-Felicidades-dijo burlista.

-Gracias. Date prisa ¿quieres?-

-Voy-tomó el televisor, salió de la habitación acompañado por la chica, bajaron, salieron, llegaron.

-Entonces, hablaste con tu amigo, tienes tu televisor, no trabajas el resto de la semana, no te despertaré como mereces. Listo ¿no?-

-Olvidas la ducha-

-¿Qué con ella?-

-Agua tibia es lo que quiero-

-Ah eso. No te había dicho pero, sólo es de conectar un par de cables y ¡voilà!, sencillo-

-¿Y hasta ahora lo mencionas?-

-Sí. Creí que te encantaba el agua fría. Te mantiene despierto-

-¡Jódete! Es agua congelada-

-Te quejas demasiado. Pero, gracias…-Naruto la observó lleno de confusión.

-¿Gracias?-

-Sí, es una palabra utilizada para reconocer la ayuda, para gratificar alguna acción. Sé que nunca la has escuchado, lo lamento-

-¡Que graciosilla!.. no tienes que agradecer porque todo lo hice por mí y nadie más-

-Lo sé. Bendito sea tu egoísmo-

-Alabado sea, mañana vendrá mi amigo, preguntará por mí-

-Bien. Te avisaré-

-Bien-

-Listo, me voy-

-¿A poco no soy un excelente empleado?-

-El mejor actor de todos-

Ella se fue, Naruto se tumbó en la cama, no sin antes haber preparado el televisor, esa noche podría entretenerse un poco, aunque igual el televisor había sido un capricho, pues al entrar Shikamaru al juego, las cosas cambiarían muchísimo y no duraría mucho tiempo ahí. Lo del televisor y la ducha habían sido más que todo para molestarla, la llave estaba en Shikamaru. Esa noche durmió plácidamente, con una sonrisa imborrable en la cara.

Sakura cerró el restaurante y se fue a casa, se dio una ducha y esperó pacientemente a su mamá, dando un recorrido mental por todo lo ocurrido ese día. Cuando su mamá llegó, sonrió ampliamente. La pelirosa mayor se dejó caer en el sofá, se veía cansada pero feliz.
Charlaron durante un buen rato, Sakura le contó a su mamá todo lo acontecido durante el día, su mamá no le reprochó nada, pues sabía que todo lo había hecho por el restaurante, Sai seguía enfermo pero uno de sus hermanos vendría a cubrirlo y Sakura trabajaría sólo un rato en la mañana, debía ir a la universidad. De verdad necesitaban otro mesero, el trabajo se estaba recargando mucho sobre unos pocos. Lo bueno era que el evento de la empresa  se realizaría en el restaurante, lo cual era grandioso, la mamá de Sakura dijo algo que, a la chica no se le salía de la cabeza y era que los padres de Naruto no necesitaban que ellas dijeran nada, pues él estaba totalmente vigilado, cada movimiento. Se fue a dormir pensando en eso, en la forma de ver las cosas por parte de los papás de Naruto y cómo esa visión lo había convertido en esa persona a la que tanto detestaba, por un momento sintió lástima por él, aunque  no lo mereciera. Qué irónico sentir pena por alguien que tiene todo en la vida.

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Naruto se había levantado temprano sin saber por qué, ahora estaba en la habitación observando televisión, sin prestar atención al bombardeo de imágenes que tenía en frente, observando sin observar. Estaba perdido en pensamientos, nervioso, impaciente, queriendo que el tiempo avanzara más rápido. Un toque en la puerta lo hizo sonreír.

-Tu amigo está aquí-él salió rápidamente y la alcanzó, la chica llegó al restaurante, se despidió de su mamá cariñosamente y se fue, Naruto la siguió con la mirada, algo confundido. Luego, observó el lugar y sonrió. Se acercó con prisa, Shikamaru se levantó, sonriente. El rubio se sentó.

-¿Vas a contarme qué sucede?-

-Mis padres creen que estoy poniendo en riesgo la imagen de la familia, están en un viaje de negocios, con este, son 3 días acá. Se supone que duraré todo el tiempo que ellos estén fuera o inclusive más, no tengo acceso a dinero ni celular ni nada. Debo trabajar acá…básicamente eso-

-Pero.. ¿qué carajos les pasa?-Naruto negó con la cabeza-De todas las soluciones posibles deciden irse y dejarle el paquete a alguien más-

-¿Soluciones? ¿paquete?-dijo el rubio confundido.

-Está claro que estás descontrolado, Kiba y yo te lo hemos venido diciendo, algunos meses atrás-Shikamaru lucía muy sereno, Naruto, totalmente incómodo con el tema.

-Ay no. No comiences ¿quieres?-

-Es la verdad. Y bueno, a problemas grandes, medidas grandes-

-Me estás diciendo que…-

-Tal vez y esto funcione-dijo ignorándolo.

-Estás acá para ayudarme o…-

-Claro que lo estoy, pero no es tan fácil-

-¿De qué hablas? Llévame a tu casa o a donde sea-

-Te tienen vigilado-

-¿QUÉ?-todos los clientes pusieron su vista en él, había básicamente gritado, pero no le importaba ¿vigilado? ¿era broma?