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Mensaje por Leon Mar Sep 09, 2014 3:58 pm

Un poco de verdad y un poco de confianza entre ambos, pero aún hay dudas y miedos en Naruto y Sakura, diferentes pero existen, normal supongo.

Esperemos haber como se desarrolla su relación, como maduran sus sentimientos y como el deseo termina por nublar la razón.

Onion bye
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Mensaje por kumiko Miér Sep 10, 2014 2:33 am

bueno lo monte un poco temprano ya que de pronto en la tarde no podre espero que le guste Oigh Bostezo

Capitulo 10

Esa no era la respuesta que ella deseaba. Una sombra de duda surgió en sus ojos y se movió inquieta en la cama, dirigiendo rápidamente la mirada hacia la puerta, la esperanza de libertad.
—No te haré daño, Sakura.
—Pero no me dejarás ir.
—No. El mundo está totalmente cambiado respecto del que conocías. Estás más segura aquí que fuera, créeme.
Ella alisó uno de los pliegues de la manta.
—Traté de conjurar dos hechizos en tu portón —dijo inocentemente—. Ninguno de ellos funcionó. Temo que mi magia es ineficaz aquí.
—No hay nada malo con tu magia. El cerrojo ya tiene, creo que podríamos llamados hechizos, en la cerradura —dijo él—. Tendrías que haber revertido el primero y quitado el segundo para abrir el portón.
—¿Entonces eres un brujo además de vampiro? —preguntó.
—No, pero tengo ciertos poderes sobrenaturales. La casa tiene otros seguros además del portón.
—¿Para mantenerme dentro? —preguntó con un dejo de amargura.
—No, querida, para mantener a los intrusos fuera.
—Ya veo. Porque eres vulnerable mientras duermes.
—Sí. La precaución se ha convertido en un hábito muy arraigado con los años. Aunque muy pocas personas creen actualmente en los vampiros, todavía quedan algunos decididos a cazados, hombres como Sasori y Deidara, quienes han pasado buena parte de su vida viajando alrededor del mundo, persiguiendo y destruyendo a los que no mueren.
Naruto había tomado contacto con uno o dos cazadores de vampiros en su época. Eran una raza aparte, dedicados por completo a la cacería.
—¿Hay otros vampiros por aquí? —peguntó Sakura.
—Algunos.
—¿Son amigos?
Él negó con un suave bufido.
—No.
Ladeó la cabeza con un gesto que él había empezado a reconocer.
—¿Por qué no? Supuse que se buscarían unos a otros.
—Los vampiros son depredadores que marcan territorio, no criaturas sociales.
—Oh.
El silencio cayó entre ellos. Naruto supuso que Sakura querría bañarse por la mañana, y seguramente necesitaría usar el baño antes de que él despertase.
—Ven —dijo él—. Hay algunas cosas que necesito mostrarte.
Lo miró suspicazmente.
—¿Qué clase de cosas?
Con un suspiro de exasperación, le cogió la mano y la empujó gentilmente fuera de la cama. Lo siguió dubitativa mientras la guiaba hasta el baño.
Observó lo que la rodeaba, frunció el ceño ante lo que parecía ser una gran pileta frente a la puerta. ¡Con seguridad no guardaría un caballo en la casa!
—Este es el baño —dijo Naruto—. Ese es el lavabo. Le mostró cómo abrir y cerrar los grifos, cómo usar el tapón, cómo ajustar la temperatura.
Sakura observó con detenimiento el agua corriente, agrandó los ojos al ver el vapor del agua caliente. ¿Sería algún tipo de bomba? Nunca había visto una bomba de agua dentro de una casa, ni siquiera había oído que existiera una que expeliera agua caliente. Maravilla entre las maravillas, se dio cuenta de que ésta habitación era similar a una que había visto abajo. ¡Qué lujo, tener dos habitaciones provistas de agua caliente!
—¿Adónde va? —preguntó observando el agua que desaparecía por un pequeño orificio al fondo del lavabo.
—Baja por una cañería de drenaje y llega hasta el océano. Esta es una tina, para bañarse. —Nuevamente, le enseñó cómo abrir y cerrar los grifos, cómo ajustar la temperatura, así como también a abrir y cerrar la ducha.
—Puedes negarlo cuánto quieras —murmuró—, pero todavía sigo pensando que eres un hechicero, y uno poderoso.
—No has visto nada aún —replicó, pensando en todas las maravillas del mundo moderno que le quedaban por ver.
—¿Y esto qué es? —preguntó señalando un extraño artefacto que se parecía vagamente a una silla.
Él levantó la tapa, descubriendo un recipiente de agua.
—Es un retrete.
—¿Re... trete? ¿Para qué sirve?
Para su diversión, ella se ruborizó cuando le explicó, lo más delicadamente que pudo, para qué se usaba un retrete y la función del papel higiénico.
Señaló las toallas y el jabón, y le mostró dónde guardaba el champú.
Asintió, y bostezó tapándose la boca con la mano.
—Es tarde —dijo él—. Deberías dormir un poco.
—¿Volveré a despertarme?
Él meneó la cabeza con desesperación mientras caminaba hacia la puerta de la alcoba. Lo miró alejarse preocupada mientras se metía bajo la manta, su miedo se evidenciaba en cada línea tensa de su cuerpo y en la expresión de sus ojos.
—Ve a dormir, Sakura —habló calmadamente, sosteniéndole la mirada, envolviéndola con la voz como hebras de seda, robándole la voluntad.
Con un tenue suspiro, el cuerpo agotado, derrumbó la cabeza sobre la almohada. Un momento después, dormía plácida y profundamente.
—Perdóname, Sakura —murmuró—. Pero necesitas descansar.
La miró detenidamente. Tenía una inocencia que no tenía nada que ver con su edad sino con la pureza del corazón y del alma. Impulsivamente le alisó un rizo que le caía sobre la frente, luego se inclinó y le rozó las mejillas con los labios. Su piel era cálida y suave. Dirigió la mirada a la garganta.
Mascullando una maldición, apartó la mirada y abandonó la habitación.
Ella estaría hambrienta cuando despertara en la mañana. Tendría que abastecer los estantes antes de ir a descansar.
Con ese pensamiento en la mente, se dirigió al supermercado más cercano, sorprendido por la cantidad de gente que hacía compras tan tarde en la noche. La mayoría eran mujeres solas, entre los veinte y los treinta años, aunque también había algunas de más edad. Registró la información, pensando que había encontrado otro coto de caza, uno dónde podía acechar en los pasillos como un león merodeando en la jungla en busca de su presa.
Apartó el pensamiento bruscamente y examinó el lugar. Nunca había estado en un supermercado antes. Solía comprar los escasos artículos de uso personal que necesitaba en el kiosco más cercano.

Examinó la abundante variedad exhibida: pequeñas manzanas rojas, racimos de plátanos, perfumadas naranjas, uvas, lechuga, apio, zanahorias, patatas y cebollas. Cuando era un simple mortal su familia criaba o cultivaba todo lo que necesitaba. Había amado el trabajo del campo. Podía recordar el perfume de la tierra arada, la sensación al tocarla, la satisfacción que sentía cuando veía los primeros brotes verdes. Aunque ya no necesitaba cultivar su comida, jamás había perdido el amor por la tierra. Salvo por algunos robles añosos, él mismo había plantado todos los árboles y arbustos que crecían rofusamente alrededor de su casa.
Fue al otro pasillo, sacudió la cabeza debido a lo que vio. Nada se sabía de comidas congeladas o envasadas cuando había recorrido la tierra como mortal, tampoco de cortes de carne envasadas prolijamente, ni de la leche envasada en recipientes plásticos, ni de huevos en cartones.

Las brillantes luces del supermercado le lastimaron los ojos mientras conducía el inestable carrito por las góndolas. Aunque nunca había probado nada de lo que estaba juntando en la cesta, las había visto en propagandas de la televisión. Sonrió al coger del estante una caja de copos de arroz peguntándose si realmente serían crujientes. El cereal deshidratado era tan extraño para él como para su huésped. Con esa idea, compró una caja de avena pensando que a Sakura podría resultarle más familiar. Compró manteca, pan y queso, pues si bien no eran exactamente iguales a los que ella conocía, tampoco le resultarían extraños.
Compró harina, sal y pimienta, latas de maíz y de zanahorias, duraznos y jabón, una bolsa de arroz, y un surtido de bebidas. Aunque tenía jabón en su casa, compró algunos perfumados que podían gustarle. Llevó todo aquello que supuso podía gustarle a Sakura, incluso cuatro sabores de helado y varias golosinas.
Esbozó una mueca cuando llegó al pasillo donde vendían artículos de Halloween a mitad del precio. Además de numerosas bolsas de dulces y calabazas de utilería, había muñecas parlantes vestidas como Frankenstein y la Momia. Y, por supuesto, Drácula, con colmillos sangrientos. Incapaz de resistirlo, pulsó el cordel de la muñeca vampiro, y sonrió al escuchar una débil voz decir «El Monstruo Enamorado».

Dejando los pasillos de comida, cogió varias ollas y sartenes, cuchillos de plástico, tenedores y cucharas, servilletas, toallas de papel y jabón en polvo. Se detuvo frente a la sección de alimentos para mascotas, sacudiendo la cabeza, eligió una bolsa de comida para gatos y la colocó en el carro. Al pasar frente a la caja, vio exhibidos algunos libros de cocina, eligió uno, pensando que Sakura podría encontrarlo de utilidad.
Al terminar las compras, había gastado una pequeña fortuna. Con un movimiento de cabeza, dirigió el carro hasta su automóvil. Después de disponer las cosas en el baúl y en el asiento trasero del Volvo, se colocó al volante y condujo hasta su hogar.
Cuando terminó de guardar todo estaba ya casi ameneciendo. Los artefactos de cocina eran adquisiciones recientes, comprados tan sólo unos meses atrás cuando había pensado vender la casa y encontrar un lugar nuevo para vivir.
Sonrió débilmente mientras abandonaba la cocina para dirigirse a su refugio. Mañana por la noche llevaría a Sakura Haruno a comprar ropa, y a pasear para mostrarle el mundo que no había visto aún.
Se detuvo en el pasillo, giró a la derecha y entró en la biblioteca. Extrajo el libro de mitos y leyendas antiguas y buscó la página.
—Logré cambiar la historia —musitó mientras colocaba el libro nuevamente en el estante y se dirigió hacia su refugio.
Ya no se hacía mención al hecho de que Sakura Haruno hubiese sido quemada en la hoguera. En realidad, no había mención alguna sobre ella.
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Mensaje por Leon Miér Sep 10, 2014 4:20 pm

Sakura tendrá que acostumbrarse a una época mas contemporánea y que trae consigo comodidades propias de la modernidad, es mundo completamente diferente a su época.

Y si, Naruto cambio la historia y por obvias razones habrá cambios, no se que tan profundos sean éstos pero reescribió la historia. Me gustaría ver a Sakura como compañera de Naruto, que sea convertida, sería de gran ayuda ya que hay cazadores que persiguen a los vampiros y que seguramente harán su aparición en esta historia.

Onion bye
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Mensaje por kumiko Jue Sep 11, 2014 11:31 am

espero que le guste Onion *o* Onion ok
Capitulo 11


Sakura despertó repentinamente. Miró fijamente la habitación que la rodeaba, había olvidado dónde estaba. Y luego recordó. Estaba en la casa de Naruto Uzumaki. En su dormitorio. En su cama. Y aunque le había dicho que no dormía en ella, aun así, era su cama.

Vampiro. La palabra era un susurro en su mente. Al crecer, le habían explicado que los vampiros eran monstruos sin alma, despiadadas criaturas depredadoras que bebían la sangre de sus víctimas, o lo que es peor, las convertían en seres iguales a ellos. La abuela Haruno había dicho que eran engendros de la peor calaña.

Por supuesto, Sakura nunca había conocido a ninguno, ni siquiera pensaba que existieran realmente, como tampoco había creído en hombres lobo o duendes ni en ningún otro tipo de personajes de leyendas o mitos antiguos, hasta que encontró a Naruto. Él era real aunque no parecía un monstruo depredador. La había salvado de una muerte de terrible agonía, y le estaría eternamente agradecida. Menos agradecida en realidad de haberla traído aquí, a este tiempo y lugar ¿Por qué simplemente no la había llevado a otra villa, a algún lugar dónde nadie la conociese? ¿Cómo podría encontrar su lugar en este nuevo mundo donde todo y todos le resultaban tan extraños?
La presión en la vejiga le exigió ir al baño. Miró fijamente el retrete antes de juntar valor para subirse las faldas, bajarse la ropa interior y sentarse en ese frío y resbaladizo asiento. ¿Todos tendrían un privado dentro de la casa? ¿Quién pudo haber pensado en algo así? De alguna manera, el que se hallara en el interior del hogar parecía algo bastante indecente. Pero cuando recordó esas frías noches de invierno en que debía abrigarse para salir, pensó que quizás no era tan mala idea después de todo.
Se levantó, se arregló la ropa, e hizo correr el agua del retrete. Dio un respingo ante el ruido, permaneció de pie mirando cómo giraba el agua en el recipiente y luego desaparecía, arrastrando el papel higiénico. Un momento después, el recipiente estaba lleno de agua limpia.
¡Sorprendente!

Un fuerte ruido en el estómago le recordó que no había comido desde ayer, y ese día había sido trescientos treinta años atrás. ¡Con razón estaba hambrienta!
Se deslizó los dedos por el cabello, que estaba terriblemente enmarañado, e intentó alisar las arrugas del vestido. Una mirada a través de la ventana mostró el sol en lo alto del cielo. Aunque pareciera imposible, había dormido toda la mañana, ella, que siempre se había levantado al amanecer.

Sacudió la cabeza, destrabó el cerrojo de la puerta y bajó las escaleras. Decidió que no había razón para ser precavida o silenciosa. Ya que como el sol estaba en lo alto, Naruto Uzumaki indudablemente estaría durmiendo el sueño de los muertos.
Apartó el espantoso pensamiento de la mente al tiempo que su estómago evidenciaba su insatisfacción.
Se detuvo al pie de la escalera, llenándose la nariz de un aroma delicioso. Siguiéndolo, se encontró con la habitación de las alacenas. Había un extraño artefacto sobre la encimera, y frente a él, una gran taza y una cuchara. Levantó la cuchara y la blandió estudiándola. Brillante y blanca, no se parecía a ninguna de las que había visto antes.

Levantó el recipiente de vidrio, llenó la taza. Pensando que era té, bebió un sorbo. Definitivamente, no era té. Era más fuerte, más amargo. Con una mueca lo hizo a un lado, peguntándose como algo que olía tan bien podía saber tan mal.
Dio un vistazo a la habitación y notó que una de las alacenas estaba abierta. Cuando fue a cerrarla, advirtió con sorpresa, que los estantes que el día anterior estaban vacíos, ahora estaban surtidos con una buena cantidad de cajas y bolsas extrañas.

Las examinó una por una: copos de maíz, Rice Krispies, avena, pan, sal y pimienta, fideos, salsa Spaghetti, azúcar pura de caña, cien por cien queso sardo rallado, mermelada de mora, harina Bisquick y Gold Medal Flour, mantequilla de maní Skippy Creamy Peanut Butter. Algunas de estas palabras eran peculiares y no tenían sentido para ella aunque podía reconocer otras.
Estudió las cajas durante varios minutos, el estómago no dejaba de gruñirle. No estaba segura de lo que eran la mayoría de los artículos, pero consideró que Naruto debió de haberlos comprado para ella, ya que él no comía.
Convencida de que él no se despertaría por varias horas, recorrió la cocina tocando todo. Había un fregadero parecido al del baño de arriba, y junto a él, una bolsa con una imagen de un gato sonriente y las palabras «Comida para gatos Atkatsuki».
Sonrió ante el gesto considerado de Naruto aunque se preguntaba que podría pensar Morgana sobre comida embolsada.

Cuando Sakura encontró una gran puerta doble, abrió una, inhaló con sorpresa cuando sintió el aire frío contra el rostro. Husmeó en el interior y pudo ver más cajas de formas extrañas. Una que decía leche, otra decía huevos y otra manteca. Tocó la que decía leche, sorprendiéndose de lo fría que estaba. Abrió el cajón de abajo y encontró manzanas y lechuga, patatas, cebollas, tomates y pepinos.
Cerró la puerta y abrió la otra. Aire aún más frío le rozó la mejilla. Esta alacena congelada contenía helado de crema y paquetes diminutos muy extraños. Cogió uno tan duro como hielo. La etiqueta decía «pechugas de pollo». Otro decía «chuleta New York». Y otro decía «corte central de chuletas de cerdo».
Sakura frunció el ceño. Nunca había visto carne como ésta.
Sacudió la cabeza, continuó explorando. En una de las alacenas, descubrió un paquete que decía «platos de papel» junto con paños de papel y pequeños envoltorios que tenían escrito «cuchillos de plástico», «cucharas de plástico» y «tenedores de plástico». Estaban hechos del mismo extraño material que la taza. Encontró recipientes y cacerolas en una de las alacenas inferiores.
Cada vez más hambrienta, abrió el paquete de pan, untó dos rebanadas con manteca y buscó el frasco que decía jalea. Después de varios intentos, logró abrirlo y cubrió el pan con una gruesa capa. Echó el contenido de la taza en el fregadero, y luego la llenó con leche.
Rápidamente devoró las dos rebanadas de pan y bebió la leche, que no se parecía en nada a la que estaba acostumbrada.
Apaciguada el hambre, vagó por la casa nuevamente, deslizando las manos sobre el sofá y la silla, maravillada por el delicado material, por la gruesa alfombra verde que cubría el piso de pared a pared. Hundió los talones en esa suavidad, pensando en cuánto mejor se sentía que el piso rústico de la choza.
Subió la escalera, fue al baño y abrió el grifo de la bañera. Vio como se llenaba de agua caliente, pensando nuevamente en que era un milagro maravilloso.
Sonriendo expectante, se quitó el delantal, dejó caer el vestido y la ropa interior al suelo. Cogió el champú del gabinete, lo colocó cerca, dónde pudiese alcanzarlo, y se metió en la bañera, suspirando mientras el agua se arremolinaba alrededor de sus tobillos. Se sentó y dejó que la bañera se llenara con agua, cerró el grifo, se recostó y cerró los ojos.
Despertó temblando y descubrió que el agua se había enfriado. Rápidamente, se lavó el cabello y el cuerpo, se enjuagó y salió con cuidado de la bañera, que estaba bastante resbaladiza.
Cogió una toalla del estante, se envolvió el cabello.
Luego se colocó otra alrededor del cuerpo e, inclinándose frente a la tina, lavó sus ropas. Escurrió el agua, llenó nuevamente la bañera y enjuagó las prendas. Frunciendo el entrecejo miró en busca de un lugar donde colgarlas. Finalmente, las plegó y las colgó de la barra. Se quitó la toalla de la cabeza, sacudió la cabellera, y se peinó con los dedos lo mejor que pudo.
Volvió a la alcoba y permaneció de pie en el centro.
Hasta que su ropa se secara, no tenía nada que ponerse, a menos que... ¿Se atrevería?
Mordiéndose el labio inferior, se dirigió a la cómoda que estaba frente a la cama y hurgó en los cajones hasta que encontró una prenda grande blanca con cuello redondo y manga corta. Cuando se la apoyó contra el cuerpo, el bajo le llegaba a la mitad de las pantorrillas. De todas formas, era mejor que usar una toalla. Se la pasó por la cabeza y sintió un fresco aroma a limpio, y un delicado perfume masculino que reconoció como el de Uzumaki. La tela le resultaba suave y cálida sobre la piel desnuda.
Se dirigió escaleras abajo, a la habitación de los libros, los examinó hasta que encontró una Biblia, similar a la que ella tenía. La llevó consigo, se sentó y comenzó a leer, agradecida una vez más de que la abuela Haruno supiese leer y hubiese insistido en que Sakura también aprendiese.
Leyó por un momento, luego fue a la cocina. Extrajo una manzana de la alacena fría, se sirvió un poco de leche y llevó ambas cosas al jardín. Se sentó en un banco de piedra, admiró los arbustos, los diferentes árboles, el césped suave. Se preguntó si Naruto cuidaría del jardín, aunque no podía imaginárselo cortando el césped en plena noche. No se correspondía con el carácter de un vampiro tener un jardín tan cuidado.
Era más fácil imaginárselo viviendo en una casa ruinosa rodeada de árboles raquíticos y arbustos marchitos.
Los pájaros revoloteaban de rama en rama, su trino le levantó el ánimo. Mordisqueó la manzana fresca y dulce. Levantó la taza y bebió un sorbo, pensando nuevamente que sabía distinto a la de su hogar. Pero en este extraño mundo todo era diferente.
Dio un lento paseo por los jardines y luego volvió a la habitación de los libros. Después de abrir las cortinas, se sentó en una silla y comenzó a leer nuevamente, serenada por los pasajes líricos de los Salmos. Más tarde, Morgana entró en la habitación.
—¿Dónde has estado, Morgana? —preguntó Sakura mientras la gata saltaba sobre su regazo.
La gata parpadeó, arqueó la espalda y se acurrucó para dormir.
En algún lugar distante, un reloj dio la hora. Cuatro de la tarde. Dejó la Biblia, acarició a la gata y sintiéndose adormilada, apoyó la cabeza en el respaldo de la silla y cerró los ojos.
Y así las encontró Naruto cuando se levantó una hora más tarde.
Al observar a Sakura, se sorprendió de la pálida belleza de su piel, de la manera en que su cabello caía sobre la camiseta como una cascada de seda rosa brillante. Se veía increíblemente cálida y atractiva acurrucada en la silla, y al mismo tiempo, inocente y vulnerable. Era una combinación excitante, que despertaba su deseo, su maldita sed y una necesidad imperiosa de protegerla, todo al mismo tiempo. Ella se desperezó, emitiendo un somnoliento sonido gutural. Él gruñó suavemente mientras las fosas nasales se le llenaron con el aroma a jabón y a cálida y perfumada esencia de mujer.
A presa.
Se imaginó inclinándose sobre ella, apartando el cabello del esbelto cuello, clavando los colmillos en la carne suave y dulce, justo debajo de la oreja.
Estaba tan absorto en luchar contra sus ansias que no se dio cuenta de que ella se había despertado y lo miraba fijamente, repentinamente pálida y con los ojos agrandados de terror.
Se alejó de ella, con las manos apretadas mientras luchaba contra el hambre y el deseo. Le supuso gran esfuerzo evitar abrazarla, seducirla lentamente hasta que estuviese bajo su hechizo, con la voluntad totalmente sometida a la suya. Sólo el miedo a provocar su odio, y el temor aún mayor, de que una vez satisfecho el deseo de su carne, no pudiese resistir el ansia de su sangre, lo contuvo para no convertir su fantasía en realidad.
Cuando giró hacia ella, todas sus ansias estaban nuevamente bajo control.
Ella seguía mirándolo fijamente. Dio un paso hacia ella.
Levantó una mano y le advirtió.
—Aléjate de mí.
Naruto sacudió la cabeza.
—No pasemos por esto nuevamente. ¿Cuántas veces debo decirte que no te haré daño para que me creas?
—No lo sé. Quizás cuando te mire y no vea tus colmillos o el hambre en tus ojos.
Él levantó las manos en un gesto de rendición.
—Estás perfectamente a salvo.
Lo miró escéptica
—¿Por qué no subes y te vistes? Debemos ir de compras.
—¿Compras?
—Ropa. La moda ha cambiado en los últimos trescientos años.
Miró a su alrededor.
—También las viviendas. — Él le sonrió.
—Sí. Mejor te enseño cómo funcionan las cosas.
Lo estudió por un momento, luego asintió.
La miró irse, notando el suave balanceo de sus caderas, la forma en que la camiseta le marcaba el cuerpo a pesar de ser varias tallas mayor que la suya.
Al entrar en la sala, su imagen permanecía vívida en su mente. Tenía coraje, su pequeña bruja. Si bien el temor que él le infundía era algo palpable, estaba dispuesta a enfrentado.
Sintió sus pisadas en la escalera, y luego estaba allí, caminando hacia él, el cabello sobre los hombros en una maraña gloriosa. Se dio cuenta de que había olvidado comprarle un cepillo y un peine, así como también un cepillo de dientes. Tendría que remediarlo esa noche.
Frunció el entrecejo al ver que llevaba el vestido sobre el brazo.
—Lavé mi ropa antes —dijo ella—. Todavía está húmeda.
Con un ademán, él encendió el fuego. Trajo dos sillas de la cocina a la sala, apoyó el vestido sobre el respaldo de una, la ropa interior en la otra.
—Te mostraré la casa mientras la ropa se seca, entonces —musitó— ¿Por dónde empezamos? —Miró a su alrededor—. Aquí —dijo—. Este es el televisor.
Lo miró con recelo.
Naruto cogió el control remoto.
—Lo enciendes así —dijo, mostrándole qué botón presionar.
Agrandó los ojos cuando en la pantalla apareció un episodio de Hechizada.
—¿Qué clase de brujería es ésta? —preguntó queda¬mente—. ¿Cómo has capturado a toda esa gente en una caja tan pequeña? —Se acercó—. ¿Has capturado sus almas? ¿Por qué todo está en blanco y negro?
—Y cambias los canales así.
Abrió aun más los ojos mientras él cambiaba los canales, las imágenes en blanco y negro dieron lugar a las de color. Vaqueros e indios, viejas series cómicas, videos de música country, noticiarios, pronósticos del clima y deportes. Intentó explicarle lo que estaba viendo, la diferencia entre los programas de noticias, que informaban a los televidentes sobre los sucesos del día, y las películas, que eran como largas obras de teatro que no se basaban en hechos reales.
Ella lo miró, enmudecida.
—Lo sé, es bastante asombroso —dijo—. Pero no es magia, al menos no de la que tú conoces. Es sólo tecnología... —Se encogió de hombros sin saber muy bien qué términos usar para que ella comprendiese—. De todas maneras, es una forma de entretenimiento, algo para pasar las horas si no tienes nada que hacer. Prácticamente todos los hogares tienen al menos uno. La mayoría tienen dos o más.
Le enseñó cómo encender y apagar las luces, y permaneció de pie mientras ella jugaba con el interruptor.
La condujo a la cocina y le explicó cómo eran los alimentos congelados, luego le mostró cómo funcionaba la cocina, el microondas, el lavavajillas. Abrió el cajón de los cubiertos y le mostró los utensilios de plástico.
Ella cogió uno de los tenedores.
—Nunca había visto algo así —señaló—. Están hechos de una sustancia extraña. —Torció el mango y se le rompió en la mano— ¡Oh! Lo siento.
—No hay cuidado —dijo, cogiendo los pedazos de su mano y arrojándolos a la basura—. Son desechables. Están hechos para ser usados una sola vez.
—Es un desperdicio. ¿De qué están hechos?
—De plástico —dijo él—. Es bastante común.
La condujo por el resto de la casa, asegurándose de hacerle sentir como en su hogar. Cuando llegaron a su escritorio, ella señaló el ordenador.
—¿Qué es eso?
—Es un ordenador. Encendió el equipo y el monitor.
—Se parece mucho al tele... visor que está en la otra habitación —observó ella— sólo que más pequeño.
—Sí, es verdad.
—Lo vi en mi espejo mágico, cuando te vi a ti.
Él asintió. Había leído sobre el antiguo arte de la visua¬lización por medio de espejos cuando buscaba información sobre brujas. Los espejos eran el método preferido, pero un sinfín de otros objetos se había usado a lo largo de los siglos. Los egipcios utilizaban tinta, sangre y otros líquidos oscuros. Los romanos, objetos brillantes y piedras. También el agua fue empleada a tal fin. Los espejos fueron los más usados denominándose «scrying» a esta práctica. La palabra «scrying» deriva del término inglés «descry» que significa «entender sutilmente» o «revelar». Las brujas lo utilizaban para predecir el futuro o para hallar objetos o personas perdidas.
—Aquí es donde encontré tu cuadro. —Se sentó, se conectó y buscó la página de la Web dónde había visto la foto.
Sakura miró fijamente su imagen, preguntándose cómo la pintura de Rock Lee se había abierto camino a través del tiempo y del espacio.
—Escucha esto —dijo Naruto leyendo las palabras que aparecían debajo de la imagen. «Mujer de blanco, pintada por el renombrado artista del siglo XVII, Rock Lee. Esta pintura es una de sus primeras obras. Mucho se ha especulado sobre la identidad de la modelo. Algunos afirman que se trató de una bruja local; otros opinan que ella fue el primer amor de Lee, Sakura Haruno, quien desapareció en circunstancias misteriosas». —La miró—. Creo que no se suicidó después de todo.
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Mensaje por Leon Jue Sep 11, 2014 3:43 pm

Bueno si cambió el destino de Lee, se convirtió en un pintor famoso en vez de suicidarse.

Y que gracioso es ver a Sakura conociendo el nuevo mundo que ha descubierto, parece una recién nacida, pero se adapta rápidamente.

Naruto sigue con ese deseo por Sakura y me pregunto sí algún día puede perder el control y degustar la sangre y carne de su ahora invitada.

Onion bye
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Mensaje por kumiko Dom Sep 14, 2014 11:41 am

buenoooo aquí le traigo la continuación se que me demore un poco pero calculo Onion estrés me tiene mal Onion wall gracias por su comentario y a mis querido lectores les agradezco que saque un poquito de su tiempo para leer esta historia Oigh Rubor Baile

Capitulo 12

—Escucha esto —dijo Naruto leyendo las palabras que aparecían debajo de la imagen. «Mujer de blanco, pintada por el renombrado artista del siglo XVII, Rock Lee. Esta pintura es una de sus primeras obras. Mucho se ha especulado sobre la identidad de la modelo. Algunos afirman que se trató de una bruja local; otros opinan que ella fue el primer amor de Lee, Sakura Haruno, quien desapareció en circunstancias misteriosas». —La miró—. Creo que no se suicidó después de todo.
—Tú salvaste dos vidas esa noche —murmuró Sakura—. La mía y la de él.
Naruto gruñó quedamente.
—Eso parece.
—Debo agradecerte por su vida, así como por la mía.
—¿Estabas enamorada de él?
—No.
La observó durante un momento, intentando descubrir la verdad, luego regresó a su propósito inicial.
—Esta es una impresora —dijo indicando un objeto gris junto a la computadora.
Presionó «Imprimir». Sakura dio un pequeño salto cuando la máquina runruneó suavemente y empezó a imprimir la fotografía.
—Aquí tienes. —Le dio la impresión del cuadro.
Miró fijamente la similitud, apenas se podía creer tal magia.
—Es tan... increíble.
Él asintió, preguntándose cómo se sentiría él de haber sido transportado al presente desde el pasado.
—Hay mucho que aprender. Por ejemplo...
Ella sonrió tímidamente cuando el estómago le gruñó sonoramente.
—Mejor te llevo a comer algo ¿Por qué no compruebas si tu ropa está seca? —sugirió—. Te espero aquí.
Su ropa interior estaba seca, el bajo de la falda estaba aun algo húmedo, pero se la puso de todas formas. No tenía otra cosa.
—¿Estás lista? —la llamó.
—Sí.
Tenía el ceño fruncido cuando volvió al salón
—¿Qué sucede?
—Mi vestido —dijo, alisándose la falda—, está horriblemente arrugado.
Él gruñó con suavidad, pero no había nada que pudiera hacerse. Mentalmente agregó una plancha a la lista de cosas que había olvidado.
—No te preocupes por ello —dijo él—. Compraremos algo nuevo para ti.
Le extendió la mano, esperando pacientemente hasta que ella se decidiese a confiar en él. Sintió como si hubiese obtenido un logro importante cuando finalmente ella le cogió la mano extendida. Era pequeña y cálida, palpitante de juventud.
Naruto apagó las luces mientras se dirigían a la entrada. Abrió la puerta principal, luego le cogió la mano nuevamente y la guió al garaje ubicado al costado de la casa. Morgana los siguió entre los tobillos de Sakura, luego desapareció sin duda en busca de una presa.
Naruto apretó la mano de Sakura.
—Espera aquí.
Entró al garaje, se colocó al volante del Volvo, encendió el motor y sacó el coche.
Lo estacionó, abrió la puerta y salió, sólo para encontrar que Sakura había retrocedido hasta el porche. Rió suavemente.
—Ven aquí.
Ella sacudió la cabeza.
—¿Qué es eso?
—Es un automóvil. Un coche. Los has visto en la televisión ¿recuerdas?
—No eran tan grandes. Ni hacían ese ruido espantoso.
Caminó hacia el porche, subió los escalones y le cogió la mano nuevamente.
—Ven, no hay nada que temer.
Renuente, lo siguió escaleras abajo.
Él le abrió la puerta, esperando pacientemente mientras ella echaba una mirada al interior, con visible aprensión en cada músculo de su cuerpo.
—Sakura, tendrás que confiar en esto. Te prometo que no te haré daño, y tampoco permitiré que nada te lastime.
Ella lo miró y él percibió lo joven que era, cuán vulnerable e inocente. La había salvado de una muerte horrible, y al hacerlo la había catapultado a un mundo que ni siquiera había imaginado, un mundo para el cual no estaba preparada.
Aparentemente, decidió confiar en su palabra, ya que se sentó en el lugar del acompañante. Cerró la puerta, rodeó el coche, y se sentó tras el volante.
—Esto es un cinturón de seguridad. —Inclinándose sobre ella, lo ajustó.
Dejó el coche en marcha pero en punto muerto para que pudiese acostumbrase al ruido. Condujo el coche marcha atrás y levantó el portón
—¿Te encuentras bien? —le preguntó.
Ella asintió, con los ojos muy abiertos y las manos apretadas sobre el regazo.
Naruto sonrió, desactivó el sistema de seguridad del portón y salió a la calle. Aunque había sucedido hacía unos años, podía recordar su aprensión la primera vez que se había colocado frente al volante, la repentina sensación de poder cuando había encendido el motor. Si bien podía trasladarse a voluntad al lugar que quisiese, manejar un coche rápido era una experiencia que le resultaba mucho más excitante.
Sakura miraba fijamente a través de la ventanilla cómo las casas y los edificios se desdibujaban a causa de la velocidad. De vez en cuando, miraba a Naruto buscando seguridad, escuchando el tranquilizador sonido de su voz mientras le explicaba lo que hacía. Describiéndole las partes del coche: volante, radio, panel de mandos, palanca de cambio, acelerador, freno. Le enseñó cómo encender la radio y una música que jamás había escuchado invadió el interior del coche.
Un poco después, vio un enorme edificio en el cual podría caber su villa completa con todo su contenido.
—Es un centro comercial —le explicó mientras dio vuelta a la esquina e ingresó en el aparcamiento.
Estacionaron unos instantes más tarde. Le mostró cómo desatar el cinturón de seguridad y abrir la puerta, luego la ayudó a salir del coche.
La cogió y la guió a lo largo de una extensión de suelo negro, no se parecía a ningún suelo que hubiese visto antes. Entraron en el edificio a través de una gran puerta de acero y cristal.
Sakura miró a su alrededor. Había luces brillando por todas partes y para su asombro, árboles. También había una fuente. ¡Y ruido! Tanto ruido. Música que parecía salir de las paredes, el sonido de gente hablando y riendo, bebés llorando. El aire colmado de esencias que no podía identificar.
—Este es un lugar para hacer compras —Naruto le explicó—. Aquí puedes comprar casi cualquier cosa que desees o necesites.
Ella asintió, intentando ver todo al mismo tiempo mientras él leía en voz alta los nombres de los negocios: Mrs. Field's Cookies, Robinson's C&A, Lob, Disney Store, Sears, Liverpool, Bath and Beyond, Max, Palacio de Hierro, Shasa, Waldenbooks.
Ella no podía evitar observar a la gente que pasaba rápidamente a su lado. Ellas con bucles rosados, ellos con el cabello en largas crestas. ¡Y la ropa! Escandalosa. En su tiempo, una mujer en ropa interior era como si estuviese desnuda, ¡Pero estas mujeres! Se les veían los brazos y las piernas, ¡por todos los Santos, mostraban hasta el vientre!

Estaba mirando absorta a un joven que llevaba puesta una camisa sin mangas y los pantalones tan bajos en la cadera que no entendía como no se le caían, cuando Naruto la condujo dentro de uno de los negocios.
Nuevamente, se encontró a sí misma examinando, esta vez, los estantes con zapatos y botas de estilos y colores inimaginables. La guió hasta una escalera que se movía. Dio un respingo hacia atrás cuando él intentó hacer que subiese.
—Vamos —dijo él—. No hay nada que temer. Esto es una escalera mecánica. Es segura. Da un paso cuando yo lo haga. —La sostuvo firmemente del brazo—. ¿Lista?
Asintió dubitativa.
—Vamos.
Ella jadeó cuando puso el pie en el escalón, habría caído si no la hubiese asido del brazo. Antes de que pudiera decidir qué debía hacer con este nuevo modo de transporte, habían llegado a otro nivel, tan atiborrado y ruidoso como el anterior.
—¿No fue tan terrible, no es así? —preguntó Naruto.
Momentos más tarde, la llevó con una mujer alta, vestida con un severo traje negro. Después de instruir a la mujer para que ayudara a Sakura a elegir todo lo que necesitase sin importar el costo, buscó una silla y se sentó a esperar.
Sakura se sintió un tanto avergonzada cuando la mujer le estudió deteniéndose en su vestido arrugado, las botas, el cabello despeinado.
Las dos horas siguientes le resultó algo atemorizantes en un principio. La mujer la llevó de un lugar a otro mostrándole todo tipo de vestimenta, preguntándole cuál le gustaba. Sakura se sintió abochornada cuando le preguntó su talla y no supo qué contestar.
Después de un momento, con los brazos cargados de ropa siguió a la mujer hasta una pequeña habitación. Sakura estaba perpleja al ver su propia imagen mirándola fijamente. Tímidamente colocó la mano sobre el vidrio

—Pierda cuidado, se lo aseguro —dijo la mujer— nadie puede verla del otro lado.
—¿Del otro lado? —Sakura retrocedió un paso, peguntándose si el espejo sería una puerta mágica al más allá.
—Del otro lado del espejo. Conozco algunas mujeres que se sienten incómodas desde que apareció esa historia en la Web sobre probadores con espejos a través de los cuales se las podía ver, le puedo asegurar que no debe preocuparse por eso aquí.
Sin querer evidenciar ignorancia, Sakura guardó silencio. ¿Una historia en la red? ¿Qué tendrían que ver las arañas con los espejos?
Mientras Sakura seguía intentando desvelar el misterio, la mujer comenzó a desabotonarle el vestido. Era una experiencia nueva, el que una mujer la ayudara mientras se probaba una prenda íntima. Nueva pero necesaria, pensó mientras la mujer la ayudaba a colocarse algo llamado sostén, y luego le alcanzó algo llamado braguitas. Sakura quedó maravillada no sólo por el color azul tan brillante, sino también por la sedosa textura.
—Son preciosas, ¿no es así? —le preguntó la mujer sonriendo.
—Sí, por cierto pero... ¿esto es todo? —Sakura las sostuvo en alto—. Quiero decir, no cubre demasiado.
Ella se sonrojó cuando la mujer rió asegurando que las pequeñas, realmente pequeñas, también cubrían todo lo que era necesario.
Sakura se probó pantalones, blusas y atuendos de noche, vestidos y faldas, combinaciones largas y cortas, asombrada por la variedad de colores, ricas texturas y bordados de cada prenda. ¡Su ropa parecía deslucida en comparación con estas galas!
Naruto estaba esperándola cuando salió del probador. Permaneció de pie, vistiendo un par de vaqueros y un lindo jersey verde oscuro, esperando su reacción, se sorprendió al descubrir que le importaba lo que él pensara. Nunca antes había usado pantalones. Le iban ajustados y los sentía algo extraños, pero le habían gustado apenas los vio. Aun así, no podía evitar mirar alrededor, peguntándose si la gente la estaría observando, escandalizada por cómo le marcaban las piernas y el trasero a la vista de todos, pero nadie parecía prestarle atención, nadie salvo Naruto. Avergonzada por su mirada penetrante, bajó la vista a los pies. Nunca había usado zapatos tan livianos, se sentía casi como estar descalza.

Cuando levantó la vista nuevamente, Naruto le sonrió.
—Estás increíble —dijo con voz ronca—. Hermosa.
Sus palabras la llenaron de placer.
—Me siento algo extraña.
—¿Conseguiste todo lo que necesitas?
Miró hacia donde estaba la vendedora, cargada con toda la ropa.
—Creo que tengo más de lo que necesito.
—Espera, debo pagar —dijo él riendo.
—¿Con qué le vas a pagar?
—Con dinero, por supuesto.
Sostenía algo que parecía un pequeño trozo de papel duro.
—Es una tarjeta de crédito. Les doy esta tarjeta y ellos me entregan una factura por la cantidad correspondiente.
Ella asintió. Rara vez había visto dinero. Apenas algunos chelines de tanto en tanto, una vez un rial español. En su hogar, no necesitaba dinero. Ella canjeaba sus pociones por comida y otras cosas que necesitaba.
Naruto siguió a la mujer hasta un gran escritorio y le extendió la tarjeta de crédito. Ella le dio un trozo de papel que él firmó, y luego le devolvió la tarjeta.
Sakura miró cómo la mujer doblaba todo y lo colocaba en unas bolsas hechas de un extraño material. Sakura observó a Naruto especulativamente.
—Debes ser muy rico.
—Tengo lo suficiente para mantenerme —dijo juntando las bolsas—. ¿Lista para irnos?
Ella asintió.
—¿Quieres ver o hacer algo más? —Naruto preguntó mientras caminaban por el centro comercial.
—Creo que no.
—¿Tienes hambre?
—Sí.
Naruto miró a su alrededor. Si había algo sobre lo cual era totalmente ignorante era la clase de comida que ofrecían en lugares como McDonald’s y Burger King. Había un lugar que vendía pollo y otro pizza entera o en porciones.
—¿Qué quieres comer? —preguntó él mareado por la mezcla de olores de tanta comida preparada en un lugar tan pequeño.
Ella miró a su alrededor, evidentemente tan confundida como él.
—No sé.
—Bien, vamos —dijo mientras se encaminaba hacia otro lugar que vendía hamburguesas y perritos calientes. Compró uno de cada clase, una ración de patatas fritas, un batido de chocolate y un vaso de agua, luego buscó una mesa vacía.
Sakura examinó la comida que estaba en la bandeja y miró a Naruto.
—¿Esperas que coma todo esto?
—No sabía cuál te gustaría, por eso... —Señaló cada uno de los platos, explicándole lo que eran. —Prueba todos, hasta que encuentres el que te agrade y deja el resto. Si ninguno te gusta, iremos a otro lugar.
Cogió la hamburguesa y le dio un mordisco, lo masticó concienzudamente, lo tragó y mordió otro.
Terminó la hamburguesa, el batido, las patatas fritas y mitad del perrito caliente, luego se reclinó con un suspiro.
—Creo que te gustó todo —musitó Naruto burlonamente.
—Estaba muy rico, especialmente el batido.
Gruñó suavemente. Chocolate. Le gustaba a la mayoría de las mujeres, aunque no tenía la menor idea de por qué.
Recorrieron otros negocios antes de abandonar el centro comercial. Le dejó elegir un peine y un cepillo. También le compró pasta de dientes, un tostador, una plancha, y le explicó para qué se usaba cada cosa. Además, compró artículos de cubertería, suponiendo que ella estaría cansada de usar los de plástico.
Ella se le colgó del brazo mientras bajaban por la escalera mecánica hasta el primer piso.
Sakura estaba más tranquila en el coche camino a casa. Le hizo numerosas preguntas, la mayoría sobre la gente y las costumbres de la época. Al llegar, Morgana los estaba esperado en el porche delantero.
Naruto metió los paquetes y encendió el televisor, pensando que era la mejor manera para que aprendiera sobre la vida del presente siglo.
Tan pronto como Sakura se sentó, Morgana saltó a su regazo maullando vivamente.
Sakura la acarició hasta que la gata se quedó quieta, luego se concentró en las imágenes de la pantalla. Observó todo ávidamente, con los ojos bien abiertos, mientras Naruto cambiaba de un canal a otro y le explicaba lo mejor que podía lo que estaba viendo: aviones y autobuses, trenes y motocicletas, teléfonos y aspiradoras, lavavajillas y secadoras, móviles y mini ordenadores portátiles. Después de recorrer los canales durante un momento, dejó una película reciente suponiendo que la ayudaría a entender como vivía la gente en la actualidad.
Después de un rato, Sakura perdió interés en las imágenes que estaba viendo. En cambio, se descubrió mirando furtivamente a Naruto. Tenía rasgos fuertes, severos y masculinos.
Se preguntó si le gustaría ser un vampiro. Le había dicho que no tenía amigos vampiros. No parecía probable que tuviese amigos mortales. ¿Pasaría todo el tiempo solo?
No sabía mucho de eso, no se podía imaginar cómo sería vivir sin amigos ni familia durante cientos de años. Una existencia tan solitaria. Se preguntaba por qué alguien querría vivir así.
—¿Sakura? —Su voz interrumpió lo que estaba pensando y se dio cuenta de que lo había estado mirando fijamente—. ¿Algo anda mal?
—Todo —contestó ella—. No pertenezco a esta época ni a este lugar. —Acarició la cabeza de la gata—. No creo que llegue a pertenecer nunca.
—Lo harás, seguramente. Quizás te lleve un tiempo acostumbrarte, pero eres joven. Aprenderás.
Una lágrima le rodó por la mejilla y cayó en la cabeza de la gata.
—Ah, Sakura chan. —Se acercó y la cogió en sus brazos. Al principio, ella intentó mantenerse alejada, pero luego, con un suspiro, cayó contra su pecho. Con un suave siseo, Morgana se alejó y se acurrucó frente a la chimenea.
Las lágrimas de Sakura le humedecieron la camisa. Su perfume le llenó los orificios de la nariz, no el olor de su sangre sino la esencia de su piel de su pena. Le acarició el cabello, le deslizó la mano por la espalda, sintió su temblor en respuesta a su caricia. Colocándole un dedo en el mentón, le inclinó la cabeza hacia atrás, las miradas se encontraron.
A pesar de su inocencia respecto de los hombres, su mirada reveló que reconocía la razón de la fogosidad en los de él.
Sacudió la cabeza mientras él se inclinaba sobre ella.
—No.
—¿No?
—Besar —dijo ella con una mueca—. No me gusta.
—¿De veras? —Le cogió la cabeza entre las manos—. Quizás podría lograr que cambies de opinión —murmuró él— atrapándole los labios con los suyos.
Con los ojos abiertos, Sakura le colocó las manos en los hombros, preparada para empujarlo, pero apenas sintió la caricia de su boca, toda idea de alejarlo desapareció. Sus labios eran fríos y, aun así, el calor le inundó todo el cuerpo, provocándole un aleteo en el estómago que jamás había sentido, y la indujo a apretarse contra él.
Cerrando los ojos, le envolvió los brazos alrededor de la cintura, deseando aferrarlo más cerca, más fuerte. Se fundió contra él, deseando que el beso nunca terminara, y una parte de ella intentaba discernir por qué el beso de Rock Lee no la había inundado con ese fuego líquido que le provocaba Naruto. Pero fue un pensamiento fugaz. Al profundizar el beso Naruto, le rozó el labio inferior con la lengua. Ella jadeó ante la emoción por el placer que le embargaba, gimió suavemente, mientras él repetía el gesto.
Estaba casi sin aliento cuando él apartó los labios. Perdida en un mundo de sensaciones, su cabeza aún tambaleante, lo miró fijamente.
—Más —susurró.
—Pensé que no te gustaba besar.
—Nunca fui besada así. —Sintiéndose repentinamente osada, le deslizó la mano por la nuca—. Bésame otra vez.
Estaba feliz de complacerla. Era suave y dulce, estaba ansiosa por explorar los placeres sensuales nuevos para ella. Sin apartar la boca de la de ella, se recostó en el sofá, llevándola con él hasta que quedaron uno al lado del otro. Pudo sentir como brotaba su pasión virginal al apretarse contra él, sentir moldeando su cuerpo al suyo.
Con las manos, le recorrió los hombros, bajó hasta las nalgas, ciñéndola contra él, dejándola sentir la evidencia de su creciente deseo.
Ella gimió suavemente, un sonido ronco mezcla de ansia y agitación. Estaba yendo muy rápido para ella, lo sabía, pero no podía detenerse. La deseaba, aquí y ahora, con los ojos muy abiertos y algo asustada, devorada por sus besos.
—¿Sakura... ?
Podría haberla seducido con su poder preternatural, pero no la quería de esa manera. La deseaba cálida y dispuesta en sus brazos, en su cama.
Parpadeó al mirarlo, los ojos nublados de deseo.
—¿Quieres que me detenga?
Lo pensó por un momento, y luego asintió.
No estaba sorprendido, pero no pudo evitar sentirse contrariado. Aunque ya no era mortal, era todavía un hombre, con sus necesidades. Viviendo sólo, sin estar dispuesto a confiar en nadie por temor a ser traicionado, solía mantener solamente relaciones de una noche. No tenía inconvenientes para conseguirlas. Las mujeres se sentían atraídas hacia él sin saber por qué. Por supuesto, siempre había bares como el Nocturno que reunía a aquellos que se consideraban criaturas de la noche. Las mujeres usaban largos vestidos negros, lápiz labial negro y abundante sombra oscura en los ojos. Algunas de ellas usaban colmillos falsos. Los hombres lucían abrigos de cuero negro y una actitud desafiante. El Nocturno era uno de sus cotos de caza preferido. Uno de los pocos lugares donde podía ser él mismo.
La besó una vez más, luego inhalando profundamente, y se puso de pié.
—Es tarde —dijo—. Debes dormir un poco.
Ella se sentó, sin mirarlo a los ojos.
—Estás enojado conmigo.
—No.
Le ofreció la mano, sintió cómo le subía un calor por el cuerpo cuando apoyó la mano en la de él y le permitió que la ayudara a ponerse de pié.
Sin soltarle, la condujo escaleras arriba hasta el dormitorio, donde no pudo evitar besarla otra vez. Ella no se apartó cuando dejó de besarla, sólo permaneció de pie, viéndose algo confundida. Con un quedo gruñido, le dio un suave empellón haciéndola entrar a la alcoba, luego cerró la puerta tras ella.
Era pasada medianoche. Hora de cenar.
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Mensaje por Leon Dom Sep 14, 2014 4:41 pm

Seguramente a Sakura le va costar adaptarse a un época tan distinta y con tantos cambios en relación a la suya, pero va muy bien. Y descubrió que lo besos si le gustan o mejor dicho los besos de Naruto, por supuesto no se puede comparar un beso robado de un neófito a los besos de un ser que seguramente a lo largo de cientos de años se ha perfeccionado en las artes amatorias.

Y Naruto cada vez esta mas ligado emocionalmente a Sakura, ella le brinda la calidez que quizá no siente en siglos donde ha estado acompañado de soledad y desconfianza.

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Mensaje por kumiko Jue Sep 18, 2014 1:12 am

lo se Pensativo es un poco corto para los próximos capitulo la historia se pondrá bastante densa Billetes Billetes

Capitulo 13

Naruto deambuló por las calles oscuras, escuchando los sordos sonidos de la noche: el zumbido de las alas de la mariposa nocturna, el susurro de la oronda araña gris trepando la pared de ladrillo resquebrajada, el distante ladrido de un perro.
Se podría haber transportado al lugar de destino. Podría haber cogido el Volvo, pero disfrutaba de caminar sólo, tarde en la noche, mientras el resto de la ciudad dormía.
En su paseo, vio un viejo borracho salir del callejón, más adelante una joven pareja en un coche aparcado, abrazados, la ventanilla empañada.
Un coche de policía avanzaba lentamente, a la par suya. El policía sentado en el asiento del acompañante le echó una mirada, luego giró la cabeza hacia su compañero para decirle algo, el coche aceleró la velocidad, desapareciendo a la vuelta de la esquina.
Naruto gruñó suavemente. Solía ser detenido e interrogado por la policía. Tendían a sospechar de alguien caminando en la calle a esas horas de la noche. Estos dos oficiales lo conocían, ya lo habían detenido un año atrás, interrogado, y chequeado su identificación. Cuando le preguntaron sobre la hora tan peculiar de su caminata, Naruto adujo que sufría de insomnio. Le advirtieron que fuera precavido y lo dejaron ir. Seguía siendo detenido ocasionalmente, cuando había un policía nuevo patrullando.
Continuó su marcha, con los sentidos atentos a todo lo que le rodeaba, sus pensamientos se dirigían hacia Sakura como manipulados por hilos invisibles. ¿Qué haría con ella ahora que la tenía aquí? Era totalmente dependiente de él, para su asombro, la idea le resultaba agradable. Pero ella tenía una mente despierta; no le llevaría mucho tiempo acostumbrase a las cosas del siglo veintiuno, y aunque no había mucha demanda de brujas en estos días, estaba seguro de que podría encontrar la forma de ganarse la vida, si eso era lo que quería, aunque no tenía necesidad de trabajar. Podía mantenerla si decidiese quedarse con él. Y si ella quería irse... ¿entonces qué?
No la retendría en su casa en contra de su voluntad, aunque la idea lo tentara más de lo que debería. La podría convertir en su criatura, mantenerla a su lado, hechizarla para saciar sus ansias, beber su dulzura toda vez que lo desease... ¡Oh, sí! la idea era ciertamente tentadora. En el pasado, cuando las mujeres eran poco más que un objeto para él, habría hecho justamente eso, no solamente para satisfacer sus deseos, sino incluso para salvar a una joven mujer cuyo marido había abusado de ella, tanto verbal como físicamente, hasta resultar poco más que una temerosa cáscara de mujer. Naruto se había hecho cargo del hombre, y luego había puesto a la joven bajo su protección. Le había buscado un lugar seguro para vivir, la había alimentado, vestido y cuidado hasta que falleció.
—Tenten —compartió su nombre con la noche. No había pensado en ella por más de un siglo.
Encontró a su presa saliendo de un club nocturno ubicado en una exclusiva zona de la ciudad. Era de cabello rubio y cuerpo escultural, con profundos ojos verdes y piel acaramelada. Vestía ropas costosas: un ceñido jersey negro escote en «V», un par de ajustados pantalones blancos, y una chaqueta de cuero del mismo color.
Le dirigió una mirada complice.

—Lo siento, dulzura —ronroneó—, pero es tarde y estoy camino a casa.
—Te acompaño —dijo ajustando el paso al de ella.
—No voy a pie.
Extrajo un llavero del pequeño bolso negro y abrió la puerta de un lujoso coche último modelo.
Naruto miró a su alrededor. Podía tomarla, aquí y ahora, en el coche, pero siempre existía la posibilidad de ser visto. Sería mejor llevarla a casa, donde no habría riesgos de ser descubierto.
—Seré tu chofer por esta noche.
—No será necesario, Yo... —Lo miró a los ojos, arrastró las palabras como si le dominase la mente. Sonrió hipnotizada. —Sí, por supuesto.
—Con mucho gusto.
Le cogió las llaves de la mano, la escoltó hasta la puerta del acompañante, la abrió y le sostuvo la mano mientras subía. Regresó al lugar del conductor, se acomodó detrás del volante y colocó las llaves de encendido. El coche arrancó con un tenue gruñido.
—¿Dónde vives? —preguntó saliendo del estacionamiento.
Le dio la dirección, se recostó en el asiento con las manos en el regazo y los ojos perdidos mientras él le leía la mente.
En el camino, descubrió que era una conocida modelo, divorciada hacía poco de un famoso actor; y que era el único soporte de sus hermanos y de su abuela inválida.
Una buena chica, musitó Naruto mientras aparcaba el coche.
Vivía en el último piso de un alto edificio. El ascensor los llevó rápidamente hasta su apartamento. Las paredes eran de un blanco sobrio y los muebles de cuero negro. Algunos objetos de un rojo subido eran los únicos detalles de color: un florero de color rojo sangre sobre la repisa de la chimenea, un par de cojines rojos, un pájaro de cristal rojo tallado.
La mujer, su nombre era Temari, encendió las luces, se quitó la chaqueta de los hombros y se sentó en el sofá, esperando.
Naruto se sentó junto a ella, deslizándole el brazo alrededor de los hombros. La confusión brilló en los ojos de la mujer.
—No me harás daño, ¿no es así?
Echó una ojeada al pulso latiendo en el hueco de su garganta. Aspiró profundamente el olor a vida vibrante.
—No, Temari, en absoluto. —Le acarició la mejilla—. Cierra los ojos querida. No sentirás nada.
El sonido de su voz la calmó. Cerró los ojos. Recostó la cabeza en su brazo, exponiendo la esbelta curva del cuello.
Deslizó la punta de los dedos sobre su piel, luego se inclinó, lamiéndole la piel sensible debajo de la oreja.
Ella suspiró al sentir los dientes clavarse en su piel. Gimió de placer mientras él tomaba lo que necesitaba, hizo un suave sonido de protesta cuando él levantó la cabeza.
—No te detengas. —Le colocó la mano detrás de la cabeza, acercándola hacia ella nuevamente—. No te detengas.
Cerró los ojos, luchando contra la urgencia de tomar lo que ella le ofrecía, de beberle la vida, totalmente. Pasado, presente y futuro. Beber y beber hasta estar satisfecho, saciado.

Pero ella era el único soporte de su familia. Privarla de la vida significaría condenar a sus hermanos y a la abuela a una vida de pobreza. Conocía demasiado bien lo que era eso.
—Esta noche no, querida —musitó—. Ahora dormirás. Te olvidarás de mí. Olvidarás todo lo que ha sucedido.
Elevó los ojos llenos de tristeza.
—No quiero olvidarte.
—Lo sé.
Atrapó su mirada, con el poder de su mente seleccionó los recuerdos que la mujer tenía de la última media hora.
—Pero olvidarás —dijo quedamente.
Una lágrima le rodó por la mejilla y luego su expresión se puso en blanco. Un momento después, estaba dormida.
Naruto se puso de pie y abandonó el edificio. Cuando la mujer despertara, no habría ni rastro de él en su memoria, ni de cualquier otra cosa que hubiese sucedido después de que dejara el club nocturno.
Silbando suavemente, regresó a casa.

Se detuvo en los peldaños de la entrada, elevó el rostro para mirar las estrellas que se arremolinaban sobre su cabeza. La eternidad yacía allí, más allá de la Vía Láctea. ¿Cuántas veces había permanecido de pie así, contemplando el más allá, preguntándose qué le aguardaba si la muerte lo encontrase? Durante el curso de su existencia, había matado incontables veces, algunas en defensa propia, otras porque la tentación de beber hasta saciarse era mayor de lo que podía soportar. ¿Debería responder por las vidas que había quitado porque había sido demasiado débil para resistir? ¿Ardería en los fuegos del infierno inmisericordioso durante toda la eternidad, o aun alguien como él podría ser redimido? No había solicitado el Oscuro Don. ¿Debería ser castigado por lo que había hecho para sobrevivir?
Lanzó un suspiro. Lamentaba las vidas que había quitado. No hacía mucho, había considerado terminar con su existencia, pero luego había encontrado a Sakura. Ella le había otorgado significado y brillo a su vida, le había dado algo que desear cuando la luna ahuyentaba al sol del cielo.
Un cambio de viento le trajo su aroma. Giró hacia su ventana. Una brisa errante le acercaba la fragancia de su cabello, de su piel, de su ser.
Un pensamiento lo arrastró a lado de su cama. Dormía de espaldas, ocultándole el rostro. La luz de la luna se filtraba a través de la ventana, cubriéndole el rostro de luces y sombras. Era la criatura más hermosa que había visto en siglos. Y estaba aquí, en su casa, en su cama. Para que la tomase...
Aunque acababa de alimentarse, la bestia se removió en lo profundo de su ser. Reclinándose, separó con suavidad un rizo de cabello de su cuello. Pudo ver el pulso latiendo allí, lento y constante. Lo acarició con la yema del dedo, sintió cómo su corazón latía al compás del de ella.
Se le hizo agua la boca.

Le crecieron los colmillos con el discurrir de sus pensamientos.
Sólo un poco. ¿Qué daño le haría?
Deslizó la lengua por la sedosa tibieza de su piel, cerró los ojos con placer sensual, y luego, maldiciéndose por lo bajo, perforó la carne tierna. Fue el más suave de los mordiscos, apenas un rasguño produciendo sólo unas gotas de sangre. Pero fue suficiente. Suficiente para descubrir que nunca la dejaría ir.
Cerró la herida con una caricia de la lengua y luego, murmurando una maldición soez, se dio la vuelta y huyó de la habitación antes de rendirse al demonio que moraba en su interior.

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Mensaje por Leon Jue Sep 18, 2014 3:41 pm

Que excitante vida lleva Naruto, salir a la luz de la luna, hechizar a una mujer cuya bella es fascinante y probar su carne y su sangre...

Pero ahora Sakura se convirtió en la mas sublime de las adicciones, ya probo su sangre y la quiere solo para él, quizá para toda la eternidad!

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Mensaje por el santo pegaso Sáb Sep 20, 2014 2:25 pm

¿Que hará ahora naruto que probo la fruta prohibida?, por que sakura despierta muchas cosa en el, cosa que quizás creía superadas o perdidas.

esperemos que sakura, no descubra el pequeño pecado de naruto.
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Mensaje por kumiko Dom Sep 21, 2014 10:59 am


espero que le guste y sin mas preámbulo el cap 14


Capitulo 14


Tuvo un sueño, un oscuro sueño sensual, y en él vio a un hombre de pie en las sombras, un hombre alto y de anchos hombros vestido con una larga capa negra. Se mimetizaba en la oscuridad como si fuese parte de ella. No pudo ver su rostro pero supo que era él, el extraño, Naruto Uzumaki. Pudo sentir su poder sobrenatural recorriéndole la piel, percibir su mirada en su rostro. Su soledad le susurró un grito mudo de desolación y dolor que le penetró el corazón. Trató de acercársele y él retrocedió, dirigiéndose a un lago de luz de luna que proyectó sombras plateadas en su largo cabello rubio. Percibió la tristeza en los ojos azules, anheló consolarlo. Intentó alcanzarlo una vez más, sintió el ruido de un fugaz movimiento, un cambio sutil de la textura de la noche, ya no estaba fuera sino acostada en su cama y una extraña presencia hacía sombra sobre ella. Vio el resplandor de filosos dientes blancos, abrió la boca en un mudo grito cuando sintió el pinchazo de los colmillos en la garganta...
Sus propios gritos la despertaron. Se sentó, encendió la luz junto a la cama, examinando la habitación. Una suave brisa mecía las cortinas de la ventana. Frunció el ceño con la certeza de haber cerrado la ventana antes de irse a dormir.

Se levantó, se dirigió al baño y encendió la luz, luego se miró en el espejo del botiquín. Era, según creía, el único espejo en la casa. Levantándose el cabello, giró la cabeza hacia ambos lados. ¡Allí! ¿Era un mordisco? El terror le congeló la boca del estómago. Se acercó al espejo, entrecerró los ojos para ver mejor, y luego frunció el ceño. Habría jurado que tan solo unos segundos atrás había una mordedura, pero ahora había desaparecido ¿Lo habría imaginado?
Con un suspiro apagó la luz y regresó a la cama, abrazó a Morgana, agradecida de su presencia. Y luego notó que la gata estaba mirando fijamente hacia la ventana, con un grave gruñido rondándole en la garganta.

El terror estrujó el corazón de Sakura una vez más.
—¿Quién está ahí? ¿Naruto, eres tú?
En un torbellino de motas plateadas, se materializó de pie frente a ella. Aun a la luz tenue de la extraña lámpara, parecía ser parte de la noche.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó.
Echó una mirada a su cuello.
—Escuché tu grito.
De repente, sintió calor en la parte de atrás de la oreja y se la cubrió con la mano.
—¿Qué me has hecho? —preguntó, su voz se estranguló— ¿Me has convertido en lo que eres tú?
—No, mi dulce Sakura, no te he sometido a la maldición del Oscuro Truco…
—¿Pero me has mordido? Tomaste mi sangre mientras dormía.
Él asintió.
—¡Me habías prometido que estaría a salvo aquí!
Disgustada por la furia en la voz de su ama, Morgana saltó a sus pies, siseando.
—Y a salvo estarás —dijo Naruto.
Lo miró enfurecida.
—¿A salvo? ¡Ja!
—Perdóname, Sakura. Tan sólo probé, apenas una gota.
—No eres más de fiar que el zorro que le prometió al ganso que no le haría daño si le ayudaba a cruzar el lago.
Alzó una ceja, esperando su explicación.
—Cuando el zorro llegó a salvo a la otra orilla, atacó al ganso. El pobre animal agonizante, le preguntó por qué lo había traicionado. «Es mi naturaleza» respondió el zorro. —Lo miró fijamente con ojos acusadores—. Al igual que el zorro, me temo que no puedes cambiar tu naturaleza. Como el ganso, siento que me he equivocado completamente al depositar mi confianza.
Naruto gruñó quedamente.
—Piensa lo que quieras, Sakura Haruno —dijo suavemente, y desapareció de su vista.
Lo miró fijamente. No podía permanecer allí. Recordaba demasiado claramente el sueño que había tenido antes de que él llegara a su cabaña y la fría certeza que tuvo al despertar de que moriría por su mano.

Las cosas parecían menos siniestras a la clara luz del día. Se levantó, se metió en la ducha y cerró la puerta. Qué maravilla tener agua caliente cada vez que uno lo desease sin tener que calentarla en el fuego o lanzar un hechizo. Permaneció debajo del agua, disfrutando el lujo de la tibieza.
Al dejar el baño, se percató de que las cajas y bolsas que contenían la ropa que había elegido la noche anterior estaban en el suelo junto a la cama. Naruto debió haber traído los paquetes en algún momento durante la noche, mientras ella estaba dormida. El pensar en él en su habitación, observándala mientras dormía, bebiéndole la sangre, le provocó un escalofrió que le recorrió la espalda.
Hurgó los paquetes a la búsqueda de una muda de ropa, cogió lo que necesitaba para el día, dejando el resto de las cosas en las bolsas ya que no tenía espacio en el armario ni en la cómoda.
Se vistió rápidamente, se pasó el cepillo por el cabello, luego, descalza, bajó para desayunar. Entró en la cocina, miró a su alrededor, intentando recordar las cosas que le había dicho, susurrando quedamente el nombre de cada objeto: cocina, frigorífico, fregadero, triturador de residuos, lavavajillas. Inventos tan maravillosos. Realmente, era una época mágica.

Abrió el frigorífico, asombrándose otra vez de que esa gran caja guardase la comida fría sin medios visibles. La electricidad los mantenía fríos, según lo que le había dicho Naruto. Electricidad. Para Sakura, era tan sólo otro nombre de la magia moderna. Había aprendido que era la electricidad lo que hacía funcionar a la televisión, enfriaba la casa en verano, permitía que las lámparas dieran luz. ¿Cómo podía ser que la misma fuente pudiese proveer calor y frío así como luz?
Retiró dos huevos y el jamón del frigorífico y los colocó en la encimera. Encontró una sartén y la colocó en la cocina. Y luego permaneció de pie, preguntándose si se atrevería a encender la cocina. ¿Qué sucedería si hacía algo mal? Regañándose a sí misma por sus temores, encendió el fuego delantero como Naruto le había mostrado. Si iba a vivir en ese sitio, necesitaba aprender cómo hacer esas cosas. Rompió los huevos en la sartén y le agregó dos lonjas de jamón

Mientras esperaba a que la comida se cocinase, le colocó manteca a dos rebanadas de pan, notando que cada rebana del paquete era exactamente del mismo tamaño que la otra. Revolvió los huevos y el jamón, y dio un pequeño brinco cuando la grasa le salpicó la mano. Después de llenar un vaso con suero de mantequilla, sirvió un poco en un pequeño recipiente para Morgana. Apagó la cocina, sirvió los huevos y el jamón en un plato y se sentó a la mesa.

Miró por la ventana mientras comía, preguntándose dónde pasaría Naruto las horas del día, preguntándose cómo sería dormir como vampiro. ¿Sería realmente parecido a estar muerto o soñaría? Había oído que los vampiros eran vulnerables mientras el sol estaba en alto, que podían ser destruidos mientras descansaban ¿Dormiría aquí, en la casa?
Cerró los ojos, se acercó a él con la mente, pero no podía percibir su presencia, ni siquiera un indicio de que estuviese en cualquier otro lugar cercano. Se quedó perpleja ante la irresistible urgencia que sentía de verlo mientras dormía. ¿Acaso sería el mismo tipo de curiosidad que lo trajo a su alcoba anoche?
Después de terminar la comida, colocó el plato y el vaso en el lavavajillas y cerró la puerta. Con un movimiento de su mano y un pequeño hechizo lavó y secó la sartén y la guardó. Podría haber lavado los platos de la misma manera pero había sentido curiosidad por ver cómo funcionaba el artefacto.
Dejó la cocina, fue hasta la sala y se sentó con Morgana a su lado. Acomodándose en el sofá, encendió el televisor. Por un momento, se sintió a gusto allí, cambiando los canales. No entendía todo lo que veía. Algunas veces la pantalla se llenaba de caballos y hombres con grandes sombreros, otras veces aparecían coches y aviones, y otras, aparecían dragones y caballeros. ¿Habrían existido todos en la misma época y lugar? De ser así, ¿cómo habría sido posible? Tendría que preguntárselo a Naruto la próxima vez que lo viese.

Se puso de pie y comenzó a explorar la casa con más detenimiento que en las veces anteriores. Curioseó dentro de los aparadores y alacenas, espió detrás de las puertas, revisó el sótano y el altillo. El sótano estaba vacío, en el altillo había varias piezas de mobiliario y dos grandes baúles, ambos cerrados con llave.
Regresó a la sala, se desplomó en el sofá, preguntándose dónde más podría buscar. Se rehusaba a admitir que estaba buscando su lugar de descanso, pero estaba terriblemente desilusionada porque había fracasado en hallarlo, y aunque hubiese encontrado su refugio, ¿Qué habría hecho, suponiendo que hubiera podido entrar? Y de haber logrado ingresar, ¿Querría realmente verlo dormir el sueño de los muertos? Hizo una mueca ante ese pensamiento, aunque poco sirvió para disminuir su curiosidad.
Con un pequeño bufido de enfado, admitió que probablemente estaba perdiendo el tiempo. Por lo que ella sabía, pasaba las horas del día en algún lugar fuera de esa casa.
Permaneció sentada durante varios minutos y luego, cansada de ver las imágenes en la pantalla, volvió al altillo.

Con un simple hechizo, abrió el primer baúl. Sonriendo de placer, levantó la tapa, y frunció el ceño al extraer varios vestidos, enaguas y tres pares de medias largas de lana. Al examinar la ropa, notó que le resultaba mucho más familiar que el estilo de vestimenta que las mujeres usaban actualmente, era similar a la que ella solía usar en su época. ¿Por qué Naruto guardaría un baúl lleno de ropa vieja? ¿Habría pertenecido a su madre? ¿Una hermana? ¿Una esposa...?
Hurgando un poco más en el baúl, encontró un cepillo, un peine, más calcetines, un puñado de lazos coloridos, un par de peines de carey, así como también, una pequeña taza de peltre. Había un espejo oval envuelto en papel de diario, una pequeña jarra de vidrio, una flor seca en una caja, una pequeña manta blanca, una batita de bebé, y par de escarpines, una pequeña gorra y una muñeca de trapo.

Cuidadosamente, colocó todo de nuevo en el baúl y abrió el segundo cajón.
Éste contenía una cantidad de objetos diversos: una caja llena de monedas distintas, una daga curva con mango enjoyado, un reloj de cadena de plata, un par de pantalones de un color gris terroso y una camisa de lino. Había una navaja recta con la hoja todavía afilada y un tazón de afeitar. De alguna manera, sabía que esas cosas pertenecían a Naruto, que habían sido parte de su vida antes de convertirse en un vampiro.
Colocó todo de nuevo en su lugar y luego cerró la tapa.

Después de haber revisado ambos baúles, procedió a examinar el mobiliario. Había un sofá cubierto de terciopelo rojo, una mecedora, una cómoda de tres cajones, un reloj. Una pequeña mesa con la cubierta laboriosamente tallada que contenía un compartimente forrado con cobre. Tenía un dejo a tabaco.
Sintió hambre de nuevo, fue a la cocina y se preparó un sándwich de mermelada y manteca de cacahuete como lo había hecho una mujer en la televisión. Mordió un bocado, lo masticó con fruición, y sonrió. Llevándose el sándwich se dirigió afuera y caminó por el jardín. Morgana avanzaba entre sus talones, corriendo de tanto en tanto para investigar alguna esquina del lugar.
Sakura se sentó en un banco, admirando el cambio de tonalidad de las hojas y flores que se abrían tardíamente mientras Morgana acosaba a un gorrión.
Después de un rato, regresó a la casa y encendió el televisor con el control remoto. Había algo fascinante en cambiar los canales, y lo hizo varias veces, hasta que se detuvo, atrapada por la visión de un gran lobo negro transformándose en un hombre que miraba fijamente a una mujer, que se convirtió en pájaro y huyó. Un horrible grito de agonía surgió de la garganta del hombre. Intrigada, Sakura se recostó en el sofá, con la cabeza apoyada en un cojín mientras observó cómo se desenvolvía la historia hasta el final, donde el bien triunfaba sobre el mal y el hombre lobo y la mujer pájaro era liberados del poder del clérigo maligno que los había maldecido.
Luego, comenzó otra historia. Con un bostezo, apagó el televisor y fue escaleras arriba hasta la habitación de Naruto. Abrió la cama, se cubrió con las mantas y cerró los ojos.
Se despertó con el sonido de Morgana gruñéndole al oído.
Al abrir los ojos, notó que había caído la noche. Naruto se encontraba sentado en la silla al otro lado de la cama, observándola con sus indescifrables ojos azul mar.
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Mensaje por Leon Dom Sep 21, 2014 3:50 pm

Pues con Naruto cerca de Sakura, ella si corre cierto peligro, el desea su sangre, pero no lo creo capaz de lastimarla, creo que posee el control, sin embargo al lado suyo seguramente correrá muchos peligros.

Y Sakura tiene una curiosidad bastante activa, haber sino se enoja Naruto al descubrir los hallazgos de Sakura y que tienen que ver cuando Naruto ere un hombre común y corriente.

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Mensaje por kumiko Lun Sep 22, 2014 9:36 am

Hola! bueno a qui les dejo el siguiente capi y espero que os guste

Capitulo 15

—¿Nadie te enseñó que es grosero mirar fijamente a la gente? —exclamó Sakura, molesta por despertarse y encontrarlo observándola tan incisivamente. Pensó que no era justo que él pudiese entrar a su alcoba mientras ella dormía al tiempo que él lo hacía en un lugar celosamente escondido.
—¿Nadie te enseñó que es grosero revisar las cosas ajenas?
¿Cómo lo supo?
Levantó el mentón desafiantemente.
—Me cansé de ver televisión. No la entiendo.
—Creo que ya te lo expliqué.
—Todavía no logro diferenciar lo que es real de lo que no lo es... ¿Cuál era la palabra? ¿Ficción?
—Si quieres, te lo explicaré de nuevo más tarde, esta noche.
Se sentó, con la manta alzada hasta el mentón aunque estaba completamente vestida.
—¿Qué haces aquí?
Alzó su oscura ceja.

—Ésta es mi habitación, ¿recuerdas? Mi ropa está aquí.
Lo recorrió con la mirada, notando que aún vestía la misma camisa y los mismos pantalones que la noche anterior.
Se puso de pie, se dirigió hasta la cómoda y extrajo una muda de ropa interior, luego fue hasta el armario y eligió una camisa y un par de pantalones. Ella advirtió que su color favorito era el negro.

—Voy a darme una ducha —dijo mientras se encaminaba al baño—, no me llevará mucho tiempo. Luego, llevaré mis cosas a otra habitación.
Ella asintió, pensó que se sentiría culpable de obligado a mudarse de habitación, pero en realidad no sintió culpa alguna. Después de todo, ella no le había pedido venir aquí.
Lo observó entrar al baño y cerrar la puerta. Un momento más tarde, escuchó el ruido del agua. Para su consternación, no pudo evitar imaginar a Naruto de pie, bajo la ducha, el agua cayendo por sus hombros y brazos, por el amplio pecho, por el vientre, por su...
Con un gemido, apartó esos pensamientos, horrorizada por el rumbo en que discurría su mente. No importaba que se sintiese atraída hacia Naruto Uzumaki, ni que ocupara sus sueños durante la noche y sus pensamientos durante el día. Aunque fuese el hombre más apuesto que había conocido en su vida, debía tener presente ante todo que no era un hombre. Amar a un vampiro... sería realmente una completa tontería.
Miró alrededor de la habitación tratando de pensar en cualquier otra cosa que no fuese en Naruto bajo la ducha, pero no pudo. Cuanto más intentó evitarlo, más nítida se volvía su fantasía. Había sentido la fuerza de sus brazos. ¿Sería el resto de su cuerpo también fuerte y musculoso? Se pasó la lengua por los labios, recordando la excitación que le produjeron sus besos, la manera en que todo su ser se había estremecido con su caricia. Aunque le avergonzase, deseaba fervientemente que la besara otra vez, que la sujetara nuevamente entre los brazos, y así, estrujar los senos contra su pecho. Se regañó a sí misma por esos pensamientos tan indecorosos. Nunca había tenido ese tipo de pensamientos hasta que lo conoció.

Se ruborizó cuando la puerta del baño se abrió. Lo miró fijamente, rezando por que no hubiese podido leerle la mente.
Aunque no dijo ni una palabra, por la mirada divertida de sus ojos, supo que él se había dado cuenta de sus veleidosos pensamientos. Silbando suavemente, abandonó la habitación.

Sakura se precipitó fuera de la cama, cerró la puerta y echó el cerrojo. Entró en el baño y cerró también la puerta, y echó una rápida mirada a la ducha, conciente de que Naruto permanecía aún en la casa, y que si deseaba entrar en la alcoba, el cerrojo no sería un impedimento.
Al salir de la ducha, cogió una toalla, se secó y se envolvió en ella maravillándose de su suavidad.
Regresó a la alcoba, extrajo una blusa de seda verde brillante de una de las bolsas, una falda blanca larga de otra, y ropa interior de una tercera. Se colocó un par de medias de seda cuya suavidad contra la piel le fascinó.
Tantos cambios en la moda, tanto en las telas como en el estilo, tanta variedad para elegir en este mundo nuevo. En su hogar no tenía más que tres vestidos, dos para todos los días y uno para ocasiones especiales y festividades. Ninguna mujer en la villa había usado pantalones. Simplemente, no lo hacian, ni siquiera, estaba segura, habían pensado en usarlos.

Se cepilló el cabello y luego los dientes, asombrándose cada vez más por las maravillas de la época de Naruto. Quién iba a imaginar, un cepillo para mantener los dientes limpios. Una cocina para preparar alimentos en tan solo segundos en vez de horas, máquinas para lavar los platos y la ropa, artefactos de cocina en vez de un caldero en un trípode. No podia recordar cuántas mujeres había tratado por quemaduras provocadas al prendérseles las faldas por acercase demasiado al hogar para revolver la cocción o remover el carbón.
Miró alrededor de la habitación en busca de un espejo, para examinar cómo se veía, pero recordó que no había espejos en la casa, salvo por el pequeño del botiquín. Por supuesto, asintio con una avergonzada sonrisa, Naruto no los necesitaba, ya que los vampiros no proyectaban ninguna imagen.
Respirando profundamente, corrió el cerrojo de la puerta y se dirigió escaleras abajo. Morgana la siguió entre los talones, maullando suavemente. Le abrió la puerta trasera de la cocina para que saliese.
Sakura lo encontró sentado frente al ordenador.
Mientras se le acercaba por detrás, observó cómo sus dedos volaban sobre el teclado.
—¿Qué haces? —le preguntó, espiando.
—Escribo.
—¿Qué escribes?
Se acercó más para ver, frunció el entrecejo al observar su nombre en la pantalla.
—Mi diario —replicó.
—¿Qué?
—He mantenido un registro de mi vida desde que me convertí en vampiro —explicó.
Al principio, había anotado pensamientos desordenados en trozos de papel, más tarde, los había mecanografiado. Con el advenimiento de la tecnología moderna, había pasado todo al ordenador con la vaga idea de que algún día podría escribir una novela basada en la historia de su vida. Debería ser considerada como una ficción, por supuesto. Nadie podría creer ni por asomo que pudiese ser una historia real.

—Me gustaría leerla —dijo Sakura.
—¿De veras?
Cerró el archivo, giró la silla para quedar frente a ella.
—Mucho, especialmente porque mi nombre figura en ella.
—Quizás algún día —contestó— ¿Qué te gustaría hacer esta noche?
—¿Qué escribiste sobre mí?
—Escribí sobre la manera en que hallé tu nombre en un libro y luego viajé a través del tiempo para encontrarte, y todo lo que ha sucedido entre nosotros desde entonces. ¿Bien, qué te gustaría hacer esta noche?
Lo miró fijamente, intentando imaginar cómo sería vivir tanto tiempo como él, haber visto todas las cosas maravillosas que debió haber presenciado durante su larga existencia.
—¿Sakura?
—¿Qué? Oh, me gustaría ver un poco más de la ciudad.
—Vamos entonces.
Le mostró la ciudad de punta a punta. Cuando ella le expresó su interés en conducir el coche, le explicó acerca de las señales de giro y luego condujo hasta las afueras de la ciudad, y le permitió conducir durante un largo trecho en un camino tranquilo.
Resulto ser una aprendiz rápida. Era una de las cosas que más le gustaba de ella. Durante las semanas siguientes, le permitió conducir por calles tranquilas de la ciudad hasta que, finalmente, pudo hacerlo en carretera. Le enseñó cómo echar gasolina en el Volvo y cómo pagar con la tarjeta de crédito. Halló una copia del manual sobre las normas de tráfico y lo releyeron hasta que ella pudo dominar todas las reglas y señales.
Una noche, se dirigió a un sórdido rincón de la ciudad donde por un par de cientos de dólares, consiguió una partida de nacimiento a nombre de Sakura Haruno que certificaba que había nacido en Konoha en 1983. Por otros cien dólares consiguió una licencia de conducir.
Compró una lavadora y una secadora, y juntos aprendieron como se usaban. Cuando ella le preguntó cómo había lavado la ropa antes, le explicó sobre el tipo de prendas que podían ser lavadas en casa y las que debían ser enviadas a limpiar a la tintorería, explicándole que, para no complicarse con el lavado, llevaba todo a lavar fuera, incluso los calcetines y la ropa interior.

Ella aprendió a usar la aspiradora y el DVD, así como también a pedir comida por teléfono.
Una noche, bien tarde le mostró distintos tipos de moneda extranjera y le explicó el valor de cada una.
Sakura pasaba parte del día mirando la televisión, tratando de absorber lo que veía. Durante un tiempo, veía nada más que noticias, completamente sorprendida de ver lo que estaba sucediendo y lo que había sucedido no sólo en ese lugar, sino en otras partes del mundo. Nunca había notado cuán grande era el mundo, o cuán peligroso podía ser. Apoltronada en el sofá de Naruto, vio el rostro tenebroso de la guerra, el hambre y la pobreza. Pensó en lo afortunada que era por vivir en ese país, en tiempos de paz y prosperidad, en una época donde las mujeres ya no eran consideradas como simples objetos. Donde ya no se les exigía obedecer al marido o casarse por tierras o títulos. Ahora se les permitía ser independientes. Podían vivir solas, trabajar, votar, ocupar puestos públicos. Realmente ¡Era una época maravillosa!
Solía pasar horas experimentando en la cocina. Una vez que superó su inseguridad inicial respecto de la cocina y el horno, se dedicó a aprender a cocinar. Comer era, después de todo, una experiencia agradable, mucho más que en sus tiempos. Había tantas cosas que nunca había visto antes, tantas formas de preparar todo tipo de comidas.
Una noche, Naruto la llevó de compras. Tuvo conciencia de cómo se regocijó burlonamente al verla examinar prácticamente cada artículo exhibido en las estanterías. La sorprendía la manera en que estaba envasada la comida, el que fuese posible comprar leche sin una vaca a la vista, asombrada de poder comprar comida lista para comer. Descubrió que el pan venía en todo tipo de variedades: pan blanco y de centeno, pan de patata y de huevo, pan integral. Estaba ansiosa de probarlos todos, ni que decir de los panecillos y galletas, croissants y bizcochos.
—Pronto estaré tan gorda—señaló Sakura mientras colocaba varias hogazas en el carro— ¿No extrañas la comida?
Movió la cabeza.

—Apenas puedo recordar cómo era la comida sólida.
—¿Cómo puedes beber sangre? —preguntó con un escalofrío.
—Es algo normal para mí.
Al principio había estado convencido de que preferiría morir antes que hacer lo que era necesario para sobrevivir en ese nuevo estilo de vida. Había pasado varias noches sin alimentarse, negándose a sucumbir a la sed demoníaca que lo acosaba. Finalmente, el dolor lo obligó, un dolor tan terrible que habría hecho cualquier cosa para apaciguarlo. Con apenas una gota, la repulsión se esfumó.
Sakura agregó un manojo de zanahorias a la canasta.
—Pero beber nada más que... nada más que eso, por tanto tiempo. ¿No te cansa?
Rió suavemente, divertido por la pregunta y por la expresión en su rostro.
—No —contestó—. No me cansa.
Tampoco jamás sintió que había bebido lo suficiente. Era una sed que no podía ser saciada, hambre siempre presente, que yacía latente en su mente, un gusto persistente en la lengua.

—¿Te agrada ser vampiro? —preguntó cuando finalmente estuvieron de regreso.
La miró fugazmente, la vista atrapada en los latidos en su garganta. ¿Si le gustaba? Justo en ese momento, con el suave latido de su corazón susurrándole a los oídos y su esencia penetrándole la nariz, no podía pensar en otra cosa.
—¿Naruto?
Lo observó fijamente, y aferró con fuerza el volante al ver la dirección de su mirada.
Apartó la vista bruscamente al notar cómo los ojos se le inyectaban de sangre. Un segundo después, él cogió la dirección del volante para evitar que el coche saliera del camino hacia la cuneta.
—Demonios, mujer si quieres conducir. ¡Debes mirar hacia dónde vas!
Apartó el automóvil del camino y apagó el motor.
—Lo siento. No quise gritarte.
—Tus ojos —susurró— Se enrojecieron y... brillaban.
Él asintió, con las manos pegadas a los costados, el cuerpo completamente tenso, recordándole a Morgana cuando se abalanzaba sobre un incauto pájaro.
—Estabas pensando en beber... beber mi sangre.
No lo negó.

Sin moverse, pareció alejarse de él.
Pudo sentir los latidos del corazón de Sakura, oler cómo el miedo se encrespaba en oleadas al advertir que se hallaba a solas con un vampiro en medio de un camino oscuro. A pesar de que le había asegurado que no tenía nada que temer, le inspiraba miedo. Bien, ¿quién podría culparla? A pesar de todas sus promesas, ella tenía razón en temerle.
Resopló, sofocando la urgencia de estrujarla en los brazos, deslizarle la lengua sobre la piel, saborear su dulzura. Tan sólo un poco para apaciguar el hambre...
Como si percibiera sus pensamientos, se apretujó contra la puerta del coche con los ojos muy abiertos y atemorizados.
—¿Podrías encontrar el camino a casa? —preguntó.
Ella asintió con expresión preocupada.
—Creo que sí.
—Bien. Te veré allí.
Con un solo movimiento, salió del automóvil y se sumergió en la oscuridad.
Sakura lo miró fijamente.
¿Cuánto tiempo podría resistir la urgencia de beberle la sangre? ¿Cuánto tiempo transcurriría antes de que se dejase vencer por las ansias que subyacían bajo la superficie?
Permaneció sentada durante varios minutos hasta que se sintió suficientemente tranquila como para conducir hasta la casa.
Naruto salió furioso y se sumergió en la noche, arrastrando consigo su ira como un espeso humo negro. Debería dejarla ir. Alejarla de allí. Ahora, antes de que fuese demasiado tarde. Antes de que le arrebatara lo que deseaba desesperadamente, lo que necesitaba con urgencia. Sabía, en lo más profundo, que con tan sólo probar un poco, nunca tendría suficiente. Si drenase por completo a cuanto mortal aprehendiese hasta el final de la eternidad, todavía ansiaría probar la dulzura de Sakura. Y, aun así, para bien o para mal, no podía evitar sentir que esa mujer había sido destinada para ser suya desde el comienzo de los tiempos, y que la única razón por la cual pudo viajar al pasado era que estaba predestinada a pertenecerle.
La estaba esperando junto al portón abierto cuando ella entró conduciendo. Disminuyó la velocidad, sus miradas se encontraron a través del cristal del parabrisas, y luego avanzó por la subida de la entrada de automóviles.
Se trasladó con el poder de su mente hacia la entrada de la casa.
Ya estaba allí para abrirle la puerta del coche cuando ella apagó el motor.
Lo miró fijamente durante un momento, luego le cogió la mano extendida y permitió que la ayudase a salir del coche.
En silencio, cogió las llaves de su mano, abrió el maletero, sacó las bolsas de comida y las llevó dentro de la casa.
Sakura lo siguió poco después, llevando la bolsa que estaba en el asiento trasero.
—¿Es todo? —preguntó.
Ella asintió mientras apoyaba la bolsa en la encimera.
Naruto permaneció de pie en el umbral con los brazos cruzados sobre el pecho mientras la observaba extraer la comida y los artículos que habían comprado. Sorprendido, la vio moverse en la cocina como si hubiese vivido allí durante meses en lugar de unas pocas semanas. Morgana sentada en una de las sillas de la cocina, lo miraba con recelo, como siempre.

Sakura le dispensó una mirada fugaz mientras se movia alrededor de la cocina, consciente de su presencia, como él de la suya.
Finalmente, se dio la vuelta, con los ojos entrecerrados y los puños en la cadera.
—¿Tienes que mirarme de esa manera?
Hizo una mueca cuando él murmuró una disculpa exlicando que no era su intención.
El deseo palpitaba entre ellos, electrizando el aire, ruborizándole las mejillas. Sabía que la deseaba. Su necesidad era casi tangible. Él permanecía de pie con los puños apretados contra los costados del cuerpo, los ojos oscurecidos, ardientes, hambrientos. ¿Pero hambrientos de qué? ¿De sangre? ¿O de algo igualmente anhelado? No podía discernir qué le resultaba más atemorizante, satisfacer sus oscuras ansias o compartir su cama.
Cruzó los brazos sobre el pecho y buscó algo que decir, cualquier cosa que rompiese la tensión que vibraba en el aire.
—Quiero saber cómo se abren los portones —propinó, sintiendo como le ardía la nuca al percibir su mirada apreciativa.
Levantó una ceja.
—¿Vas a algún lado?
—¿Y si así fuese? ¿Me lo permitirías?
—¿Es eso lo que quieres? ¿Irte?
Dejarme fue la palabra implícita que quedó vibrando entre ellos.
—Sí. No. No lo sé. Lo único que sé es que estoy cansada de estar siempre encerrada entre estas paredes día tras día, como una monja.
Sonrió. Si algo no parecía, era una monja, con su largo cabello rosa cayéndole sobre los hombros como una catarata nácar y los ojos ardiendo de justa ira.
Sus ojos se entrecerraron.
—¿Tienes intención de dejarme ir alguna vez?
No quería, aun consciente de que era lo mejor. Terminar ahora, antes de que hiciese algo que ambos lamentarían. Sin embargo, sabía que era injusto de su parte mantenerla encerrada contra su voluntad. Le había enseñado todo lo necesario para sobrevivir en el nuevo ámbito. El resto corría por su cuenta. Aun si decidiese partir, dejarlo, siempre podría encontrarle. La diminuta partícula de sangre que le había arrebatado lo guiaría a ella sin importar dónde estuviese.
Extrajo las llaves del bolsillo del pantalón y se las colocó en la mano.
—Dejaré el portón sin seguro antes de acostarme.
De puntillas, lo besó en la mejilla.
—Gracias.
Asintió, preguntándose, si una vez que se liberase de él, volvería.
_________________


Capitulo 16

La atmósfera entre ellos se volvió tensa durante el resto de la noche.
Naruto se dirigió a la sala y encendió el televisor.
Prendió el fuego, se apoltronó en su silla favorita, con la mirada fija en las llamas, extrañamente disconforme con pensamiento de que ella se iría para no volver, aunque sabía que era lo mejor. No tenía nada para ofrecerle, ni siquiera podía garantizar su seguridad.
Tamborileó los dedos en el brazo de la silla. Había cumplido su objetivo. Había encontrado a Sakura Haruno y la había salvado de la muerte en la hoguera. Y ahora, para su asombro, se daba cuenta de que estaba en peligro de enamorarse de la dama. Se había acostumbrado a su presencia en la casa, a saber que estaría allí cuando despertara. Y, en su refugio, cuando el sol naciente en el horizonte arrasaba del cielo el manto oscuro de la noche, la última cosa que percibía antes de quedar inmerso en el Oscuro Sueño, era el suave sonido del latido del corazón de Sakura.
Bufo suavemente, divertido por el discurrir de sus pensamientos. Enamorarse, por cierto. Sería tan tonto como para ello, sólo significaría buscar que le rompieran el corazón. Ninguna mujer en su sano juicio se involucraría conscientemente con un vampiro.
Ella entró en la habitación unos minutos después, sus pasos apenas perceptibles sobre la alfombra, con la gata entre los tobillos.
Sakura dudó al verlo allí, luego se sentó en el sofá, con los brazos cruzados sobre el pecho y la mirada fija en la televisión como si encontrase las respuestas a las incógnitas del universo en la pantalla.
Morgana miró a uno y a otra, luego se acurrucó frente al fuego, observándolos con sus impertérritos ojos amarillos.
Naruto sonrió irónicamente, divertido, mientras la publicidad terminaba y se reiniciaba el partido de fútbol. La observó durante varios minutos, consciente de que la estaba poniendo cada vez más nerviosa.
—Cambia el canal si quieres —dijo arrojándole el control remoto.
Le dispensó una vacilante sonrisa, luego cambió los canales hasta que encontrar una serie. Era una que había visto varias veces.
Sakura se reclinó en el sofá, con las manos cerradas sobre la falda y una pierna encogida bajo el cuerpo.
La tensión flotaba entre ellos. El simuló mirar el fuego.
Ella simuló mirar la película. El masculló una maldición.
Ella jugueteó con un rizo de sus cabellos.

Cuando no pudo soportarlo más, la miró admirando la curva de su mejilla, la forma en que la luz del fuego iluminaba su rostro. Nunca se cansaba de mirarla. Inhaló profundamente y lo abrumó el aroma a cerezos y a carne cálida de mujer. Las ansias se desbordaron, no de sangre, sino por sentir sus labios, por acariciarle la piel.
Como si sintiese el calor de su mirada, se dio la vuelta hacia el.
El deseo creció, chisporroteando con la misma electricidad de una tormenta de verano.
Sin pensar, se puso de pie y se dirigió hacia ella.
Lo miró fijamente, con mirada sorprendida y los labios entreabiertos. Él pudo oír el salvaje latido de su corazón.
—Sakura.
No dijo nada, solo siguió mirándolo fijamente.
Se arrodilló frente a ella, le acarició la mejilla, deleitándose con la calidez de su piel. A diferencia de la suya, tan fría, salvo despues de haberse alimentado.
—Bésame, Sakura —suspiró—. Un beso para espantar a las sombras y mantenerme tibio mientras descanso.
Lo miró fijamente, con el corazón desbocado, y luego se inclinó hacia el.
La cogio por la nuca mientras le cubría la boca con la suya. Sus labios eran tan suaves y dulces como los recordaba, y supo que un beso no sería suficiente. Nunca sería suficiente.
La sostuvo por la cintura, y la sentó sobre su regazo, incapaz de apartarle los labios de la boca. La besó más profundamentete, incitándola con la lengua; sus sentidos preternaturales llenos de su proximidad hasta que no pudo pensar en nada más, desear nada más. El cuerpo de ella se amoldó al suyo, sus curvas excitantes contra la dureza de su pecho.
Le cubrió con besos los parpados, las mejillas, las cejas y la curva del cuello. Incapaz de resistirlo, le deslizó la lengua detrás de la oreja, le besó la curva de la garganta. El seductor sonido del latido de su corazón resonó en sus oídos; la llamada de su sangre como un canto de sirenas, eclipsando el dolor de su cuerpo. Le clavo los dientes en la piel.
Con un grito, movió rápidamente la cabeza para que ella no viese sus colmillos y el hambre que seguramente ardía cual muerte roja en sus ojos.
Gimiendo suavemente, se acercó a él.
Naruto se apartó antes de que ella lo pudiese tocar. Se puso de pie, caminó unos pasos, intentando mantenerse de espaldas. Sabía cómo se veía, los ojos salvajes, ardiendo con lujuria de sangre. Se pasó la lengua por los dientes, sintió la punzada de los colmillos. Oh, sí, ya conocía esa expresión... la había visto en otros vampiros antes, la noche en que Hinata lo sedujo...

Al dejar la taberna y encaminarse hacia su hogar, notó que alguien lo seguía. Al mirar, vio a una mujer a pocas yardas detrás de él. Nunca la había visto antes, estaba seguro de que no era del condado. Su ropa era demasiado elegante, su piel demasiado suave, su rostro sin las huellas de preocupaciones o trabajos arduos que marcaban los semblantes de las mujeres que conocía.
Preguntándose quién podría ser, se concentró nuevamente en el camino.
Y luego ella dijo su nombre. Al detenerse en un alto del camino, asombrado, notó que ella estaba de pie junto a su codo.
Le sonrió, mostrando los dientes más blancos que había visto en su vida.
—¿Quién eres tú? —preguntó, avergonzado por el temor que contenía su voz.
Ella ladeó la cabeza, con sus profundos ojos marrones centelleando.
—Soy lady Hinata.
—¿Por qué me sigues?
—¿Por qué, realmente?
Le deslizó la punta de los dedos a lo largo del brazo, le acarició los bíceps y luego quedó cautivado, incapaz de apartar la mirada, de resistir la promesa que vio en sus ojos.
Hinata lo guió hasta una pequeña casa de madera alejada del camino principal. Desde fuera, parecía un cobertizo. Pero dentro, parecía la recamara de una reina. Una cama inmensa cubierta con pieles suaves y cojines de seda ocupaba casi toda la habitación. La única ventana estaba cubierta por cortinajes color damasco. Espesas alfombras sobre el piso.
Le dio un suave empujón hacia la cama.
—Siéntate.
Sirvió un vaso de un oscuro vino tinto y se lo ofreció.
—Relájate —ronroneó—. No te hare daño.
Era un hombre fuerte. Podría haberla aplastado con una mano, sin embargo, muy en su interior, sintió que ella era más fuerte. Ese pensamiento le provocó un escalofrío que le bajó por la espalda.
—Bebe —le ordenó—. Te calmará.
No tuvo voluntad para rehusar. Levantó el vaso, y bebió el contenido. Sin dejar de sonreír, cogió el vaso y lo arrojó a la chimenea. Se hizo añicos contra los ladrillos. Los fragmentos del brillante cristal reflejaban todos los colores del arco iris antes de enterrarse en las cenizas.
Sentada junto a él en la cama, le deslizó la mano por el cabello y el cuello, y luego introdujo los dedos en la camisa y le acarició el pecho. Él tembló con la caricia.
Se inclinó sobre él empujándolo hacia el colchón, se recostó sobre su cuerpo y con manos osadas le exploró los brazos, las piernas, los hombros.
Cuando él comenzó a protestar, le cubrió la boca con la suya. Con el toque de sus labios, todos los pensamientos desaparecieron de su mente hasta que sintió los dientes en la garganta.


Recobró la conciencia y abrió los ojos, no pudo apartar la mirada de ese monstruo de ardientes ojos rojos y colmillos manchados con su sangre.
Demasiado tarde, había intentado luchar contra ella, no era contendiente para su fuerza preternatural. Gritó en una mezcla de protesta producto del miedo y la furia cuando le clavó los colmillos nuevamente. Y luego, para su asombro, perdió la voluntad de luchar. En cambio, se sintió abrumado por un sentimiento de euforia que lo indujo a colocarle la mano tras la cabeza para aumentar la presión de su boca, deseando que tomara más de él, deseando que lo tomara por completo y así lo hizo. Los recuerdos de lo que sucedió después eran difusos. Recordaba su voz llamándolo, recordaba su muñeca presionándole la boca, su voz ordenándole beber antes de que fuera demasiado tarde.
Estaba demasiado débil, cansado, para resistirse al poder de su voz. Cerró la boca contra la muñeca y bebió hasta que ella quitó el brazo.
—Duerme ahora —le dijo con un brillo malvado en los ojos— Duerme en tu última noche como hombre.
La había mirado fijamente, confundido por sus palabras, alarmado por la expresión de su rostro, pero antes de que pudiese exigir una explicación, quedó sumido en el sueño que, como mortal, tuvo por última vez....


—¿Naruto?
Sacudió la cabeza, se dio cuenta que Sakura le había hecho una pregunta.
Respiró profundamente, contuvo el hambre en su interior, luego giró el rostro hacia ella.
—¿Te encuentras bien? —preguntó nuevamente—. ¿He hecho algo mal?
—No.
—¿Entonces por qué... —Un rosado rubor le coloreó las mejillas en ese momento—. ¿Por qué te detuviste?
—Porque no quería lastimarte.
—¿Lastimarme? —Por un momento, pareció confundida, y luego, con un brillo de compresión en los ojos, se llevó la mano a la garganta.
—Así es —dijo, y su voz se quebró—. El deseo por la carne y el deseo por la sangre están íntimamente ligados. No siempre puedo separarlos.
Aún sentada en el suelo, parpadeó con expresión pensativa.
—¿Te agrada ser un vampiro?
Era una pregunta que ya le había hecho con anterioridad, y el no la había respondido. Tenía la costumbre de insistir hasta que le decía lo que deseaba saber.
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bueno gracias por leer monte dos cap de seguido por que muy probable que en la semana no pueda por los parciales pero tratare de actualizar
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Mensaje por el santo pegaso Lun Sep 22, 2014 4:24 pm

Al parecer las cosas entre los dos, se esta tornando caliente, la llama del deseo esta creciendo.

El problema es que naruto debido a su naturaleza, se debate entre lo carnal y el deseo de beber la sangre de sakura, sabiendo que esto es lo que mas lo aleja de su humanidad y el poder estar cerca de ella.

Sakura se siente muy atraída y atemoriza por naruto, veremos cual sensación domina su corazón.
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Mensaje por Leon Lun Sep 22, 2014 4:49 pm

Viven en una constante tensión, Naruto nublado de deseo y haciendo uso de todo su autocontrol para no cometer una tontería y Sakura con la incertidumbre de que Naruto se lance sobre ella y tome lo que tanto desea.

Parece que el mejor lugar para Sakura es lejos de Naruto, él lo sabe y tal vez pronto tenga que alejarla y ella pues no le gusta tener que estar enclaustrada, ahora esta lista para salir al mundo por si misma.

Onion bye
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Mensaje por kumiko Jue Sep 25, 2014 2:24 am

Hola, bueno aqui les dejo la conti monte dos cap ya de pronto no pueda montarlo mañana ni pasado y espero que les guste y muchas gracias por sus comentarios


Capitulo 17

Aún sentada en el suelo, parpadeó con expresión pensativa.
—¿Te agrada ser un vampiro?
Era una pregunta que ya le había hecho con anterioridad, y el no la había respondido. Tenía la costumbre de insistir hasta que le decía lo que deseaba saber.
—¿Agradarme? —Consideró la pregunta durante un momento— Me gusta vivir —contestó finalmente—. He disfrutado de ver los cambios en el mundo, de experimentar los avances de la civilización. Aunque algunas cosas, como la guerra y la pobreza, nunca cambiaron.
—¿Existe cura para ello?
—Ninguna que yo sepa.
—¿La has buscado?
Se sentó en el otro extremo del sofá.
—No.
—¿Por qué no?
Gruñó suavemente.
—Al principio, no pensé en ello. Lo único en lo que podía pensar era en satisfacer el hambre que me dominaba todo el tiempo que estaba despierto. Luego, cuando aprendí a controlar el ansia, comencé a valorar los poderes sobrenaturales que me había brindado el Oscuro Truco. Exploré el mundo, maravillándome de cuán grande era, y de lo poco que lo conocía. Dediqué años a mi educación, aprendí todo lo que pude, del mundo y de su gente.
—Parece una vida muy excitante.
—Sí —dijo calmadamente—. Pero bastante solitaria.
—En el transcurso de tu larga vida, ¿no has encontrado a una mujer que te acepte como eres?
—¿Tú lo harías?
Para su sorpresa, ella contestó sin detenerse a pensar, sin dudarlo.
—Sí.
Movió la cabeza.
—No sabes lo que dices.
—Te quiero —dijo, sorprendida por su propia osadía—. Ningún mortal me aceptaría totalmente por lo que soy. Incluso Rock Lee, quien aseguraba amarme a pesar de todo, no se sentía cómodo con mi magia. Pero tú... —Se encogió de hombros, con un esbozo de sonrisa jugueteándole en los labios—. Tú lo comprendes.
—Pero tú no.
—¿Qué quieres decir?
—No has visto lo que realmente soy —dijo casi cómo un reproche—. No tienes idea de como soy verdaderamente.
—Muéstrame entonces.
Levantó una ceja.
—¿Estás segura de que quieres verlo?
Tragó con dificultad, y luego asintió.
—Muéstrame.
Respiró profundamente y permitió que brotara el hambre de su interior, sintió como le crecían los colmillos al sentir el olor a sangre, sabía que sus ojos habían cobrado un brillo profano. Apretó los puños con furia contra los costados para reprimir el deseo de sujetarla.
Lo miró fijamente, su expresión era una mezcla de Horror y fascinación.
—¿Es lo que querías ver? —preguntó con voz áspera presumiendo que huiría de la habitación a gritos.
—Es una visión bastante atemorizante —admitió con un débil temblor en la voz.
—¿Entonces por qué no tienes miedo?
—No estoy segura.
Con esfuerzo, dominó a la bestia de su interior.
—Tú me desconciertas, Sakura Haruno.
Había visto el temor en sus ojos muchas veces con menos motivo que ahora, y cuando se mostró tal cual era, ella manifestó no tenerle miedo.
—Es difícil tener miedo del hombre que salvó tu vida, de alguien que me ha demostrado nada más que bondad. Puedes parecer un monstruo, pero he visto al hombre detrás de él.

—No soy un hombre —le recordó.
Hizo un gesto desdeñoso con la mano.
—Puedes considerar que no lo eres, pero es lo que veo al mirarte. —Se puso de pie, acortó la distancia que los separaba. —¿Me besarías de nuevo?
—Estás jugando con fuego, Sakura Haruno —le advirtió—. Fuego mucho más peligroso que las llamas de las cuales lograste escapar.
—No tengo miedo. —De puntillas, le rodeó firmemente el cuello con los brazos—. Bésame, mi Lord vampiro
¿Cómo podía negarse? Sus labios eran cálidos y rosados, sus ojos tenían un brillo expectante, y su cuerpo... pudo sentir el calor de sus senos contra el pecho, la curva de su muslo contra el suyo. Con un suave gruñido, le deslizó el brazo por la cintura, inclinó la cabeza y le buscó los labios.
Fue tan solo un beso, pero el fuego lo abrasó, un brillante fuego blanco que quemó la eterna oscuridad de su alma, que le hizo creer, por un momento, que no transcurriría el resto de su existencia solo.
Estaba sin aliento cuando él la liberó. Él intentó alejarse, pero lo retuvo anudándole los brazos alrededor del cuello.
—¿Has estado con un hombre antes? —preguntó.
—Por supuesto que yo... —arrastro la voz y se le agrandaron los ojos al comprender el significado de sus palabras—. No.
Le cogió las manos y dio un paso atrás. En lo profundo de su interior, ya sabía de antemano que era virgen, de su cuerpo jamás tocado, inocente. Con un suspiro, le acomodó un rizo tras la oreja.
—Creo que debemos detenemos ahora.
Un suave sonido de protesta brotó de su garganta al inclinarse sobre él, amoldando el cuerpo contra suyo. ¡Demonios! ¿No se daba cuenta del impacto que tenía sobre él? Murmuró su nombre, con un caudal de ansias en su voz, en la profundidad de sus ojos.
Ella hizo un suave sonido con la garganta.
—Sakura, no es una buena idea.
Lo miró, en silencio.
—Tu primera vez —dijo con voz espesa—. Debería ser con tu esposo.
Había vivido en el mundo moderno lo suficiente como para saber qué arcaicas y trilladas sonaban esas palabras. Hoy en día, hombres y mujeres vivían juntos, abiertamente y sin tapujos sin la bendición de la iglesia, pero él era el producto de la educación recibida, y desde su niñez le inculcaron que el hombre debía respetar a la mujer, y que la intimidad antes del matrimonio era pecado. En los años en que había sido vampiro, no era un consejo que hubiese respetado. Era un vampiro, no un monje pero, en su favor, podía decir que jamás había pretendido llevar a la cama a una virgen. En las ocasiones en que había buscado compañía femenina, se había asegurado de que estuviese al tanto de sus intenciones, y había guardado cuidado de que no pudiese recordar nada de lo que había sucedido entre ellos.
—No quiero un esposo —Sakura replicó.
—¿No?
Negó con la cabeza.
—El matrimonio solo ha provocado sufrimientos a las mujeres de mi familia.
La miró esperando una explicación.
Con un suspiro, se sentó en el sofá.
—Mi abuelo traicionó a mi abuela. Fue quemada en la hoguera. Aunque le había prometido amarla para toda la vida, después de diez años de matrimonio la abandonó, aduciendo que estaba vinculada con el demonio. Era una tontería por supuesto. Ninguna de las mujeres de mi familia ha practicado magia negra o invocado las artes oscuras. Mi propio padre nos abandonó, a mi madre y a mí, cuando descubrió que su hija era una bruja.
Naruto se sentó en el extremo del sofá.
—Deduzco que no hay hechiceros varones en tu familia.
—No. Pasa de madre a hija.
—Entonces —dijo lentamente— ¿No quieres un esposo pero deseas que te haga el amor?
—Sí.
—Supongo que no eres tan anticuada como pensé —murmuró.
—¿Qué?
—Nada.
—Puede que no quiera un esposo —dijo inocentemente—. Pero deseo un hijo. Tu hijo.
Pocas cosas lo habían sorprendido desde la noche en que Hinata lo había sumido en el Oscuro Don, pero las palabras de Sakura lo cogieron totalmente desprevenido. Durante un momento, se le representó la imagen de Kotoko, su pálido rostro, sus ojos sin vida, la sábana bajo su cuerpo manchada de sangre. Recordó como había recogido a la pequeña criatura que ella había expulsado del cuerpo poco antes de morir.
—Temo que eso es imposible. —Le sostuvo la mano, frenando las preguntas que vio surgir en sus ojos—. No puedo engendrar vida, Sakura. Solo puedo mantener la mía, tal como es.
—Lo siento —dijo quedamente—. No lo sabía.
Por un momento, lamentó haberle dicho la verdad. Si no fuese tan honrado, podría haberla llevado a la cama, hacerle dulcemente el amor noche tras noche, dejándole creer que le daría el hijo que ella anhelaba.
—Yo también lo siento —replicó. No pasaba un día sin que pensase en su hijo. Aun despues de tantos años, el recuerdo de su hijo muerto le resultaba doloroso. Su hijo. Una partícula tan pequeña de humanidad, muerto antes de nacer, y con él, todas las esperanzas y sueños de Naruto.
Apartó el recuerdo de su mente.
Una vez más, la tensión fluyó entre ellos.
Sakura se dedicó a mirar la televisión, demasiado consciente de que él la estaba observando. Intentó olvidar el sabor de sus besos, el placer que la había embargado por completo cuando sintió sus labios. Había escuchado que los vampiros poseian un aura, un encanto irresistible para los mortales. ¿Sería tan sólo eso? ¿Acaso su atracción hacia él seria real?
Lo miró disimuladamente, tratando de verle el aura. El aura de la abuela Haruno había sido verde, lo que era asocia¬do a la maternidad. Rock Lee había tenido una de un color naranja apagado. La suya era azul, un signo de energía psiquica.
La de naruto Uzumaki era gris. Frunció el entrecejo, tratando de recordar lo que significaba. Gris... ah, por supuesto, implicaba la cercanía a lo no terrenal y a la habilidad para influir en el viento y la lluvia.
—¿Algo está mal? —le preguntó.
—No. Sólo me preguntaba... ¿puedes desencadenar una tormenta si quieres?
Él asintió.
—¿Por qué?
—Estoy estudiando tu aura.
—¿De veras?
—Es gris. De un extraño gris oscuro.
—Siempre pensé que todo eso era una patraña.
—Oh, no. La de mi madre era rosa.
—¿Y eso significa... ?
—Los que tienen auras rosas son muy cariñosos y afectuosos —dijo Sakura melancólicamente—.Como era mi madre. No había mujer más amable en la villa. Todos la querían.
—¿Qué sucedió cuando tu padre os abandonó?
—Mi madre nunca pudo superarlo. Murió un año después. La abuela Haruno me crió.
—¿Cuántos años tenías cuando tu madre murió?
—Once.
—¿Y qué edad tienes ahora?
—Diecinueve.
Murmuró una maldición. ¡Diecinueve!
—¿Viste a tu padre de nuevo?
—No. —Cruzó los brazos sobre el pecho, evidentemente a la defensiva—. No quiero hablar más de ello.
Miró a través de la ventana. Ya era tarde, pasada la medianoche. Se convulsionó desasosegado ya que el hambre se agitaba en su interior, recordándole que no se había alimentado aún.
Sakura siguio la dirección de su mirada, y luego lo miró.
—Creo que pronto te marcharás. —No era una pegunta.
Asintió bruscamente, el latido de innumerables corazones lo llamaban como un trueno distante.
Sakura se llevó la mano a la garganta. Ya la había mordido una vez, probado su sangre. ¿Cómo sería si lo hiciese de nuevo, estando ella despierta? ¿Le dolería? Movió la cabeza, sorprendida por el giro de sus pensamientos sin poder apartarlos de su mente.
La estaba observandó, con los ojos entrecerrados. Le recordaba la manera en que Morgana observaba a un ratón antes de abalanzarse sobre él. Morgana era un temible depredador, pero algunas veces el ratón tenía suerte y podía escapar de sus garras y sus colmillos.
Naruto era un depredador mucho más temible que Morgana, pensó Sakura. Si ella se quedaba aquí, en la cueva del león, ¿Cuánto tiempo podría permanecer a salvo de sus colmillos?
_________________


Capitulo 18

Esa mañana, Sakura durmió hasta tarde. Permaneció en cama, con la manta subida hasta el mentón mirando fijamente el techo y pensando en su vida, en cómo había cambiado drásticamente en tan poco tiempo. ¿Quién podria haber pensado que la pobre Sakura Haruno, quien apenas tenía lo minimo indispensable para subsistir, viviría en una casa tan grande como esta? Tenía más que suficiente para comer, sin mencionar la vestimenta, bastante como para ataviar a una docena de mujeres. Había visto maravillas de inventos que nunca hubiese podido imaginar, ni siquiera creer que fuesen posibles. De ser un sueño, no estaba segura de querer despertar.

Le sonrió a Morgana que, acurrucada bajo su brazo, requería de su atención.
—Buenos días —dijo Sakura. Colocándose de costado, le acarició las orejas y sonrió cuando la gata empezó a ronronear.

Los ojos de Sakura se agrandaron de repente. Naruto le había prometido quitar el seguro de los portones antes de irse a la cama. Hoy, por primera vez, estaria por su cuenta y riesgo, pudiendo ir a donde quisiese. Independiente, pensó, como las mujeres de esa época.

Se levantó, se dirigió al baño y llenó la bañera con agua. Se recogió el cabello y se metió en el agua. Morgana se sentó en la tapa del retrete lamiendose cuidadosamente las patas mientras su ama disfrutaba de un baño de burbujas.
Allí tendida, Sakura se maravilló una vez más de tener agua corriente fría y caliente dentro de la casa. El jabón que usó para bañarse olía a fresa.

Treinta minutos después salió de la tina y se secó con una gran toalla de baño afelpada color rojo. Arrojó la toalla en la cesta, sacudió el cabello y luego se dirigió a la alcoba. Abrió el cajón de la cómoda, extrajo un par de bragas rosadas que hacían juego con el sujetador (un dispositivo bastante extraño y un tanto incómodo). Vestida en ropa interior, abrió el armario, frunció el entrecejo mientras trataba de decidir qué usar. ¡Nunca, en toda su vida, había tenido tantas opciones! Vestidos, faldas, pantalones, blusas, jerseys, camisas, zapatos, sandalias y botas, sin mencionar una amplia variedad de ropa interior, pares de medias de nylon y calcetines.

Finalmente, se puso un par de vaqueros, un suave jersey blanco y un par de blandas botas de cuero que se sujetaban por el costado.

Bajó las escaleras, llenó el plato de Morgana con alimento para gatos, y luego se preparó un abundante desayuno: avena cubierta con azúcar negra, huevos revueltos, tostadas con manteca y un vaso de suero de leche.
Nunca se había preocupado demasiado por la cocina, pero aquí, con todas las ventajas modernas, parecía mucho más fácil. No tenía que hacer pan casero.

No tenía que ordeñar una vaca o recoger huevos. No tenía que juntar madera para encender el fuego o preocuparse porque las faldas no se incendiaran al revolver el caldero de la sopa. Por supuesto, le había tomado varios días y muchos intentos dominar la cocina a gas, pero con la ayuda del libro que le había comprado Naruto, estaba aprendiendo.

Ciertamente, había asimilado muchas otras cosas en las últimas semanas, gracias a Naruto. Pacientemente, él le había respondido una infinita cantidad de preguntas, la había llevado a la ciudad para que se familiarizara con este nuevo mundo tan extraño, le había enseñado a conducir su coche, el que ahora sabía, costaba una verdadera fortuna. A pesar de que era un vampiro, se sentía a salvo con él. Quizás tenía razón. Quizás se acostumbraría a este tiempo y a este lugar.
Después del desayuno, se cepilló los dientes, se peinó y se sujetó el cabello con un lazo.

Naruto había dejado las llaves del coche en la mesa de la cocina, junto con 5000 dólares. Sintiéndose rica y despreocupada, guardó en el bolsillo el dinero, cogió las llaves y dejó la casa. Momentos más tarde, estaba conduciendo hacia los portones. ¿Habría recordado quitar el seguro?
Sí, los portones estaban abiertos. Llena de excitación, atravesó el arco de entrada, dobló a la derecha, y se dirigió a la ciudad.

Recorrió las calles, observando las casas y la gente. Hasta ahora, sólo había podido ver este mundo nuevo de noche. Nueamente, la impactó el ruido de la ciudad. Los bocinazos, el repietear de los camiones, el distante silbato de un tren, el suave ronroneo del motor del Volvo, el rugido de un avión en las alas. Nunca se había dado cuenta de lo tranquila que era su vida hasta ahora. El hogar de Naruto nunca estaba completamente en calma. Estaba el zumbido del frigorífico, el suave sonido del acondicionador de aire cada vez que se prendía y estaba, el crujido de la madera al asentarse.
Dejó atrás el centro comercial, estacionó en una angosta calle lateral, y luego caminó por la acera deteniéndose de tanto en tanto para mirar los escaparates. Los negocios no eran tan espaciosos, ni estaban atestados como los del centro comercial.

Pasó por una pastelería, un video club, varios negocios de ropa femenina, una zapatería y una juguetería, una heladería en la esquina. Al ver la foto de un batido cristal, entró y después de un segundo de duda, se ubicó en una pequeña mesa junto a la ventana.
Tan pronto se sentó, apareció una camarera para anotar el pedido.
—¿Tiene batidos de chocolate? —preguntó Sakura, recordando el que Naruto le había comprado en el centro comercial.
—Por supuesto —afirmó la joven con una sonrisa—. El mejor de la ciudad.
—¿Me podría traer uno, por favor?
—Por supuesto, querida. ¿Algo más?
—No, gracias.

Cuando la camarera se alejó, Sakura se giró para mirar por la ventana y observar la gente pasar. Los hombres en traje, las mujeres en pantalones cortos y blusas sin mangas amarradas al cuello, los niños en patinetes y las niñas riendo tontamente entre ellas, todos parecían estar apurados por llegar a algún lugar.
Sakura le agradeció con una sonrisa a la camarera cuando apoyó el batido en la mesa. Saboreó la crema batida y la cereza, deseando tener valor para pedir otro. Como había asegurado la camarera, el batido estaba delicioso. Lo bebió lentamente, saboreando el gusto del chocolate, pensando que era aun más delicioso que el del centro comercial.

Se sintió orgullosa de sí misma cuando pagó la cuenta aunque fuese con el dinero de Naruto. Si bien la compra de un batido era un logro pequeño, era la primera cosa que adquiría y abonaba por sí sola. Por primera vez desde que había llegado a este siglo, había logrado algo sin ayuda alguna. Quizás podría abrirse camino en este nuevo mundo después de todo.

Dejó la heladería, cruzó la calle y recorrió la otra acera.
Tres jóvenes vestidos con pantalones holgados y camisetas negras estaban de pie frente a una licorería. Todos la miraron de los pies a la cabeza mientras se acercaba. Uno de ellos la silbó.
—Eh, preciosa —le gritó otro—. ¡Qué linda te ves hoy!
El tercero asintió y luego, al acercársele, la cogió del brazo.
Sakura murmuró un rápido hechizo mientras los dedos le cerraban el brazo. Con un grito de dolor, el joven retiró la mano, aullando como si hubiese tocado un horno caliente. Sonriendo para sus adentros, Sakura siguió caminando.
Cuando llegó al final de la calle, miró hacia ambos lados, cruzó la acera y comenzó a desandar el camino que había recorrido. Y luego lo vio, era una gran marquesina negra con forma de sombrero puntiagudo. Las palabras Cafetería a la Wiccan y Librería estaban pintadas en el sombrero con nítidas letras blancas.
Apuró el paso. Dudó en la entrada, luego respiró profundamente, abrió la puerta y entró.
Le llevó unos instantes acostumbrar la vista al oscuro espacio. Las paredes eran de color crema, el piso de baldosas negras, blancas y grises. A la derecha, vio una pared cubierta de esurntes de vidrio que exhibían toda clase de objetos de cristal, copas y dragones de cristal y peltre. En otro aparador había repletos recipientes con hierbas. A su izquierda, una estantería del piso al techo atestada de libros sobre brujería, paganismo, magia y medicina, leyendas urbanas, tradición celta, astrología, Tarót, hechizos, canalización, desarrollo psíquico, así como también ejemplares de almanaques y calendarios.
Un armario con puerta de vidrio contenía todo tipo de artículos basicos para prácticas de brujería. En el primer estante había una variedad de pentagramas, algunos planos, dos con las puntas de colores. Varios pentagramas de oro, plata y cobre. En el segundo, había una surtida variedad de velas, algunos con pie para evitar que quemaran la superficie donde se los colocaba. El tercer estante tenía una canasta de plumas, manojos de incienso, varios espejos, botellas de aceites y potes con tinta.
Una cortina de cuentas de todos los colores del arco iris colgaba en la arcada que separaba la librería de la cafetería. Pasó a través de ella y pudo contar alrededor de una docena de pequeñas mesas redondas. La mitad cubierta con manteles blancos, y la otra, con manteles negros. En el centro de cada una de ellas, brillaban velas verdes. Un gran mostrador negro con una línea de taburetes se veía en la pared más alejada. Una bella joven de cabello azul estaba atendiendo a los clientes sentados frente al mostrador del bar. Una mujer que llevaba puesto un largo vestido gris y un sombrero negro de ala caída estaba sentada en una de las mesas leyendo un diario.
—¿Puedo ayudarla?
Sakura miró y vio a una mujer alta, extremadamente delgada con ojos color zul que le sonreía. La mujer llevaba un largo vestido negro que le llegaba hasta los tobillos y un par de botas negras de tacón.
—¿Está buscando algo en especial? —preguntó sonriendo.
—No —Sakura negó con la cabeza—, sólo... sólo estaba mirando.
—Por supuesto —dijo la mujer sonriendo—. Hoy en día, mucha gente siente curiosidad por lo paranormal y las ciencias ocultas, algunas seriamente, otras simplemente porque está en boga. Algunos se dedican a los cristales, otros a la quiromancia o al tarot. Unos pocos vienen en busca de elementos de vudú y magia negra. Hay otros que sólo buscan algo en qué creer, algo en qué apoyarse en estos dìas de inseguridad y problemas. Otros se alejan de las religiones tradicionales y buscan nuevos caminos.
—¿La brujería, tal vez? —preguntó Sakura dubitativa.
—Wicca —la corrigió la mujer—. Es un tipo de brujería, pero también una religión, una forma de vida y una creencia.
Sakura asintió.
—¿Le importa si echo un vistazo?
—En absoluto, mi nombre es Konan. Soy la dueña. Dígame si necesita algo.
—Gracias.
La mujer sonrió nuevamente.
—Adelante.
Al quedar a solas, Sakura se dirigió a los estantes con libros. Aunque muchas de las palabras le resultaban familiares, otras le eran desconocidas, y algunas, aunque conocidas, estaban escritas de manera distinta. Aun así, fue capaz de comprender el sentido de la mayoría.
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gracias por leer Oigh y pues que lidere así de tranquila como va la historia no durara por mucho no le doy mas pista y asta el próximo cap
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Mensaje por Leon Jue Sep 25, 2014 5:10 pm

Sakura es verdaderamente encantadora, enamora fácilmente, pero es ingenua y eso le puede traer muchos problemas.

Y que propuestas hace, falto poco para que Naruto saltara sobre ella y hicieran un baby, solo hacer porque al parecer Naruto no puede dar vida... Pero igual con Sakura puede, ella es especial, distinta a todo lo que ha conocido. Me encantaría que eso fuera posible, sanaría el dolor y la soledad que Naruto acarrea por muchos, muchos años.

Onion bye
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Mensaje por kumiko Dom Sep 28, 2014 10:03 am

como este fin lo voy a coger para estudiar monte el cap de hoy el de mañana espero que le guste

Capitulo 19

Al quedar a solas, Sakura se dirigió a los estantes con libros. Aunque muchas de las palabras le resultaban familiares, otras le eran desconocidas, y algunas, aunque conocidas, estaban escritas de manera distinta. Aun así, fue capaz de comprender el sentido de la mayoría.
Hojeó uno de los libros sobre rituales paganos modernos, que incluía la historia de la Diosa Lilith. Sakura nunca había oído acerca de ella y encontró la información bastante interesante. Lilith era una seductora que tentaba a los hombres con deseos y placeres prohibidos. Extrañamente, también era conocida como una bruja nocturna, difícilmente resultaría acorde con la apariencia de una doncella seductora. De acuerdo con el libro, las brujas de hoy en día consideraban a Lilith como su patrona, mientras que otros la describían como una sirena o vampiresa seductora, también era considerada la diosa del sexo.
Movió la cabeza, colocó el libro nuevamente en el estante y cogió otro sobre hechizos. La sorprendió el hecho de que se vendiesen libros sobre hechizos de brujas.
¡Cómo había cambiado todo con el tiempo! En su época, los hombres y mujeres sospechados de brujería habían sido ahorcados. Hoy en día, poseían cafeterías y se relacionaban con amigos y vecinos sin temor.
Miró a la dueña del negocio. ¿Sería una bruja? Y en cuanto a los clientes de la cafetería ¿serían también brujos, o implemente gente común que disfrutaba de la excitación de mezclarse con aquellos que creían en el ocultismo?
Retornó al libro que tenía en la mano, leyó los ingredientes de un hechizo para ahuyentar a fantasmas molestos: hojas secas de romero, sal marina, ajo en polvo y habichuelas negras.
Sakura refunfuñó entre dientes al leer la indicación. Las habichuelas negras eran sin duda, un antiguo encantamiento contra los fantasmas y todos sabían que el negro era mejor color para ahuyentar. Otra sección versaba sobre varitas mágicas. Recordó con tristeza la que había tenido que donar. La había hecho ella misma con una rama de sauce tado en tonalidades de azul y verde. La vara era como un ente conductor, una extensión de su voluntad, utilizada para enfocar y dirigir el poder, provocar un círculo mágico, o mezclar los ingredientes en un caldero. Quizás era hora de hacer una nueva.
En el momento en que iba a colocar el libro de nuevo en su lugar, oyó unos pasos detrás de ella y luego, una voz profunda…
—¿Es la primera vez que viene aquí?
Se dio vuelta y se encontró cara a cara con un hombre apenas unas pulgadas más alto que ella. Tenía cabello corto, negro y algo puntiagudo, ojos negros y piel pálida. Vestía un jersey azul y un par de pantalones gris oscuro, y pensó que era casi tan apuesto como Naruto, aunque totalmente distintos. Luz y oscuridad, musitó. Claridad y sombra.
Le sonrió, exhibiendo unos dientes muy blancos y un hoyuelo en la mejilla.
—Lo siento, no era mi intención sobresaltarla. —Le tendió una mano delgada—. Mi nombre es Madara Uchiha pero puedes decirme tobi.
Dudó por un segundo antes de estrecharle la mano.
—Sakura Haruno. —Le dio la espalda para esconder su nerviosismo, colocó el libro nuevamente en el estante y luego, inhaló profundamente y se giró para enfrentar la mirada del extraño otra vez.
—¿Puedo invitarle una taza de café? —le preguntó amablemente.
—No, gracias.
—Por favor, insisto. —Le sonrió cautivadoramente y luego, para tranquilizarla le dijo—. Está perfectamente a salvo aquí. Es un lugar público, después de todo.
Konan les sonrió a ambos cuando pasaron junto a ella.
—Tobi es inofensivo —le dijo a Sakura con un guiño—. Aunque no le crea ni una palabra de lo que le diga.
—Será mejor que seas buena conmigo, Konan —dijo Tobi con una sonrisa irónica— O me iré con la competencia.
Konan movió la mano displicentemente.
—Sé que no lo harás. Prueben el café Amarretto con sabor a almendras. Karin acaba de preparar una jarra.
Tobi se giró hacia Sakura.
—Entonces, ¿acepta?
—De acuerdo.
Sonriendo, le cedió el paso para entrar en la cafetería.
Sakura escogió una mesa cerca de la ventana. Tobi le apartó la silla, y le pidió a la camarera dos tazas de café Amaretto con sabor a almendras, luego, se recostó en la silla.
—Me parece que está interesada en la magia y afines —afirmó cruzándose de brazos.
—Sí —contestó cautamente—. Me imagino que usted también, por lo que veo.
—Oh, definitivamente.
Sakura se mordió el labio inferior, pensando si se atrevería a preguntarle si él era un brujo. Pero él se le adelantó.
—Éste es un lugar muy conocido para los que se interesan en la magia. Por supuesto, tenemos intrusos de vez en cuando, pero la mayoría de los clientes de Konan son formales practicantes. —Se inclinó hacia ella—. ¿Por casualidad, es usted una bruja?
Negó con la cabeza, incapaz de mentir en voz alta.
Se recostó nuevamente en la silla.
—¿Busca algo en particular? —preguntó él—. ¿O es sólo curiosidad?
—Sólo curiosidad —dijo ella.
Tobi parecía todo un caballero, pero no estaba dispuesta a confiar en él aunque no podía estar segura de por qué. No tenía ninguna intención de decirle que estaba interesada en encontrar una cura para el vampirismo. Ni siquiera estaba segura de por qué lo estaba haciendo. Naruto jamás había dicho que quería ser mortal nuevamente.
—Gracias, Karin —dijo Tobi sonriendo a la camarera cuando les trajo el pedido.
Karin le devolvió la sonrisa ruborizada.
—¿Les gustaría un bollo de canela o una tarta? —les preguntó—.acabo de hacerlas.
—Yo no quiero nada —replicó Tobi—. ¿Señorita Haruno, usted desea algo?
—No gracias.
Dispensándole una última mirada de corazón a Tobi, la camarera se alejó.
—Entonces —dijo Tobi revolviendo un poco de crema en el café-, ¿es nueva en la ciudad?
Sakura asintió. Levantó la taza y bebió lentamente.
—No creo haberla visto antes —señaló Tobi—. Espero que tenga la intención de quedarse. Siempre es agradable apreciar rostros bellos.
—Es muy amable de su parte —contestó Sakura—. Pero no debería decirme tales cosas.
La estudió por unos instantes.
—Usted no es de por aquí, ¿no es así?
—No.
—Y no es muy comunicativa. —Levantó la taza y bebió un sorbo—. Estoy seguro de que se preguntará si soy un practicante. Bueno, así es. Me especializo en canalización y cartomancia.
—No le importa que la gente sepa que usted es un —bajó la voz— un hechicero.
Se encogió de hombros.
—¿Por qué debería hacerlo? No estamos en el siglo XVII en Suna. A nadie le importa ya la brujería. Hay demasiadas cosas atemorizantes en el mundo para que la gente se preocupe por las brujas y los hechiceros, aun si creyese en ellos.
Aunque decía sin tapujos que era un hechicero, ella no podía reconocer que era una bruja. Había pasado demasiados años ocultándolo como para compartir una información tan personal con un hombre que acababa de conocer. En su hogar, la gente la había considerado una sanadora, o era lo que inocentemente había creído, hasta la noche en que la acusaron y la condenaron.
—¿No practicará las artes oscuras, no es así? —preguntó Sakura.
La magia negra era utilizada para causar daño a otros y desprendía energía negativa. La magia blanca buscaba hacer el bien tanto para otros como para uno mismo, siempre era positiva. Si había algo que la abuela Haruno había infundido a Sakura, era la ley de la triple vuelta. Cualquier bruja que utilizare sus poderes para el mal, sabía que cosecharía el triple del daño que hubiese causado.
—No —dijo Tobi—. Nosotros sólo practicamos la magia blanca aquí. Sanaciones, ayuda para encontrar objetos perdidos, y cosas por el estilo. —Se inclinó hacia delante nuevamente—. ¿Usted necesita ayuda con algo, lecciones de brujería, quizás? Me encantaría enseñarle.
—No, sólo estoy recorriendo la ciudad, dando un paseo simplemente.
—Entonces ¿encontró usted este lugar por casualidad?
—Sí. Y ahora en realidad debo irme —dijo Sakura—. Gracias por el café.
—De nada. —Se puso también de pie—. La acompaño nasta la puerta.
Sakura asintió y abandonó la cafetería acompañada por Tobi. Se detuvo en la salida.
—Fue un placer conocerlo, Madara.
—Por favor dime tobi. Me gustaría volver a verla. ¿Quizás podríamos ir a cenar alguna noche de la próxima semana?
—Gracias, pero me es imposible.
—Ya veo. ¿Quién es él?
—¿Él?
—Mi competidor.
—No entiendo.
—Presumo que la razón por la cual no puede salir conmigo es porque debe tener novio formal.
Iba a negarlo pero decidió que sería más fácil si él creyese eso.
—Sí —dijo ella— y puede ser muy celoso.
Tobi rió afablemente.
—Quizás podríamos tomar un café entonces.
—Sí, quizás. Que tenga buen día, señor.
Dejó el negocio, consciente de la mirada de Tobi en su espalda. No se calmó hasta que estuvo en el coche camino a la relativa seguridad de la casa de Naruto Uzumaki.
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Capitulo 20

capitulo 20

Naruto despertó al ponerse el sol en el horizonte. En un segundo estaba atrapado en la red del sueño mortal, al siguiente estaba completamente despierto y alerta. Sabía que estaba sólo en la casa.
Arrojó la manta de la cama y se sentó. Un segundo después, las luces se encendieron automáticamente iluminando su refugio. Era una habitación grande y rectangular, con escasos muebles, apenas una cama y una silla confortable. Sin embargo, desde la llegada de Sakura, había llevado su ropa allí. Hasta el momento, todo su guardarropa estaba prolijamente acomodado en varias pilas en el piso. Ya que parecía que Sakura permanecería durante un tiempo, quizás era momento de pensar en amueblar alguna de las alcobas vacías de la planta alta, así no tendría que estar acarreando constantemente la ropa del refugio al baño.
Por otra parte, quizás debería esperar. Se había ido con el coche. ¿Quién podía asegurar que volvería? ¿Y si no lo hiciese, quién podría culparla? Aunque había dicho que no le temía, ¿qué mujer en su sano juicio querría vivir allí, con una criatura como él? Se levantó, cogió una muda de ropa interior, un par de pantalones, un jersey y unas botas de cuero negro. Quitó el cerrojo de la puerta, y subió la escalera caracol hasta la entrada que desembocaba en el primer piso.
Quitó el cerrojo, se encogió para atravesar el corredor, luego cerró con llave la puerta tras de sí. Se agachó al pasar debajo de una ducha de un pequeño baño de la planta baja y subió las escaleras que conducían al baño principal, notando al pasar, que la puerta del dormitorio de Sakura estaba cerrada.
Pensó en ella mientras abría el grifo de la ducha y se colocó bajo el agua, sorprendido de lo vacía que se sentía la casa sin ella. Que vacío se sentía él sin ella. No había compartido su morada con nadie desde que se había convertido en vampiro y, aun así, en cuestión de semanas, Sakura Haruno se había instalado en su hogar y en su corazón.
Al salir de la ducha, envolvió una toalla de baño alrededor de su cintura, se peinó y se cepilló los dientes.
Supo al instante que ella había entrado a la casa. Momentos más tarde, sintió un suspiro en el umbral. Miró hacia allí y vio a Sakura de pie allí, con la boca abierta. Vestía un par de vaqueros que le delineaba los muslos y un jersey blanco que le marcaba la curva del busto. Nadie, al mirarla, podría siquiera adivinar que había nacido en otro tiempo y lugar.
—Lo... lo siento —balbuceó con los ojos muy abiertos y rubor en las mejillas —. No... no sabía que estabas aquí. Yo estaba por...
Lo recorrió con la mirada, ruborizándose cada vez más. Levantó la vista y se encontró con la mirada de él, se dio la vuelta y huyó.
Naruto la miró fijamente irse, en un tumulto de emociones mientras sus pasos se alejaban por el corredor hacia la alcoba.
Entonces, había vuelto después de todo.
El pensamiento le dibujó una sonrisa en los labios.
Sakura cerró la puerta de la alcoba y luego se recostó contra ella. Naruto vistiendo nada más que una toalla, era lo más cercano a un hombre desnudo que había visto en su vida. Era una imagen que no podría olvidar fácilmente. Con una mano en el pecho, respiró profundamente, intentando recobrar el aliento. No había pensado que el cuerpo de un hombre podría ser tan bello o estar tan maravillosamente esculpido. Y era increíble, desde los anchos hombros y el musculoso vien¬tre hasta sus largas piernas.
Dio un salto cuando oyó un golpe en la puerta. Sólo podía ser Naruto.
—¿Sakura?
Sintió cómo le subía el calor a las mejillas nuevamente. ¿Estaría vestido ahora, o seguiría cubierto con tan sólo una toalla?
—¿Sí?
—¿Estás bien?
—Sí, por supuesto, ¿por qué lo preguntas?
Hubo un momento de tenso silencio. Se lo imaginó de pie al otro lado de la puerta, con el largo cabello rubio húmedo por la ducha, y gotas de agua brillando cual rocío en el pecho.
—Iré a la planta baja —dijo quedamente—. ¿Nos encontramos allí?
—Sí, si tu quieres.
—Te estaré esperando.
Se sentó en la cama, se quitó las botas y los calcetines, luego caminó por la habitación durante unos minutos. Por último, respiró profundamente y abrió la puerta. El corazón le latía con fuerza al bajar las escaleras.
Encontró a Naruto en la sala, de pie frente a la chimenea. Un alegre fuego ardía en el hogar como única iluminación de la habitación. Una música suave inundaba el aire.
—Lloverá —señaló al sentarse en el sofá.
—¿Cómo lo sabes?
—Lo percibo. —Y al decirlo, los relámpagos atravesaron el cielo seguidos por el suave sonido de los truenos distantes—.Y bien —dijo él sentándose en el otro extremo del sofá— ¿cómo fue tu día?
—Fui a la ciudad.
Él asintió, la miró intensamente a la espera de que siguiese hablando.
—No fui al centro comercial —dijo ella—. En cambio, recorrí los pequeños negocios de una de las calles. ¡Hay tantos! Y compré un batido —dijo sonriendo.
Naruto le sonrió, satisfecho por su entusiasmo y por el coraje que había tenido para explorar una ciudad desconocida por sí sola.
—Y luego —prosiguió con los verdes ojos bollándole— fui a una librería. Pero no a cualquier librería ¡Una para brujas!
—Imagínate —dijo, con evidente tono risueño.
Ella asintió entusiasta
—¡Imagínate! Estaba a la vista de cualquiera ¡Oh! Conocí a un hechicero.
Naruto se incorporó.
—Continúa.
—Fue muy amable. Me invitó a tomar un café. Nunca había probado algo así.
—¿De verdad?
Ella frunció el entrecejo.
—No recuerdo el nombre del café, pero era muy bueno. Creo de debería volver y comprarlo para la casa.
—Quizás el hechicero estará allí.
Se encogió de hombros, como si no importase.
—Quizás. Espera y verás... ¡Oh!, lo siento... me había olvidado.
Aceptó las disculpas con un gesto.
—¿Deseas verlo de nuevo? —preguntó con voz áspera.
—No, aunque me preguntó si me gustaría.
Naruto apretó la mandíbula, sorprendido por los celos que le brotaron ante la idea de Sakura viéndose con otro hombre.
Ella parecía ignorar totalmente su agitación.
—Entonces —dijo recogiendo una pierna debajo del cuerpo—. Dime algo más sobre ti. Sé tan poco. Vives en esta casa enorme. ¿En qué trabajas?
Se encogió de hombros.
—No necesito trabajar.
—¿Has recibido una gran cantidad de dinero entonces?
—En cierta forma —dijo con una sonrisa irónica—. Cuando acababa de convertirme en vampiro, robaba las casas de los ricos para conseguir las cosas que necesitaba, muy pocas en realidad.
—¿Dónde vivías?
—No tenía hogar. Dormía en un ataúd, y algunas veces en la tierra.
Sus ojos se agrandaron.
—¿Quieres decir... debajo de la tierra? —tembló ante el mero pensamiento—. Qué horrible.
Él refunfuñó suavemente.
—No era tan malo como te imaginas. En realidad, la tierra puede ser una cama bastante cómoda. En aquellos días, no me atrevía a mezclarme con los mortales, por lo que ganarme el sustento estaba totalmente descartado. Por lo tanto, les robaba a los ricos, guardando lo que no gastaba.
—¿Nunca te atraparon?
—No. Me resultaba ridiculamente fácil introducirme en sus hogares y quedarme con lo que quisiese. No estoy orgulloso de lo que hice, pero en ese momento, era necesario. Luego se convirtió en un juego. Al pasar el tiempo, ahorré lo suficiente como para comprar una pequeña casa, luego una más grande, y finalmente, otra todavía más grande que la anterior. Con cada venta obtuve ganancias. Ahorré el dinero y luego, con más conocimiento del mundo y de cómo funcionaba, comencé a invertir en una cosa y otra hasta que... —Se encogió de hombros—. Hoy en día tengo suficiente capital como para vivir confortablemente.
Ella asintió. Se echó hacía atrás, miró el fuego, y luego se ruborizó cuando su estómago comenzó a gruñir.
—Creo que debo preparar algo de comer.
—Podría llevarte a comer afuera, si no tienes ganas de cocinar, y si quieres, podríamos ir a bailar.
—No sé bailar.
—No importa. Yo sí sé ¿Qué dices?
—¿Debería cambiarme de ropa?
—Como quieras.
Se miró los vaqueros, y luego a Naruto quien vestía pantalones negros y un jersey del mismo color.
—Creo que debería cambiarme de ropa.
—Tómate tu tiempo. Necesito salir.
—Oh. —Con el tono de voz lo dijo todo.
—Soy lo que soy —le recordó calmadamente.
—¿Les duele tu... como sea que se llame, a la gente que tú... mmm... ya sabes?
—Creo que la palabra que estas buscando es presa. Y no, no les duele, no más de lo que te dolió a ti.
—¿Pero tú les tomas más a ellos, no es así? Me dijiste que habías bebido tan sólo un poco de mí.
—Si, tomo más. Pero no toda.
—¿Y eso está bien para ti? ¿Nunca se quejan?
—Nunca lo recuerdan.
—¿Por qué no?
—Se lo borro de la memoria.
Sakura movió la cabeza.
—Entonces, además de vampiro ¿eres hechicero e hipnotizador?
—Sólo vampiro.
Lo miró por un momento y luego, para su sorpresa, comenzó a reír suavemente.
—¿Qué es tan gracioso?
—¿Sólo vampiro? ¿Sólo vampiro?—La risa suave se tornó en carcajadas. —Lo dices como si fuese algo tan... tan... común.
Los estertores de risa se fueron calmando mientras elevó la mano al cuello.
Naruto se puso tieso de repente, siguiendo con la mirada el movimiento de su mano, observando como se tocaba tras la oreja. El olor de su sangre, fluyendo como un río camersí por sus venas, colmaron su nariz; el palpitar de su corazón hizo eco en sus oídos. Las ansias se agitaron en su interior.
—¿Has tomado mi sangre antes y lo has borrado de mi memoria?
—No. —Pero ahora que le había sugerido la idea, se preguntaba si sería capaz de resistir hacer justamente eso—. Ibas a cambiarte la ropa —le recordó al tiempo que se le quebró la voz—. Hazlo ahora.
Lo miró fijamente durante un momento. Sea lo que fuese que vio en su rostro, la hizo ponerse de pie y abandonar la habitación.
Arriba, Sakura cerró la puerta con llave, aunque sabía que eso no sería un obstáculo para él. Por un momento, se mantuvo de pie en el medio de la habitación con el corazón latiéndole con fuerza. ¿Cómo pudo haber sido tan tonta? Tendría que haber sabido que traer a colación el tema de cómo se alimentaba, le haría brotar el hambre de sangre. Pero habían hablado sobre ello tan calmadamente, y no podía negar que era algo que le fascinaba, al igual que él. Peor, casi le había pedido que bebiese de ella nuevamente. ¿Qué pasaba con ella?, ¿por qué sentía tanta curiosidad por un acto tan repulsivo?
Le gruñó el estómago de nuevo, lo que le recordó que se suponía que debía cambiarse para ir a cenar con Naruto. Eso era lo que él estaba haciendo ahora, pensó con humor macabro, cenando fuera. ¿Quién sería su presa? ¿Cómo la elegiría?
Apartó el pensamiento de su mente, se dirigió al armario y abrió la puerta. Permaneció allí unos minutos, tratando de elegir qué ponerse, y finalmente se decidió por una vaporosa blusa blanca con un escote pronunciado y mangas largas, y una falda blanca de ruedo irregular. Le hubiese gustado tener un espejo de cuerpo entero para mirarse. Tal vez podría adquirir uno la próxima vez que fueran de compras. Quizás no le importaría a Naruto. Se preguntó cómo se sentiría mirar el espejo y no verse reflejado. Intentó imaginarse cómo se sentiría ella en su lugar. ¿Acaso sería como si no existiese? ¿Naruto experimentaría lo mismo? ¿Sería por eso por lo que no había espejos en la casa?
Se sentó en el borde de la cama, se colocó un par de sedosas medias de nylon y un par de botas blancas de tacón. Nunca había usado zapatos o botas de tacón tan alto por lo que se tambaleó un poco al caminar hasta el baño para cepillarse el cabello.
Cuarenta minutos más tarde, escuchó a Naruto golpear la puerta.
Él silbó suavemente al verla, despejándole cualquier duda sobre su apariencia.
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Mensaje por el santo pegaso Dom Sep 28, 2014 1:26 pm

Me parece que el encuentro entre sakura y tobi traerá problemas, esperemos que sakura tenga cuidado con el.

Y vemos que naruto, cada día se siente mas atraído por su pequeña sakura, ojala pueda apartar esos deseos de beber su sangre, ya que esa maldición puede hacerlo perderla.
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Mensaje por Leon Lun Sep 29, 2014 4:44 pm

Tobi cerca de Sakura, no me gusta, pues no creo que sea un evento aislado, creo que hay una doble intensión en querer estar cerca de Sakura, no solo por su belleza sino quizá por Naruto...

Y él vaya que se puso celoso de imaginar a otro hombre cerca de Su Sakura y ya se acostumbro a tenerla a su lado que veo muy difícil que sea capaz de dejarla ir y creo que a ella no le disgusta del todo permanecer al lado de él.

Onion bye
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Mensaje por kumiko Jue Oct 02, 2014 2:45 am


Bailando buenooo gracias por comentario como no e podido actualizar a diario y se que a mucho no le gusta esperar como a mi que me desespera que un fic que este leyendo Aburrido Bocaza de moren en actualizar jaja por eso montare dos cap y el vierne Esto... Bye montare dos mas para recompensar

y ps espero que le guste

Capitulo 21


La llevó a un tranquilo restaurante ubicado en una zona exclusiva.
Sakura miró a su alrededor, admirando las gruesas alfombras, las bellas pinturas en las paredes, la abundancia de plantas, y la ausencia de espejos.
Momentos más tarde, estaban sentados en una acogedora mesa ubicada en un íntimo rincón. La mesa estaba cubierta con un mantel azul oscuro. Un pequeño florero contenía tres rosas rojas.

Se sentó frente a Naruto, abrió el menú, y luego lo miró.
—Creí que no comías... comida
Le miró fugazmente el cuello.
—No lo hago.
Sin emitir palabra, se sumergió en el menú.
—No puedo decidir que pedir.
—Me temo que no soy de ayuda. Durante siglos no he tenido más que una tibia dieta líquida.
Cuando se acercó la camarera, Sakura pidió una chuleta de ternera. Naruto ordenó una botella de vino tinto.
—Si no puedes ingerir alimentos, ¿cómo puedes beber vino? —preguntó Sakura.
Se encogió de hombros.
—Puedo tolerar unos sorbos.
—¿Qué te sucedería si comes?
—No quieras saberlo.
Había intentado comer una rebanada de pan con manteca y miel al poco tiempo de haberse convertido en vampiro. Se había sentido terriblemente mal. No había comido nada sólido desde entonces, aunque algunas veces se había sentido tentado de ello. Pero eso había sucedido mucho tiempo atrás. La idea de comida ya no le resultaba tentadora.
—Entonces, ¿qué has hecho hoy, además de ir a la librería?
—Comencé a hacer una nueva vara, para reemplazar la que debí abandonar. Corté una rama de uno de los árboles del jardín. Espero que no te importe.
—Por supuesto que no. Coge lo que necesites.
—Gracias.
El bebió de la copa de tanto en tanto, mientras ella comía.
Sakura se sintió culpable de comer frente a él, y aún más culpable de disfrutar la comida. No podía entender cómo no se cansaba de la sangre. Aunque le resultase sabrosa, como decía, ¡comer siempre lo mismo todas las noches, durante siglos, debía resultar sumamente aburrido! Con todo lo que amaba los batidos de chocolate, no querría beberlos noche tras noche por el resto de su vida.

Seguía lloviendo cuando dejaron el restaurante. Sakura elevó el rostro y bebió las gotas de lluvia que le caían sobre los labios. Si estuviese en su hogar nuevamente, se despojaría de la ropa y bailaría desnuda bajo la lluvia.
Naruto la ayudó a subir al automóvil, luego se colocó tras el volante. Momentos más tarde estaban atravesando la lluvia, con el ruido del limpiaparabrisas como único sonido, y el de algún trueno ocasional.
Poco tiempo después, llegaron al club nocturno Gótico preferido de Naruto, llamado Nocturno. Un portero vestido con traje negro y una capa con capucha ayudó a Sakura a salir del coche, mientras Naruto se le acercó y la cogió de la mano. Caminaron bajo un toldo negro, bajaron un tramo de escalones que conducían a una puerta tallada con runas y figuras de criaturas mágicas.
Le abrió la puerta y la siguió hasta el interior.

El lugar estaba lleno aunque apenas pasaban de las nueve de un día a mediados de semana. Sakura miró a su alrededor, los ojos bien abiertos para poder ver bien todo. La primera cosa que notó fue que era la única que no vestía de negro. Las paredes estaban decoradas con todo tipo de máscaras, desde máscaras vudú hasta las de antiguas ceremonias indias de entierro. Velas negras brillaban en candelabros de hierro forjado provocando sombras espectrales en los rostros de la concurrencia. Resultaba atemorizante estar en medio de tantos hombres y mujeres vestidos de negro. La mayoría de ellos tenían el cabello negro; muchos vestían abrigos o capas con capucha. Una mujer en el bar reía en voz alta, exhibiendo brillantes colmillos blancos. Sakura no pudo evitar mirar fijamente a las parejas bailando en la pista, los cuerpos apretados mientras se balanceaban con movimientos lentos y sensuales.

—¿Todos son vampiros? —susurró ella.
—No, sólo lo simulan —contestó él—. Todos, salvo el pequeño hombre de la esquina.
—¿Y la joven que está allí? Tiene colmillos.
—Son falsos.
—¿Cómo lo sabes ?
—Sólo lo sé.
Naruto encontró una mesa en la esquina y ordenó las bebidas, un daiquiri de fruta para Sakura y vino para él.
—¿Vienes a menudo? —preguntó ella.
Él asintió.

—Puedo ser yo mismo aquí. Nadie sospecha de mi verdadera naturaleza. Aquí, sólo soy otro que simula ser vampiro. Vamos —dijo —, vamos a bailar.
Ella negó con la cabeza pero él no le hizo caso. La cogió de la mano y la condujo a la pista.
—No puedo— dijo ella mirando a las otras parejas.
Trató de soltarse, pero no pudo.

—Confía en mí—dijo, y la tomó en sus brazos.
Nunca había bailado con un hombre. Jamás se había dado cuenta de lo agradable que podía ser. Aunque no conocía ninguno de los pasos, Naruto la sostenía tan fuerte que no tuvo problemas para seguirlo. La música la invadió, un ritmo suave que acompasó los latidos de su corazón, un ritmo sensual que la hizo pensar en los abrasadores besos que habían compartido con anterioridad. Sentía su brazo firme y seguro en la cintura, el roce de su cuerpo contra el suyo al moverse en un lento círculo alrededor de la pista. Las otras parejas se le empezaron a desdibujar hasta que tuvo sólo conciencia de la música y del hombre alto y bronceado que la sostenía en sus brazos. Sus labios le rozaron el cabello, y su aliento la mejilla. Se atrevió a levantar la vista hasta su rostro y encontró la misma necesidad reflejada en la profundidad de sus ojos.
En su época, algunos consideraban el baile como un pecado, un preludio a todo tipo de conductas lascivas. Al estar entre sus brazos, balanceándose hacia atrás y hacia adelante, era completamente consciente de su cuerpo contra el suyo, del sensual calor que fluía entre ellos.
El la miró a los ojos, sus profundos ojos azules, con una intensidad hipnótica. No podía ver nada más que a él, no quería a nadie más que a él. Se le acercó, sintiéndose como si fuese arrastrada hacia el interior de su alma.
Se dijo a sí misma que era un vampiro, que no había manera de tener una vida juntos y que, aunque se sintiese atraída hacia él como hacia nadie más, nunca funcionaría; pero entre sus brazos, nada de eso parecía importante.

Le llevó un momento darse cuenta de que la música había terminado. Naruto le sonrió, la ternura que reflejaban sus ojos la enardeció de pies a cabeza.
La música cambió, se tornó más pesada y rápida. Naruto la cogió de la mano y la condujo fuera de la pista.
Cuando estaban volviendo a la mesa, alguien mencionó su nombre.
—Sakura Haruno, ¿eres tú?
Al mirar, vio a Tobi caminando hacia ella.
Naruto le apretó la mano al aminorar sus pasos hasta detenerse.
—Buenas noches, señor Madara —dijo amablemente.
— Es maravilloso volverla a ver.
—Gracias. —Elevó la vista hacia Naruto—. Es la persona de quién te hablé ¿recuerdas?
—Ah, sí, lo recuerdo —dijo Naruto con voz fría.
Tobi le extendió la mano.
—Usted debe ser mi competidor —dijo sonriendo afablemente—. Es un placer conocerlo.
Naruto estrechó la mano de Tobi, sintió el mudo desafío en el saludo del otro hombre.
—Madara —Naruto no había conocido un hechicero antes pero pudo percibir el poder del otro hombre. Lo sintió en la piel como hojas muertas sobre una tumba recién cavada.
Le soltó la mano y dio un paso.
—Vamos, Sakura.
Ella sonrió fugazmente a Tobi.
—Fue un placer volver a encontrarnos.
—Lo mismo digo.
Naruto la guió hasta la mesa, completamente consciente de la mirada del hombre en su espalda. ¿Acaso era una simple coincidencia el que Tobi estuviese allí?, se preguntó Naruto. ¿Y qué otra cosa podía ser? Traer a Sakura aquí había sido su decisión, tomada apenas unas horas atrás. "No había manera de que Tobi supiese que Sakura estaría aquí, aun así..." No sabía quién o qué era Tobi, pero era más que un mero hechicero. Mucho más.

Las bebidas los estaban esperando cuando regresaron a la mesa. Al sentarse, Sakura lo miró con expresión preocupada.
—Estás molesto conmigo.
—No. Pero quiero que te mantengas lejos de él.
—¿Porqué?
—Hay algo que no me gusta en él.
—¿Qué no te gusta?
"Una extraña acusación", pensó, viniendo de un vampiro
—¿Qué quieres decir?
—No estoy seguro. Sólo mantente lejos de él.
Elevó el mentón desafiante.
—No eres mi padre, Naruto Uzumaki. No tienes derecho a decirme qué hacer o a quién puedo ver, o pretender que pase todo el tiempo aguardando que te levantes. El señor Madara me ofreció su amistad, nada más.
No importaba el hecho de que ella ya había dicho a Tobi que no podía volver a verlo. No podía permitir que Naruto le dijese a quién podía ver y a quién no. En las últimas semanas había leído algunas revistas para mujeres, había mirado programas de televisión como «Oprah» y «The View», donde mujeres bien vestidas discutían sobre cosas que no había entendido demasiado bien, salvo que en este siglo, las mujeres exigían igualdad en todas las facetas de su vida. Sakura sonrió para sus adentros. La abuela Haruno habría estado orgullosa de ella por decir lo que pensaba, por exigir ser tratada como a un igual.
Un músculo se tensó en la mandíbula de Naruto. No le había llevado mucho tiempo a Sakura defender su independencia, pensó irritado. Tan sólo una pocas semanas en el siglo XXI y estaba lista para conquistar el mundo. Cuánto más fácil había sido la vida cuando las mujeres hacían lo que ellos decían.
Utilizando sus poderes preternaturales, se inclinó y le clavó la mirada en los ojos.
—No lo verás de nuevo —. Con voz baja e hipnótica, intentó dominar su voluntad.
Sakura le devolvió la mirada, entornando los ojos mientras recurría a su poder para resistir el sonido de su voz, la fascinación de sus ojos. Focalizó su energía, y se enfrentó a la de él, rechazando su hipnótica estocada como podría hacerlo un espadachín blandiendo el arma contra un rival.
—Veré a quien quiera, cuando quiera.
Naruto lanzó una maldición entrecortada. Aun siendo un vampiro joven, había sido capaz de obligar a otros a hacer su voluntad. ¿Por qué sería que esta mujer tenía poder suficiente para enfrentarlo cuando nadie más lo había logrado? ¿Sería su poder tan fuerte, o sería tan sólo la mujer más tozuda y testaruda que había conocido?
—Ese hombre es maléfico —dijo Naruto—. ¿No puedes sentirlo? ¿Verlo?
Ella miró en dirección a Tobi y luego a Naruto.
—Sólo veo a un hombre apuesto que me trató con gentileza y respeto —dijo fríamente.
Completamente frustrado, Naruto se sentó de nuevo en la silla. Por un momento, consideró encerrarla nuevamente, pero la idea de enfrentarse a su furia era menos que atrayente y no ganaría nada con ello. Quería ganar su confianza y respeto, no su ira. Aunque encerrarla en su alcoba le parecía cada vez más agradable, no había forma de evitar que viese al hechicero si esa era su voluntad.
No, ni siquiera podía evitar que bailase con él. Naruto no podía creer el descaro del hombre, pero allí estaba, invitándola a bailar. No le sorprendió que aceptase aunque sabía que lo hacía sólo para demostrar que él no tenía derecho a decirle a quién podía ver y a quién no.
Esta era la primera lección que recibía de las actitudes contestatarias de una mujer moderna.
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Capitulo 22

La atmósfera en el coche camino a la casa era tan fría que Naruto no se habría sorprendido de ver hielo formándose del lado de dentro del limpiaparabrisas. Sakura y él habían dejado el club poco después de que ella había bailado con Tobi. No le había dirigido la palabra desde entonces.

Estaba sentada a su lado, con la espalda erguida mientras miraba fijamente por la ventanilla, aparentemente observando la lluvia.

¡Mujeres! ¿Existiría algún hombre en el planeta, mortal o de cualquier tipo, que las entendiese? Le había advertido sobre el hechicero por su propio bien. El hombre irradiaba un poder oscuro y una energía negativa. Le sorprendía que Sakura no lo hubiese percibido. Tobi practicaba la magia negra o poseía algún otro poder oscuro. ¿Sería posible que fuese tanto un vampiro como un brujo? No parecía probable, ya que Sakura lo había visto en la librería en pleno día. Si fuese un vampiro, entonces sería uno de los Antiguos. Sólo uno de los más viejos de los No Muertos era capaz de ocultar su verdadera naturaleza a los otros de su clase, o caminar a la luz del día sin temor.

La furia y un creciente sentimiento de frustración rugían en Naruto. Presionó el acelerador, el coche aumentó la velocidad. Cuarenta millas por hora. Cincuenta. Sesenta.
Miró a Sakura por el rabillo del ojo. Estaba sentada muy erguida, los pies afirmados contra el piso. Una delgada mano ceñía el borde del asiento, la otra empuñaba la manija de la puerta.

Aceleró el Volvo hasta alcanzar las sesenta y cinco millas, y luego, setenta.

Las luces de unos faros aparecieron en el espejo retrovisor, acompañadas del sonido de una sirena.
Murmuró una maldición, disminuyó la velocidad, sacó el coche del camino, y bajó la ventanilla.
Momentos más tarde, un oficial de policía enfundado en una capa amarilla estaba de pie junto a la ventanilla, con una linterna en la mano.
—¿Puedo ver su permiso de conducir, señor? —requirió el oficial, iluminando el rostro de Naruto, y luego el de Sakura.

Con un gesto de asentimiento, buscó la licencia en su billetera. La extrajo, se la extendió al oficial, y capturó su mirada.

—¿No iba demasiado rápido, verdad?
El oficial, correctamente uniformado, de aproximadamente treinta años, negó con la cabeza.
—No, señor, por supuesto que no.
—¿Me puedo ir entonces?
—Por supuesto —le devolvió la licencia—. Que tenga buenas noches, señor Uzumaki.
—Gracias, oficial Asuma. Buenas noches.
Con un gentil ademán, el oficial regresó al coche patrulla.

Naruto introdujo la licencia en la billetera, arrancó el coche, miró por el espejo retrovisor, y volvió al camino.
—Supongo que no recibes muchas multas —dijo Sakura con un claro tono de desaprobación.
La miró con una ceja levantada
—¿Me vas a dirigir la palabra entonces?
—¿Intentas que nos matemos? —reclamó ella—. Mejor dicho ¿Matarme?

Tenía razón. Se estaba comportando como un patán descerebrado. Mientras que él probablemente sobreviviría a cualquier accidente, salvo que perdiera tanta sangre que no pudiese recuperarse, Sakura seguramente moriría. A menudo, olvidaba cuan frágiles eran los mortales, lo poco que se requería para privarlos de la vida.

—Lo siento —dijo secamente.
Su furia apenas menguó a pesar de la disculpa. Temeroso de decir algo que la hiciese encolerizar, permaneció en silencio durante el resto del viaje.
Al llegar, estacionó el coche en el garaje, apagó el motor, luego corrió hasta la casa y le abrió la puerta. Al darse la vuelta, vio que no se encontraba detrás de él. En cambio, estaba de pie en el jardín, descalza, con los brazos bien abiertos, el rostro elevado al cielo mientras giraba y giraba, como una niña jugando en el parque. Vestida de blanco y la falda arremolinándosele en los tobillos, parecía casi etérea.
La observó, fascinado por el sonido de su alegre risa y el placer que le hacía brillar los ojos como esmeraldas. ¡Qué criatura tan extraña y hermosa era! Bailaba bajo la lluvia con la inocencia y exuberancia de la juventud y de una conciencia pura.
Un siseo le advirtió que Morgana se encontraba junto a él. Miró hacia abajo, a la gata que le clavaba los ojos con el lomo arqueado.
—¿No hay rastro de amor entre tú y yo, no es así? —le dijo a la gata. Pero ambos amaban a la mujer.
Sakura atrapó su mirada nuevamente. Estaba de pie con los brazos elevados al cielo, la cabeza hacia atrás y moviendo los labios. ¿Estaría cantando o rezando?
Sin importarle la lluvia que lo empapó rápidamente, bajó los escalones del porche y cruzó el jardín hacia ella.
Un rayo cruzó las nubes. Segundos más tarde, un trueno retumbó en el cielo donde amainaba la tormenta.
Otro trueno retumbó en la tierra cuando Naruto la cogió en sus brazos. La miró a los ojos, ella los cerró lentamente mientras él inclinaba la cabeza para cubrirle la boca con sus labios.
Besar a Sakura en el medio de la tormenta le resultaba extrañamente erótico. Los truenos y relámpagos surcaban el cielo sobre sus cabezas, pero no importaba. Nada importaba salvo la mujer que tenía en los brazos. Sintió el sabor dulce de la miel, del vino y de las gotas de lluvia. Y de mujer. Era una potente combinación.
—Me has embrujado, Sakura Haruno —murmuró, y la besó nuevamente.
Y otra vez.
Era como una llamarada en sus brazos, los labios como el más dulce de los néctares, la piel como seda húmeda. La cubrió de besos mientras la llevaba lentamente hacia el suelo. La hierba estaba fría debajo de ella, la entibió con una mirada.
La besó hasta que los besos no fueron suficientes, hasta que ella perdió la cabeza, hasta que quedó sin aliento y con la misma urgente necesidad que lo devoraba a él. La ropa desapareció por arte de magia, la de él, la de ella, no importaba.
Ella lo miró, un grave quejido de placer le surgía de lo profundo de la garganta mientras él adoraba su belleza con los ojos y las manos... manos grandes que la acariciaban con suma delicadeza, exigiendo nada, pidiendo todo.
Ya no había dudas en ella, ni reticencia de pudor virginal, ni murmullo de débil protesta. A pesar de la lluvia y del frío, su piel estaba tibia, enardecida por el deseo que la consumía. Era una mujer, con necesidades de mujer y él avivó el fuego de su deseo hasta que estuvo lista para él, hasta que gritó su nombre, con voz cargada de pasión y ansias que ya no podían ser desatendidas.
Y la hizo suya, allí, sobre el húmedo césped.
Le arrebató la inocencia, y la sangre, y al hacerlo, la fundió en él hasta que ambos quedaron sin aliento.
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Mensaje por Leon Jue Oct 02, 2014 3:58 pm

Ambos sucumbieron al deseo, un deseo que va mas allá de la razón , que desafía a la lógica, la vida e incluso el tiempo, desde que se conocieron esto parecía inevitable y así fue. El deseo es el primer paso hacia un gran amor.

Y confirmado que Tobi no es un simple mortal, es poderoso y lleno de oscuridad y sí Sakura no se aleja de él puede que corra peligro y tal vez hasta Naruto. Pero que busca Tobi porque no creo que sea coincidencia que haya conocido a Sakura y que hayan coincidido en ese lugar tan peculiar.

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Mensaje por kumiko Jue Oct 09, 2014 3:41 am

Capitulo 23

Sakura durmió hasta tarde a la mañana siguiente y se despertó con una sonrisa en el corazón. Extraño, pensó. En su época, siempre había sido madrugadora. Por supuesto, al vivir con un vampiro, una tiende a trasnochar.
Se dio la vuelta sobre un costado, miró por la ventana. Todavía estaba lloviendo, pero no le importaba. Siempre había amado la lluvia. Le despertaba algo en su interior, algo terrenal, salvaje y desinhibido.
¡Realmente había sido salvaje y desinhibida la noche anterior! Apenas podía creer cuan lujuriosa había sido en sus brazos. ¿Qué pensaría de ella? ¡Tenía claro lo que pensaría la abuela Haruno! Estaría escandalizada y horrorizada por la lasciva conducta de su nieta.
Sakura dejó escapar un suspiro. Lo único bueno era que no había posibilidad de concebir un hijo fuera del matrimonio. El pensamiento no logró tranquilizarla como debería. Por el contrario, pasó varios minutos pensando qué maravilloso sería tener un hijo de Naruto, un niño con grueso cabello rubio y profundos ojos azules.
—Naruto —susurró su nombre. La excitación zumbaba en su interior, rebosante, hasta que se convirtió en un suspiro de felicidad. ¿Así sería estar enamorada, este sentimiento de asombro y descubrimiento?
Morgana se agitaba al pie de la cama. Con sonoros maullidos se desperezó y arqueó el lomo, luego se acercó a su dueña y le acarició la mejilla con la pata.
—Lo sé, quieres salir —dijo Sakura.
Se levantó, se colocó la bata y descendió las escaleras. Morgana le siguió el paso sin dejar de maullar lastimeramente.
Sakura abrió la puerta trasera y permaneció de pie observando la lluvia. Morgana olfateó el aire, echó las orejas hacia atrás, luego bajó como un rayo los escalones y desapareció en la esquina de la casa. Sakura sonrió. Morgana odiaba la lluvia tanto como su dueña la amaba.
Dejó la puerta entreabierta para cuando regresara la gata, llenó la tetera con agua y la puso en el fuego. Cogió su tazón preferido del estante, introdujo una bolsita de té y se sentó a esperar que el agua hirviera.
Cuando el agua estuvo caliente, llenó la taza, luego se sentó sosteniéndose el mentón con las manos mientras el té se oscurecía.
Cuando estuvo listo, le agregó una cucharada de miel, luego llevó la taza a la sala. Abrió las cortinas, se sentó en el sofá y observó la lluvia que golpeaba en la ventana, recordando la noche anterior, en los brazos de Naruto. Nunca había pensado que hacer el amor podía ser tan explosivo, o que colmara tanto, física, emocional, e incluso espiritualmente. Naruto había liberado un manantial de pasión que no sabía que tenía, la había llevado a una cúspide que jamás había soñado que existiese. Acució sus ansias de caricias...
Se tocó los labios, recordando el calor de sus besos, la manera en que sus manos la acariciaron, como si quisiese memorizar cada una de sus curvas. Algunas de las caricias fueron tiernas, otras osadas. Le había explorado cada pulgada del cuerpo. Sintió cómo le subía el calor a las mejillas al recordar que ella le había hecho lo mismo. Había sido una noche mágica. A pesar del frío y de la lluvia, había sentido el césped tibio y seco debajo de su cuerpo. En lo alto, los truenos y los relámpagos habían compuesto una sinfonía para ella, y las palabras tiernas y de amor que Naruto le susurró al oído fueron la lírica. Había visto prolongarse el arco iris entre las nubes. Realmente, una noche mágica, se repitió, pero sobre todo, había sucedido demasiado pronto.
Pensar en él la hizo anhelar que el sol se pusiese rápidamente. Se le aceleraba el corazón con sólo pensar en él. Un calor líquido la inundaba desde lo más profundo de su ser. Se agitó inquieta preguntándose cómo podría soportar las horas en su ausencia. Nunca antes se había sentido así, excitada y ansiosa al mismo tiempo.
Y luego, como un estallido, se dio cuenta de que él debió haber utilizado sus poderes preternaturales para seducirla. Era lo única explicación posible para cómo se sentía ahora, y para su conducta lasciva de la noche anterior. Estaba enfadada con él cuando se fueron del Nocturno, molesta con la manera arrogante en que le había prohibido volver a ver a Tobi. Y aun así, sin haber transcurrido ni una hora, había caído voluntariamente en los brazos de Naruto, le había permitido que le hiciera el amor desvergonzadamente al aire libre.
¿Pero cómo? ¿La habría seducido? ¿Y cuándo?
Frunció el entrecejo. Hasta ese momento, siempre se había dado cuenta cuando él trataba de usar sus poderes pre¬ternaturales contra ella. Los había sentido y bloqueado. ¿Qué había hecho diferente la noche anterior?
Bebió el té, intentando recordar todo lo que había sucedido después de abandonar el club.
Él la había observado bailar bajo la lluvia. Y luego la había besado. Un beso que le había robado el alma, y ella había dejado de luchar contra el deseo que sentía por él. Un beso, y ella había entregado su virtud sin ningún reparo, sin siquiera pensarlo. Ciega por el deseo que había resistido durante tanto tiempo, le había devuelto los besos con un fervor que desconocía poseer.
Sus besos. Eran tanto o más potentes que cualquier hechizo o encantamiento jamás conjurado. Un beso que consumió todo discernimiento entre el bien y el mal.
Se humedeció los labios, jadeando, se llevó la mano al cuello. Le había tomado la sangre. ¿Cómo pudo haberlo olvidado, o del exquisito placer que le había producido? Y ella había probado la suya. Accidentalmente, pensó en ese momento. El le había clavado los colmillos en el labio inferior y ella había probado su sangre cuando la besaba. ¿Sería esa la razón por la cual no podía pensar en otra cosa más que en Naruto? ¿La causa por la cual estaba tan ansiosa para que la luna destronara al sol en el cielo?
¿Se convertiría en lo que él era, habiendo probado su sangre?
Se puso de pie y se dirigió rápidamente a la alcoba. Tomó una breve ducha, se vistió con pantalones negros, un grueso jersey, y un par de botas. Cogió el bolso y las llaves del Volvo, y salió de la casa.
Poco después, estaba conduciendo hacia la ciudad, en dirección a la librería.
La lluvia había amainado cuando llegó a la ciudad, y ya no llovía cuando entró en la librería.
Konan elevó la vista desde el escritorio y le sonrió.
—Qué mal clima tenemos —dijo señalando con un gesto el lugar vacío—. Malo para el negocio también. ¿Entonces, qué te trae por aquí en un día como éste?
—¿Tienes algún libro sobre vampiros? —preguntó Sakura, sacudiéndose las gotas de lluvia del cabello.
—Tenemos uno o dos. Están allí, en el estante de abajo. Probablemente, encontrarás más opciones en una biblioteca.
—Gracias —refunfuñó Sakura suavemente.
¿En qué había estado pensando? No necesitaba una biblioteca. Naruto tenía cientos de libros, quizás miles ¿Pero tendría un vampiro libros sobre vampiros?
—¿Estás buscando algo en particular? —preguntó Konan, saliendo de atrás del escritorio.
—No. Yo... yo vi una película sobre vampiros y quería saber más sobre el tema —sonrió aturdida—. No es que piense que existan, ni nada por estilo.
—Deberías hablar con Tobi. Está escribiendo un libro sobre ellos.
—¿De verdad? Quizás lo haga. Gracias, otra vez.
Sakura encontró tres libros sobre vampiros, uno sobre hombres lobo, y uno referente a criaturas que podían cambiar de forma, ninguno de los cuales le resultaban de mucha utilidad. Dirigió un saludo con la mano a Konan, quien había vuelto tras el escritorio, se dirigió a la puerta, y se encontró cara a cara con Tobi.
—Bueno, hola —dijo él.
—Hola.
—Debe ser mi día de suerte al encontrarla aquí.
—Ya me iba.
—No puede irse ahora —dijo con una sonrisa—. Acabo de llegar. Venga, permítame invitarla a una taza de café para templar el cuerpo antes de volver a la lluvia.
Al no hallar ninguna excusa plausible para rehusar, y porque realmente deseaba otra taza de café, le permitió guiarla hasta la cafetería. Se sentaron en la misma mesa junto a la ventana.
Tobi pidió dos tazas de café Amaretto con sabor a almendras. Luego se reclinó sobre la silla.
—Y, ¿qué está haciendo en un día como éste? Debería estar acurrucada junto al fuego con un buen libro.
—Konan me dijo que está escribiendo un libro sobre vampiros.
—¿Se lo contó? Bueno, tiene razón.
—¿Por qué está escribiendo sobre vampiros?
—¿Por qué no? Son criaturas fascinantes.
—¿Pero, seguramente, no creerá que son reales?
—¿Y si lo fueran?
—¿Lo son?
—Creo que lo son. Creo que tienen la llave para algo que el hombre ha estado buscando desde que Adán trajo la muerte al mundo. La vida eterna.
Con un murmullo agradeció a la camarera el pedido.
—¿Puedo ofrecerle algo más, señor Tobi?
—No, gracias, Karin.
Sakura esperó a que la joven se retirase antes de seguir haciendo preguntas.
—Aunque existiesen, ¿cómo haría para encontrar uno?
Tamborileó los dedos sobre el borde de la mesa.
—Ahí reside el problema. —Se inclinó hacia ella, con mirada intensa. — ¿Usted no sabrá dónde puedo encontrar uno, no es así?
Todos los instintos de Sakura le aconsejaron ser cautelosa.
—¿Yo? ¿Cómo podría saberlo? Soy nueva aquí.
—Aun así, la otra noche usted estaba en el Nocturno.
—También usted. —Levantó la taza y bebió un sorbo, luego la apartó. Ayer, el café le había parecido delicioso; hoy, sabía desabrido y amargo como la traición.
—Justamente por eso —contestó Tobi—, cuénteme más sobre el hombre que la acompañaba.
—Es sólo un amigo —contestó con sumo cuidado de que su voz pareciese normal—. Apenas lo conozco. —Sus palabras parecían una burla de lo que había sucedido entre ellos la noche anterior en el jardín.
—¿Y por qué la llevó allí?
Se encogió de hombros.
—Dijo que era un lugar interesente, lleno de gente que simula ser vampiro. Pensé que podía ser divertido.
No le creyó. Lo pudo ver en sus ojos.
—Y si encuentra un vampiro —preguntó ella—. ¿Qué haría?
—Pedirle su cooperación por supuesto. Necesitaríamos hacer algunos exámenes de sangre, aislar el agente, cualquiera que sea, que permite a un vampiro sobrevivir por cientos de años y le otorga la portentosa habilidad de curarse a sí mismo de cualquier herida. Una vez aislado, tendríamos que hacer más experimentos para tratar de duplicarlo. Piense en lo que significaría para la humanidad —dijo con aire de aparente honestidad—. Los cientos, quizás miles de vidas que podríamos salvar.
Al escuchar sus palabras, su tono de voz, supo que estaba mintiendo. No estaba interesado en ayudar a la humanidad. Estaba interesado en hallar la manera de lograr que Tobi viviese para siempre. Estaba segura. Sin embargo, encontraba extraño que un hechicero deseara tal cosa. La abuela Haruno siempre creyó que el único camino a la perfección para el alma era renacer, una y otra vez; y con cada vida, el alma sería capaz tanto de aprender como de enseñar algo necesario, algo que nadie más podría hacer. Vivir la misma vida eternamente sería permanecer estancado.
Sakura no estaba segura de creer en la reencarnación, aunque una parte de ella deseaba que fuese verdad, y así, algún día, podría estar con su abuela, en otra vida. Había quienes creían que las almas se trasladaban de una vida a otra entre los miembros de una misma familia, por lo tanto, si en una vida la abuela Haruno había sido su abuela, en otra, podría ser su hija o su madre. Pero la reencarnación era una discusión para otro día.
—¿Por qué no busca un vampiro simplemente publicando un aviso en el periódico? —preguntó Sakura.
Tobi resopló.
—¿Se imagina la sarta de idiotas que podrían contestar tal aviso? Cada chiflado de la ciudad estaría aporreando mi puerta —sacudió la cabeza—. Es mejor frecuentar los lugares que pueden congregarlos, como el Nocturno, Si existen, encontraré uno.
—Bien —dijo Sakura—, le deseo suerte. Realmente debo irme ahora. Tengo... tengo un compromiso.
—No ha terminado su café.
—¡Oh! —Levantó la taza y lo bebió de un sorbo—. Gracias.
Se puso de pie cuando ella se levantó.
—Buen día, Sakura Haruno. Deseo poder verla pronto otra vez.
Con un gesto de asentimiento, huyó de la librería.
Fuera, inhaló una purificadora bocanada de aire. Naruto había tenido razón. Ver a Tobi había sido un grave error. ¿Por qué nunca había percibido la energía negativa que emanaba del hechicero? ¿Había estado siempre allí? ¿Cómo podía no haber notado semejante cosa?
De regreso en casa, fue hasta la biblioteca para buscar cualquier cosa que pudiese encontrar sobre vampiros. Finalmente, la halló en uno de los estantes de la biblioteca de la planta alta. Allí, en el estante superior encontró docenas de libros sobre vampiros y otras criaturas sobrenaturales.
Sopló el polvillo de los lomos, los apiló junto a la silla, luego se sentó y comenzó a leer.
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Mensaje por Leon Jue Oct 09, 2014 4:02 pm

Sakura desperto de un sueño mas que merecido después de la noche tan desbordante en pasión y éxtasis, pero ahora se cuestiona si lo hizo "coaccionada" por lo poderes de Naruto, aunque en el fondo sabe que ella es capaz de bloquearlos, así la única explicación es que se entrego al deseo por que lo ama.

Y que bueno que ya se dio cuenta que Tobi es peligroso y que hay que estar lejos de él, aunque presumo que él no se va querer alejar de ella...

Ya quiero leer cuando Naruto y Sakura se vean después de la noche mágica que vivieron juntos.

Onion bye
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Mensaje por kumiko Mar Oct 14, 2014 3:15 am

si ya se me demorado en la actualización pero he estado y tan ocupada y sin mas espero que le guste

Capitulo 24

Naruto estaba de pie en el umbral, recorriendo con la mirada a Sakura. Ella estaba sentada en la silla, con una pierna recogida bajo el cuerpo, totalmente ensimismada en el libro que tenía sobre la falda. Examinó los títulos de los libros desparramados en el suelo, notó que todos versaban sobre vampiros, Morgana dormía bajo la silla moviendo la cola.
Hermosa Sakura, con sus ojos verde jade y la abundante melena rosada.
Realmente era una bruja, pensó. Había caído bajo su hechizo la noche que la vio bailando fuera de su cabaña. ¿Lamentaría lo que había sucedido entre ellos la noche anterior?
Si cruzase la habitación y la cogiera en sus brazos ¿se abandonaría a él o lo abofetearía?
En ese momento, ella levantó la vista, abrió de par en par los ojos al verlo de pie en el umbral.
—¡Naruto! ¿Desde cuándo estás ahí?
—No hace mucho. —Hizo un gesto hacia los libros—. ¿Estás buscando algo en particular?
—No realmente, pero no puedes culparme por ser curiosa.
Él no se parecía en nada a los vampiros descritos en los libros que acababa de leer. De acuerdo con aquellos que se declaraban entendidos, eran criaturas esqueléticas de piel pálida y hundidos ojos rojos. Con uñas largas, aliento intensamente fétido y la piel fría como una tumba al tacto.
—¿De veras? ¿Y qué es exactamente lo que despierta tu curiosidad?
—Todo.
—Supuse que al vivir aquí, bajo mi techo, tendrías todas las respuestas que necesitas.
El recuerdo de cuando hicieron el amor le llameó en los ojos y le ruborizó las mejillas, pero no estaba lista para darse por enterada de lo que había sucedido, ni mucho menos, discutirlo con él, o, muy a su pesar, repetirlo.
Se movió en la silla.
—No pareces un vampiro.
—¿No?
—No ¿Eres realmente como yo te veo?
Él rió suavemente.
—¿Crees que tengo una especie de encanto de vampiro, pero que bajo mi apariencia exterior no soy más que un cuerpo en putrefacción?
Sus ojos se agrandaron.
—¿Es así?
Desestimó su temor con un ademán.
—No, en lo absoluto
—No, tampoco lo creí así —dijo, con un tono de evidente alivio, igual al que mostró su expresión—. Mucho de lo que leí me parecen tonterías.
—¿Por ejemplo?
Apoyó un hombro en el quicio de la puerta, dispuesto a brindarle todo el tiempo que necesitara.
—Bueno, uno de los libros señaló que si quieres encontrar un vampiro, debes coger un caballo, tanto blanco como negro, ir al cementerio y dejarlo caminar sobre las tumbas. Si el caballo se rehusa a pisar alguna de ellas, el cuerpo que está en su interior pertenece a un vampiro.
Naruto asintió. No sabía si era verdad o no, pero sabía por experiencia propia que los animales lo evitaban
Sakura movió la cabeza.
—El libro también sugiere que el caballo debería ser montado por un joven virgen, y así ambos, joven y bestia, reconocerían con horror al demonio que yace en la tumba.
Otro de los libros dice que si se diseminaran semillas en la tierra, tú tendrías que detenerte para contarlas, o levantarlas a todas. Y este otro —señaló el libro que tenía en la falda— ...sostiene que si un vampiro encuentra una soga con nudos, deberá desatarlos a todos. —Frunció el entrecejo—. En otra parte dice que los vampiros no se pueden verse a sí mismos en espejos porque no tienen alma. —Elevó la vista para mirarlo con expresión preocupada—. ¿Es verdad?
—No lo sé. Algunos afirman que es porque ya no somos mortales; es decir, esencialmente, ya no existimos en el mundo real, en consecuencia, no nos reflejamos.
—¿Te molesta, no poder verte a ti mismo?
—Ya no.
—¿Antes sí?
—Era un tanto perturbador al principio —confesó- A decir verdad, casi he olvidado cómo me veo.
—¿Te hace sentir como si no existieses?
El asintió.
—Así lo pensé.
—¿Pensaste sobre ello? —preguntó sorprendido.
—Pensé en comprar un espejo unos días atrás, y me pregunté cómo me sentiría si fuese tú, si no pudiese ver mi reflejo. —Lo miró con expresión pensativa— ¿Realmente has olvidado cómo te ves?
—Bastante. No es que me importe demasiado.
—Quizás podríamos encontrar a alguien que pinte tu retrato —dijo pensando en voz alta—. O quizás podríamos comprar una de esas cámaras que se anuncian en la televisión.
Naruto rezongó.
—No creo que los vampiros salgan en fotografías.
—Oh. Bueno, eres muy apuesto, ¿sabes?
—¿Lo soy?
Ella asintió.
—Me complace que así lo creas.
Nerviosa por el giro de la conversación, fijó la mirada en el libro que tenía en la falda.
—¿Puedes convertirte en un lobo? ¿O en un murciélago?
—En un lobo, si así lo desease. No estoy seguro de poder convertirme en algo tan pequeño como un murciélago, ni creo entender la razón por la que querría hacerlo.
—Pero puedes convertirte en bruma. Pude verte la noche en que la turba vino por mí.
—Sí. Aunque supone varios años dominar ese truco en particular,
—¿Y el sol te convertiría en cenizas?
El asintió, recordando su reciente encuentro con el amanecer, el dolor agónico que le había lacerado la piel y quemado los ojos.
Ella señaló el libro nuevamente.
—¿Cómo puedo saber qué es cierto y qué es fábula?
—¿Importa? No soy mortal, no soy realmente inmortal, ni soy humano en el sentido estricto de la palabra. Pero aún soy un hombre, capaz de sentir alegría, pena y placer.
—¿Si le das tu sangre a alguien que esté enfermo, harías que se cure?
—No lo sé. ¿Por qué lo preguntas?
Se encogió de hombros y apartó la mirada de la de él.
—Sólo... sólo curiosidad.
—No sabes mentir, Sakura Haruno. ¿De qué se trata todo esto?
—¿Es doloroso convertirse en vampiro?
—No exactamente.
—¿Qué quiere decir, no exactamente? ¿Lo es o no?
—No es demasiado doloroso, pero puede ser atemorizante si no sabes qué está sucediendo o qué debes esperar. ¡Demonios, Sakura! ¿Qué intentas descubrir? ¿Estás enferma? ¿Qué quieres que te explique?
—¿Has convertido a alguien en vampiro?
—Sólo en una ocasión. —Era algo que rara vez se permitía recordar.
—¿Dónde está? ¿Era un hombre o una mujer?
—Era una mujer. —Levantó una mano, con el deseo de no ahondar en más preguntas.
—¿La amabas?
—No, pero ella creyó estar enamorada de mí. Hasta el día de hoy no sé cómo hizo para descubrir mi verdadera naturaleza. Desde ese momento, me rogó que la convirtiera en lo que yo era. —comenzó a caminar por la habitación—. Traté de evitarla, pero vivía en una villa pequeña. Yo era un vampiro joven, impulsivo, necio. Una noche, de la cual siempre me lamentaré, hice lo que me pedía. —respiró profundamente— . Fue un error, que jamás quise repetir.
—¿Por qué fue un error? ¿Se arrepintió de lo que había hecho?
—No cualquiera es lo suficientemente fuerte como para soportar el Oscuro Truco. Zakuro no lo fue. Era una criatura tan gentil. No tuvo valor para vivir la vida de un vampiro. No pudo disfrutar la cacería. Se angustiaba con cada gota de sangre que tomaba, lamentaba cada acto de violencia. Al cabo de algunos años enloqueció.
—¿Qué le sucedió?
Era algo que había deseado que no le preguntara, la única pregunta que no deseaba contestar.
—La liberé.
—¿La mataste?
El dolor le ensombreció los ojos.
—Me encargué de ella. Era mi responsabilidad.
Sakura lo miró fijamente, sin pestañear. Sin poder creerlo.
—¿Cómo pudiste?
—¿Cómo podía evitarlo?
Sintió la angustia en su voz.
—Lo siento realmente, Naruto. Debió de ser muy difícil para ti.
—Sí.
—Dijiste que ella no podía disfrutar de la cacería. ¿Tú puedes? —Le miró fijamente con sus ojos verde esmeralda muy abiertos a la espera de una respuesta.
El dejó escapar un profundo suspiro, deseando que no fuese tan curiosa, que sus preguntas no tocaran temas que preferiría no discutir, facetas de un vampiro que sería mejor que desconociese. Pero no podía mentirle.
—Soy un depredador —dijo inocentemente— todos disfrutamos de la cacería.
—¿Y de matar? —aferró el lomo del libro que tenía sobre la falda hasta que los nudillos se le emblanquecieron—. ¿También disfrutas de ello?
La miró fijamente, analizando cuál sería la mejor manera de responder tal pregunta, ponderando si la verdad la alejaría de su lado. Pero no quería mentiras interponiéndose entre ellos, no después de la otra noche.
—He matado en el pasado —contestó quedamente—. Para un vampiro joven es casi imposible de evitar: la emoción de la caza, el olor del miedo que emana de la presa, el sentirte invencible es algo intoxicante, oigo muy difícil de comprender a menos que lo experimentes por ti mismo. Y cuando aprisionas tu presa, y su sangre se acelera, es difícil recordar que ese simple mortal bajo tu dominio es algo más que una presa, es difícil recordar que una vez fuiste tan débil y humano como la criatura que tiembla ante ti.
La miró, con ansias que se agitaban ante las imágenes conjuradas por sus palabras. Se llenó de su olor que le recordaba la noche anterior, cuando tomó más que unos pocos sorbos para menguar su sed y aliviar el dolor. Pero jamás había matado a alguien inocente o desprotegido, jamás había atrapado niños o a aquellos que eran jóvenes y vulnerables.
Respiró profundamente para calmarse y luego se le acercó.
—¿Qué demonios es todo esto?
Ella lo miró fijamente. Se veía imponente e intimidante, con los ojos oscuros clavados en su rostro.
—Tobi—dijo ella— está escribiendo un libro sobre vampiros.
—¿Estuviste con él hoy? —No era necesario que lo confirmara, podía percibir el olor del otro hombre. Se preguntaba por qué no lo había sentido antes.
—Fui a la librería a buscar un libro sobre vampiros. Pero en cuanto Konan me dijo que probablemente tendría más suerte en una biblioteca, pude recordar cuántos libros tienes aquí.
—¿Y dónde te reuniste con Tobi ?
—No me reuní con él. El llegó cuando me estaba yendo e insistió en que tomara una taza de café con él
—¿Y no pudiste negarte?
Elevó el mentón desafiante.
—En ese momento, no quise.
—¿Por qué está escribiendo sobre vampiros?
—Dijo que son criaturas fascinantes. Piensa que la sangre de vampiro podría ser la cura para muchas enfermedades, y que podría haber algún modo de prolongar la vida humana, incluso quizás, vencer a la muerte.
—Ya veo. ¿Y él quiere hacerlo por el bien de la humanidad?
—Eso es lo que dijo, pero yo no creo que le preocupe nadie más excepto él mismo. Creo que quiere encontrar la manera de vivir eternamente. Aduce que está buscando un vampiro para que lo ayude en la investigación. Esa fue la razón por la cual fue al Nocturno la otra noche.
Al recordar al joven vampiro del club, Naruto maldijo suavemente, deseando que el joven fuese lo suficientemente inteligente como para mantener su identidad en secreto. Una vez convertido, la mayoría de los vampiros parecen saber instintivamente que, por su propio bien, no deben revelar su verdadera naturaleza. Desde luego, también saben que deben mantenerse alejados del territorio de otro vampiro. De haber estado solo la otra noche, habría invitado al joven vampiro a dejar la ciudad o a enfrentarse a las consecuencias.
Sakura lo miró un momento, luego agrandó los ojos.
—¿Crees que Madara sabe sobre el otro vampiro? ¿Piensas que lo quiere usar para algún tipo de investigación?
—Era el único otro vampiro en el lugar.
—Tobi me preguntó sobre ti — le dijo preocupada—. ¿Piensas que sabe lo que eres?
—No.
—Deberíamos advertir al otro vampiro —dijo Sakura convencida— antes de que sea demasiado tarde.
—Ya podría ser demasiado tarde.
—Entonces debemos ir al Nocturno ahora, esta noche. —Se puso de pie, el libro que tenía en la falda cayó al piso—. ¡Deprisa!
—Sí.

***


Había tan sólo unos pocos clientes en el Nocturno cuando llegaron. Una pareja sentada en la barra hablando con él camarero, otra sentada en una de las mesas, absortos uno en el otro.
El joven vampiro estaba sentado en un reservado en una esquina apartada. Tenía el cabello castaño al igual que sus ojos. De labios finos y nariz aguileña, contextura mediana y figura esbelta como un corredor. Sostenía un vaso en las manos. Le bastó olerlo para saber que no era vino.
El otro vampiro sintió la presencia de Naruto tan pronto como entró en el club. Levantó la vista, entrecerró los ojos y lo miró. Alzó la copa, bebió un largo trago, mientras miraba a Naruto por el rabillo del ojo.
Naruto se deslizó en el reservado contiguo al del joven vampiro. Sakura se sentó a su lado, con las manos sobre la falda.
—¿Qué quiere? —preguntó el vampiro malhumoradamente, miró a Naruto, luego a Sakura, y volvió a mirar al vampiro.
—Podría preguntarle lo mismo —contestó Naruto calmadamente.
—¿Qué quiere decir?
—Esta es mi ciudad. ¿Qué hace aquí?
—Eh, hombre. No sabía que estaba aquí.
—Ahora lo sabe. ¿Quién es usted?
—Kiba Inuzuka.
—¿De dónde es?
—Nací en Suna. Ahí es dónde me convirtieron.
—¿Quién lo hizo?
—Kaito.
Naruto gruñó suavemente. Si bien nunca la había conocido, su nombre era una leyenda entre los vampiros. Si los de su casta tuviesen una reina, Kaito habría de tener la corona.
—¿Por qué está aquí?
Kiba miró fijamente el interior del vaso.
—Quería alejarme lo más posible de mi hogar.
—¿Desde cuándo es uno de nosotros?
—Sólo unos pocos meses.
Naruto asintió.
—¿Conoce a un hombre llamado Madara Uchiha?
Kiba levantó la vista.
—Sí, lo conocí la otra noche ¿Por qué?
—No confíe en él —dijo Naruto cortante—. Y largúese de mi ciudad.
—¡Espere! Se supone que debo encontrarme con él esta noche, más tarde.
—Si es lo suficientemente inteligente, se habrá ido para cuando él llegue. —Naruto miró a Sakura—. Vamos.
Ella se deslizó fuera del reservado, él la siguió.
—¡Espere! —gritó Kiba con una nota de pánico en la voz—. Necesito ayuda.
—¿De verdad?
—Hay tantas cosas que no sé. Kaito casi no me dijo nada.
—Entonces pídale ayuda.
—Demonios, hombre, no me puede dar la espalda así. Somos... somos hermanos.
— No —respondió Naruto fríamente—. Somos enemigos. Y usted está en mi territorio.
—¡No quiero esta vida!
—Acabe con ella entonces.
—Naruto. —Sakura le colocó la mano sobre el brazo—. Necesita tu ayuda. Recuerda como te sentiste tú.
El la miró fijamente y luego se detuvo.
—Acompáñeme, Kiba.
Naruto no esperó la respuesta, ni se detuvo para ver si el joven vampiro lo seguía. Sujetó a Sakura de la mano y abandonó el club
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