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El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Lamento haberme retrasado tanto. Mi Wi- Fi se ha estado riendo de mí y no he podido subir el capi nuevo. Mil disculpas
Pero os traígo al fin la conti. Me ha quedado larguita, así que espero que la disfrutéis.
Espero que os haya gustado. BYE!
Pero os traígo al fin la conti. Me ha quedado larguita, así que espero que la disfrutéis.
- Capítulo 19 parte 2:
- Sakura se paró en seco delante de Jiraya que la miraba con una sonrisa. Miles de dudas la asaltaron al instante. ¿Jiraya estaba al tanto de que por su culpa había estado en peligro? Y si lo sabía, ¿no estaba enfadado? A juzgar por su sonrisa, la respuesta era muy clara.
- Jiraya… yo… - balbuceó.
El mago la abrazó con el cariño con el que un padre abrazaría a su hija, de forma cálida y paternal, envolviéndola en un caluroso abrazo.
- Tranquila, Sakura, que lo sé todo. – le dijo calmado. – Y antes de que hables; no. No estoy enfadado contigo y no voy a estarlo nunca. Naruto me lo ha contado todo y sé porqué lo hiciste.
- Gracias. – musitó con una sonrisa de alivio cuando se separaron.
La otra persona le cogió del hombro en una breve caricia.
- Me alegra verte, Sakura. – dijo Tsunade con una sonrisa. – Te veo mejor que la última vez. Incluso me atrevería a decir que más madura.
- ¡Tsunade! – Sakura la abrazó.
La mujer le devolvió el efusivo abrazo al instante. Había echado de menos a aquella joven sin saberlo. Había pasado poco tiempo junto a esa chica, pero la veía como casi una hija. Y todo por lo que había tenido que pasar aquella joven… Quizá eso la había unido más a ella. Era verdad que la notaba distinta y más madura desde que no la veía.
Sakura se separó de ella seria.
- ¿Dónde está Naruto? – preguntó alarmada al no verlo allí.
Jiraya abrió la boca para hablar pero no tuvo tiempo. Sakura los apartó a ambos de un empujón para correr a toda velocidad hasta la persona que salía en aquel momento de la sala de reuniones.
Tenía un brazo vendado y en cabestrillo, sujeto por un pañuelo al cuello. Se le veía cansado, aunque caminaba con la misma actitud que de costumbre. Nada más verla le sonrió como solo él sabía hacerlo y extendió el brazo libre para acogerla al instante.
Le dio un par de vueltas antes de soltarla en el suelo y pegó su frente a la suya cerrando los ojos.
Sakura lo besó en los labios mientras le echaba los brazos al cuello quedándose colgada en él.
Se separaron sonriéndose tras unos minutos. Ella vio el pequeño corte en su mejilla y se preocupó, pues quizá tuviese más heridas. Volvía a tener una barba bastante crecida y espesa, que era áspera al tacto. Pasó la mano por su labio, y comprobó que tenía un pequeño corte también ahí. ¿Le dolería mucho?
- ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? ¿Y ese brazo? – preguntó atropelladamente.
Él le acarició la mejilla tranquilizándola.
- Tranquila, tranquila. Solo tengo un par de rasguños y en cuanto al brazo, – Sakura echó una rápida ojeada a su brazo y volvió a mirarlo. – Tsunade ha dicho que en una semana lo tendré bien. La peor parte se la llevó Jiraya, que recibió una buena estocada en el vientre.
Sakura le golpeó en el pecho, él emitió una mueca de dolor, luego bajó las manos del cuello hasta abrazarlo por la cintura y apoyó la cabeza en su pecho. Olía a bosque más que nunca. Y a sangre, sobre todo a sangre. Una mezcla poco habitual en él.
- Idiota. He estado tan preocupada. Rezando cada noche para que estuvieses bien. – dijo sollozando contra su pecho. – No debiste irte así…
- Pero mantuve mi promesa, ¿no? – la cortó acariciándole el pelo que llevaba suelto y que caía haciendo hondas por su espalda. – He vuelto.
- Sí, has vuelto… - susurró ella abrazándolo con más fuerza.
Se separaron después de unos minutos y vieron que eran observados por todo el mundo que se encontraba en El Claro en aquel momento. Los miraban con extrañas sonrisas en sus rostros, pero podían clasificarse como sonrisas de felicidad.
- Tenemos público. – le susurró él riendo al oído mientras caminaban agarrados de la mano.
- Oh, cállate. – dijo agachando la cabeza para que no vieran lo roja que estaba.
Tenten y Kurotsuchi, que se hallaban junto a Jiraya y Tsunade, los esperaban sonrientes. Naruto las saludó con la mano y una enorme sonrisa que ellas le devolvieron.
- Naruto, estaba hablando con estas jovencitas. Da gusto ver a dos mujeres tan preciosas después de tanto. – dijo Jiraya bonachón.
Tsunade le golpeó en el brazo con excesiva fuerza.
- Y yo qué soy, ¿un perro? – preguntó molesta.
- Tú eres una mujer, claramente, pero te tengo muy vista, mujer. – se disculpó él. – En cambio ellas… - Tsunade lo agarró por el cuello de la túnica y lo zarandeó enfadada.
- Maldito viejo verde… - musitaba mientras lo zarandeaba.
Todo el mundo se quedó mirando la escena dudando entre intervenir o quedarse quietos donde estaban. No había demasiada gente, pero para la poca que allí había, aquello era un auténtico espectáculo que no se repetía todos los días.
Decidieron ir al comedor después de que Tsunade y Jiraya dejasen de armar tanto escándalo y se comportasen. Naruto se avergonzaba de su comportamiento e iba tapándose la cara cada vez que se cruzaba con alguien. “Dos adultos comportándose como dos críos… os debería dar vergüenza.” Repetía sin parar mientras los miraba. Jiraya ya se había disculpado con Tsunade, pero parecía ser que el enfado de ella iba para largo rato.
La cena aquella noche fue muy amena. Todo el mundo se alegró de tener a Naruto de vuelta sano y salvo. Estaban bastante aliviados de que su príncipe hubiera vuelto junto a ellos. Sakura comprobó que lo que había dicho Tente sobre que Naruto mantenía la esperanza y daba confianza a aquellas gentes, era cierto.
Rieron al ver a Jiraya y a Tsunade pelear como una pareja, a pesar de que ambos decían que no lo eran. Naruto solo reía cada vez que lo negaban, ganándose miradas de exterminio por parte de Tsunade y carcajadas de Jiraya.
La comida y la bebida aquella noche fue todo un banquete para celebrar el regreso de Naruto y lo único que faltó fue la música.
El vino, la comida y millones de anécdotas contadas por Jiraya, flotaban en el ambiente. Las risas cada vez que él acababa de contar cualquier cosa, se adueñaban del pequeño silencio que se anteponía a su última palabra.
Incluso Itachi se unió a la celebración a pesar de que parecía que esas cosas no iban con él. Comió, bebió y rió como el que más aquella noche.
En algún momento, sin que nadie se diese cuenta, Naruto desapareció del Comedor. Para cuando Sakura se dio cuenta, él hacía ya mucho que se había retirado de la pequeña fiesta.
Llegó a La Colmena, sola e iluminada por la suave luz de las antorchas que colgaban las paredes. Abajo la pequeña fiesta seguía. Encontró a Naruto en la habitación que ambos compartían, tumbado en la cama boca arriba, dormido con la boca entreabierta y respirando profundamente. El brazo herido descansaba sobre su estómago, mientras que el otro lo tenía extendido al otro lado de la cama. Su lado de la cama. Estaba desnudo de cintura para arriba y tapado con la manta hasta la mitad del estómago donde descansaba su brazo herido.
Sakura lo entendió entonces. Se había retirado sin decírselo a nadie y a hurtadillas porque estaba cansado y si lo hubiera dicho no lo hubiesen dejado marcharse.
Sonrió mientras lo miraba dormir. Parecía más joven cuando dormía, como un niño indefenso. Un niño travieso y rubio que corría por todas partes armando escándalo. Siempre que pensaba en Naruto de niño le venía esa imagen a la cabeza, sin saber el motivo en realidad.
Se sentó junto a él y le apartó un mechó del desordenado rubio cabello que le tapaba la frente. Se inclinó y depositó un suave beso en aquella frente despejada. Acarició su rostro; pasándole la mano por su suave mejilla, por el leve corte, deteniéndose en sus pequeñas marcas faciales, ahora cubiertas por aquella barba.
Se le hacía tan raro verle con barba, que incluso lo hacía más maduro. Naruto no soportaba llevar barba y se afeitaba cada día, por lo que siempre tenía una suave sombra, pero nunca llegaba a ser barba.
Pero en aquel momento, la barba era suave en algunos puntos aunque áspera en otros.
Naruto abrió sus ojos de golpe cuando ella retiraba la mano de su cara, y se la agarró volviendo a llevarla donde estaba.
- Cerezo… - le dedicó una leve y cálida sonrisa. - ¿Ya es de día? – preguntó acariciando su mano bajo la suya propia.
Sakura negó con la cabeza y bostezó cansada.
- Entonces ven aquí, túmbate a mi lado. – dijo sin soltarle la mano y dando golpecitos a su lado.
Sakura se desvistió quedando con sola la camisa larga que le había quitado a Naruto aquella tarde. La camisa le llegaba hasta los muslos y Naruto no pudo evitar mirarla de arriba abajo embelesado.
Se tumbó a su lado, apoyándose en su pecho. Naruto la abrazó apretándola más contra él. Ella los tapó a ambos con la manta de piel, luego deslizó los brazos por su cintura abrazándose a él.
- Te he echado tanto de menos. Dormir contigo, abrazarte, quedarme dormida en tus brazos… - dijo ella suspirando cansada.
- Yo también a ti. – contestó él apartándole el pelo de la cara. – Me he acostumbrado tanto a dormir contigo que estos días he tardado horas en quedarme dormido por no poder abrazarte.
Sakura rió contra su pecho. Él la miró sonriendo.
- ¿Por qué ríes? – quiso saber.
- Porque lo que le dije a mis padres sobre ti no era mentira. – contestó ella besando su pecho desnudo.
- ¿Les hablaste a tus padres de mí? – preguntó sorprendido.
Ella asintió.
- Y ambos dijeron lo mismo, ¿sabes?
- ¿Qué? – volvió a preguntar.
Ella levantó la cabeza para mirarlo directamente a los ojos antes de contestar.
- Que les hubiera encantada conocer al hombre que había conseguido enamorar a su hija. – ambos se sonrieron antes de besarse lentamente.
- A mí también me habría encantado conocerles. – dijo él separándose de sus labios y abriendo lentamente los ojos encontrándose con los verdes de ella.
- Lo sé. – se limitó a decir ella escondiendo la cabeza en el hueco de su cuello. – Buenas noches, Naruto.
- Buenas noches, Cerezo.
Sakura abrió los ojos a la misma hora de todas las mañanas. Le dolía el estómago, quizá por culpa de la comida del día anterior. Tardó un poco en despertarse del todo, y notó que un brazo la rodeaba por la cintura y que no estaba apoyada en la almohada, sino en el pecho de Naruto. Él todavía dormía, con una respiración calmada y con una pequeña sonrisa en su rostro. Debía de estar soñando algo agradable. Seguro. Su pecho subía y bajaba lentamente acompañado de aquella tranquila respiración.
Sakura se deslizó saliendo de su brazo y de la cama. Tapó a Naruto para que no notase el frío de su ausencia. Decidió dejarlo dormir un rato más, lo necesitaba tras tantos días de aquí para allá. Quería preguntarle qué había pasado en el Bosque para traer el brazo así y aquellas pequeñas heridas, pero prefirió no hacerlo por lo cansado que se lo veía.
Bajó al comedor como cada mañana y se sirvió el desayuno de una de las bandejas. Había un par de mesas vacías, así que se sentó en una de ellas y comenzó a comer. Unos minutos más tarde se sentaron con ella Tenten y Tsunade, que venían hablando juntas.
Tsunade tenía mejor aspecto que el día anterior, parecía más radiante y alegre. Quizá se debiera a que Jiraya no andaba cerca. Nunca antes los había visto juntos, pero había comprobado el día anterior que eran demasiado inestables juntos.
- Tsunade. – dijo Sakura interrumpiendo el pequeño silencio. – Tú podrías decirme qué fue lo que pasó en el Bosque.
- Claro. – murmuró ella soltando la manzana que se estaba comiendo. – Imagino que querrás saberlo después de ver como ha llegado Naruto. Jiraya estaba peor, eso te lo aseguro. – Sakura se inclinó en la mesa apoyando los codos.
Tsunade comenzó a relatar lo que había sucedido desde que Naruto los encontró hasta que llegaron allí.
Naruto caminaba por el Bosque, cauteloso y con una flecha preparada para lanzar en el arco. Su paso era firme, pero silencioso. Los árboles apenas tenían ya hojas, pero las ramas se movían con el fuerte viento que soplaba aquel día. El cielo tenía un tono naranja grisáceo, que no dejaba duda alguna de que se aproximaba una tormenta. Las sombras del amanecer inundaban todo El Bosque, dibujando los contornos de cada árbol hasta cada roca que había.
Naruto se había levantado aquel día más temprano, pues apenas había podido dormir por culpa del frío. Su capa apenas podía protegerle y en tan solo dos días las temperaturas habían bajado aún más.
Le había llevado casi dos días llegar hasta El Bosque y la noche anterior acampó antes de adentrarse del todo en él. No sabía dónde buscar a Jiraya, así que decidió dejarse llevar por su instinto y empezaría a buscarlo siguiendo una línea recta. Si él quería salir de allí tendría que hacerlo de aquella manera. Estaba seguro de que había recibido su aviso con el cuervo, pero al no tener respuesta eso lo había preocupado.
Después del tiempo que había pasado, Jiraya debería haber hablado ya con Kyubii y estar al menos por la mitad del Bosque. Pero también podía haber cambiado la ruta al recibir su mensaje, en ese caso podría haber tomado un camino más corto y estar cerca de él.
Como fuere, debía estar atento por si se cruzaba con él o peor, si se topaba con alguno de los caballeros de Sasuke. A aquellas alturas era raro que no lo hubiera hecho.
Llevaba un buen rato caminando cuando comenzaron a caer unos pequeños y fríos copos de nieve, que poco a poco, a medida que avanzaba, se trasformaron en enormes piedras de hielo. El viento soplaba con fuerza, arrastrando con él a la nieve, que se colaba por sus ojos impidiéndole avanzar rápido.
Decidió parar hasta que se calmase un poco el tiempo, pues lo único que conllevaría seguir sería que tomase una dirección incorrecta.
Se sentó en el frío suelo ya recubierto de nieve, entre dos enormes árboles que le protegían del viento, y se enrolló en su propia capa para evitar congelarse. Se había colocado la capucha del jubón, pero apenas se quedaba quieta con aquel viento y había tenido que pelear todo el camino para que una ráfaga se la quitase.
Comió un poco del conejo que le quedaba del día anterior, pues estaba hambriento. Ni siquiera sabía cuánto tiempo había estado andando desde que se había levantado aquella mañana. De lo que estaba seguro era que se estaba congelando en aquel lugar. ¡Ay, cómo echaba de menos el calor de un buen fuego! Pero no podía hacer fuego, pues podrían descubrirlo los subordinados de Sasuke y lo que menos le convenía ahora era delatarse.
No muy lejos de donde él estaba cobijado, dos figuras abrigadas con capas, ahora blanquecinas por la nieve que se había quedado adherida en ellas, avanzaban con pesadez arrastrando los pies por la fría y cuajada nieve. Las capas se mecían con el viento creando ondas tras ellos.
Uno de ellas era un hombre alto que llevaba bajo la capa una túnica de mago. Tenía una melena larga y blanca, escondida bajo la capucha de su capa y que llevaba en una mano una vara larga de madera.
En cuanto a la otra figura, era la de una mujer. Ella era algo más menuda que su acompañante y luchaba por mantener su capa pegada al pecho, para así evitar que el frío y la nieve se colaran en su interior. Llevaba el pelo rubio recogido en un moño alto, unos mechones sueltos bailaban con el viento. Tiritaba de frío, e intentaba seguirle el paso a su acompañante, que avanzaba algo más rápido que él.
- Jiraya, no corras tanto, me cuesta seguirte. – le gritó en medio de aquel temporal. Su voz se mezcló con el viento y se perdió al instante. De su boca salió un espeso vaho.
- Lo siento, Tsunade, pero necesitamos algún sitio donde refugiarnos antes de que acabemos hechos cubitos de hielo. – se excusó él.
- Podrías usar tu magia para calentarnos o algo.
Jiraya se detuvo, la cogió de la mano y la pegó a él.
- Ya te he dicho que no conviene usar magia ahora. Naruto decía que los que me buscaban tenían gemas especiales. Con usar un poco de magia, esas gemas la pueden detectar y absorberla al instante. – tiró de ella y continuaron caminando por la fría nieve.
Naruto se estaba muriendo de frío. El viento había cambiado de dirección y los árboles ya no le proporcionaban cobijo de él. Si al menos pudiera utilizar la magia, podría haber calentado su propio cuerpo con fuego. Pero le era imposible.
Casi no sentía la cara ya y la tormenta de nieve no paraba. Debería moverse cuanto antes o acabaría congelado.
Iba a levantarse cuando escuchó como alguien se arrastraba por la nieve. Aguzó el oído en la dirección de la que venían los pasos, concentrándose. Por el ruido de la nieve al moverse dedujo que se trataba de más de una persona, máximo tres y mínimo dos.
Se levantó de un saltó, se pegó al tronco del árbol más grueso, para evitar ser visto, y se llevó una mano a la empuñadura de su espada, listo para defenderse en caso de necesitarlo.
Los pasos se aproximaban lentamente, más y más a él. Casi podía notar el calor de sus cuerpos al acercarse. Los vería a su lado en un instante. Apretó con fuerza la empuñadura, nervioso.
Se había olvidado del frío viento que soplaba, de la nieve que continuaba cayendo y de su cuerpo entumecido. Ahora mismo todos sus sentidos estaban puestos en las personas que se aproximaban a él.
La nieve se hundió bajo sus pies y como consecuencia, resbaló a la derecha, siendo visto por los que se aproximaban hacia él. Naruto desenvainó su espada reaccionando en un acto reflejo. La capucha, que se le había caído al resbalar, rebelaba su rostro.
Ante él había dos figuras, que reconoció tras observarlas detenidamente. Tenían la cara blanca y casi congelada por el frío. Jiraya y Tsunade parecieron sorprenderse de verlo allí, y apuntándolos con una espada.
Naruto, cayendo en su error, envainó de nuevo con una sonrisa de disculpa en su rostro. Ambos adultos abrieron los brazos bajo sus capas y lo recibieron cuando él se acercó feliz de verlos a salvo.
- No sabéis lo aliviado que estoy de veros a los dos. Aunque me sorprende verte, Tsunade. – dijo rompiendo el silencio mientras caminaban.
- Déjala, de no ser por ella, ahora mismo no estaría aquí. – le dijo Jiraya mientras se limpiaba la fría nariz.
- ¿A qué te refieres? – preguntó el joven rubio.
Jiraya entonces comenzó a narrarle lo acontecido hacía tan solo dos días. Había salido de la cueva de Kyubii y había pasado un día entero para salir del corazón del Bosque, donde había más peligros que en ninguna parte. Quiso ir a hacerle una visita a Tsunade, ya que estaba cerca, pero cuando llegó no había nadie en su pequeña choza, y le extrañó que todavía no hubiera vuelto.
Hacia la mitad del día, paseaba tranquilo de vuelta a la cabaña, cuando, de repente, una mano suave tiró de él haciéndolo caer tras unos enormes arbustos. Se golpeó la cabeza con el suelo de tierra, originando un fuerte dolor de cabeza en la parte trasera de la misma.
Vio que había sido obra de Tsunade que miraba por encima de los arbustos en la dirección por la que se iba a la cabaña. Iba a quejarse ante aquel ataque sorpresa, pero ella le tapó la boca con su mano antes de que pudiera articular palabra. Movió la cabeza, incitándolo a mirar al mismo sitio que ella.
Entrecerró los ojos para ver mejor, y atisbó, a lo lejos, un par de figuras se acercaban hacia donde ellos estaban escondidos. Llevaban armaduras con el escudo de Aquo y el símbolo de los Uchiha. Parecía que buscaban a algo o a alguien por la actitud con la que se movían. Tenían muecas de enfado o aburrimiento en su rostro, Jiraya no sabría decir qué.
- Llevan desde esta mañana aquí. – le susurró Tsunade cuando pasaron delante de ellos. – Creo que te buscan a ti.
- ¿Qué te hace pensar eso? – preguntó él enarcando una ceja.
Tsunade sacó un trozo de papel que tenía guardado en su morral y se lo tendió a Jiraya.
- Es de Naruto. – dijo cuando él lo cogió y empezó a leerlo.
Jiraya terminó de leer la carta y su semblante cambió a uno más serio. ¿Qué significaba aquello? Madara iba a por él, de eso no había duda, pero también querría saber qué le había dicho Kyubii. Kyubii no tendría más remedio que contárselo, y eso ponía en problemas la información tan valiosa que él poseía. Todo se había ido a la mierda en un instante.
- Después de eso, - continuó Tsunade. – decidimos ir a la mina de la que hablabas en tu nota. Comprobamos que no había nadie en la cabaña, y entramos para coger un par de cosas.
- Como frascos, plantas y alguna que otra tontería que pudiera sernos de utilidad. – acabó Jiraya. – Llevamos dos días caminando, pero la nieve nos ha retrasado más de lo que creímos cuando empezó este tiempo.
- Hasta que nos hemos topado contigo. – Tsunade le dio una pequeña colleja. - ¿Cómo se te ocurre internarte en el Bosque con este tiempo? – le regañó.
Naruto se sobó la nuca con un gesto de dolor.
- Tsunade, ya te he dicho que estaba preocupado. Podrías haber mandado un cuervo con una respuesta, así al menos no me habría preocupado tanto. – se quejó.
De repente Naruto, que estaba tras ellas, la agarró de la capa y tiró de ella hacia atrás justo en el momento en el que una flecha se clavaba en el árbol de su izquierda. Tsunade se quedó mirando anonadada la flecha que había estado a punto de alcanzarla.
Naruto desenvainó su espada rápidamente y adoptó una pose de defensa poniéndose delante de Tsunade.
- Naruto cómo… - Jiraya concentró una bola de energía mágica en la palma de su mano.
- He oído como tensaban el arco. – contestó sin más mientras escudriñaba en la dirección de la flecha.
En un instante se vieron rodeados por una veintena de caballeros con el símbolo Uchiha en sus ropas. Los árboles altos y la nieve los habían ayudado a pasar desapercibidos y acercarse a ellos. Habían sido descuidados mientras caminaban y poco a poco los habían ido rodeando aquellos tipos.
El tiempo no es que ayudase, nevaba con menor intensidad que antes, pero seguía soplando el fuerte viento y el frío continuaba.
Naruto, Jiraya y Tsunade se situaron espalda contra espalda formando un triángulo, que miraba a todos los tipos, como forma de defensa y ataque.
- Jiraya. – le dijo Naruto tendiéndole la espada corta que llevaba. – No podrás atacarlos con tu magia.
- ¿Y eso por qué? – preguntó Tsunade.
- Porque llevan esmeraldas. – contestó Jiraya por Naruto cogiendo la espada sin dejar de mirar a sus oponentes.
Uno de ellos se adelantó. Parecía ser el Líder por la aptitud que tenía al caminar y por las miradas del resto. Tenía el pelo oscuro, era alto y robusto. Tenía la piel clara y un par de cicatrices en el rostro. Su mirada era letal y mortífera como la de un tiburón. Llevaba una espada larga en su cinto, donde descansaba su mano derecha mientras caminaba hacia ellos.
Se detuvo a un par de metros de ellos, mirando cara a cara a Jiraya con una sonrisa macabra en el rostro.
- ¿Me ha parecido oír mal? – preguntó con sorna. - ¿Naruto? ¿El joven y legítimo heredero? ¿Aquel qué murió hace diez años en aquel ataque? ¿Ese que…?
- Ya basta. – le cortó Jiraya apretando la empuñadura de la espada.
- Om. ¿Qué sucede? Solo quería cerciorarme de ellos, Jiraya. – respondió sin dejar de sonreír. – En fin, da igual que haya sobrevivido todo este tiempo. Mis ordenes eran acabar contigo, pero si también puedo encargarme de él, - rió a carcajadas antes de acabar la frase. – mejor. – pronunció en voz baja y en un tono que asustaría a cualquiera.
Naruto lo observó con detenimiento a la izquierda de Jiraya. No lo reconocía, ni siquiera le sonaba. ¿Sería él uno de los que había atacado el castillo aquella noche? Sí, era así. Algo en su interior se lo decía. ¿A cuántos habría matado aquel tipo? Se veía bastante fuerte en comparación con los demás. No por nada era el líder. Sin embargo algo se le escapaba.
- Déjate de tonterías, tenemos prisa. – dijo Jiraya alzando la espada. – Apartaos, Kisame, no quiero haceros daño. – sonrió de lado.
- Oh, cómo que os iba a dejar salir de aquí con vida. – rió. – Y mucho menos si piensas que conseguirías tocarme, viejo. – lo último lo dijo en un tono despectivo.
Naruto, harto de tanta charla, echó a correr hacia el extraño tipejo con su espada en alto para atacarle. Kisame lo esquivó por un pelo. Naruto no se rindió ahí, sino que volvió a atacarle con potentes estocadas, pero Kisame las esquivaba todas, aunque no sin dificultad.
- ¡Naruto, detente! – le gritaba Jiraya para que parase.
Kisame cada vez retrocedía con más velocidad, hasta que, ya harto, desenvainó su espada y los aceros chocaron con fuerza. Kisame sonreía y sacaba la lengua sádico mientras chocaban las espadas.
Empujó con fuerza a Naruto en un instante en el que chocaron amos aceros y, cuando lo vio despistado, le arreó una patada en el estómago haciéndolo tambalearse y caer al suelo.
- ¡No os quedéis ahí parados! – les gritó a sus hombres. - ¡Id a por Jiraya y esa mujer!
Los caballeros se movieron al instante, con sus armas en la mano, listos para acabar con ellos. Jiraya se puso junto a Tsunade para protegerla, ya que estaba desarmada. Derribó a un par de ellos al instante con la espada, pero uno de ellos se coló por un hueco y consiguió acercarse a Tsunade. Ella, acorralada contra el árbol, no supo qué hacer, y asustada, tomó la flecha que había clavada en el árbol y, sin saber cómo la clavó en el ojo del caballero y se lo sacó.
- Arg, qué asco. – musitó.
- ¡Tsunade! – gritó Naruto, en medio del cruce de espadas que estaba teniendo lugar. - ¡Toma! – le lanzó la daga.
- ¡Gracias! – dijo mientras la cazaba al vuelo y la desenvainaba. – Ahora ya no estoy tan indefensa. – se apoyó en el árbol, tomando impulso y degolló a un tipo que se le acercaba.
Mientras Jiraya y Tsunade se dedicaban a barrer a aquellos tipos, Naruto seguía peleando con Kisame. Cada vez le era más difícil atacarle y solo podía defenderse, pero se estaba cansando. Kisame parecía que no se cansaba, pues sus golpes cada vez eran más duros y rápidos. O quizás eso le parecía a él debido a lo cansado que estaba. No había comido demasiado bien en días y el frío y la nieve no ayudaban en absoluto.
Se giró, esquivando la enorme espada de Kisame, y le lanzó una enorme bola de fuego a la cara intentando pillarlo desprevenido, pero no lo consiguió. Kisame alzó su mano izquierda, en la que llevaba un anillo, y el fuego desapareció de golpe.
- La magia no te servirá de nada. – le dijo ejecutando una finta que casi le atraviesa el pecho. – Poseo una esmeralda que absorbe cualquier tipo de magia. Es… - le lanzó una poderosa estocada que Naruto bloqueó con toda la fuerza que pudo emplear. - ¡inútil!
Cedió hacia abajo, y estuvo a punto de resbalar y caer sobre la fría nieve, pero consiguió dar un salto hacia atrás apoyándose en el frío suelo nevado, y apartarse de su enorme acero en el momento justo en el que se enterraba en la nieve donde él había estado.
- No está mal, pero no es suficiente. – giró su espada ante la mirada de Naruto, que intentaba adivinar su próximo movimiento, y atacó en horizontal a la altura de la cabeza.
Naruto apartó la cabeza en un acto reflejo, pero consiguió alcanzarle de refilón el la mejilla cortándole al instante. Antes de que pudiese hacer nada, Kisame lo golpeó con una fuerte patada en el estómago que lo hizo caer, esta vez sí, al frío suelo nevado. Por si la patada en el estómago no era suficiente, le piso con intensidad la mano con la que sostenía la espada, sin dejar la sonrisa sádica que dibujaba su rostro un instante. Estaba disfrutando. Naruto soltó la espada mientras aullaba de dolor.
- Te voy a cortar en trocitos. – le pisó de nuevo, esta vez en el antebrazo, originando un nuevo alarido. – Llevaré tu cabeza a Madara. Se alegrará un montón. – comenzó a reír con fuerza.
Jiraya y Tsunade contemplaron la escena sin poder hacer nada, pues los caballeros que quedaban no los dejaban avanzar para ayudar a Naruto.
- ¡Maldita sea! – dijo Tsunade golpeando a uno de los caballeros con su puño.
- ¡NARUTO! – exclamaron ambos preocupados.
Kisame rió aún más fuerte que antes al ver tal acto por parte de aquellos dos. Sin dejar de reír, miró a Naruto en el suelo, levantó la pierna y le arreó una patada en la boca, partiéndole el labio. Luego le dio otra en el pecho y dejó allí el pie haciendo presión en sus pulmones. Naruto entonces comenzó una batalla por respirar y pensar como escapar de aquella situación. Kisame ejercía cada vez más presión con su pie. Apenas conseguía visualizarlo, los bordes de su visión se estaban volviendo negros poco a poco.
Tocó la fría nieve con la mano que podía mover, pues la otra casi no la sentía. Le dolía el pecho, y la nieve que le tocaba el pelo y el cuello le estaba produciendo una leve hipotermia. Kisame alzó su espada en ese momento. ¿Iba a degollarle? ¿Quizá algo peor? Naruto cerró el puño en la nieve con fuerza, perdiendo toda esperanza. ¿Ese era su fin? Pensó en Sakura. En su promesa de que volvería sano y salvo. Sonrió para sí… En caso de volver, ya no lo haría sano. Palpó la nieve con su puño cerrado y tuvo una idea. Solo esperaba que saliera bien.
- Me das pena, principito. – rió Kisame. – Hoy me siento bondadoso y te concederé unas palabras de despedida. – imitó un tono lastimero y para nada creíble.
Naruto sonrió. Notaba el sabor a metal de la sangre que le salía de los labios. También notaba, aunque apenas por el frío, el corte de la mejilla.
- Hasta nunca, tiburón. – rápido como no se creía posible, arrojó la nieve que tenía en su puño, acertándole a Kisame en toda la cara, y haciendo que se le metiera en los ojos.
Por supuesto, bajó la guardia, y Naruto consiguió levantarse del suelo, coger su espada con la mano sana y con todas sus fuerzas, y antes de que Kisame se diese cuenta de lo que ocurría, le cortó la cabeza. Esta rodó hasta sus pies con una última mueca de sorpresa en el rostro. El cuerpo de Kisame cayó hacia delante, formando un cuadro rojo de sangre en la blanca nieve que lo cubría todo.
Naruto recobró el aliento y corrió a ayudar a Tsunade y a Jiraya que estaban teniendo dificultades con cuatro caballeros que quedaban. Consiguió matar a dos de ellos y Tsunade y Jiraya se encargaron de los otros dos.
Naruto se dejó caer en la nieve, agotado. Tsunade se arrodilló junto a él para mirarle las heridas. Pasó unas manos por su labio limpiando la sangre, y luego miró el corte limpio de la mejilla.
- El frío y la nieve han ayudado a que el corte se infecte un poco. Creo que si la limpio con una hoja de zirtacci se curará sola. – Naruto asintió y luego una mueca de dolor le cruzó el rostro, haciendo que se llevase una mano a su brazo. – Dime, ¿cómo te duele el brazo?
- Me arde un poco al moverlo. – dijo él con dificultad.
- Mmm… - Tsunade le tocó el brazo por encima. Naruto se mordió la lengua para no gritar. – No está roto, pero casi. – Se volvió hacia Jiraya que los observaba. – Jiraya tráeme un palo no muy grueso y de una longitud de tu brazo más o menos. – le dijo.
Jiraya corrió hacia un árbol y cortó una de las ramas al instante. Mientras, Tsunade sacó un trozo de tela de su morral y se lo ató a Naruto al cuello. Naruto observaba a Jiraya cortar la rama del árbol.
- ¡CUIDADO! – estuvo a tiempo de esquivarlo, y casi lo consigue, pero la espada se clavó en su vientre y solo pudo emitir un alarido de dolor cuando abandonó la carne y la sangre emanó de la herida, caliente.
Naruto se levantó corriendo del suelo, seguido por una preocupada Tsunade, para llegar hasta Jiraya, que yacía en el suelo en medio de un charco de sangre luchando por respirar. Tsunade se tiró a su lado comprobando la gravedad de la herida, de la que no paraba de salir sangre.
El atacante había echado a correr al instante tras hacer eso. Naruto todavía podía verlo, alejándose poco a poco. Apretó los dientes e hizo el ademán de echar a correr tras él, pero Tsunade lo detuvo sujetándole el brazo.
- Déjalo ir, Naruto. – le dijo con voz rota. –
- Pero…
- Necesito que me ayudes con Jiraya. – le dijo soltándolo y buscando en su morral hasta hallar una bolsa de tela que a Naruto le resultó muy familiar. También sacó un cuenco de arcilla.
Naruto miró una última vez a la lejanía por la que el atacante ya se perdía y luego miró a Jiraya. Se arrodilló junto a Tsunade mirando a su maestro y amigo a la cara. Aún estaba consciente y lo miraba con los ojos llorosos.
- Me voy a morir… mal… dita sea. – musitó tosiendo un poco de sangre.
- No digas idioteces, Tsunade te salvará. – le espetó Naruto.
Tsunade se sacó su capa por la cabeza e hizo un ovillo con ella.
- Levántale la cabeza del suelo. – le ordenó a Naruto.
Este hizo lo que le pedía y levantó la cabeza de Jiraya con delicadeza. Tsuande colocó la capa hecha un ovillo a toda prisa.
- Naruto necesito que mantengas a Jiraya despierto como sea. – le dijo atropelladamente mientras llenaba el cuenco de arcilla con nieve.
- Jiraya, seguro que ahora es cuando ibas a golpearme por ser tan incauto y tirarme al ataque a la primera de cambio, ¿a qué sí? – preguntó riendo.
Jiraya se limitó a sonreír mientras luchaba por respirar y mantenerse despierto.
- Que no se duerma por nada, Naruto. – le advirtió Tsunade terminando de llenar el cuenco con nieve. – Necesito que formes una llamarada en tu mano, ¡ya!
Naruto se quedó estático. ¿Una llamarada?
- E… está bien. – dijo mientras hacía lo que le había pedido.
Tsunade colocó el cuenco sobre la llama de la palma Naruto, que hirvió al instante, formando agua en pocos minutos.
Abrió el saquito y echó lo que había en el interior dentro del agua, mezclándolo al instante. Naruto observaba a Tsunade hacerlo todo con una rapidez y una elegancia innatas.
- Ábrele la boca, rápido. – ordenó apresurada.
Cuando Naruto le abrió la boca a Jiraya, que ya casi no lograba tener lo ojos abiertos y luchaba por no dormirse, le hizo beber aquel brebaje de un trago, aunque despacio.
Jiraya comenzó a respirar más relajado que antes, ya no le costaba respirar como antes y la herida del pecho dejó de sangrar y a cerrarse al instante. En su barriga solo quedó una horrible mancha de sangre y la cicatriz de una fea herida.
- ¿Qué le has dado? – preguntó asombrado Naruto. – No era séctura. – dijo muy seguro.
- Te equivocas, sí que o era. – contestó ella ayudando a Jiraya a sentarse y apoyarse en el tronco del árbol. – Antes de que nos encontrásemos, Jiraya y yo habíamos estado en la cabaña. Allí recogimos todas las hierbas y flores medicinales que pudimos. Había un par de hojas de séctura, así que las convertí en polvo y las metí aquí.
- Sí. – dijo Jiraya con dificultad. – Es más rápido que machacarlas, porque se mezclan con agua y actúan antes. – Tsunade lo ayudó a levantarse.
- ¿Estás seguro de que puedes levantarte? – le preguntó preocupada.
Jiraya se limitó a asentir.
- Tenemos que movernos cuanto antes, no quiero volver a pelearme con nadie. – dijo andando con dificultad ayudándose de su vara.
- AARG. Mira qué eres terco, eh. – se quejó Tsunade. – Espera al menos que acabe de curarle el brazo a Naruto.
Naruto entonces miró su brazo, que con todo aquel lío apenas había notado que aún le dolía. Tsunade le ató la rama con un pañuelo, estirándolo y dejándolo descansar en el trozo de tela que le había atado anteriormente al cuello.
- Después de eso, cuando salimos del Bosque, encontramos caballos atados. Supusimos que eran de los idiotas que buscaban a Jiraya, así que cogimos prestados un par de ellos y nos pusimos en camino hacia aquí. – terminó de narrar Tsunade
Sakura asimiló toda la información. Habían sido unos días muy complicados para todos, pero especialmente para Naruto y Jiraya que casi no lo cuentan. Si no llega a ser por Tsunade…
- ¿Y qué pasó con Kyubii? – preguntó curiosa.
- No lo sé, pero ojalá que Madara no se haya hecho con información sobre lo que me dijo. – respondió Jiraya serio mientras acababa su desayuno.
- Jiraya, si no es mucho preguntar, - dijo Sakura cohibida. - ¿qué fue lo que te dijo Kyubii?
Jiraya apartó el plato vacío y cruzó los brazos sobre el pecho.
- Creo que sabes que fui a obtener alguna ayuda, respuesta o lo que fuera para acabar con Madara de una vez por todas. – Sakura sintió. – Pues bien. Kyubii me dio una profecía. Su especialidad, en realidad. – dijo riendo. – Kyubii dijo: “Cuando el Cielo y la Tierra se unan, Madara será derrotado.”
Sakura se quedó esperando a que dijese algo más, pero Jiraya solo la miró serio, callado y con los brazos cruzados. Ella enarcó una ceja.
- Nada más, Sakura. Eso fue todo lo que me dijo. – le dijo Jiraya sonriendo.
- ¿Naruto lo sabe?
- Claro que lo sabe. – contestó esta vez Tsunade. – Se lo contamos todo de camino aquí. Y a Itachi en cuanto llegamos anoche.
Jiraya rió con fuerza.
- Sí. Si vieses a Naruto, él lo único que quería era ir a verte cuanto antes. – Tsunade suspiró cansada.
Sakura ya había oído todo lo que quería o necesitaba saber. Naruto seguiría durmiendo, pues no había ido a desayunar. Así que se despidió de Tsunade y Jiraya, se levantó de la mesa y se dirigió a su habitación, para ver a Naruto.
Espero que os haya gustado. BYE!
Ean95- Aprendiz
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
te pasas enserio TTnTT......pero me encanto el capitulo
enserio!!! espero la continuación jejej y esa profesia creo de que esta hablando kyubii pero no estoy segura -_- asi que esperare saludos cuídate:adios_:
enserio!!! espero la continuación jejej y esa profesia creo de que esta hablando kyubii pero no estoy segura -_- asi que esperare saludos cuídate:adios_:
Miu Misaki- Clan Seiryuu
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
que hermoso encuentro y que sera lo que quiso decir kyubi con la profecía que dio emoción al cien por ciento haber que sigue en la historia espero hasta la próxima.
aduzumaki- Sennin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Hi! Vaya, me he demorado demasiado con la conti... La mente de un escritor, que es muy asquerosa y las ideas se mezclan unas con otras y quiero plasmarlas bien. Y es difícil, muy difícil
Pero espero que no os importe que aunque tarde mucho, sea para traer un capítulo con las ideas bien plasmadas y con concordancia.
Pero espero que no os importe que aunque tarde mucho, sea para traer un capítulo con las ideas bien plasmadas y con concordancia.
- Capítulo 20:
- Cuando se bajó del montacargas en el solitario corredor, casi es atropellada por Konohamaru, que venía corriendo y no la había visto. El chico se disculpó como pudo por su despiste. Casi parecía que iba a llorar mientras lo hacía.
- Tranquilo, tranquilo. Llevabas prisa, eso es todo. – intentaba tranquilizarlo Sakura.
- ¿De verdad qué no pasa nada?
- De verdad. – respondió ella con una pequeña sonrisa.
- ¿Verdad de la buena? – insistió.
Sakura cogió aire y lo soltó despacio antes de contestarle.
- Que sí, pesado. ¿No tenías prisa? – preguntó enarcando una ceja y sonriendo.
Pareció que el chico se acordó entonces de lo que tenía que hacer antes de cruzarse, o atropellara, a la joven princesa, porque se despidió de ella con la mano y se metió a toda prisa en el montacargas sin que a Sakura le diese tiempo a decir nada más.
Recorrió La Colmena con una pequeña sonrisa hasta que llegó a su cuarto. Allí estaba Naruto, tal como había supuesto, sentado en la cama con el torso desnudo. A su lado había una baqueta de madera y una pequeña palangana con agua. Él tenía una navaja en la mano izquierda que se acercaba a la cara, al parecer con intención de afeitarse. Sakura pudo notar que estaba inseguro, pues no había empezado aún a hacerlo. Se apoyó en la pared de lado y cruzó los brazos mientras lo observaba.
Apoyada como estaba en la entrada de piedra, Naruto no se había dado cuenta de que estaba ahí, y fue un leve movimiento de sus pies, al mover la tierra del suelo, lo que la delató.
Naruto giró la cabeza y la vio allí apoyada, de brazos cruzados y mirándole con una pequeña sonrisa.
- Buenos días, Cerezo. – saludó con una cálida sonrisa.
- No has ido a desayunar. – espetó ella calmada mientras se acercaba a él.
- Konohamaru me ha traído un poco de todo. – respondió mientras metía la mano en el agua y se mojaba la cara.
Sakura lo observó. Estaba raro. Demasiado a decir verdad.
Se puso delante de él, en cuclillas y apoyando los brazos en sus piernas, para mirarlo directamente a los ojos.
- Estás raro, ¿lo sabías? – le dijo.
- ¿Raro? - rió. – Pues no sé, será el cansancio acumulado. No sé, no me apetecía ir allí a desayunar. – musitó evitando mirarla a la cara.
Sakura prefirió no insistirle. Era lo mejor cuando se ponía así. Si quería contárselo, ya lo haría. Y si no, pues no podía hacer nada. Naruto era bastante reservado con sus asuntos. Solo tenía que recordar lo que le costó contarle quien era realmente.
Se levantó. Naruto volvió a coger la navaja que había soltado junto a la pequeña palangana y se la acercó a la cara, aún indeciso.
- ¿Ibas a afeitarte? – preguntó ella echando la cortina que había en la puerta y sumiendo a la habitación en una pequeña oscuridad mayor, que solo era perturbada por la luz de las velas.- “Aunque es obvio” – pensó.
Naruto asintió.
- Ya sabes que no soporto la barba. Me pica y me resulta muy incómoda. Pero… - se mordió el labio inferior. – Nunca me he afeitado con la mano izquierda y me da miedo cortarme. – dijo riendo.
Sakura se echó a reír, se acercó a él y se sentó en sus piernas. Le quitó la navaja de la mano y con la otra le acarició la barba. Naruto la miraba confuso, sin saber qué era lo que planeaba hacer.
- Lo haré yo entonces. – le dijo animada.
- ¿Cómo…? ¿Lo dices en serio? – preguntó desconcertado.
- Claro.
- Pero, ¿seguro que podrás? Quiero decir que…
Ella le dio un corto beso en los labios.
- Tranquilo. – le acarició el labio inferior con su dedo índice, teniendo cuidado con el pequeño corte. – Tú relájate, ¿vale?
Él sonrió y, con la mano sana, la agarró de la cintura con fuerza, aunque fue más una caricia.
Sakura le humedeció la barba con el agua una vez más y, agarrando con una mano su mentón para que se moviese lo más mínimo, comenzó a afeitarle con la navaja.
Lentamente iba pasando la navaja por toda la cara. Empezó por la zona de la izquierda, donde nacía el pelo, en las patillas; y fue avanzando poco a poco y con parsimonia afeitándolo. Tuvo mucho cuidado con el corte de su mejilla, pues era bastante ancho y podía tocarlo con la navaja en su labor.
A decir verdad, aquello era bastante íntimo entre ellos. Mientras Sakura lo afeitaba, él no dejaba de mirarla, concentrada como estaba en lo que hacía. Sakura tenía una mirada seria, con las cejas levemente bajadas en un amago de fruncir el ceño, pero sin llegar a realizar el gesto. Sus labios estaban apretados en señal de concentración y sus ojos verdes, oscurecidos en aquella tenue luz, viajaban de un lugar a otro de sus facciones.
Se moría de ganas de besarla, de acariciarla, de desnudarla allí mismo, en ese instante. Cuanto más la miraba, más embobado se quedaba. La mano comenzó a bajar de su cintura hasta posarse levemente más abajo. Sakura dio un sobresalto, pues apenas había notado nada al estar tan concentrada en su labor.
- Naruto. – le advirtió.
- ¿Qué? Si no he hecho nada. – se quejó divertido.
Sakura suspiró.
- Anda levanta la barbilla. – le pidió.
Él lo hizo, obediente. Sakura repasó con la navaja aquella zona, dejándola desierta al instante. Le cogió de la barbilla, bajándola, y se encontró cara a cara con sus ojos azulados. Sonrió y él le devolvió la sonrisa.
Soltó la navaja y le pasó las manos por toda la cara, ahora suave al tacto, como a ella le gustaba. Contempló en silencio sus marcas, ya más visibles. Sonrió. Volvía a tener ese aspecto infantil que tanto le gustaba contemplar.
Naruto no le había quitado la vista de encima en ningún momento, ni siquiera cuando ella le pasó las manos por toda la cara y sintió una oleada de calor reconfortante que casi lo hace cerrar los ojos.
Sakura se percató de ello. Él no había dejado de mirarla ni un solo instante mientras ella, concentrada, le pasaba la navaja por toda la cara.
- ¿Se puede sabe por qué me miras tanto? – interrogó ella.
- Es obvio, Cerezo. – contestó él. – Porque eres preciosa, por eso. ¿Por qué más iba a ser? – la pegó a él y se quedaron mirándose más cerca aún.
Sakura le dedicó una sonrisa y un pequeño rubor adornó sus mejillas. Volvía a la carga con esas frases que le sacaban mil colores y que le producían mil sensaciones por el cuerpo.
Pasó los brazos por su cuello, quedándose abrazada a él. Le rozó la nariz, que estaba congelada.
- ¿Ya vas a empezar con tus zalamerías? – le preguntó riendo.
- No lo sé. Puede. – contestó rozándole los labios. – Depende de lo inspirado que esté, princesa.
Sakura sonrió contra sus labios mientras se besaban lentamente. Los labios de Naruto, cálidos, picoteaban los suyos de vez en cuando, sacándole alguna que otra risita. En el momento en el que él profundizó el beso, todo a su alrededor se perdió y solo existían ellos dos. La lengua de Naruto exploraba su boca con ansía y deseo contenido tras tantos días separados; Sakura despeinaba su pelo, enredando sus dedos en él una y otra vez entre besos. Mientras, la mano de Naruto subía y bajaba por toda su espalda, describiendo a veces, círculos en su ropa.
Él se separó un instante de su boca y atacó, con hambre su cuello, dejando escapar a Sakura un pequeño gemido, que fue ahogado de nuevo por sus labios.
- Shh… - puso un dedo en los labios enrojecidos de la joven. – Cerezo, no queremos que nadie nos escuche, ¿verdad?
Ella no le contestó, sino que volvió a atacar su boca de nuevo. Naruto se levantó de la cama, agarrando a Sakura con su única mano libre y tumbándola en la cama, quedando él sobre ella. Sin separar sus bocas, Sakura recorrió con sus manos la musculatura de Naruto lentamente; él volvió a darle suaves besos en el cuello que pronto se convirtieron en leves mordidas, mientras que con su única mano libre, desvestía a la joven acompañado de sendas caricias
Sakura intentaba contener los pequeños gemidos que le producían las caricias y los besos de Naruto, mordiéndose el labio. Notaba la presión que estaba teniendo que soportar él, mientras se movía sobre ella, rozando ambos cuerpos.
Bajó lentamente hasta su cintura y le desprendió de la única prenda de ropa que llevaba encima.
- No sabes lo mucho que he añorado tu cuerpo, Cerezo. – musitó sobre sus labios.
- Y yo, Naruto… No imaginas cuánto.
Itachi y Jiraya estaban reunidos en la sala, sentados en la mesa frente al enorme mapa de las regiones, debatiendo e intentando llegar a alguna conclusión sobre Madara y sus planes. Tras desayunar se habían reunido y allí llevaban prácticamente toda la mañana sentados.
La estancia estaba iluminada por múltiples velas que ya casi estaban consumidas en su totalidad. Ambos estaban observando el mapa con detenimiento. Sobre el regazo de Jiraya había un enorme libro abierto por una página en la que se apreciaban minerales.
- Esto es algo muy difícil. – resopló Itachi. – Creía conocer a mi tío, pero ya veo que no.
- Si al menos supiéramos algo más, lo que fuera. – meditó Jiraya pasando las páginas del libro a toda velocidad.
Itachi golpeó la mesa frustrado y se levantó cansado.
- Debemos pensar como un mago oscuro. – le dijo Jiraya.
- No puedo hacer eso. Escapa de mi capacidad. – razonó Itachi. – Si al menos pudiéramos saber si Madara sabe lo de la profecía…
La profecía. Otro tema que no dejaba su cabeza ni un momento. Se había pasado las noches, desde que Kyubii le había dicho aquellas palabras, meditando a qué podía referirse. El Cielo y la Tierra… El Cielo y la Tierra… Podía ser cualquier cosa. Lo que fuera. Era una metáfora demasiado complicada y su cabeza no daba para más.
Itachi tampoco sabía nada. Aquellas palabras le sonaban huecas, vacías. Y más aún siendo una persona normal y corriente si ninguna pizca de poder mágico.
- Tiene que ser algo, lo que sea. Ese Kyubii podría haberte dicho más. Maldita sea. – volvió a sentarse suspirando abatido.
- ¿Crees qué no intenté sacarle más? – espetó Jiraya. – Se negó diciendo que no veía nada más que eso. Y no quería formar parte de su cadena alimenticia, ya sabes.
Itachi cabeceó pasivo. Se cruzó de brazos y volvió a mirar el mapa.
- Madara controla Aquo e Itenwer. Ambas son regiones grandes y con muchos habitantes. – caviló Itachi. - ¿Eso no es una pista?
- Podría ser, pero por ahora no son más que suposiciones.
- Ya… - dijo en un tono neutro. – A todo esto, ¿y Naruto? – preguntó.
Jiraya también se hizo esa pregunta. No había visto al joven en el desayuno y la noche anterior lo vio retirarse a hurtadillas antes de que acabase el pequeño banquete en su honor.
- Quizá está aún dormido, no lo sé. O… - se calló. Prefirió guardarse el otro pensamiento para él.
- ¿O…? – preguntó Itachi. – Acaba la frase, hombre.
- No era nada, de verdad. Ponte a pensar en algo y deja a Naruto en paz. – le dijo tajante.
Itachi musitó un “esta bien” y volvió a su mapa. Jiraya había pensado en que estaría por ahí con Sakura, haciendo quién sabe qué. Prefirió no decir nada delante de Itachi porque sabía lo serio que era y seguro que mandaría buscar a Naruto o algo parecido. Era mejor que lo dejara a su bola. Y en caso de estar con Sakura, más aún. Hacía días que no la veía, y conocía de sobra a aquel joven para saber que lo que más deseaba en aquellos momentos, no era recuperar su reino, sino estar con la muchacha.
Sonrió para sí mientras dejaba de pensar en él. Le tenía envidia al joven por eso mismo, porque era joven y disfrutaba de sobra de su juventud.
Volvió a centrarse en su libro y en resolver todo aquel lío que se había montado.
Naruto estaba sentado en la cama, con sus piernas extendidas, y con Sakura apoyada en su pecho, sentada de la misma forma. La tenía abrazada por la cintura y tenían sus dedos entrelazados. Ambos estaban desnudos bajo las mantas de piel.
Naruto le sacaba algunas risas mientras soplaba suavemente en su oído y bajaba hasta su cuello. Con cada movimiento, ella se removía y él la agarraba con más fuerza.
- Te amo. – le susurraba mientras la besaba en la mejilla y bajaba a su cuello. – Quiero que sonrías, Cerezo.
Ella giró la cabeza sonriendo y le dio un pequeño beso en los labios. Se echó aún más hacia atrás y se apoyó más en su pecho caliente y desnudo.
- Yo también. Y sonreiré las veces que me lo pidas, aunque no es necesario porque ya lo hago. – él le besó el hombro desnudo feliz.
Había extrañado tanto aquellos momentos de paz junto a ella, que ni siquiera lo había notado hasta que no se había sentado en sus piernas para afeitarle. Solos los dos, sin nadie más, sin ninguna molestia.
- Eres preciosa, Cerezo. – le apartó el pelo de la espalda y la besó. – Me pasaría el día contigo así.
- Naruto, ¿qué te ha dado? – pregunto riendo. – Te has levantado esta mañana muy… muy…
- Enamorado de ti como nunca. – contestó él apoyando el mentón en su hombro y sonriendo.
Ella rió a carcajadas, mientras lo miraba. Cómo podía haber estado toda su vida sin él. Era tan atento, tan cariñoso, tan divertido… El maldito había conseguido llegar hasta su corazón sin proponérselo.
- ¿Estás enamorado de mí? – preguntó ella riendo.
El cabeceó sobre su hombro riendo con ella.
- ¿Cuánto?
- Eso no se puede medir, Cerezo. – la meció un poco en sus brazos, mientras levantaba la cabeza y la miraba a los ojos a su lado. – Eres como un oasis en un desierto. Mi oasis, mi salvación.
Sakura estalló en carcajadas.
- Eres un maldito poeta.
- ¿Y no te gusta qué lo sea? – preguntó con voz melosa.
- Me encanta que lo seas, pero sin excederte. – le advirtió.
Él volvió a besarla en los labios suavemente y con ternura.
- Si estoy así es porque te he echado mucho de menos, he temido por mi vida…. Temí no volver aquí contigo, no volver a verte. – le dijo hundiendo la cara en su hombro. – Mi vida ya no sería lo mismo si tú no estás en ella.
Sakura se dio la vuelta cogiéndolo por las mejillas, acariciándolas lentamente.
- Cállate de una vez, maldita sea. – se quejó ruborizada.
Naruto la besó en la nariz.
- Jamás, mientras viva. – susurró contra sus labios.
- Eres un cabezota. – dijo volteándose hacia delante y volviendo a apoyarse en su pecho.
Naruto rió ante su reacción, pegándola más a él y deslizando con su única mano la de Sakura, mientras la acariciaba lentamente.
Se mantuvieron unos minutos callados, entre caricias y besos rápidos. Solo se oía el sonido del montacargas a los lejos poniéndose en marcha. Sus sombras en las paredes, danzaban como si de un oscuro reflejo se tratara.
- Oye, ¿y qué has estado haciendo estos días aquí? – preguntó Naruto.
- ¡Oh, es verdad! Sabía que tenía que enseñarte algo. – dijo ella separándose de él y levantándose de la cama.
Naruto la miraba estático. Hacía unos segundos estaba adormilada, o eso le había parecido, entre sus brazos – o su brazo más bien. – y de repente se había levantado como su hubieran accionado un mecanismo de relojería o algo.
La vio vestirse a toda prisa, y seguía sin entender qué le pasaba para haber saltado así de la cama tan de repente.
- Venga, Naruto, sal de la cama y vístete. ¡Rápido! – apremió.
Él dio un salto en la cama.
- Vale, vale, ya voy. – se levantó y cogió sus pantalones del suelo.
¿Dónde había ido la Sakura relajada de hace unos minutos? Se había esfumado en un instante.
Comenzó a vestirse, poniéndose los pantalones con su única mano libre, pero al ir a atarlos resbalaron por sus piernas volviendo a dejarlo desnudo. No era fácil vestirse con una mano, y desde luego tampoco tenía práctica en ello.
- Oye, Cerezo. – la llamó mientras se subía los pantalones y se los sujetaba para que no volviesen a caer. - ¿Me ayudarías a vestirme? – preguntó abochornado.
Sakura se volvió, ya vestida, para mirarle y no pudo evitar que se le escapase una carcajada. Naruto se sujetaba como podía los pantalones con su única mano libre, mientras esperaba, abochornado y muy colorado, a que ella le diera una respuesta.
- Vale ya de reírte. – le espetó él. – Me las arreglaré yo solo. – parecía enfadado mientras intentaba volver a atarlos.
Sakura se acercó, aún riendo, y apartándole las manos, le ató los pantalones. Naruto se dejó vestir sin articular ninguna palabra más, aunque seguía algo molesto todavía de que ella se hubiera reído. Y cuando Sakura cogió su camisa y se la puso por la cabeza, no pudo evitar, al mirarla a la cara, gesticular una pequeña sonrisa que fue seguida por otra de ella.
- Eres como un niño pequeño. – repuso ella divertida mientras le ataba los dos botones que cerraban la camisa en el pecho.
- No voy a cambiar mi aptitud. – dijo él con orgullo alzando la barbilla.
Sakura volvió a reír ante sus tonterías. Cuando terminó de vestirle, lo cogió de la mano y tiró de él hasta la puerta.
- Anda, vamos. – Naruto se pegó a ella en cuanto salieron.
Para sorpresa de Naruto, Sakura detuvo el montacargas justo en la planta de la sala de entrenamiento. Un olor maloliente inundó sus fosas nasales casi al instante de haber abierto la puerta del montacargas. Parecía ser un olor a sudor y cloaca, todo unido.
Ambos se llevaron las manos a la nariz al mismo tiempo, mientras arrugaban la cara por el mal olor.
Ninguno decía nada mientras dejaban atrás el pequeño pasillo de roca y avanzaban hasta la sala de entrenamiento.
Al irrumpir allí, comprobaron con sus propios ojos a qué se debía el mal olor que habían notado. En medio de la sala, justo donde estaba el enorme espacio para practicar con las armas cuerpo a cuerpo, había un charco impresionante de agua u orina, quién sabe qué era aquel líquido que olía tan mal. En cuanto al otro olor, era sudor tal y como habían pensado ambos. Algo normal, allí había más gente que de costumbre, hombres solamente, y todos estaban sudados.
Había un gran escándalo mientras hablaban entre ellos, aunque Sakura podía jurar que aquello era gritar como animales, pues ni siquiera había una línea argumental que seguir. Alrededor del enorme charco había un grupo grande de gente, mientras el resto estaba esparcido por la sala, callados y atentos a los demás.
Naruto, seguido de cerca por Sakura, se acercó al grupo intentando hacerse oír por encima de sus gritos.
Alzó los brazos, empujó a cuantos pudo y llegó al centro de la pequeña multitud, teniendo cuidado de no pisar el charco, por supuesto.
Sakura se quedó junto a un enorme tipo en primera fila, que ya se había callado al ver a Naruto de pie y de brazos cruzados esperando a que se calmasen.
Sakura atisbó al pequeño Konohamaru aprisionado, pues parecía que intentaba zafarse, en los brazos de uno de los caballeros.
- ¡A ver, a ver! ¡Silencio todo el mundo! – exclamó Naruto ya harto. - ¿Qué es lo que ocurre para formar tal escándalo? ¿Y por qué huele tan mal?
Tres de ellos fueron a hablar, pero Naruto hizo un ademán con la mano haciéndolos callar.
- Que hable uno, por favor. – se limitó a decir serio. Sakura nunca lo había visto tan serio antes.
- Hablaré yo, si me lo permitís. – el caballero que había hablado era el que llevaba a Konohamaru. Naruto abrió los ojos sorprendido de ver al niño allí y en aquella situación. – Estábamos todos a lo nuestro como siempre, entrenando con las armas, pasando un buen rato y entonces ha llegado este pilluelo. – agarró a Konohamaru con más fuerza del hombro. Él puso una mueca de dolor. – Traía consigo el agua de fregar sucia, aunque eso me huele a algo peor que a agua. – arrugó la nariz en un gesto de asco. – Se ha puesto a correr, ha resbalado y como consecuencia, ha derramado el contenido justo aquí. – señaló el suelo a escasos centímetros de donde estaba Naruto escuchando todo lo que decía. - Cuando habéis llegado, estábamos discutiendo qué hacer con este chico.
Al parecer, los hombres se habían dividido en lo que Naruto llamó “Los defensores de Konohamaru” y “Los mataniños”.
- ¡Es que le quiere dar una paliza al chico por lo que ha hecho! – se quejó uno en la zona de Sakura. Sin duda esa era la zona de “Los defensores” – Yo no considero que sea para tanto. Es un crío al fin y al cabo y…
- ¡Oh, cállate! – lo interrumpió el portavoz. – Si no les enseñamos disciplina a los niños cuando hacen este tipo de cosas no aprenden nada.
El otro se llevó una mano a su espada con intención de desenvainarla y, quién sabe, tal vez pelearse a muerte con él.
Naruto extendió los brazos hacia ambos extremos con intención de calmarlos a ambos. Pareció dar resultado, pues ambos relajaron los cuerpos al instante.
- No voy a tolerar una tontería como esta. – dijo serio. – Nadie va a golpear a Konohamaru por lo que ha hecho. ¡No ha matado a nadie, por el amor de Dios! – aquello lo dijo mirando al que tenía agarrado al niño. – Además, si alguien tiene que golpearle esos serían sus padres. O yo mismo, pero eso no va a pasar. Estaba jugando, no vio por donde iba y resbaló. Fin de la historia. Ahora suéltalo. – el caballero lo soltó con suavidad. – Gracias. – dijo Naruto.
Koohamaru salió corriendo a los brazos de Sakura que lo recibió al instante abrazándolo para consolarlo. El chico estaba bastante asustado y no dejaba de temblar mientras ella le acariciaba el pelo calmándolo.
- Y ahora, Konohamaru limpiará esto, vosotros seguid a los vuestro. – ordenó Naruto. – Y no os peleéis por idioteces como si se debe golpear a un niño por derramar algo maloliente en el suelo, por favor. – dijo en un tono exasperado.
Tras oír aquellas palabras, todo el mundo se dispersó rápido dejando desierta aquella zona de la sala. La mayoría abandonaron la sala de entrenamiento
Naruto suspiró y se revolvió el pelo como siempre hacía cuando estaba nervioso o tenso, y se acercó a Sakura y Konohamaru.
- Eh, cabezón, - le dijo con suavidad. – la has hecho buena. Anda, ve a por algo para limpiar esto. – Konohamaru se separó de Sakura, miró a Naruto, que le revolvió el pelo con una sonrisa, y luego se tiró sobre él abrazándole y dejando a Naruto soprendido.
- Gracias. – musitó el niño. Luego se separó de él y salió a todo correr de allí.
Naruto soltó una pequeña carcajada jovial mientras lo veía alejarse. Miró entonces a Sakura que se acercó a él y le dio un beso en la mejilla, dejándolo descolocado.
- ¿Y eso? – preguntó.
- Nada. ¿Es que acaso no puedo besarte? – preguntó divertida.
- Sí, claro, pero… Me ha dejado sorprendido nada más. – contestó él.
Sakura se limitó a reír un poco mientras caminaba hacia la zona de tiro con arco. Naruto la siguió, aún sin saber a qué habían ido allí.
- ¿Vas a decirme de una vez qué hacemos aquí?
- Tú has preguntado qué he estado haciendo mientras no estabas. Pues bien, - cogió un arco y un par de flechas mientras se alejaba un poco de él hasta situarse en la línea de tiro, que era un pequeño dibujo blanco en el suelo. – te lo voy a enseñar.
Dicho eso, puso una flecha en el arco, tensó la cuerda hasta tocarse el labio con su pulgar, tomó aire concentrada, y soltó la flecha que recorrió la sala hasta clavarse en el centro de la diana.
Naruto observó cada uno de sus movimientos con cautela y en el momento en el que soltó la flecha, contuvo la respiración y la recobró cuando la misma se clavó en la diana, dejándolo asombrado.
- Bueno, ¿qué te ha parecido? – preguntó Sakura escondiendo sus manos tras la espalda cohibida.
Naruto esbozó una enorme sonrisa y se abalanzó sobre ella cogiéndola por la cintura y alzándola en sus brazos. Sakuro soltó un pequeño gritito.
- ¿Que qué me ha parecido? – le dijo eufórico. – Me ha parecido lo más increíble que te he visto hacer nunca, Cerezo. – ella soltó un leve carcajada.
- Eso es que te ha gustado lo que has visto. – le pasó los brazos por detrás del cuello.
Naruto asintió enérgicamente sin dejar de sonreír.
- Es impresionante que hayas conseguido mejorar tanto en solo unos días. Yo tardé meses… incluso años.
Sakura no podía dejar de reír feliz.
- Quería darte una sorpresa y veo que lo he conseguido. – le acarició el pelo de la nuca.
- Pues claro que lo has conseguido. Igual que todo lo que te propongas, Cerezo. - le dijo con voz calmada y sin dejar de sonreír. – Todo es cuestión de esforzarse en lograr lo que nos proponemos, y no rendirnos, por supuesto. Y tú lo has conseguido por eso mismo, porque no te has rendido.
- Naruto… - le dijo mientras lo miraba a los ojos. Se acercó a sus labios y lo besó.
Él pudo notar el brillo de sus ojos tras pronunciar esas palabras. Era un brillo de emoción y de alegría unidas. Sus ojos brillaban como nunca antes lo habían hecho. El verde resplandecía chocando con el azul en una armonía perfecta y acompañada de pequeñas sonrisas, mientras ambos se besaban lentamente ajenos al resto del mundo.
- ¡PUAAAJ! – se oyó de repente.
Ambos se separaron rápidamente. Konohamaru, que estaba en el centro de la sala con un cubo y trapos, había sido el que había soltado tal grito. Lo acompañaban Moegi y Udon, tal vez para ayudarle.
Después de eso se oyeron las carcajadas del resto de la gente que había allí.
- ¿Konohamaru? ¿Qué te ocurre? – preguntó Naruto asustado.
- Pues que… eso… “puaj” – se limitó a explicar arrugando el rostro.
Sakura estalló en carcajadas como el resto de la sala.
- Es que eso de besarse es asqueroso. – dijo el niño enfadado por las risas.
- Pues a mí me parece muy romántico. – dijo Moegi con ensoñación.
Konohamaru bufó.
- No entiendo nada. – Naruto se rascó la cabeza, confundido. Sakura le cogió de la mano y lo arrastró con ella por la sala.
- Anda vamos. – rió. – No solo he aprendido al fin a acertar en la diana, también he estado entrenando con la espada como hacíamos tú y yo en el Bosque.
- ¿De verdad? – reaccionó Naruto. – ¡Pues a qué esperas para enseñármelo!
El resto del día se dedicaron a entrenar con la espada. Naruto se quedó muy impresionado por la mejoría de Sakura en tan poco tiempo. Estaban ya prácticamente igualados los dos.
Por supuesto Sakura le contó que había tenido ayuda de Tenten, Kurotsuchi y Kiba en todo momento.
Además se quedó impresionado cuando Sakura le mostró sus propios movimientos en lo que había llamado La Danza. Los movimientos aún no estaban del todo acabados, pero él vio mucho esfuerzo en ellos y la posibilidad de que fueran útiles. Eran perfectos para alguien que no fuera muy fuerte, o incluso pequeño. Un niño podría aprender La Danza sin ninguna dificultad.
Se sentía tan feliz y orgulloso de ella. Sakura había cambiado mucho desde que la conocía, pero su fortaleza del principio seguía estando ahí, e incluso se había hecho más fuerte con el tiempo. Sakura había conseguido lo que quería: libertad para hacer lo que quisiera. Aunque le hubiese costado como precio la vida de sus padres en el camino para lograrla. Ese detalle tan desgarrador los hacía tan similares que deseaba que no fuese así, pero por desgracia lo era. Aunque tenía la pequeña parte en la que él era el único que la entendía de la misma manera.
- Naruto… - parpadeó volviendo a la realidad.
- ¿Qué? – preguntó.
- ¿Cómo que qué? – dijo Tsunade. – Te has quedado callado de repente. Llevamos un rato intentando que nos prestases atención.
Naruto emitió un sonido de disculpa.
- Lo siento, estaba… me he quedado pensativo un momento y me he pasado.
- ¿Y en qué pensabas? – preguntó Sakura bebiendo agua.
Él la miró y volvieron a su cabeza los mismos pensamientos de antes.
- En nada importante. – esbozó una sonrisa calmada. Tsunade enarcó una ceja. – De verdad, Tsunade.
Ella pareció creerle, o quizá prefirió dejar el tema, pues continuó comiendo.
- ¿Y Jiraya?
- No le he visto en todo el día. – contestó Tsunade. – Pero imagino que seguirá con Itachi, no lo sé.
Jiraya seguía con Itachi. Llevaba con él todo el día según tenía entendido. Si ni siquiera había ido a cenar, debían de estar ocupados en algo importante o en algún hallazgo. Jiraya le había hablado en el camino hasta la mina de la extraña profecía de Kyubii, pero tampoco él tenía alguna idea de a qué podía referirse. Era demasiado ambiguo.
Seguro que lo que lo mantenía tan ocupado era aquella profecía. La profecía y el plan de Madara con los cristales de absorción. Ambas cosas eran lo suficientemente importantes como para mantener la cabeza del mago ocupado todo el día. No era tan extraño, visto desde ese punto de vista, que no hubiese asomado el pelo por allí.
Se levantó de la mesa con una habilidad asombrosa y sin decir una palabra se dispuso a marcharse, pero Sakura lo agarró del brazo.
- ¿Se puede saber a dónde vas?
- Tengo que hablar con Jiraya. Eso es todo. – contestó él.
- Espérate a mañana, Naruto. Hoy ya es tarde y estará cansado. – argumentó Tsuande.
Bufó y volvió a sentarse. Odiaba admitirlo, pero Tsunade tenía razón en lo de que ya era tarde y estaría cansado. Jiraya no era muy mayor, pero se le notaban los años a pesar de todo y no era tan fuerte como antes.
Apoyó la cabeza en la palma de su mano y siguió comiendo abstraído.
Ean95- Aprendiz
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En El Gran Bosque.
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
¡Está genial! Pobre Konohamaru, ya le querían pegar xD espero y ese líquido sea agua y no pis xDDDD.
¡Me ENCANTA tu fic! ¡Es taaan hermoso! ¡Taaan tierno! Me enamoré♥
PD: La espera valió la pena♥
¡Me ENCANTA tu fic! ¡Es taaan hermoso! ¡Taaan tierno! Me enamoré♥
PD: La espera valió la pena♥
Geral-Chan- Baneado Temporal
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
excelente capitulo ya quiero saber lo referente a la profecía me encanto sakura mostrando sus nuevas habilidades a nartuo y el todo orgulloso sera esperar haber con que nos sales para el próximo capítulo y no importa lo que demores si es por traer tus capítulos bien echos la espera lo vale como lo llevas hasta ahora esta excelente no te has saltado nada ni se he leído cosas que no concuerden.
aduzumaki- Sennin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Ojalá me perdones por no haber comentado! No me he podido conectar!
Pero tu sabes que tu fic es exelente! Me encanta es uno de mis favoritos y que espero con ansias!
El capítulo estuvo perfect y ya quiero saber sobre aquella profecía!
Pero tu sabes que tu fic es exelente! Me encanta es uno de mis favoritos y que espero con ansias!
El capítulo estuvo perfect y ya quiero saber sobre aquella profecía!
belivexangel1- Sannin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Hi, little friends!
Gracias por vuestros comentarios.
Y belivexangel1, no te preocupes
Perdón por la demora, pero aquí os traigo el capítulo 21.
Hasta otra
Gracias por vuestros comentarios.
Y belivexangel1, no te preocupes
Perdón por la demora, pero aquí os traigo el capítulo 21.
- Capítulo 21:
- A la mañana siguiente Naruto fue a buscar a Jiraya a su habitación, pero el mago no estaba allí. Acompañado por Sakura recorrieron toda la mina buscando al mago. No estaba en el comedor, tampoco en los baños, en la sala de entrenamiento no lo habían visto. La última parada era El Claro y la sala de reuniones, que quedaban en el mismo nivel, pero tampoco estaba allí.
Llevaban toda la mañana buscándole sin éxito. Sakura podía apreciar el nerviosismo de Naruto, pues era bastante visible. Estaba inquieto desde la cena de la noche anterior, por no hablar de lo abstraído que había estado. Cuando se fueron a dormir, él le dijo buenas noches, la abrazó como siempre y cerró los ojos. A Sakura aquello le pareció muy raro. Sí, la había abrazado y le había dado las buenas noches como siempre, pero había sido bastante frío. La calidez de sus palabras parecía haberse esfumado.
Y aquella mañana más de lo mismo. Si ella no se hubiese despertado, la habría dejado allí durmiendo mientras él se recorría solo la mina.
Deseaba preguntarle qué era lo que con tanta urgencia debía hablar con Jiraya, pero temía que él no le dijera nada. Sabía lo cuidadoso que era con sus cosas.
- ¿Itachi? – preguntó Naruto irrumpiendo en la sala.
Pero no había rastro de Itachi por allí. ¿Él tampoco estaba? En la sala solo estaban Yamato y Asuma frente a un mapa.
- ¿Necesitabais algo, Naruto? – preguntó Asuma.
- Buscaba a Jiraya, y pensé que Itachi sabría algo.
- Jiraya no sé dónde estará, pero Itachi ha ido con un grupo de hombres a cazar por el bosque. – dijo Yamato.
Naruto les dio las gracias y se marchó seguido de Sakura. Se sentó en la nieve justo debajo del enorme agujero del Claro y resopló. La joven se dejó caer a su lado y le agarró la mano.
- Estás muy agitado desde anoche, relájate un poco. – le dijo calmada.
- Es que necesito hablar con Jiraya antes de hacer otra cosa. – se excusó él.
Ella le agarró con más fuerza la mano.
- No puede haber ido muy lejos. La mina es grande, pero no tanto. – sonrió. - ¿Me vas a contar qué es eso que tienes que hablar con él o…? – dejó la frase en el aire.
Naruto suspiró.
- Es que ayer se me vino a la cabeza lo de los cristales de absorción y recordé algo. – puso una mano en la nieve. - ¿Recuerdas la espada qué le pedí a Tenten hace unos días? – Sakura asintió. – Pues he pensado estudiarla a fondo, porque puede que con los materiales con los que está hecha se pueda…
- ¿Dar el mismo uso que con los cristales? –preguntó Sakura adivinando por donde iba.
Naruto negó riendo.
- Casi. – dibujó en la nieve con el dedo. – La espada en lugar de absorber podría… mmm… expulsar poder. – dijo tras cavilar.
Sakura lo entendía a medias. Solo a medias. Cuando se trataba de cosas que tenían algo que ver con la magia, era inevitable que se perdiera. Ella no entendía prácticamente nada referente a la magia, hechizos, pociones y demás. Solo entendía que cierto número de personas poseían al nacer un aura mayor que el resto, y que gracias a esa aura, la persona en cuestión podía aprender a manejarla creando así la magia. Luego, la magia también estaba en todas partes, beneficiando así al mago o brujo. La magia podía estar en un árbol, en las nubes, en una roca… Era como un equilibrio en el mundo que poca gente era capaz de manejar.
En realidad era tan confuso, que de pensarlo le empezaba a doler la cabeza.
Se levantó poniéndose bien las ropas y sacudiéndose un poco la nieve que había quedado adherida en ella, antes de decir:
- Voy a ir a la herrería a buscar a Tenten, me prometió ayer que hoy iba a practicar La Danza conmigo.
Naruto se levantó también.
- Te acompaño entonces. Ya estoy harto de buscar al viejo. – se sacudió la nieve. – Supongo que aparecerá cuando menos lo espere. – añadió riendo.
El montacargas estaba hasta los topes y decidieron esperar al siguiente viaje que estuviera más vacío. –“Mejor esperar a que ese trasto viejo se caiga y nos matemos todos.” - Murmuró Sakura.
Cuando llegaron a la herrería se llevaron una grata sorpresa. Parecía que cuando Naruto había decidido rendirse en su búsqueda, el viejo mago aparecía sin ser invitado. Jiraya estaba en la herrería charlando muy animado con Hayate. Tenten estaba al fondo golpeando un hacha en el yunque.
Hacía mucho calor allí dentro, ocasionado sin duda por la fragua que parecía llevar horas encendida. Tenten estaba sudando, pero a Jiraya y a Hayate apenas se los veía acalorados.
- ¡Jiraya! – ambos hombres dejaron de parlotear y prestaron atención a los jóvenes que se acercaban. – Llevo horas buscándote por toda la mina y resulta que estabas aquí.
- ¿Tú? ¿Buscándome? – se extrañó. - ¿Y eso? – miró a Sakura que estaba detrás de él. – Hola, Sakura. – le saludó animado.
- Jiraya, necesito enseñarte una cosa. – dijo poniéndose delante de la visión entre él y Sakura. - ¿Puedes?
El mago asintió.
- En realidad es genial que estés aquí, así no tenemos que movernos. – se acercó hasta Hayate. – ¿Puedo entrar en el almacén?
Hayate pareció dudar un instante antes de darle una respuesta afirmativa. Tenten y Sakura se quedaron mirando como entraban los tres al almacén en fila y conversando mientras tanto. A medida que avanzaban, apenas eran audibles ya sus voces.
- Qué diablos querrá enseñarle a ese mago. – repuso Tenten mientras golpeaba el hacha.
- La espada. – contestó Sakura sin apartar la vista del almacén.
Naruto avanzaba a paso ligero por el laberinto de armas, sin mirar ninguna de ellas. Su objetivo era la espada con la empuñadura del zorro y la hoja azulada. Si Jiraya aceptaba que aquella espada era especial, sería suya sin ningún impedimento como había sucedido días atrás cuando la había visto por primera vez.
La misma Tenten había dicho que era una espada especial, y por eso tenía que ser suya. Además, ahora tenía a Hayate con él, y había sido el que la había forjado. Si alguien sabía las cualidades de aquella espada, ese era su herrero, es decir, Hayate.
Se detuvo una vez más ante el arma. Seguía tal y como la primera vez. No. Incluso se atrevería a decir que parecía brillar más que antes.
Allí estaba la empuñadura del color del fuego con la cabeza del zorro naranja. La hoja, azulada, seguía teniendo ese color letal del frío hielo.
Tras él Jiraya y Hayate le imitaron y se detuvieron, los dos a ambos extremos de Naruto; Jiraya a la izquierda y Hayate a la derecha.
- Oh, me lo temía. – río Hayate. – Os gusta esta espada, ¿cierto?
Naruto asintió embelesado.
– Puedo afirmar que le encanta. – manifestó Jiraya. – Con esa cara es con la que mira a Sakura. – ambos hombres carcajearon.
– Jiraya, déjate de risas y obsérvala bien. – repuso serio.
Jiraya hizo lo que le pedía el joven y observó la espada. No tuvo que mirarla mucho para darse cuenta de que aquella espada no era una espada común, sino que tenía cualidades mágicas. – Es increíble. – se dijo a sí mismo.
– Hoja de hielo, empuñadura de fuego… Oh, y el detalle del zorro es sin duda un aspecto interesante a tener en cuenta. – meditó en voz alta mientras se acariciaba la barbilla. - ¿Es obra tuya, Hayate?
– Así es. Es la obra de la que más orgulloso estoy. – contestó con galantería.
– Un trabajo muy bueno, sin duda. No sabía que fueras capaz de trabajar con materiales mágicos. En Aquo no te dedicabas a esto, viejo amigo.
Hayate se limitó a reír.
- Créame, Jiraya, yo tampoco lo sabía. –se excusó con una sonrisa. – Esa espada – la señaló. – vio la luz gracias a un duro trabajo. En realidad no sé cómo se me ocurrió mezclar fuego y hielo en un mismo lugar, pero dio resultado.
- Es magnífica. – se limitó a decir Naruto. – Jiraya, ¿crees que yo podría empuñarla?
Fue a tocarla, pero Hayate le agarró la mano antes de que pudiera hacerlo.
- ¡No seáis insensato! – dijo alarmado. – Si esa espada sigue en la pared es porqué nadie podrá empuñarla nunca.
- No es así, Hayate. – dijo Jiraya calmado. – Esa espada puede empuñarla alguien como Naruto. Además, tiene vida propia y ya lo ha elegido a él como a su portador. Mira. – señaló a la espada.
Los ojos de Hayate se abrieron ante lo que veían. La mano de Naruto estaba a apenas unos centímetros de la empuñadura, pero no era la empuñadura lo que debía alertarles, sino la hoja. La hoja azulada había comenzado a brillar emitiendo un leve fogonazo azulado a su alrededor.
- Naruto, puedes cogerla sin problemas. – le dijo Jiraya.
- Pero… se quemará con la empuñadura. ¡Es puro fuego! – exclamó Hayate.
Naruto ignoró al herrero, y con su única mano libre, pues aún tenía el otro brazo en cabestrillo, agarró la empuñadura de la espada descolgándola de la pared.
Durante unos segundos, sintió el calor de la espada en su mano, pero se desvaneció al instante, y dio paso a un leve frío, sin duda proveniente de la hoja de la espada. Y eso fue todo. No se quemó, ni se congeló, ni se destruyó nada a su alrededor. La espada estaba en sus manos como cualquier otra, pero él podía sentir que estaba viva. Oía un pequeño susurro. Cerró los ojos para concentrarse mejor en aquel susurró, para darse cuenta de que lo que oía no era un susurro sino un leve crepitar. ¿Era la espada? Debía serlo, sin duda. La espada estaba hecha de fuego y hielo y lo que oía, sin duda, era su núcleo de fuego que ardía.
Abrió los ojos de golpe y se encontró con las miradas de Jiraya y Hayate. Hayate lo observaba con los ojos como platos, aún si poder creer que su espada, la que él pensó que jamás podría blandir nadie, estuviera en las manos del heredero legítimo del reino. A su espalda, Jiraya de brazos cruzados le sonreía. Naruto no pudo evitar esbozar una enorme sonrisa. Había conseguido hacerse con la espada después de semanas soñando con la idea de blandirla. Era suya al fin.
- Es… es… - balbuceaba Hayate.
- ¿Increíble? – lo ayudó Jiraya. – ¡Deberías alegrarte, hombre! Gracias a Naruto tu espada al fin podrá ser empuñada y no seguirá cogiendo polvo en esa pared.
Naruto, ajeno a la conversación, seguía examinando minuciosamente la espada. Pasaba los dedos por la hoja azulada con cuidado, notando el tacto frío sobre su piel; por la empuñadura caliente, que quemaba, pero que él no notaba prácticamente.
La espada seguía emitiendo ese sonido de crepitar del fuego y el zorro de la empuñadura seguía intacto, la hoja azulada ya hacia unos segundos que había dejado de brillar.
- Naruto. – dijo Jiraya sacándolo de sus pensamientos. Él le prestó atención. – Voy a decirte un par de cosas sobre esa espada. – Naruto asintió. – Te ha elegido como su dueño o portador, como tú prefieras llamarlo. Pudiste notar que no era una espada corriente. Eso es porque el material con el que está hecha es… bueno, tiene una gran cantidad de energía mágica acumulada. No es una espada de juguete, ni tampoco común, como ya sabes.
- Jiraya, ve al grano. – apremió Naruto.
Jiraya suspiró.
- Lo que intento decirte es que esa espada solo puede empuñarla un mago poderoso o, en su defecto, un mago elemental.
- Como yo. – Jiraya asintió.
- La espada, dormida hasta hace muy poco, despertó con tu presencia y te ha elegido como su portador. Naruto – le dijo posando las manos en sus hombros. – Con esa espada puedes fortalecer tu magia hasta el punto de llegar al nivel de un mago completo o un brujo oscuro. Y tú eres el único que puede usarla. – le sonrió. – Si por algún casual yo intentase cogerla, me quemaría o podría acabar congelado. Aunque sea un mago poderoso.
- Genial. – dijo animado mirando la espada.
Sakura y Tenten los vieron salir a los tres, Hayate a la cabeza. El herrero parecía estar sorprendido por algo, pues se lo veía inquieto mientras salía del almacén y se sentaba en una silla junto al fuego de la fragua.
Tenten, que ya hacía rato que había dejado el hacha que estaba forjando y se había sentado a conversar con Sakura. Por desgracia para Sakura no podría ir a practicar La Danza, ya que estaban hasta arriba de trabajo.
Se levantó de su asiento y se acercó a su padre preocupada nada más verlo salir y captar su expresión.
- Padre, ¿qué sucede? – preguntó.
Hayate señaló hacia la puerta del almacén por la que salía Naruto. Tenten se fijo en la espada que llevaba en la mano y no daba crédito a lo que veía.
Sakura, que también se había levantado, se acercó a él, que le dedicó una enorme sonrisa mientras le mostraba la espada triunfante.
- ¿Es… - Naruto asintió sin dejar de sonreír. – ¡Has conseguido la espada!
- Ella me ha elegido.
Naruto rió al ver la expresión de desconcierto de Sakura, que no había entendido aquello de “me ha elegido”.
- La espada tiene mucha energía mágica, sintió mi presencia y ahora yo soy su único portador. – Sakura seguía con la misma cara. – Es complicado para tu mente no mágica. – se encogió de hombros.
Tenten seguía observando la espada en la mano de Naruto, impresionada todavía por tal proeza. Sabía por su padre que esa espada era un adorno más que un arma por el hecho de que no podía ser empuñada por nadie. Su padre le había dicho que jamás se le ocurriese tocar esa espada porque, si tocaba la empuñadura acabaría quemada, y si por el contrario tocaba la hoja, congelada. Y, sin embargo, Naruto la estaba empuñando como si nada.
Jiraya se despidió de Hayate y Tenten, tenía asuntos que atender y ya había perdido bastante tiempo.
Se llevó con él a Sakura y a Naruto, dejando al herrero y a su hija con el desconcierto de la espada todavía en sus cabezas.
- Naruto, ¿cómo llevas El Tomo de Fuego? – le preguntó mientras bajaban por el montacargas.
- Om… bueno, creo que ya podría hacer el examen sin problemas. – se limitó a decir.
Jiraya lo escrutó con la mirada.
- No intentes engañarme, chico. – le advirtió. – Ya sabes que es imposible hacerlo.
- ¡Y no lo hago! – se defendió él. – Te estoy diciendo la verdad.
Un leve silencio se apoderó del ambiente. Jiraya simplemente emitió un sonido que Sakura catalogó como un “te creo, pero al mismo tiempo no”.
- De todas formas, ¿por qué la pregunta? Tú nunca me presionas con los exámenes de magia.
- No sabía que tuvieras exámenes. – dijo Sakura sorprendida.
Jiraya rió sarcásticamente.
- Pues claro que los tiene, Sakura. ¿Cómo crees que sé si está listo o no? – el montacargas se detuvo en ese instante y él abrió la puerta. – Lo cierto es que no es obligatorio, pero si es lo correcto cuando estás aprendiendo las artes mágicas.
- Vaya… - dijo sorprendida.
- Volviendo al tema. – le dijo a Naruto mientras caminaban por la mina. – Te he preguntado porque si quieres empezar a entrenar con esa espada, tienes que dominar los cuatro elementos a la perfección. Y sabiendo que solo te falta el fuego y que apenas nos queda tiempo para…
- Espera… cómo que no nos queda tiempo. – interrumpió Naruto. – ¿Es que habéis averiguado algo?
Jiraya negó con la cabeza.
- No. Nada en absoluto. – suspiró pesaroso. – Si he dicho eso de que no queda tiempo es porque tengo la corazonada de que Madara no tardará en moverse. – Se detuvieron los tres bajo el agujero del Claro. – Por eso necesito entrenar contigo Naruto. Te examinaré del Tomo del Fuego en cuatro días. Si veo que estás listo, empezaremos con la espada. Puede que te haya elegido, pero si no aprendes a controlarla… puedes acabar muy mal. – finalizó serio.
Naruto asintió conforme.
Sabía que Jiraya podía ser muy duro en las clases de magia y durante los exámenes lo era el doble. Pero ya llevaba años así y estaba más que acostumbrado, un examen más no le haría daño. Aunque también era cierto que aquel examen sería el más difícil que había tenido hasta ahora. Pero si quería empuñar aquella espada de la forma correcta, empleando su poder como era debido, tendría que aprobar el examen y entrenar con ahínco día tras día.
- Bueno, yo me voy, chicos. – dijo dirigiéndose hacia la sala de reuniones. – Ah, y Naruto – se detuvo. – Ponle un nombre. Todas las grandes espadas tienen uno. – le dijo en una media sonrisa.
Cunado Jiraya acabó de desaparecer por el corredor, Naruto se llevó las manos al pelo revolviéndolo muy nervioso. Sakura lo observaba mientras él no dejaba de tirarse de cada pelo que encontraba. Siempre hacía lo mismo cuando estaba nervioso o inquieto, pero es que en aquel momento si no lo detenía se iba a arrancar todos los pelos de la cabeza.
- Naruto, - lo agarró de las muñecas separando las manos del pelo. – relájate un poco o te quedarás calvo. ¿Qué te pasa? – Naruto abrió la boca para contestar pero ella alzó una mano riendo. – Espera, espera, no me lo digas. – rió. – Aún no estás preparado para hacer el examen.
Naruto hizo un mohín con la boca como respuesta. Sakura se mofó aún más de él.
- ¿Entonces por qué le has dicho que sí a Jiraya?
Como respuesta él le mostró la espada. Sakura lo entendió sin necesidad de palabras. Lo que más deseaba hacer era empezar a entrenar con la espada, y si quería hacer eso antes tendría que superar el examen. Era realmente algo cómico, porque era similar a la rabieta de un niño pequeño que quería un caramelo pero antes debía hacer algo para ganárselo.
- Eres como un niño, en serio. – le dijo besando su mejilla.
- Ya me lo has dicho muchas veces. – repuso él sonriendo.
Sakura le golpeó en el hombro.
- ¡Es la verdad! – exclamó riendo. – Siempre me has dicho que soy un niño. Siempre. – pronunció en voz baja acercando su rostro al de ella. Casi pegando sus labios a los suyos. Sakura podía notar su aliento chocar contra ellos, la respiración de Naruto, que la miraba con sus ojos azules con mucha dulzura en la mirada.
Sakura se separó riendo, pero él no la dejó escapar agarrándola de la mano y acercándola a él de nuevo.
- ¿Tienes prisa, Cerezo? – le preguntó con media sonrisa. Cuando sonreía así, a Sakura le recordaba a un zorro.
- Pues sí. – respondió ella. – Quiero ir a perfeccionar La Danza.
- ¡Oh, vamos! Eso puede esperar. – Sakura apretó los labios. – Y lo sabes. – dijo serio mientras le apartaba un mechón de pelo que caía a un lado de su cara.
Sakura seguía con los labios apretados y con el ceño fruncido. Naruto sabía que hacer cuando ella estaba así. Cuando se ponía seria y se le metía algo en la cabeza, cuando ella decía que había algo que no podía esperar más tiempo. Cuando él, la mayoría de las veces, era arrastrado por esa aptitud seria suya. Si Sakura se ponía así, solo podía hacer una cosa para ablandarla.
Le acarició la mejilla lentamente, sin dejar de mirarla a los ojos, sin pestañear si quiera. Ella le aguantaba la mirada, fría y serena. Él se acercaba poco a poco a su rostro, a su mirada pétrea y gélida, hasta que se detuvo a pocos centímetros y pegó su frente a la suya, aún aguantándole la mirada. Le acarició la mejilla una vez más, pasando luego a sus labios y después bajando la mano hasta su cuello en una caricia. Sakura seguía seria, pero por dentro se moría de ganas de tocar a Naruto.
Estaba aguantando mucho aquella vez. Nunca le había costado tanto hacer que Sakura se relajase y le regalara una sonrisa.
Continuó bajando su mano por todo su cuerpo con mucha parsimonia, acariciando cada curva de su cuerpo, cada trozo de la suave piel expuesta a sus ojos. Hasta que llegó a su cintura. Entonces la envolvió en su brazo y la pegó a él más aún. Sakura puso toda su fuerza de voluntad para no levantar sus brazos y ponerlos en su pecho o pasar las manos por detrás de su cuello y enredar sus dedos en su pelo.
Naruto sonrió de nuevo. Rozó su nariz con la de ella lentamente antes de depositar un par de besos cortos en ella. Sin despegar sus labios de su piel, continuó besándola por las mejillas, su barbilla… Rozó sus labios una vez, dos, tres... Pero no llegó a besarla. Sakura se removió nerviosa. Naruto la estaba torturando de la peor forma: evitar sus labios.
Podía soportarlo todo, pero nunca podría tener los labios de Naruto tan cerca y que él no la besara.
Mandándolo todo al traste, apoyó los brazos en su pecho, con cuidado de no golpear el brazo herido de Naruto, y, lentamente los fue levantando hasta llegar a sus mejillas. Naruto sonreía por dentro, era toda una victoria. Volvió a rozarle los labios y se retiró, pero Sakura posó las manos en sus mejillas, lo acercó a ella y lo besó con intensidad y deseo.
Enterró sus manos en el pelo de él, algo que le encantaba desde siempre. Naruto estaba feliz de que al fin hubiera reaccionado, pero él quería una sonrisa que sustituyera a su gesto serio. Así que, mientras la acariciaba por la espalda, y sin separar sus labios de los de ella, comenzó a hacerle cosquillas por la cintura.
Sakura notó las cosquillas al momento, y se separó de Naruto sin poder evitar reírse. Naruto también reía, feliz por verla sonreír.
- Maldición Naruto. – dijo sabiendo que había vuelto a ganarle.
- Já. Lo he conseguido. Y además doble. – le dedicó una sonrisa triunfante.
- La próxima vez no lo tendrás tan fácil. – le adviritió.
Él volvió a acercarla a él agarrándola por la cintura.
- Eso dijiste la última vez y mírate, Cerezo. – ella le hizo burla. – Anda, vamos a practicar esa Danza tuya.
- ¿De verdad? ¿O es otro truco para cuando me de la vuelta? – enarcó una ceja.
Naruto rió y cogiéndola de la mano, salieron de allí.
Por suerte habían podido hacer todo aquello porque no había nadie en El Claro. De haber habido alguien, lo hubiera tenido más complicado y ahora mismo Sakura seguiría haciéndose la dura con él.
Lo que menos quería la gente de por allí era verlos a ellos dando un espectáculo de enamorados como habría dicho Jiraya de haberlos visto. Pero por suerte no los había visto nadie.
---
Sakura, de brazos cruzados sobre su pecho y sentada en el suelo de la sala de entrenamiento, observaba a un Naruto, serio y concentrado, moverse con la espada de madera que usaban en los entrenamientos, mientras realizaba los pasos de La Danza.
- Mal. –dijo regañándole.
- ¿Y ahora qué? – se quejó.
Sakura se levantó del suelo y se acercó a él.
- El pie derecho va más atrás que el izquierdo en este paso. – le dio un puntapié mientras le explicaba. – Además has estado muy rígido en la última parte.
Naruto bostezó.
- Es que estoy cansado, Cerezo.
- Qué excusa más mala. – dijo riendo.
Él sonrió.
- Sabes que no es una excusa, sino una verdad como un castillo.
Ella se limitó a suspirar. Por mucho que lo odiase, debía de admitirlo: ella también estaba cansada. Llevaban allí cinco horas metidos realizando La Danza una y otra vez. Solo habían parado media hora para comer.
Naruto apenas sabía alguno de los pasos, y ella se había pasado toda una hora enseñando cómo se realizaban, con su orden y su duración. El resto del tiempo, Naruto había estado haciendo los pasos sin parar bajo su atenta mirada.
- Vale, lo admito. Yo también estoy cansada. –admitió por fin.
- ¿Cansada? –interrumpió una voz a su espalda. - ¿Qué diablos habéis estado haciendo?
Sakura vio como Naruto sonreía y se dio la vuelta para encontrarse con Kurotsuchi. A ella sí que se la veía cansada. Su pelo negro corto, parecía algo enmarañado por detrás y sus botas estaban cubiertas de nieve del exterior.
A Sakura aquello le extrañó bastante. Tenía entendido que realizaba casi las mismas labores que el resto de los hombres, pero no tenía constancia de que también saliera al exterior de La Mina.
- ¿Qué tal el día de caza? – Preguntó Naruto ignorando su pregunta.
- Pues muy bien, pero agotador como siempre. – respondió ella estirándose. – Al menos las despensas estarán llenas dos semanas más.
Naruto dejó la espada de entrenamiento junto a las otras, colgada en la pared de la izquierda y se acercó a Kurotsuchi.
- Uh, por tus palabras os ha ido genial.
Asintió cruzada de brazos.
- Sí. Tres ciervos, cuatro jabalíes, cinco perdices y nueve conejos. – dijo enumerando con los dedos.
- Oh, espero que los conejos no fuesen toda una familia. – habló Sakura.
Kurotsuchi rió.
- ¡Por supuesto que no! ¿Por quién me tomáis?
- ¿Y los demás? – preguntó Naruto.
La joven se quedó pensativa un momento.
- Pues… creo que entre todos han cazado veinte perdices y diez jabalíes. – contestó tras unos segundos.
Naruto asintió conforme.
- Nada mal. – sonrió. – Como has dicho, para dos semanas da de sobra. Además es un gran mérito teniendo en cuenta que es invierno y cuesta más encontrar a los animales.
Kurotsuchi le dio la razón en eso recordando lo que le había costado encontrar las perdices en medio de tanta nieve.
Sakura se acercó a ella y le dio su espada de entrenamiento, que la joven cogió al instante.
- Os he estado observando un poco y – dijo dirigiéndose a Naruto. – estáis muy verde aún, Naruto.
Naruto hizo una mueca disgustado.
- ¿Por qué no le enseñas cómo se hace, Kurotsuchi? – la animó Sakura.
La joven azabache sonrió de lado como respuesta. Caminó hasta el centro de la plataforma donde entrenaban con las espadas y cerró los ojos.
Durante unos segundos, que Naruto contó como diez, la joven no se movió ni un poco. Entonces, pasados esos diez segundos, comenzó a realizar a la perfección los movimientos de La Danza tal y como Sakura los había creado.
Espada al aire, mientras el pie izquierdo se adelanta, finta y flexión de las rodillas para agacharse. Todo lento, todo a la perfección. Vuelta, giro, aleteo… Se suponía que aquellos movimientos eran lentos, pero Kurotsuchi los estaba realizando cada vez más rápido y a Naruto le costaba seguirla con la mirada.
Entonces, tras unos instantes en los que él ya no podía seguirla, se detuvo haciendo girar su espada por la empuñadura y envainándola en una vaina invisible de su cintura.
- ¿Y? – preguntó mirando a Sakura.
Ella aplaudió.
- Perfecto como siempre. – se volvió hacia Naruto. - ¿Has cogido ya la técnica?
Él, de brazos cruzados, se acercó a ambas chicas.
- Al principio sí, pero luego ha cogido tal velocidad en la ejecución de movimientos que me ha resultado imposible. ¿No se supone que los movimientos deben de realizarse más lentos? Pensaba que de no ser así, se perdía la precisión y se iba todo al garete. – Sakura lo escuchaba atenta y enarcó una ceja. – O eso es lo que tú dijiste ayer, Cerezo. – dijo un poco cohibido ante su mirada.
Las chicas se miraron y rieron entre ellas. Naruto echó la cabeza hacia atrás y resopló. Ahora se sentía como el centro de las burlas de dos mujeres. ¿Qué sería lo próximo? ¿Bufón?
- La Danza es una sucesión de movimientos que comienzan de forma lenta y que poco a poco se van acelerando. Los movimientos están pensados para eso, para que el que los ejecute, al ser alguien más débil o incluso lento en los movimientos habituales de la espada, pueda tener una oportunidad de vencer a su enemigo. – explicó ella tranquilamente. – Si tú, que estás aprendiendo La Danza, empezaras a realizar los movimientos acelerados, sin duda no darías pie con bola y la realizarías mal. – rió. – Kurotsuchi me ayudó a crearla. Y es por eso que ella es capaz de realizar los movimientos rápidos. – finalizó.
Naruto se masajeó la barbilla pensativo.
- Entonces… si aprendo los movimientos, el orden y todo lo demás de la forma correcta, sin equivocarme, ¿podré realizarla como ella? – preguntó señalando a la azabache.
Sakura y Kurotsuchi dieron una respuesta afirmativa a su pregunta.
- Perfecto. – musitó él inclinando el cuello a un lado para estirarse. - ¿Continuamos?
- Ni hablar. – contestó Sakura. – Estoy cansada. ¿Es que tú no lo estás?
Naruto se limitó a esbozar una pequeña sonrisilla que contestó a la pregunta de Sakura. Estaba agotado, sí. Pero aquellas dos le habían dado una pequeña lección y habían conseguido dejarlo callado. Cuando Kurotsuchi estaba realizando los movimientos él se había sentido muy inferior a las dos. Sakura había conseguido inventarse una nueva forma de lucha que combinaba ataque y defensa, algo que a él lo llenaba de un gran orgullo.
Decidieron salir de la sala de entrenamiento después de convencer a Naruto de que con un par de días o cuatro mejoraría lo suficiente y podría realizar La Danza sin problemas, pero que debía ser paciente. Por suerte él podía ser paciente si se lo proponía. Después de tantos años conviviendo con un mago como Jiraya que dedicaba la mayoría de su tiempo a las investigaciones en lugar de a enseñarle, aprender La Danza no podía ser más complicado.
Pensar en magia le transportaba al Bosque y a la cabaña. Le traía recuerdos de sus días allí aprendiendo a dominar la magia. El tiempo en el que él, siendo apenas un niño acostumbrado a los lujos de la vida de un príncipe, había tenido que hacer frente a una vida totalmente distinta en la que no había nada de la anterior. Aprendió a sobrevivir solo – aunque al principio siempre contase con Jiraya – ; aprendiendo a cazar, a recolectar plantas, a hacer fuego, a defenderse de los animales salvajes, a trepar a los árboles… Por su cuenta fabricó su propio arco y sus flechas, practicando por sí mismo hasta lograr disparar una flecha correctamente.
Con Jiraya… Bueno, al principio el mago estaba pendiente de él. Lo cuidaba, lo instruía en el bosque; enseñándole todo lo que sabía… Naruto lo recordaba muy bien. Recordaba como cada mañana, tras al menos una semana después de haber llegado al Bosque, Jiraya lo despertaba antes de que el sol asomara siquiera por las montañas, y lo esperaba afuera para dar un largo paseo – aunque él prefería llamarlo caminata – para mostrarle al chico todo lo que El Bosque ofrecía. Le mostraba las plantas, las hierbas, los árboles, los animales que se dejaban ver… Y poco a poco lo fue dejando solo para que él lograse sobrevivir por su cuenta en el Bosque.
Más tarde, quizá un año después del desastre, Jiraya comenzó a instruirle en esgrima y al mismo tiempo en la magia.
Le habló de su aura, de como la magia era energía que estaba en todas partes y cómo debía usarla. Le mostró el uso correcto de sus poderes, le advirtió lo que nunca bajo ningún concepto debía hacer un mago si no quería que su magia se transformase en pura oscuridad. Jamás debía usar su magia para fines malvados como el asesinato o la destrucción. Su magia debía ser armonía como su aura. Si su magia se volvía oscura, su aura lo haría con él y no podría volver a recuperarse jamás.
“Tu aura es muy grande y desprende muchísima energía, Naruto. Eso fue lo que sin duda me hizo darme cuenta de las cualidades que posees para la magia.” Le había dicho por ese entonces. Y él con gran esfuerzo y perseverancia había conseguido ir aprendiendo poco a poco todo lo que debía aprender todos esos años.
Durante los cuatro primeros años, consiguió dominar los dos primeros elementos. Realizó los dos exámenes y los pasó con éxito ante la atenta y orgullosa mirada de Jiraya, que como su maestro, se sentía feliz por él.
Al cumplir los quince ya dominaba tres de los cuatro elementos principales y era capaz de mezclarlos para crear otros. A pesar de dominar el agua, el aire y la tierra, podía crear hielo, nieve, barro… Pero aún le faltaba un elemento por dominar, el más difícil de todos. El fuego.
El fuego era pura energía y era muy inestable. Su capacidad de concentración debía de ser muy alta para conseguir dominar el fuego. Debía estar en paz consigo mismo, evitar alterarse y permanecer muy relajado en el momento de realizar cualquier hechizo de fuego o en la creación del fuego mismo. Por ello, Naruto no empezó al instante con el elemento nada más acabar el elemento anterior como había sucedido previamente. No.
Jiraya lo educó en el arte de la relajación. Lo enseñó a controlar su respiración, a meditar, a relajarse siempre que lo viera necesario… Volvieron los paseos por el Bosque, pero esta vez no con intención de familiarizarse con él, sino de estar relajado y alerta al mismo tiempo sin alterarse. No le costó mucho, pues cuando aprendió a controlar la tierra, tuvo que aprender a sentir la naturaleza.
Y cuando Naruto, después de al menos un año realizando esos ejercicios, estuvo a ojos de Jiraya preparado, comenzó entonces a aprender el dominio del fuego.
Jiraya era un gran maestro, pero la mayoría de las veces – por no decir todas. - , Naruto tenía que estar tras él para que supervisase sus entrenamientos. Jiraya pasaba casi la mayor parte del tiempo en la cabaña, recolectando plantas o escribiendo y leyendo libros. Un ejemplo claro era el libro de plantas que Sakura con tanto esmero había estado estudiando durante breve tiempo allí en El Bosque.
- Naruto. – lo llamó ella mientras lo abrazaba por detrás de rodillas en la cama.
Él giró la cabeza y un poco el cuerpo mientras permanecía sentado en la cama de espaldas a ella.
- Llevas desde que salimos de entrenar como ausente. Apenas has hablado nada.
- Lo siento. – se disculpó él mientras acariciaba la mano que reposaba en su cintura. – Estaba recordando.
- Recordando… - dijo para que él dijera más.
Pero él se quedó callado y no dijo nada.
- ¿No será preocupación por ese examen? – Naruto sonrió de lado soltando un pequeño suspiro.
- Un poco sí, pero… - dudó un poco antes de contestar. – en realidad solo eran recuerdos que me han venido a la cabeza al verte enseñándome La Danza esta tarde.
Sakura lo besó en la mejilla. Ya no estaba lisa y uniforme como antes, sino que la barba incipiente y rubia comenzaba a brotar. El pensamiento de ella afeitándolo le vino a la mente como un rayo y sonrió antes de separarse de su cara.
- ¿Querrás compartir alguno de esos recuerdos conmigo? – preguntó con suavidad. Sabía que él era reservado y quizá no querría decirle nada.
Pero se equivocó esa vez, pues Naruto, después de emitir una leve y agradable carcajada suave, se tumbó en la cama y la invitó a acercarse a él. Ella se tumbó a su lado y se apoyó en su hombro, Naruto la rodeó con su brazo atrayéndola a él.
Y comenzó a narrarle a la joven cada detalle de su infancia en el Bosque. Palabra por palabra, hecho por hecho… Sakura lo escuchaba atenta y maravillada a la vez. Y muy contenta de que Naruto se abriera a ella de aquella forma, sabiendo lo reacio que era a hablar de su pasado.
Poco a poco la imagen del Naruto adulto que la abrazaba en la cama, que la acariciaba mientras le hablaba, fue desapareciendo; y en su lugar apareció la imagen de un Naruto pequeño que correteaba entre los árboles, que trepaba por ellos… Un niño de despeinados mechones rubios, con una dulce mirada azul y una cálida sonrisa que podía derretir cualquier corazón, – y que el Nauto adulto conservaba. – fabricaba su propio arco, aprendía a cazar, esgrima… Un niño que aprendía a explotar su potencial oculto para la magia junto a un mago que le enseñaba cómo hacerlo.
Y poco a poco la imagen se iba transformando y los rasgos del niño se iban haciendo más adultos. Pero su fuerte carácter, su sonrisa cálida y sus ojos no cambiaba en absoluto y permanecían tal y como habían sido en el niño.
Y ese joven de mirada dulce y sonrisa cálida se acercaba a ella y volvía a rescatarla en aquel Bosque.
Naruto los arropó a los dos con la manta de piel, mientras observaba a la joven de cabello rosa que yacía profundamente dormida junto a él y con una pequeña sonrisa en su rostro.
Él sonrió besando su frente.
- Te he contado todo eso a ti, Cerezo, y solo a ti. – susurró en la oscuridad. – Nadie más a excepción de Jiraya sabe cómo pasé mi infancia. Quizá Tsunade sepa algo, pero es nada comparado con lo que ahora tú sabes de mí. – le acarició la mejilla, le apartó el pelo que caía sobre su frente... – Ojalá me dejase de tantas dudas y tonterías… y fuese lo suficientemente osado para decirte lo que lleva días dándome vueltas en la cabeza. – se maldijo a sí mismo mientras no dejaba de acariciar la piel de la joven.
Suspiró para sí antes de volver a apoyar la cabeza en la almohada y cerrar los ojos para quedarse por fin dormido.
Los días pasaron rápidamente y llegó el fatídico día, para desgracia de Naruto, que debía realizar el examen del elemento fuego tal y como le había dicho Jiraya.
Naruto no había hecho otra cosa que practicar, practicar y practicar. Incluso decidió dejar el aprendizaje de La Danza hasta después de haberse examinado del elemento fuego porque sabía que si realizaba ambas cosas, suspendería y no podría utilizar nunca a Vulpes Glacies.
Sí, ese había sido el nombre que le había puesto a su espada. Que en el lenguaje antiguo significaba algo así como “zorro de hielo”. Sakura le dijo que el nombre no le iba mal dado el aspecto que poseía la espada. Y él tras mucho pensarlo al final optó por dejarle ese. Además parecía que a la espada le gustaba su nombre, porque emitió un leve resplandor cuando él, que la portaba en sus manos, dijo su nuevo nombre en voz alta.
Al principio había sido un problema practicar los hechizos en La Mina. Su primer pensamiento fue la sala de entrenamiento, pero el fuego era un elemento muy furioso y descontrolado y, qué demonios, muy peligroso. Así que no le había quedado más remedio que salir afuera con el frío y la nieve.
Decidió que lo mejor sería no alejarse mucho de la mina y se quedó en el bosquecillo de los alrededores a practicar allí.
Al principio Sakura lo había acompañado, pero no había aguantado mucho tiempo con aquel frío y había tenido que regresar a la Mina.
Naruto lo comprendía perfectamente. Él estaba acostumbrado a aquel frío después de pasar tantos años viviendo en El Bosque y sintiendo en sus propias carnes cada estación. Aunque el invierno era sin duda la peor de todas, y sobre todo en aquella región. Pero a él, que era de Aquo, la región más fría que había, no le había costado demasiado acostumbrarse al frío. Estaba acostumbrado al frío y no era apenas nada.
Así que, él practicaba en el paisaje pintado de blanco, con los copos de nieve cayendo sobre su capa, soportando el frío; mientras Sakura permanecía dentro. Ella por supuesto salía en ocasiones para comprobar cómo se encontraba Naruto, a llevarle agua y comida… Normalmente acompañada por alguien más. Como Shikamaru, Kiba, Tenten o Kurotsuchi, que eran los más habituales.
Su brazo estaba prácticamente curado gracias a los cuidados de Tsunade y podía realizar los hechizos con toda su capacidad. La nieve, que podía llegar a ser un obstáculo a la hora de concentrarse, no lo limitó para nada a la hora de realizar cada hechizo.
Con el paso del tiempo, y al estar siempre en el mismo lugar, la nieve que había a su alrededor, y que en un principio simplemente estaba removida o formando enormes dibujos con huellas y demás, acabó derretida por culpa del fuego que él producía en cada práctica.
La tierra, esa tierra que hacía semanas que no veía, se le había mostrado tan cálida y bonita. La hierba del suelo, que estaba oculta por la nieve, podía visualizarse en aquella zona derretida, y que Naruto, con un movimiento manual y tras pronunciar unas palabras mentales, había hecho crecer un poco más.
Y luego la había vuelto a tapar con la nieve para que en un descuido no la destruyese con su fuego.
Se detuvo en aquel lugar junto a Jiraya. El mago le había dicho aquella mañana nada más acabar de desayunar que su examen tendría lugar en el bosquecillo de los alrededores. Pequeña fue su sorpresa al ver toda la nieve de aquel lugar removida y prácticamente derretida por algunas zonas. No le costó mucho deducir dónde había estado Naruto aquellos días.
Aquel día el viento parecía haberse retirado y todo estaba en calma, pues no nevaba tampoco. Eso era perfecto para hacer el examen. O así lo pensó Naruto nada más poner un pie fuera de la Mina. Grande fue su alegría al ver que no soplaba ni una sola ráfaga de viento ni caía tampoco nada de nieve. Aunque sí hacía frío y se había tenido que recolocar su capa un poco más.
- Bien, Naruto, no hace falta que te explique nada, ¿verdad? – preguntó deteniéndose en el centro del lugar.
- Repasemos por si se me olvida algo. – pidió el joven.
Jiraya negó con la cabeza pensando en que aquel joven no tenía remedio.
Solo estaban ellos dos solos allí fuera. No habían permitido a nadie más acompañarles, ni siquiera a Sakura a pesar de haber insistido. Pero lo que menos querían era que hubiera heridos. Nunca se sabía con el fuego. Aquello ya no eran prácticas o entrenamientos como los del Bosque, sino un examen.
- Bien. Durante el examen deberás realizar todos los hechizos que veas convenientes. Yo juzgaré si estás listo o no, es decir, si has pasado la prueba. – explicó paseándose por el suelo nevado. – En el caso de que la pases, serás un mago por fin, pero por supuesto aún te quedará mucho por aprender. – Naruto permaneció serio mientras lo escuchaba. – No hace falta que te diga que no puedes utilizar nada que no sea fuego. En el momento en el que uses cualquier hechizo que no sea de fuego, no dudaré en dar por acabada la prueba y por supuesto estarás suspenso. Ah, una cosa más – Naruto dio una pequeña patada en la nieve levantando un poco. – esta prueba no es como las otras, es peor. Con esto quiero decir que puedes morir. – Naruto apretó los labios. - ¿Queda todo claro? – preguntó mirándole con su mirada más severa.
Naruto afirmó serio en sin moverse de su lugar.
- Pues… ¡qué comience la prueba! – gritó.
Todo a su alrededor se desvaneció a una gran velocidad dejándolo en la más completa oscuridad. Se concentró para no perder la calma ni un poco, pues sin duda aquello era parte de la prueba. Cerró los ojos y simplemente se centró en respirar tranquilo. Poco a poco sus sentidos se agudizaron y aunque la vista no le serviría de mucho en aquella oscuridad, el oído sí.
Al principio, tras unos minutos en la profunda oscuridad, no sintió nada. Pero, al cabo de un pequeño lapso de tiempo lo escuchó. Parecía el sonido de un fuego. Un fuego que se oía cada vez más y más cerca.
Naruto permanecía con los ojos cerrados, concentrado y atento a cualquier cambio, por lo que cuando al fin notó el calor cercano a él y el resplandor en sus párpados, dio un salto hacia atrás esquivando una llamarada de fuego que iba directo a él, y abrió los ojos.
Frente a él había una forma de aspecto humanoide y de fuego, que lo miraba con una cara que era una llama con dos orificios como ojos y un enorme agujero más abajo que no era otra cosa que la boca. Al ser fuego, se agitaba en todas direcciones sin control alguno. No era más alto que él, incluso parecía ser él mismo.
El hombre de fuego abrió su boca y dejó salir una enorme llamarada en dirección a Naruto, que la paró con sus manos desnudas absorbiéndolas. Pero la cosa no acabó ahí, el extraño ser avanzó hacia él e intentó atraparlo entre sus ardientes brazos. Naruto lo rehuyó en el último momento y le lanzó una fuerte llamarada en toda la cara, pero eso fue simplemente un regalo para el otro, pues apenas sintió nada, ya que avanzó hasta Naruto una vez más y lo golpeó en la cara.
Él rodó por la tenue oscuridad de lo que supuestamente era el suelo mientras se tocaba la mejilla donde el hombre de fuego lo había golpeado. Notaba como su piel había sido quemada, aunque tal vez se tratase de una quemadura minúscula y que no sería muy complicada de curar.
Le dolía mucho.
Había perdido la cuenta del tiempo que llevaba luchando contra aquel ser, y no había conseguido derrotarle. Ni siquiera un rasguño o alguna herida había logrado producirle en su forma de fuego. No pensaba darse por vencido. Ni hablar, eso no entraba en sus planes. Pasaría ese examen y se convertiría en un mago por fin después de tantos años. Solo tenía que derrotar a ese tipejo en llamas, salir de esa extraña dimensión y sería un mago consagrado.
El problema era, ¿cómo demonios derrotaría a ese ser? El fuego contra fuego era inútil. Cuanto más fuego le lanzaba, más fuerte se volvía, y él ya jadeaba cansado de huir, esquivar y absorber el fuego que le lanzaba. Además estaba cubierto de quemaduras. Su ropa estaba prácticamente quemada y hecha jirones y tenía varias quemaduras en ambos brazos y en una pierna, al igual que la de la mejilla.
Jadeando, esquivando, devolviendo los golpes de fuego, Naruto seguía pensando en cómo librarse de él.
- “Oh vamos, piensa, Naruto. Tiene que haber algo que se te escapa.”
El ser de fuego le dio una patada en el estómago y lo tumbó al instante. Naruto intentó levantarse, pero ya no le quedaban fuerzas y le dolía todo el cuerpo por el cansancio y las quemaduras.
Jadeando, sofocado y con un gran dolor por todo su cuerpo, observó como el ser de fuego se aproximaba a él. Se había acabado. Hasta allí había llegado su vida. No podría recuperar su reino, no podría volver a ver a Sakura, ni a Jiraya ni a los demás… Y nunca le diría a Sakura lo que llevaba días tomando forma en su cabeza.
Decidió que, si iba a morir, lo haría de la forma más tranquila posible, sin alterarse ni un poco. Así que dejó de intentar levantarse y comenzó a respirar más tranquilo, cerró los ojos y esperó a la muerte.
Pero nunca llegó. Naruto abrió los ojos solo para encontrar al ser de fuego arrodillado frente a él y mirándolo con esas cuencas vacías y de fuego. Naruto logró levantarse y sentarse en la oscuridad mirando al extraño ser.
Aparentaba tranquilidad y para nada parecía esa fuerza furiosa que hasta hacía escasos minutos lo estaba atacando sin piedad.
Entonces Naruto lo comprendió. Ese ser estaba hecho de fuego, y el fuego era violento por naturaleza y muy difícil de controlar, pero con calma, dedicación y cuidado, podía controlarse. Lo había estado atacando sin compasión y con mucha intensidad hasta que él había decidido relajarse y calmarse. Entonces el ser se había acercado a él calmado. Calmado porque había sentido la calma en Naruto y antes solo había sentido en él violencia.
En eso consistía la prueba, en controlar al fuego, no en destruirlo.
Naruto sonrió feliz. Elevó con dificultad una mano, y sin miedo, tocó la cabeza de la forma humanoide.
Y todo a su alrededor volvió a ser como antes. La luz regresó a sus retinas, el aire frío del invierno inundó sus pulmones y pudo percibir el tacto frío de la nieve en su trasero. El ser de fuego ya no estaba por ninguna parte, había desaparecido junto con la dimensión de la prueba.
Sin poder evitarlo, se tambaleó hacia delante, mareado del esfuerzo físico. Jiraya lo cogió antes de que lograra tocar la nieve. Él lo vio dedicarle una pequeña sonrisa mientras lo acomodaba en su regazo como cuando era un crío.
- Lo has conseguido, Naruto. – le dijo eufórico. Un gran orgullo en sus ojos fue lo último que vio Naruto antes de desmayarse.
Hasta otra
Ean95- Aprendiz
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En El Gran Bosque.
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
wua.....
que genial.....se pondra mas interesante, verdad?
aunque siempre me dejas KYO...
ya quiero ver que pasa.
espero la conti....
Saludos!!1
que genial.....se pondra mas interesante, verdad?
aunque siempre me dejas KYO...
ya quiero ver que pasa.
espero la conti....
Saludos!!1
Miu Misaki- Clan Seiryuu
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Mexico
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
excelente capitulo ya quiero ver a naruto entrenando con la espada además siempre nos dejas con una duda en cada continuación esta vez es que quiere decirle naruto a sakura que lo tiene tan inquieto, por favor no demores la continuación todavía falta que resuelvas muchas cosas además de que quiero que ya se vengan las peleas .
aduzumaki- Sennin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
genial ya quiero el proximo capitulo sigue asi
Ryukaru- Clan Seiryuu
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Estudiando,pensando y diseñando XD
7925
Posesiones :
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Hola, chicos ^^ Gracias por vuestros comentarios y os agradezco la paciencia por la espera.
Y en cuanto a la duda de Naruto... No es muy difícil suponer cuál es jijijiji.
Siento que vaya tan leeenta la trama, pero está todo planificado así xD La parte buena es que pronto vendrán las peleas, que sé que eso es lo que queréis.
BYE!
Y en cuanto a la duda de Naruto... No es muy difícil suponer cuál es jijijiji.
- Capítulo 22:
- Un viento frío inundó todo su cuerpo haciendo que se removiera en su asiento tras el escalofrío que le había provocado. Y lo supo nada más sentirlo. Su tío había vuelto a Itenwer.
No perdió tiempo, y en menos que canta un gallo, ya estaba frente a él.
Su pelo negro como el carbón, a juego con esa mirada fría, oscura y distante, parecía más largo y tapaba la mitad de su rostro. Sus ropas iban a juego con esa actitud tan frígida y distante que él poseía y que tanto había agregado Sasuke a su propia personalidad tras tantos años a su lado. El rojo, de la sangre más oscura que podía existir, le sentaba como un guante a la par del negro de su capa de viaje, adherida a su figura imponente y temible. ¿Algún día dejaría de sentir ese leve temor a su tío y lo vería como un igual? Sasuke no estaba del todo seguro.
- Hola, Sasuke. – lo saludó con ese tono de voz ascendente y grave.
- Tío. – se limitó a saludar él mientras bajaba del trono y hacía una reverencia. - ¿A qué debo vuestra visita? – preguntó acercándose a él. – Permíteme que te recojan la capa.
Llamó con la mano a un par de criados, pero Madara lo detuvo con un gesto.
- No será necesario, no me quedaré mucho tiempo. – dijo-. Solo serán diez minutos como mucho, Sasuke. ¿Pueden dejarnos solos tus criados? – fue más una orden que una sugerencia.
Tras ordenar a los criados que se retirasen de la sala del trono, Sasuke volvió a prestar atención a su tío, que miraba por el enorme ventanal que había tras el trono.
El castillo había cambiado mucho desde que él era el rey de Itenwer. La calidez y la armonía que reinaban antaño, habían sido sustituidas por frialdad, mucha frialdad. El castillo pasaba la mayor parte del tiempo a oscuras. Las cortinas, que en el pasado siempre estaban abiertas, ahora permanecían cerradas y la única luz que se permitía el castillo era la de las antorchas que decoraban las paredes.
Los criados temían no hacer algo bien, pues Sasuke era una persona que se caracterizaba por los castigos y las torturas. Bastaba con una bandeja se cayera al suelo, un cuadro mal colocado o un filete poco hecho para que Sasuke perdiera los estribos y se desquitase con el que él considerase el culpable.
Los cuadros habían sido reemplazados. Las paredes ahora mostraban escenas oscuras, toscas figuras de demonios, calaveras… Muchos evitaban mirarlas por temor a los extraños seres que había en las pinturas.
- ¿Sasuke, no has notado nada raro últimamente por aquí? – le preguntó sin rodeos.
Él negó.
- No sé de qué me sorprende. – dijo con desdén mientras se sentaba en el trono. - Pensaba que ibas mejorando esa capacidad tuya, pero aún te queda mucho, sobrino.
Sasuke se limitó a tragar saliva.
- Han llegado a mis oídos rumores. – se limitó a decir apartándose el pelo de la cara.
- ¿Rumores…?
- Y de lo peor para mis planes, Sasuke. – parecía enfadado por su tono. – Te lo voy a dejar muy clarito. Dejé pasar lo de la princesita y me juré a mí mismo que sería lo último.
Sasuke prefirió permanecer callado antes que decir cualquier cosa y que su tío se enfureciera más.
- Sasuke, en este castillo hay espías. Y en Aquo unos tantos también. – Sasuke se sorprendió al escuchar eso. - ¿Sorprendido? – enarcó una ceja y sonrió. – Lo que he dicho, no te enteras de nada.
“Al parecer hay un pequeño ejército que pretende hacerme frente dentro de un tiempo… pongamos que tal vez como muy tarde un mes o dos; que será cuando tenga todos los cristales que necesito. – apretó el puño y sonrió de una forma despiadada. –Pues bien, querido Sasuke, ese pequeño grupo de gentuza tiene a unos pocos de caballeros a su servicio que también están al nuestro. Les pasan información desde dentro, y como puedes comprender, no pienso seguir permitiéndolo más tiempo.
- ¿Qué quieres que haga? – preguntó Sasuke nervioso. Su tío con su sola presencia conseguía ponerlo así.
- Que averigües quién o quiénes son los espías por supuesto. – contestó con evidencia. – Espero que seas capaz de hacerlo. – se levantó del trono. – Empiezo a pensar que hice mal en elegirte a ti por encima de Obito.
- Obito te traicionó también. – escupió Sasuke.
Madara soltó una carcajada.
- Cierto, y está muerto. – miró a Sasuke con sus ojos distantes y el joven creyó ver en ellos una enorme advertencia. – Además hay otra cosa aún más importante. – dijo lentamente.
Sasuke esperó a que su tío hablase.
- Naruto. – pronunció el nombre en un susurro que hizo estremecerse a Sasuke.
- ¿Naruto? – preguntó sin saber muy bien qué quería decirle.
Madara entornó los ojos y juntó las manos en su regazo.
- Eso he dicho. Naruto. Resulta que está vivo.
- ¿Qué? ¡Pero eso es imposible, murió hace diez años!
Madara se levantó del trono y caminó hasta Sasuke y se detuvo frente a él. Puso sus manos detrás de la espalda. Su expresión seria y serena no cambió en ningún momento.
- Al parecer ese chico se las arregló para escapar. Y al final resulta que el mago que vivía en el bosque no era otro que él. – comenzó a pasearse por la habitación.
- ¿Mago? ¿Naruto es un mago?
- Según el superviviente del bosque sí. Y no solo eso, sino que también es un buen espadachín. – volvió a detenerse y miró a Sasuke. – Naruto le cortó la cabeza a Kisame.
Sasuke se quedó sin palabras. “¿A Kisame?” pensó.
Sabía por experiencia propia que ese tipo era uno de los seres más sanguinarios que estaban bajo las órdenes de su tío. Y era imbatible y muy fuerte. Y su tío acababa de decirle que Naruto lo había matado.
- Es imposible. – dijo.
- No lo es. – se limitó a decir Madara. – Tú encárgate de encontrar a esos espías y no hagas otra cosa. El tema de tu primo no tiene por qué importarte lo más mínimo. Naruto es problema mío.
Se colocó bien la capa y se dio la vuelta para mirar a Sasuke.
- Más vale que no me falles, Sasuke. – le dijo. – Te lo vuelvo a repetir, dejé pasar lo de la chica y me juré que sería lo último. – levantó un dedo en el aire con gesto amenazante. – No habrá una próxima. Nos vemos pronto.
Y tras esa amenaza, desapareció como había venido. Sasuke consiguió al fin respirar más tranquilo.
Volvió a sentarse en el trono, cruzado de brazos y se quedó abstraído.
El día que Sakura había huido por segunda vez del castillo, Madara apareció como una tempestad, muy enfadado y a punto de arrancarle la piel a tiras. Fue el momento en el que Sasuke más había temido por su vida.
Al final, no sabía cómo, Madara le había perdonado una vez más la vida. Bueno, en realidad sí que lo sabía. Para Madara él era alguien imprescindible en su plan. En el momento en el que dejase de serle útil, no le importaría para nada si vivía o moría. Y parecía que ese día había llegado por el tono de voz que el brujo había empleado en su ultimátum antes de marcharse de allí.
Un ejército que iba a por su tío, espías… Todo aquello estaba tomando un rumbo bastante inquietante. ¿Quién iba a pensar que se iba a crear un ejército para derrocar a su tío? Bueno, y a él. Porque si iban a por su tío y sus planes, también irían a por él. De eso no había duda alguna.
Y luego estaba Naruto. Madara le había dicho que no se preocupase por él, que no era su problema. No era su problema, pero era inevitable pensar que no lo fuera. Su tío había dejado escapar un pequeño detalle al descubrir que Naruto era el mago del bosque; y ese no era otro que Sakura.
Si Naruto era el que había estado ahuyentando a los caballeros que el Rey enviaba a buscar a su hija, eso quería decir que él había sido el que la había estado cuidando y no Jiraya como su tío había pensado en un principio.
Eso también explicaba que Sakura supiese luchar y coger una espada. No se le había olvidado la paliza que les había dado a Juugo y Suigetsu, este último no había vivido para contarlo, pero Juugo sí y lo que contó no eran precisamente maniobras de una chiquilla asustada que se defendía al azar. No. Sakura sabía pelear perfectamente.
Y otra cosa aún más importante, estaba seguro que esos dos tenían algún lío amoroso. Solo era una ligera sospecha que podría ser o no ser cierta, pero que no dejaba de formarse en su cabeza.
Tenían edades similares, Sakura lo había rechazado a él de la peor forma y argumentando que odiaba a los chicos como él. Teniendo en cuenta que Naruto era todo lo contrario a él, si es que no había cambiado demasiado como en el recuerdo de cuando eran niños, no era tan difícil imaginarse a Sakura enamorada de él.
Todas las ideas se unían formando una enorme red como si de una telaraña se tratara. Y era horrible.
Debía ignorar, por mucho que temiera a su tío, que el problema de Naruto no era el suyo. Naruto también era su problema desde el momento en el que él había conocido a Sakura y ella lo había rechazado.
Sonrió de lado y apretando el rostro en una mueca terrorífica.
- Esto se va a poner interesante. – dijo a la sala vacía. – Por lo pronto me encargaré de encontrar a esos espías y de aniquilarlos.
Naruto notaba una enorme jaqueca mientras abría los ojos. Lo primero que había notado al despertar había sido que se encontraba acostado en una cama, tapado hasta las cejas y casi sudoroso.
Lo último que su subconsciente recordaba era el rostro de Jiraya con una sonrisa de orgullo y luego todo negro. ¿Se había desmayado?
Se quitó la manta que le cubría la cabeza y notó como todo su cuerpo estaba tirante y magullado. Le dolían todos los músculos y notaba un picor en sus brazos, piernas y el peor de todos, en la mejilla.
No tardó en acostumbrar sus ojos a la penumbra en la que estaba sumido, y en darse cuenta de que estaba en su habitación de La Colmena.
La habitación estaba sumida en una leve oscuridad, que como siempre, era invadida por la enorme cantidad de velas desparramadas por todas partes.
El aire olía a flores, y eso le extrañó, ya que no era algo habitual en su habitación.
Cerró los ojos frotándolos al mismo tiempo y notó que también le dolían. ¿Qué diablos le había pasado para encontrarse tan mal? Él no solía enfermar con facilidad, por no decir que hacía años que no se resfriaba o algo peor.
- Ah, ya estás despierto. – giró la cabeza al instante. Reconocería esa voz en cualquier parte.
- C... Cerezo… - se calló, también le dolía la garganta al hablar y la notaba seca.
Sakura percibió la mueca de dolor que se dibujó en el rostro del joven al instante, y el esfuerzo que hizo por no seguir hablando.
Echó agua en un vaso y se lo tendió a Naruto para que bebiera. Él apuró el contenido en un segundo.
- ¿Mejor? –preguntó ella.
- Sí. – respondió él devolviéndole el vaso. - ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy en la cama y tan cansado? Noto que apenas puedo moverme, me duele todo el cuerpo. – dijo incorporándose con dificultad y consiguiendo sentarse en la cama.
- ¿No te acuerdas? – preguntó ella. Naruto negó con la cabeza. – Naruto hiciste el examen y lo aprobaste. Pero debido al esfuerzo físico y… mental, llevas casi dos días durmiendo.
Naruto entonces lo recordó todo. Los días de entrenamiento preparándose para el examen, la explicación de Jiraya, el extraño ser de fuego, la dimensión… Y la cantidad de heridas sufridas, en su mayoría quemaduras. El ser humanoide se había desquitado bien con él.
Pero Sakura había dicho que había aprobado, por lo que era un mago con todas las letras y no un simple aprendiz.
“Enhorabuena, Naruto, lo has conseguido” – recordó las palabras de Jiraya.
Eso significaba que al fin podría empezar a entrenar con “Vulpes glacies” sin problemas.
- Aprobé… - dijo en un murmullo apenas audible. – APROBÉ Y YA SOY UN MAGO. – Gritó de júbilo alzando los brazos. – ¡AY!
- Naruto, no hagas esos movimientos, aún estás débil. – lo riñó ella.
Naruto aún notaba los picores por su piel, y fue a rascarse la mejilla cuando la mano de Sakura, con un pequeño tortazo, se lo impidió.
- Cerezo, ¿pero qué…?
- No te toques la cara. – le advirtió. – Ni los brazos, ni las piernas y tampoco en el estómago.
- Qué. ¿Por qué? – inquirió mientras apartaba la manta para mirarse el estómago. No había notado que estaba desnudo de cintura para arriba.
Pudo comprobar con sus propios ojos que el motivo de sus picores no era otra cosa que un extraño ungüento de color verde, aunque un verde bastante asqueroso, que le cubría parte del estómago. De hecho, si no recordaba mal fue ese uno de los lugares donde el humanoide de fuego lo hirió.
- Tsunade te ha estado aplicando un sorprendente ungüento. Y digo sorprendente porque te está curando las quemaduras en segundos. – explicó Sakura.
- Pero es que pica muchísimo. – se quejó.
Sakura bufó. Ahí estaba el Naruto niño otra vez, quejándose porque le picaba algo que lo estaba ayudando a curarse.
- Bueno, creo que ya podrás tocarte la cara al menos. – meditó ella. – Hace un buen rato que…
Naruto no esperó a que terminase de hablar, pues ya se estaba rascando la cara como un poseso.
- Maldición, Naruto. – suspiró ella apartándole la mano de la cara. – Podrías rascarte más tranquilo, vas a abrirte otra vez la quemadura si sigues rascándote de esa forma. – le alzó la barbilla para apreciar mejor a la luz la mejilla quemada. – Ya la tienes mejor. Muchísimo mejor además. – la acarició con suavidad.
Naruto entrecerró un ojo ante el contacto de su mano en la mejilla herida. Le dolía un poco y notaba una leve molestia punzante.
- ¿Te duele mucho? – le preguntó ella apartando la mano rápidamente al ver su expresión.
- Solo un poco, Cerezo.
Naruto bostezó. A pesar de haber dormido tanto seguía cansado y el dolor de cabeza no se iba. Era como si alguien le estuviera golpeando las sienes constantemente sin parar. Una, otra y otra vez.
Se llevó las manos a las sienes y comenzó a masajearlas con los dedos lentamente y con pequeños movimientos circulares.
Sakura, al verlo, dedujo que le dolía la cabeza y apartándole las manos por segunda vez en menos de cinco minutos, continuó ella con el masaje.
Al ver como la miraba Naruto, ella simplemente sonrió.
- No me mires así, solo cuido de ti.
- Pero no tienes por qué.
- Claro que tengo un porqué. – se defendió ella. – Además tú cuidaste de mí, es lo menos que puedo hacer ahora, ¿no?
Naruto no habló. No dijo nada porque sabía que ella tenía razón en lo que había dicho. Era justo que ella lo cuidase ahora que estaba “indispuesto” como él había hecho otras muchas veces por ella.
Sakura sonrió levemente. Sonrisa que no paso desapercibida para Naruto.
- ¿Y esa sonrisita? – preguntó él curioso.
- Nada. Es que estaba pensando que los papeles se han invertido. – respondió casi riendo. – Antes era yo la que estaba siempre herida o enferma y ahora, bueno, eres tú.
Naruto pasó las manos por su cintura atrayéndola a él.
- Cerezo, puedes dejar de masajearme la cabeza, ya me encuentro mejor.
- ¿Seguro? – preguntó ella notando como deslizaba una de sus manos por debajo de la ropa acariciándole la espalda.
Naruto no contestó, en lugar de eso comenzó a besarla con anhelo. Ella pasó sus brazos por detrás de la nuca del joven profundizando el beso al mismo tiempo.
No recordaba la última vez que habían estado solos. Parecía ser una eternidad ahora mismo. Entre las prácticas para el examen, ella perfeccionando La Danza y enseñando a otros, el trabajo de la mina, que aunque no quisieran debían realizar como los demás… apenas habían coincidido los últimos días. Y por la noche, él llegaba bastante tarde y ella ya estaba dormida siempre.
Sakura se separó de sus labios cuando la cosa ya estaba yendo a mayores. No es que ella no quisiera que continuasen besándose y tocándose como hacía tanto tiempo que no hacían, pero podría entrar cualquiera preguntando por él y no le apetecía que los descubrieran haciendo cosas que no estaban bien vistas durante el día.
- Naruto… - él comenzó a besarla por el cuello. – Naruto… - le temblaba la voz. – ¡Maldición, Naruto! – lo agarró de las mejillas obligando a que la mirase. – Para, podría venir cualquiera.
- No me importa. ¿Sabes lo mucho que he extrañado besarte estos días? Tocarte, abrazarte, mimarte… - bufó y enterró la cara en su hombro. – No volvamos a estar tanto tiempo separados, Cerezo.
Ella sonrió y le acarició el pelo.
- Pero si nos hemos visto todos lo días. – dijo riendo.
- No como era debido, Cerezo. Y lo sabes. – levantó la cabeza para mirarla a los ojos.
Y recordó lo que tantos días llevaba rondándole la cabeza. Incluso recordó haberlo pensado mientras estaba haciendo el examen, cuando creyó que el humanoide de fuego lo calcinaría sin miramientos.
Él no era un cobarde. Le diría a Sakura por fin lo que tanto tiempo se había guardado. Solo había una respuesta a su pregunta, bueno dos. Pero no era tan difícil preguntarlo, ¿no?
- Oye… - comenzó. – es que llevo un tiempo pensando algo y… bueno, quería compartirlo contigo. – se revolvió el pelo, señal inequívoca de que estaba nervioso.
Sakura notó su nerviosismo y esperó pacientemente a que acabase de decirle lo que fuera.
- No pensé que fuera tan difícil… Bueno, ¡qué diablos! Claro que he pensado en ello. – balbuceó aún nervioso.
- Naruto, me estás asustando.
- Es que… bueno, tú… y yo… - dijo señalándolos a ambos mientras hablaba. – Cerezo, lo que intento decirte es que…
- ¡Vaya! Ya estás despierto, muchacho. – Naruto cerró los ojos y suspiró con resignación.
Jiraya se abrió paso por la habitación y en dos zancadas llegó hasta la cama donde estaban ambos jóvenes aún abrazados.
- Veo que no perdéis el tiempo. – les sonrió con una pequeña mueca lasciva y alzando una ceja.
Sakura se separó de Naruto al instante y se levantó de la cama adecentándose un poco la ropa.
- ¡Cállate, Jiraya! – le dijo Naruto lanzándole una almohada.
El mago la cazó al vuelo mientras reía a carcajadas.
- Y yo que venía a ver cómo estabas. ¡Serás desagradecido!
Sakura lanzó a Naruto una mirada severa y puntual que Naruto interpretó como “Te lo dije. Te dije que alguien vendría”. Tuvo que contener una pequeña sonrisa que casi se les escapa
- Bueno chicos, yo me voy. – dijo. – Os veo luego.
- Hasta luego, Sakura. – la despidió Jiraya.
Sakura se marchó dejando a ambos magos en la sala tenuemente iluminada. Jiraya se sentó en la cama junto a Naruto y le pasó una manzana que traía escondida bajo la túnica.
- Pensé que tendrías hambre. Estoy seguro que Sakura se encargará de traerte algo de comer, pero un tentempié no viene mal. – Naruto cogió la manzana agradecido. – Bueno, ¿hablamos?
- Para eso estás aquí, ¿no? – preguntó él mordiendo la manzana.
Jiraya soltó una pequeña carcajada.
- Claro. – admitió. – Ya eres un mago, así que he dejado de ser tu maestro, Naruto.
- Tú siempre serás mi maestro, Jiraya. – le dijo sonriendo.
- Gracias por eso. – le devolvió la sonrisa. – Lo que quiero decir es que lo siguiente ya es cosa tuya, Naruto. Si quieres perfeccionar tu magia, tendrás que hacerlo solo.
Naruto le dio otro mordisco a la manzana. Estuvo callado unos minutos mientras masticaba y al fin tragó.
- Entonces…
- Sí. – confirmó Jiraya. – Estás solo con Vulpes Glacies. Yo ya te he enseñado todo lo que sabía.
- No es así, seguro que aún te queda mucho por enseñarme.
- Lo siento, Naruto, así son las normas.
Naruto bufó. Las normas, las estúpidas normas. Jiraya siempre se había regido por las normas o reglas de la orden mágica. Eran unas cuantas reglas que todo mago debía seguir sin discusión alguna.
En el tema del maestro- aprendiz; un mago podía acoger a cualquiera con suficiente poder mágico para instruirle en las artes mágicas y debía enseñarle todo lo necesario hasta completar todos sus estudios. Hecha la última prueba o examen, el aprendiz pasaba a ser un mago con todas sus letras. No llegaba a tener el rango de maestro, pues para eso debía poseer cierto grado mágico, pero era un mago consagrado.
Cuando el aprendiz se convertía por fin en mago, el maestro dejaba de serlo y no podía intervenir en los asuntos del nuevo mago. El nuevo mago debía aprendiendo solo todo lo que desease aprender, y así aumentar sus poderes.
Era una soberana tontería aquella regla. Y Jiraya acataba cada norma con total seriedad. Podía ser algunas veces un poco vago a la hora de enseñarle lo que fuera, pero nunca se había saltado ninguna norma. En ese sentido era la persona más seria del mundo.
- Está bien, no puedes enseñarme más, pero nada te impide asegurarte de que voy por buen camino, ¿verdad? – preguntó.
- No… pero… No. - admitió apocado.
Naruto sonrió contento.
- ¡Genial! Entonces espero que vigiles mis progresos en solitario. – le dijo con un guiño y una sonrisa.
Jiraya le revolvió el pelo como si fuera un niño pequeño.
- No te pases de listo, señor mago. – bromeó.
Sakura iba siguiendo a Naruto por los pasillos levemente iluminados de la mina. El joven llevaba a Vulpes Glacies en el cinto y apoyaba una de sus manos en la empuñadura del zorro. Había decidido salir fuera a practicar con ella y Sakura había pensado en hacerle compañía.
Naruto había pasado dos días más en la cama recuperándose desde que había despertado. No es que se hubiera quejado mucho, pues Sakura se desvivía por él y lo colmaba de todo tipo de cuidados. Sakura le había hecho compañía, traído la comida y había vuelto a afeitarle, aunque sin el mismo resultado de la primera vez. En cambio si habían estado solos como él había deseado.
Pero aquella mañana ya se había sentido con más fuerzas y no había querido retrasar por más tiempo practicar con su nueva espada.
Jiraya le había dicho que aunque la espada lo hubiera elegido, debía acostumbrarse a él, a sus poderes. Eso y las ganas de blandirla, había sido motivos suficientes como para que Naruto hubiera salido de la cama aquel día acompañado por Sakura.
Salieron de la mina para dirigirse al bosquecillo que había por los alrededores, al mismo lugar donde Naruto había realizado su último examen. El paisaje seguía estando blanco por la nieve que no había dejado de caer en aquellas semanas. Los árboles, mostraban sus troncos de un marrón pálido, mientras sus hojas, los que sí las tenían, exhibían el blanco propio de la nieve que las cubrían. El cielo presentaba unas tonalidades azuladas con tintes grisáceos y blanquecinos producidas por las finas nubes que lo adornaban.
El lugar estaba igual que siempre, y no parecía que por allí hubiera estado hacía relativamente poco tiempo un joven mago lanzando hechizos de fuego por todas partes. Al parecer la nieve había vuelto a cubrir las zonas en las que Naruto había practicado con su fuego. Los árboles seguían como siempre, salvo por una peculiaridad, uno de ellos tenía un pequeño trozo carbonizado en su tronco.
Naruto se acercó hasta él y posó una mano en el tronco. Era además un árbol joven, pues el mismo árbol se lo decía mientras él enviaba energía mágica a través de su tronco. Se sentía fatal por haberlo quemado en un descuido. Quién sabe cuánto tiempo llevaría con ese pequeño trozo carbonizado.
Cuando retiró la mano, unos minutos después, el tronco estaba en perfectas condiciones de nuevo, como si nunca hubiera estado chamuscado.
- Vaya, no sabía que pudieras hacer eso. – mencionó Sakura acercándose a él. Había estado atenta en todo momento y se sorprendió al ver como la quemadura delárbol desaparecía y se recuperaba.
- Hay muchas cosas que no sabes acerca de mis poderes, Cerezo. – contestó él sonriendo.
- Oh… y… ¿me las enseñaras algún día? – preguntó ella melosa.
Naruto le cogió la mano.
- Claro, pero hoy no. – desenvainó la espada de Sakura. – Hoy toca practicar un poco al aire libre.
Aquel día hacía frío, pero al cabo de un par de horas en las que no dejaron de chocar las espadas y moverse sin parar, ya no necesitaron sus capas y se habían desprendido de ellas al poco tiempo de haber empezado la práctica.
Sakura había mejorado muchísimo en el manejo de la espada y el arco, y era algo a tener en cuenta, pues a Naruto le costaba un poco mantener a la joven a raya. Sakura hacía uso de La Danza en la practica, tal y como habían acordado, y Naruto estaba viviendo en sus propias carnes el trabajo que costaba defenderse de aquella manera de pelear.
Tal y como había dicho Sakura, La Danza no empleaba nada de fuerza, sino que era la mayor parte defensiva. No dejaba ningún hueco libre para contraatacar y en el momento en el que el rival ya estaba cansado de atacar sin éxito alguno, el que realizaba La Danza tenía la ventaja y podía atacar a su oponente.
Lo cierto es que Sakura había pensado en todo sin dejarse ningún cabo suelto en el camino.
- Paremos, por favor. – pidió Naruto deteniéndose. – Estoy exhausto.
- Está bien. Es normal que aún estés cansado. Jiraya dijo que ese examen te había dejado prácticamente sin energías.
Nauto colocó la capa sobre la fría nieve y la extendió sobre ella. Ambos jóvenes se sentaron encima.
- Pero no podía quedarme toda la vida en la cama, Cerezo.
- Ya lo sé, Naruto. – cogió su capa, se acercó a Naruto y los tapó a ambos con ella.
Naruto le pasó un brazo por los hombros y ella descansó la cabeza en el suyo. El viento frío soplaba en dirección este, mecía las hojas de los árboles y hacía caer un poco de nieve de forma fina sobre ellos, haciendo que pareciera que estaba nevando. El pelo revuelto de Naruto se movía al mismo tiempo que el viento esparciendo los copos de nieves que se quedaban adheridos en los finos mechones de pelo.
La fina nieve seguía cayendo sobre ellos lentamente sin parar, pero Sakura observó que solo caía la nieve que había en el árbol donde estaban apoyados, el resto de los árboles no parecían moverse, es más parecía que solo soplaba el viento en la zona donde ambos se encontraban sentados.
- Naruto, deja de hacer que caiga nieve sobre nosotros.
Naruto estalló en risas.
- No pensaba que te dieses cuenta. – dijo.
- ¿Tan idiota te piensas que soy? – espetó.
- No. No pienso eso de ti en absoluto. – le acarició la mejilla.
- Ya. – murmuró.
Naruto detectó un tinte melancólico en su voz.
- ¿Te pasa algo? – le preguntó preocupado.
- No… Bueno, en realidad sí. – admitió en un suspiro. – Naruto, ¿cuánto tiempo tardaste en olvidar a tus padres? – lo miró a la cara.
Él se sorprendió ante aquella pregunta. ¿Estaba Sakura intentando olvidar la muerte de sus padres? Eso era imposible, y él lo sabía de sobra.
- Nunca he dejado de pensar en ellos, Cerezo. Es imposible, aunque quiera.
- Ya. Sabía que dirías eso.
Le acarició el pelo a través de la trenza con suavidad.
- Sé que te sientes culpable por lo que pasó y por eso estás intentando olvidarles. – ella ocultó la cara en sus manos. Naruto había acertado de lleno.
- Es que fue mi culpa, Naruto. – sollozó. – Yo tuve la culpa de todo…
Naruto le cogió las manos apartándolas de su rostro y enjugándole las lágrimas con delicadeza.
- No fue tu culpa, ¿vale? No quiero volver a oírte decir eso nunca. – le acarició las mejillas con sus pulgares. – Madara ya iba tras tu Reino, así que seguro que tenía a tus padres en mente desde el principio. Y a ti también, no te engañes. Así que te lo vuelvo a repetir, Cerezo, no fue culpa tuya. – ella comenzó a llorar otra vez. Naruto la abrazó.
Sakura siguió llorando en el pecho de Naruto, abrazada a su cintura mientras él la consolaba y la mecía con dulzura.
- Piensa que al menos pudiste despedirte de ellos. – comentó él después de unos minutos de silencio. – Yo vi morir a mis padres frente a mis ojos sin poder hacer nada.
- Naruto… - dijo ella levantando la cabeza para mirarlo. Él estaba llorando también.
- Imagínate cómo me sentí en esos momentos. Siendo apenas un niño… -prosiguió. – Menos mal que estaba Jiraya…
- Calla, no sigas, por favor.
- ¿Por qué? – preguntó medio riendo.
Sakura se abrazó a él de nuevo y le acarició el pelo.
- Porqué te hace daño recordarlo, por eso. – le dijo en un susurro.
Naruto sonrió para sí.
- Dejaré de hablar de ello si tú me prometes no volver a declarar que la muerte de tus padres fue culpa tuya. – Sakura frunció levemente el ceño. - ¿Hay trato? – preguntó.
- Hay trato. – cedió ella a regañadientes.
- Me encanta cuando nos ponemos de acuerdo. – dijo con una sonrisa besándola.
Regresaron a la mina un par de horas después, cuando ya hacía rato que había pasado la hora de comer. Ellos se habían entretenido más de la cuenta, pero tampoco es que tuvieran prisa por llegar a tiempo a comer. Cuando se habían fijado en la hora que era, decidieron cazar algo rápido, pues la cocina ya estaba cerrada.
Esa era una de las cosas, y posiblemente la única, que odiaba Naruto de la mina: la cocina se cerraba y solo se abría en las horas de las comidas. Desayuno, almuerzo y cena. El resto del día la cocina permanecía cerrada y nadie se podía acercar. Aunque era sabido por todos que los niños siempre encontraban una forma de colarse en ella, pero preferían ignorarlo.
Naruto y Sakura irrumpieron en El Claro cogidos de la mano y bromeando entre ellos. Atrás habían quedado las lágrimas y la tristeza de antes. Naruto y ella habían hecho un trato y ninguno de los dos estaba dispuesto a romperlo. Ella no volvería a mentar lo que pensaba de la muerte de sus padres y él no mencionaría nunca los recuerdos que tenía de la noche en la que murieron los suyos.
De repente Naruto dejó de escuchar a Sakura y clavó su mirada en un punto fijo. Ella se dio cuenta de que no le estaba prestando atención al instante y miró al frente, en la dirección de los ojos de Naruto.
Apenas había gente en El Claro. Y eso era lo extraño, pero ellos no lo habían notado al momento de entrar allí, sino después. Allí solo estaban Itachi, Jiraya, Asuma, Yamato, un par de caballeros que Sakura no conocía, Shikamaru y Kiba y, para su sorpresa, Gai.
Él estaba apoyado en un joven de la edad aproximada de Naruto, pues parecía que estaba herido y débil. Sakura vio que sus ropas estaban algo destrozadas y sucias.
El joven tenía el pelo negro como la noche y era muy pálido. Además, a él también se lo veía cansado por la forma de moverse. Pero no tenía las ropas como Gai, aunque sí algo embarradas y grasientas.
Estaban todos en lo que parecía ser una reunión, pero fuera de la habitación en la que Itachi solía pasarse el día y que normalmente llamaban “sala de reuniones”. Quiza no cabían todos allí y por eso estaban fuera hablando entre ellos. Y por la forma de sus movimientos y gestos, no parecía tratarse de nada bueno.
Naruto echó a andar hacia ellos, seguido por Sakura. Ela notó que él se había puesto muy serio y que respiraba con dificultad, aunque detectó un deje de emoción en sus ojos también.
El grupo los vio aparecer al instante y se abrieron para dejarles espacio entre ellos. El pelinegro abrió los ojos al instante nada más ver aparecer a Naruto.
- Sai, me alegro de verte. – dijo Naruto con una sonrisa.
- Itachi me dijo hace unos meses que estabais vivo, pero supongo que hasta que no os he visto con mis propios ojos no lo he creído. – dijo con emoción.
Gai, ahora que Sakura lo veía de cerca, tenía una herida en el brazo, unas profundas ojeras moradas y bastantes moratones por toda la cara. Algo le decía que no solo eran en la cara.
- Mi señora, veo que os encontráis a salvo.
- Por suerte, Gai. No puedo decir lo mismo de ti, ¿qué ha ocurrido? – la pregunta no iba solo para el caballero, sino para todo el mundo en general.
Itachi carraspeó.
- Yo contestaré a eso. No conviene que hables hasta que venga Tsunade y te cure, Gai.
- Si no os importa, Itachi, yo responderé a la princesa. – interrumpió Sai.
Itachi cabeceó conforme. Sai hizo entonces, como pudo, una pequeña reverencia, ya que sujetaba a Gai para que no cayera al suelo.
- Mi nombre es Sai. He creído conveniente el presentarme antes de hablar. – explicó.
- Un placer.
- Lo que voy a contar también os interesa a vos, Naruto. Vengo de Aquo y no precisamente por gusto, todo hay que decirlo. Madara se ha enterado de la existencia de espías en el castillo y los ha mandado asesinar a todos. Por suerte yo conseguí escapar a tiempo para avisar a los demás, los de Itenwer.
- Pero para cuando llegó ya era tarde. COF, COF.
- Gai, no habléis hasta que venga esa curandera. – le increpó Sai.
Kiba y Shikamaru, que hasta entonces se habían mantenido al margen como los demás agarraron con cuidado a Gai y lo ayudaron a sentarse en el suelo.
- ¿Queréis otro poco de agua? – preguntó Shikamaru.
- Os vendrá bien. – dijo Shiakamaru dándole un poco de agua.
Gai bebió hasta saciarse y les dio las gracias.
- Continua, Sai. –pidió Naruto nervioso.
- Oh, sí. Como iba diciendo, no conseguí llegar a tiempo para prevenir a los nuestro en Itenwer. – prosiguió. – Solo pude salvar al pobre de Gai y gracias a que tuve ayuda.
Eso explicaba porqué estaba tan malherido. Seguro que le habían dado una paliza intentando sonsacarle información. Posiblemente al no averiguar nada habrían matado a los demás y él era el siguiente en la lista.
- ¿Ayuda? – preguntó Sakura. - ¿Quién os prestó su ayuda?
- Kakashi. – contestó Asuma por él.
A Sakura le dio un pequeño vuelco el corazón. ¿Eso quería decir que Kakashi estaba muerto también? O por le contrario, ¿seguía siendo un espía al que no habían descubierto?
- ¿Y dónde está él? – preguntó temiéndose lo peor.
Sai tragó saliva sin atreverse a contestar. Naruto notó la preocupación en los ojos de Sakura al instante. Escrutó a los demás unos instantes. Kiba y Shikamaru estaban atendiendo al pobre Gai, que permanecía sentado en el suelo respirando con dificultad. Itachi serio y de brazos cruzados se mordió el labio. Asuma y Yamato miraban a Sakura con pena en los ojos. Y mejor no hablar de los otros dos caballeros, los que siempre acompañaban a Itachi como guardia personal, porque en sus miradas solo había tristeza. ¿Había muerto Kakashi? Sakura le había hablado maravillas de él y solo podía sentir admiración por aquel hombre.
Por las palabras de Sakura, era un excelente capitán, preocupado por todos sus hombres sin distinción y muy protector con ella. Además Sakura le había comentado una vez que él se había portado como un segundo padre para ella.
- Majestad… Kakashi…
- Kakashi se quedó en el castillo. Lo capturaron cuando ayudó a Sai a sacarme de allí. –dijo Gai.
Sakura apretó los puños.
- ¿¡Y por qué no regresastéis a por él!? – inquirió enfadada.
- Tranquilizaos, por favor. – pidió Asuma.
- No me pidáis que me calme, porque no lo voy a hacer. ¿Cómo pudísteis dejarle allí, Gai? – volvió a preguntar.
- Sakura, cálmate. – Jiraya alzó una mano. – Cálmate y ponte en el lugar de Sai.
Sakura respiró furiosa mientras miraba al pelinegro.
- Estaba solo, con un hombre herido con él. Si se quedaba, morirían todos, porque no podría hacer nada contra tantos soldados. – explicó. – ¿No es así, Sai?
- Así es, señor Jiraya. – admitió sin atreverse a mirar a Sakura.
- ¡Él lo hubiera hecho! –Sakura seguía en sus trece.
Naruto se puso delante de ella y la agarró por los hombros.
- Cerezo, ya basta. – le exigió. – Sé un poco comprensiva.
- ¿Te pones de su parte? – preguntó sorprendida. – No, si no sé ni por qué me sorprende. – dijo con sarcasmo.
- ¡No me pongo de parte de nadie! – respiró hondo intentando calmarse. – En serio, no me…
- Ahórratelo. – le dijo con dureza.
Le apartó las manos de sus hombros y se marchó corriendo. Naruto la agarró de la mano antes, pero ella se soltó de un violento tirón.
- Ni te atrevas a seguirme. – le dijo antes de desaparecer.
Naruto se quedó anclado en el mismo sitio maldiciendo en voz baja. Los demás prefirieron no decir nada después de haber contemplado la escena. Era bastante incomodo, pero por suerte en ese momento llegó Tsunade y tras mencionar que se había cruzado con Sakura echa un basilisco y recibir como respuesta “Pelea de pareja” por parte de Jiraya, que se ganó una mirada asesina de Naruto, se puso a examinar a Gai.
Siento que vaya tan leeenta la trama, pero está todo planificado así xD La parte buena es que pronto vendrán las peleas, que sé que eso es lo que queréis.
BYE!
Ean95- Aprendiz
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En El Gran Bosque.
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
wua enserio que me encanto...
un hurra!! por naruto que ya es MAGO...
-aplaude con entusiasmo-...
y por otra parte que mal por sakura...
en parte la entiendo.....
y ahora que pasara vos??..
espero la conti..conti..conti...
Saludos!!! cuidate..
un hurra!! por naruto que ya es MAGO...
-aplaude con entusiasmo-...
y por otra parte que mal por sakura...
en parte la entiendo.....
y ahora que pasara vos??..
espero la conti..conti..conti...
Saludos!!! cuidate..
Miu Misaki- Clan Seiryuu
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Mexico
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
wow increible me dejastes con las ganas de saber q le sucedio a kakashi espero q naruto vaya a rescatarlo y que sakura no haga una locura
Ryukaru- Clan Seiryuu
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Estudiando,pensando y diseñando XD
7925
Posesiones :
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
creo que ya se que le va a decir naruto a sakura pero odie a jiraiya por interrumpir, sakura es poco consciente del echo que kakashi se sacrificara en cierto modo por gai y sai la reacción fue muy brusca aunque se que le debe doler no debería culpar a los otros espero no haga una locura y se disculpe con naruto espero por el próximo capitulo.
aduzumaki- Sennin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Para cuando conti ya casi hace un mes T-T.
aduzumaki- Sennin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
conti cuando la vas a poner esta muy bueno pon contiiiiiii
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
- Capítulo 23:
- Caminaba despacio y concentrada, al mismo tiempo, en no apoyar los pies con demasiada fuerza en el suelo, para evitar hacer ruido o levantar polvo. Si la descubrían estaba perdida.
A aquellas horas de la noche, la mina estaba sumida en un gran silencio. Las paredes, como siempre iluminadas por las antorchas, eran la única fuente de luz que había. Y, como era habitual, no soplaba nada de aire. Y si soplaba, no llegaba a colarse en el interior de la construcción. El frío no conseguía entrar allí, y por eso la mina se mantenía siempre caliente. Pero ella sabía que fuera acabaría congelada. A pesar de que la primavera estaba próxima, el frío no se había ido todavía.
Lo tenía muy presente en su cabeza mientras avanzaba lentamente por el pasillo de piedra. Por ello, llevaba encima su capa. También se había equipado con algunas armas. Una espada, un arco a juego con un carcaj a rebosar de flechas y una daga pequeña. También llevaba su morral con objetos que ella pensó que le serían de gran utilidad y comida. Queso, pan y un poco de cecina que había robado de las cocinas en un pequeño descuido.
Tras haber abandonado la insultante reunión por la cual se había enterado del destino que le esperaba a Kakashi, se dirigió a la habitación que compartía con Naruto, se cambió de ropa, colocándose unas más cómoda, se puso su capa y se esfumó de allí.
Después, simplemente había permanecido escondida, en un recodo que había en la zona rocosa del río subterráneo, hasta la hora de la cena. Momento en el que había aprovechado para colarse en la armería para abastecerse de las armas que ahora portaba.
Sabía que no podría marcharse hasta que todo el mundo estuviera dormido y la mina en una calma constante. Así que decidió esconderse de nuevo hasta que todo el mundo se hubiera ido a dormir.
Su única intención era ir a rescatar a Kakashi. Aún no podía creer que nadie fuera a mover un solo dedo por él. Sabía que Gai y ese tal Sai estaban malheridos y poca ayuda podrían prestar, pero los demás…
Ni siquiera Naruto la había apoyado. Y eso era lo que más rabia le daba de todo. Él había pasado prácticamente por lo mismo cuando Jiraya estaba fuera, en El Bosque con los hombres de Madara tras él, y se había puesto de parte de los demás. Se había puesto en su contra, dejándola en evidencia delante de todos. Y para más INRI ni siquiera había intentado ir tras ella. Poco le había importado, pues había preferido quedarse con los demás mientras ella se marchaba enfadada de allí.
Y por ello, allí estaba, sola, intentando hacer el mínimo ruido posible para evitar que alguien se percatase de que iba a escaparse en plena noche para rescatar a un viejo amigo.
Porqué, para colmo, la mina estaba vigilada por la noche. Para evitar cualquier ataque del enemigo. Cómo si alguien supiera que se encontraban allí. Sí, desde luego no era mala idea. Es decir, puede que algún día descubrieran que allí se ocultaban los que intentaban derrocar al tirano Madara. Pero ahora mismo era un piedra en la bota de cualquiera que intentase salir de allí sin ser descubierto.
¿Cómo diablos lo habría hecho Naruto? Él era el único que había salido de la mina durante la noche. Aunque él había dejado una nota, ella ni siquiera un adiós había dicho. Aunque así mejor. No tenía porqué dar explicaciones cuando era evidente que iría hasta el castillo para rescatar a Kakashi.
Se detuvo al oír voces. Sin duda se trataba de los dos centinelas que guardaban la puerta de acceso a la mina. Si quería salir de allí tendría que librarse de ellos. El problema era cómo. ¿Distraerlos? No. Tal vez… ¿noquearlos? Podía funcionar mejor que una patética distracción. No le gustaba ni un pelo la idea, pero pocas opciones tenía, y la más factible era aquella.
Los dos centinelas le estaban dando la espalda. Un golpe de suerte para Sakura, ya que así le resultaría más sencillo noquearlos. La puerta de la mina estaba entreabierta de manera que pudieran ver el profundo paisaje nocturno que se abría ante ellos, y así pudieran dar la alarma en caso de ataque.
Se acercó con sigilo como había hecho hasta ahora, con mucho cuidado de no apoyar demasiado las botas y hacer el mínimo ruido posible que alertase a los centinelas.
Ambos se sorprendieron al verla aparecer de la nada. Aunque algo le decía a Sakura que sabían lo qué hacía allí de sobra. ¿Se hicieron los confundidos? Quizá Itachi o Jiraya no la creían tan osada como para escaparse de la mina. “Por favor, me escapé de mi propio castillo, ¿de verdad piensan que no intentaré escapar de aquí?”.
Sin darles tiempo a nada más que a girarse y verla, Sakura los golpeó con fuerza dejándolos a ambos inconscientes en el acto. Naruto la había enseñado bien. A uno lo golpeó en el mentón y antes de que el otro reaccionase, hundió la mano en su estómago con bastante dureza.
Le dolía la mano tras golpear a esos dos y la movió con violencia en el aire esperando a que se le pasase un poco.
Lo siguiente en su plan era salir por la puerta a la carrera e internarse en el bosquecillo lo más rápido posible. Después de que Naruto escapase la primera vez, Itachi colocó un par de centinelas más en lo alto de la mina, en la zona rocosa.
Lo cierto es que nadie se había escapado desde que Naruto lo había hecho, y la verdad, ¿quién querría salir de allí? Vivían mejor que en Aquo al fin y al cabo.
Se colocó la capucha de su capa, respiró hondo y se asomó un poco por la puerta. Fuera estaba todo muy tranquilo. El viento mecía con suavidad las copas de los árboles cubiertos de nieve, y el único sonido que se escuchaba era el que hacía al colarse por los huecos vacíos de los árboles, provocando un pequeño eco silbante.
Aquella noche había luna llena y no todo estaba sumido en la oscuridad total. Eso era malo, porque significaba para Sakura que tendría que correr muy, muy rápido.
Dio un último y rápido vistazo afuera antes de echar a correr con toda la velocidad que le permitieron sus piernas. Golpeaba el suelo frío y blanco con violencia, levantando toda la nieve a su paso. En aquel momento no le importaba el ruido, sino ser avistada. Con fortuna no la habían visto, pues de haberlo hecho ya habrían dado la alarma y estaría de nuevo dentro de la mina sin ninguna posibilidad de rescatar a Kakashi de su horrible destino.
Corría, corría y corría sin detenerse ni un momento. Podían haberla visto, ella no se había percatado y ahora mismo la podrían estar siguiendo. Era una posibilidad remota, pero también muy probable.
Gracias a que la luna estaba llena, no se perdió en ningún momento en su carrera. Además aquel bosquecillo no era igual de denso que el Bosque Azul y perderse no es que fuera factible.
Paró al cabo de un buen rato, cuando ya estaba convencida por completo de que no la seguía nadie y que estaba completamente sola en el bosque.
Se sacudió la nieve que se le había quedado adherida a la capa y a sus botas mientras tomaba un poco el aliento. Un espeso vaho salía de su boca mientras respiraba entrecortadamente. Ella estaba muy acalorada y apenas notaba el frío que hacía, pero el vaho que expulsaba le daba sin duda el manifiesto del frío que debía hacer aquella noche.
Aunque la luna iluminara el bosque, decidió encender el pequeño farol que llevaba en su morral.
Estaba agotada y solo había salido de la mina. De pensar el largo camino que le quedaba por delante, se le caía el alma a los pies. Solo pensar en Kakashi le daba las fuerzas necesarias para seguir caminando hasta su antiguo hogar.
Lo cierto es que no tenía ningún plan pensado para sacar de allí al antiguo capitán. A ella le iba más improvisar que trazar un plan en sí, y eso es lo que pensaba hacer. Por lo pronto lo único que tenía claro era como entrar en el castillo: por el pasadizo por el que Naruto y ella salieron de allí la última vez.
Pasada una media hora, empezó a notar el frío atravesándole cada fibra de la piel como pequeñas dagas de hielo. Se envolvió más en su capa y volvió a ponerse la capucha, ya que se le había caído mientras corría hacía ya mucho rato.
Continuó caminando, apretando los dientes para evitar el castañeo que el frío le provocaba en ellos. Un invierno largo y frío. La primavera ya estaba próxima, pero parecía que el invierno no quería irse todavía. La nieve ya debía de estar empezando a derretirse, y, en cambio, parecía que cada noche bajaba más la temperatura y caía una leve nevada que volvía a derretirse un poco cada día.
Ella lo único que quería era que se acabase todo aquello de una maldita vez. Odiaba el invierno y el frío desde que era una niña y tenía que quedarse dentro del castillo recluida con sus clases de disciplina, etc. Prefería la primavera cuando podía salir todo lo que quisiera afuera, ir a cabalgar con sus padres y pasar la tarde en aquel bosquecillo cogiendo flores, colocándosela a su madre en el pelo…
Se secó una lágrima que le resbalaba por la mejilla. Pensar en todos aquellos recuerdos, con la muerte de sus padres tan reciente, no era una buena idea. El recuerdo de sus padres aún seguía muy presente y era inevitable no pensar en ellos, pero se prometió a sí misma que lo evitaría porque le hacía daño al pensar que ella había tenido la culpa de su muerte. A pesar de las palabras de Naruto, ella aún se seguía culpable por lo ocurrido.
- Sabía que lo conseguirías. – aquella voz la sacó de sus pensamientos.
A pocos pasos de ella, apoyado en un árbol, estaba Naruto. La miraba con una leve sonrisa zorruna y de brazos cruzados. A pesar del frío que hacía, él parecía estar bien, pues no temblaba y parecía estar tranquilo envuelto en su capa de color negro. A la luz de la luna, su pelo parecía brillar como una estrella, y sus ojos se habían oscurecido un poco dándole un aspecto un tanto siniestro. A pesar de ello, su expresión no mostraba ningún atisbo de enfado.
Sakura frenó en seco nada más verlo allí apoyado, mirándola. ¿La había seguido? No. No parecía tratarse de eso en absoluto. Más bien parecía que la estuviera esperando desde hace rato allí. Conociendo a Naruto, la segunda opción era lo más probable. Vio que tras él había un par de caballos atados a un árbol. Menuda crueldad tener a los dos animales pasando frío bajo aquel manto de nieve que lo cubría todo.
- ¿Naruto? – dijo extrañada. - ¿Qué haces aquí?
Naruto hizo aparecer una bola de fuego en la palma de su mano. Al sacar el brazo de debajo de la capa, Sakura pudo ver que llevaba a Vulpes Glacies en el cinto. Seguramente también llevaría su arco, porque también notó el carcaj lleno de flechas asomando tras su espalda. Además llevaba su viejo zurrón, que también atisbó a ver. Iba bastante equipado como para salir solo a buscarla.
Se acercó a ella hasta quedar a pocos pasos.
- Esperarte por supuesto. – se limitó a decir con convicción.
- ¿Cómo que esperarme? ¿Para llevarme de nuevo a la mina?
- Erm… no.
- ¿Entonces para qué? – estaba perdiendo la poca paciencia que poseía.
- Para disculparme… Aunque creo que no tengo por qué hacerlo y…
Se calló cuando vio la mirada asesina de Sakura. Sí, mejor se estaba calladito. Jiraya siempre decía que a una mujer había que darle la razón aunque no la tuviera. Y más si esa mujer tenía un fuerte temperamento como Sakura.
“Maldito sea, al final voy a tener que seguir sus consejos” pensó.
- Oye, tenías razón. Hay que salvar a Kakashi. – le dijo calmado. – Y voy a ir contigo.
Sakura no lo podía creer.
- ¿De verdad? Seguro qué no es una treta para agotarme y cuando esté lo suficientemente atontada, llevarme a la mina. – le preguntó con dureza cruzando los brazos en el pecho.
- Te juro que no, Cerezo. – se sacudió el pelo, señal de nerviosismo clara que captó ella. – Escucha, no estaba de parte de nadie hace unas horas, como tampoco lo estoy ahora. – le aclaró. – Solo quería que te calmases un poco en ese momento.
- Y entonces, ¿por qué has cambiado de idea? – le preguntó ella más tranquila.
- Porqué me he puesto en tu piel y me he visto a mí mismo.
Sakura no pudo evitar sonreír. Sin duda se refería a Jiraya y al momento en el que él, preocupado, había escapado de la mina para ir a su encuentro e intentar que no le sucediese nada.
- Entonces, ¿nos vamos ya? – preguntó Sakura animada. – Nos queda una larga caminata.
- ¿Piensas ir andando? ¿En serio? – Sakura lo miró sin entender a qué venía aquella pregunta.
- Claro…
Él negó con la cabeza.
- Hay que darse prisa, y a pie iríamos muy lentos. – señaló a los caballos que había tras él. – Iremos a caballo, Cerezo. – se dirigió a los dos animales, que ajenos a todo, parecían estar en su propio mundo.
- ¿A caballo? Espera, ¿¡de dónde has sacado los caballos!?
- Pues de la mina. ¿De dónde si no? – contestó mientras desataba a los animales.
- ¿En la mina hay caballos? – preguntó incrédula.
Naruto soltó una enorme carcajada mientras se acercaba a ella tirando de las riendas.
- Pues claro. ¿De verdad creías que un ejército no poseía caballos? – le tendió una de las riendas. – ¿En serio eres una princesa? – se mofó.
- Calla. – espetó cogiendo las riendas que él le tendía.
Naruto volvió a reír.
- Lo mismo da. – dijo quitándole importancia. – Esta de aquí es Flora. – señaló a la yegua. – Es uno de los animales que trajimos Jiraya, Tsunade y yo en nuestra travesía hasta aquí. Es de tu reino, así que seguro que os lleváis genial. – le sonrió con calidez.
Sakura acarició el cuello del animal. Era preciosa, y más a la luz resplandeciente de la luna llena. Tenía un color negro azulado proporcionado por el reflejo cálido de la luna en su pelaje. Color que le recordó al Bosque Azul. Poseía unas crines largas y algo más claras que el resto del cuerpo. Se la veía joven y fuerte.
- Oh, es preciosa. – susurró sin dejar de acariciar al animal.
- Me alegra que te guste, porque es para ti. – dijo Naruto subiendo a su caballo.
- ¿En serio? Pero… ¿no pertenece a nadie? – preguntó.
Naruto, sobre su caballo, se acercó a ella. Volvía a tener una bola de fuego sobre su palma.
- Ya te lo he dicho antes, la cogimos “prestada” por decir algo, pero dado que su dueño posiblemente esté muerto…
- Vale, no digas más. Me la quedo. Además, es preciosa. – dijo con dulzura a la yegua sin dejar de acariciarla.
- Pues entonces monta. Y rápido, creo que será mejor que nos demos prisa.
Sakura notó impaciencia en su voz. Lejos había quedado la tranquilidad con la que se había movido hasta entonces. Incluso lo veía más serio aún que hacía unos minutos, cuando lo había visto apoyado en el árbol.
Montó a Flora, Naruto le echó una pequeña mirada y espoleó con delicadeza las riendas de su caballo para ponerse en marcha. Sakura hizo lo mismo para seguirle.
Iban al trote, ni muy rápido ni demasiado despacio. Naruto al frente, ella atrás, siguiéndole de cerca. Una bola de fuego, que iba por delante, los ayudaba a moverse en la pequeña oscuridad del bosque. Los guiaba como si se tratase de un fuego fatuo como los de la historias que Sakura solía leer cuando era niña. Historias que bien podían ser verdad ahora que sabía de la existencia de la magia.
- Cerezo, hay algo que debes de saber. Y principalmente el motivo por el que estoy aquí. – le dijo Naruto muy serio.
Sakura se situó a su lado.
- Poco después de que te fueras, Sai y Gai siguieron hablando sobre Kakashi. Posiblemente hagan una ejecución pública en la plaza.
- ¿¡Qué!? – gritó deteniendo a Flora.
Naruto asintió con los labios apretados.
- Es lo más probable según dijo Gai.
- ¿Cuándo? – preguntó ella nerviosa.
- Pues… Gai no lo sabía. Pero es muy posible que mañana como muy tarde. Habrán intentado sacarle información como a los demás.
- ¡Maldita sea! Tenemos que llegar y rápido. – dijo al borde del llanto.
Naruto alargó su brazo hasta cogerle la mano, se la apretó con cariño y apoyo y le dedicó una pequeña sonrisa que consiguió tranquilizar un poco a Sakura, que estaba al borde de un ataque de nervios.
- Haremos todo lo posible, te lo prometo, Cerezo. – le dijo él serio y sin dejar de apretar su mano. – Por ello tenemos que ponernos en marcha y no detenernos. ¿Lo entiendes? – le susurró despacio.
Ella asintió respirando más tranquila.
Volvieron a ponerse en macha de nuevo, pero esta vez aumentaron la velocidad y recorrían el bosque al galope. Sakura sentía un mal presentimiento. Mal presentimiento que había empezado desde que Naruto había mencionado que posiblemente, aunque por como lo había dicho, era lo más probable, Kakashi sería ejecutado sin ningún miramiento.
No quería pensarlo siquiera, pero era algo inevitable dados los últimos acontecimientos. Si perdía a Kakashi, ya no le quedaría nadie de su antigua vida. Se sentía sola desde hacía unos días. Se trataba de una soledad extraña, una que nunca había sentido y que pensó que jamás sentiría. Sabía que en realidad no estaba sola. Es decir, tenía a Naruto, a Jiraya, a Tsunade… Y por supuesto al resto de las gente de la mina. Había hecho amigos. Amigos de verdad…
Pero echaba de menos a los demás. Y ya no le quedaba nadie de su anterior vida al que hubiera estado realmente unida. Solo Kakashi. Kakashi era el único que le quedaba y lo necesitaba más que nunca en aquellos momentos.
Estaba cansada de sufrir por todos sus seres queridos, ahora perdidos sin remedio. Cuando se había marchado no esperaba que ocurriese todo aquello. Ella solo quería escapar de una boda injusta, con un tipo que había detestado desde el primer momento en que había posado su mirada sobre la suya, con esos ojos negros como dos abismos. Y poco a poco, todo se había complicado hasta montarse todo el lío que había ahora.
Sus padres habían muerto, sin que ella hubiera podido hacer nada, ante sus ojos, a manos de dos seres oscuros y despiadados; su reino estaba ocupado por un infame personaje cruel que seguía las ordenes de un ser aún peor, que planeaba algo oscuro y que nadie sabía que era. Y sabía que muchos de los caballeros de su padre estaban muriendo.
Pero no permitiría que nadie más muriera. Y mucho menos si podía evitarlo. Kakashi sobreviviría aunque ella tuviera que morir para evitar su muerte.
Pasaron casi toda la noche cabalgando por el bosque. Naruto prefirió guardar silencio mientras avanzaban por el bosque. No sabía si Sakura continuaba enfadada con él, a pesar claro, de que no se había quejado. Quizá no quería discutir con él por temor a que intentase llevarla a la mina. Naruto eliminó esos pensamientos de su cabeza al instante. Conocía a Sakura perfectamente para saber que ella jamás penaría eso. Por muy enfadado que estuviera, nunca se atrevería a hacer algo como obligarla a realizar algo que ella no quisiese.
Guardó silencio porque sentía que Sakura quería eso mismo, silencio y tranquilidad. Sakura parecía estar muy pensativa, demasiado para su gusto.
Examinó bajo la tenue luz su rostro, semioculto por el flequillo que le caía sobre los ojos, y notó la preocupación y el desasosiego que tenían lugar dentro de ella. Seguro que estaba igual de preocupada que hacía rato, pero había fingido relajarse un poco para no preocuparlo. O eso fue lo que Naruto pensó al verla así.
Estaba preocupado, y sin duda, no había servido de nada el fingir que ya estaba más tranquila. A él no podía engañarlo, ya no.
- Cerezo. – la llamó. Ella levantó la cabeza sobresaltada.- Sé que no puedes evitarlo, pero… intenta no pensar mucho. – le pidió con calma.
- Eso es fácil decirlo.
Suspiró. Iba a ser difícil, pero no iba a rendirse.
- Sí, es cierto, no es nada fácil. – coincidió él. – ¿Pero puedes intentarlo al menos? No quiero verte así, me hace daño.
Sakura se secó una lágrima que le recorría la mejilla y asintió esbozando una débil sonrisa.
- Gracias. – le dijo él sonriendo. – Y ahora, cuéntame, ¿cómo ibas a entrar al castillo?
Quería evitar que volviera aquel silencio y que ella regresase a sus pensamientos, así que pensó que distraerla no sería mala idea. ¿Y qué mejor distracción que una charla? Sakura parecía más tranquila, y esta vez de verdad. Mientras montaba a Flora, había mantenido una pose algo rígida, pero ahora aquella rigidez se había esfumado dejando paso a una pose relajada sobre la silla.
- Pensaba entrar por donde huimos la última vez que estuve allí. – soltó sin más.
Naruto enarcó una ceja.
- Pues menos mal que he venido.
- ¿Por qué dices eso?
- Por nada, tú sigue explicándome tu maravilloso plan. – dijo con un poco de mofa. Sabía que Sakura no tenía un plan trazado de sobra.
- Pues… em… - balbuceó.
Naruto volvió a enarcar una ceja, esta vez con diversión.
- ¿Y bien? – insistió.
- No tenía un plan, ¿vale? Pensaba entrar ahí e improvisar como la primera vez.
- Claro, como la primera vez te fue tan bien. – objetó él.
Ella refunfuñó.
- Cerezo, no es seguro que entres por ahí. – le dijo al cabo de unos minutos.
Ella permaneció callada. Señal que Naruto entendió como <>.
- No hay nadie de nuestro bando allí, y en caso de peligro, nadie podría ayudarte. – explicó. – Cuando yo fui a rescatarte, había unos cuantos y estaba cubierto. ¿Por qué te crees que conseguimos salir tan fácilmente? – Sakura lo pensó un momento para darse cuenta de que llevaba razón. – Además, - añadió. - ¿Qué pensabas hacer con tu pelo? Bueno, con toda tú. – rió.
Por la expresión de la joven, dedujo que ella no había pensado en nada. “Caray, sí que es cierto que iba a improvisar” se dijo. Sakura era un auténtico desastre en aquellos temas, pero el único plan que había trazado le había salido bien, y ese no era otro que dejarlo a él en una cama de la posada para ir a ver a su padre al castillo. ¿Por qué no lo hacía otra vez?
- Vale, ya paro de reírme. – se disculpó él al ver su expresión de disgusto. – Pero reconoce que ibas muy mal hasta que he aparecido yo.
- Lo reconozco. – murmuró ella si mirarle. ¿Volvía a estar enfadada? ¿O seguía enfadada desde antes?
Decidió dejar de pensar en ello.
- Bueno, pues tu improvisación va a tener que acabar aquí mismo, Cerezo. Yo tengo un plan.
- A ver, señor, iluminadme. – se burló ella.
- Ya dejarás de reírte, ya. – se envolvió en su capa. Tenía un poco de frío. – Vale, pues esto es lo que haremos, Cerezo…
El plan de Naruto no era demasiado complicado, o eso pensó Sakura cuando él empezó a narrar lo que había pensado.
Primero pulularían alrededor del pueblo para intentar averiguar algo, y cuando lo tuvieran pasarían a la acción. Pretendía entrar por la entrada del servició como ella había hecho en su día, y allí se las arreglarían para pasar desapercibidos hasta llegar donde tenían a Kakashi encerrado. Seguramente lo tendrían atado con cadenas o con cualquier elemento de tortura, y por ese motivo tendría múltiples heridas y podría ser ya una masa sanguinolenta. Por lo que, posiblemente, sería muy complicado llevárselo de allí. Pero Naruto sabía de un pequeño pasaje por donde podrían escapar. Algo que una vez más, sorprendió a Sakura. Naruto volvía a saber más de su propio castillo que ella misma.
“Me lo han dicho Gai y Asuma.” Eso lo explicaba todo, en realidad. Y la impresión se había esfumado como el vapor tras aquella confesión. Dejarían los caballos en las lindes del bosque y regresarían lo más rápido que pudieran desde la salida del pasadizo. Naruto contaba con un herido Kakashi y por ellos sabía que tardarían bastante. Por no hablar de la cantidad de soldados que habría y que podrían dar la alarma.
- ¿Y cómo vamos a internarnos en el pueblo, listo? – preguntó ella cuando él acabó de relatarle su plan. – Seguro que todo el mundo nos conoce. Bueno, a mí porqué soy la princesa y a ti por tirarte a…
- Solo fue Hinata, ¿vale? – la cortó tajante. – Y ya he pensado en eso también. – Miró hacia arriba, al cielo nocturno y vio que ya faltaban pocos minutos para que despuntase el alba. – Nos cubriremos con las capuchas de nuestras capas.
- ¿Y así no llamaremos el doble de atención? – preguntó ella.
Naruto detuvo su caballo con un tirón rápido de las riendas, haciendo que frenase en seco. El animal relinchó, posiblemente aquello no le había gustado. Naruto le palmeó el cuello tranquilizándolo.
- Lo siento, muchacho. No llamaremos la atención porque va a llover y no tendremos más remedio que cubrirnos para no mojarnos. – explicó mientras acariciaba las crines de su caballo.
Sakura, que también había detenido a su yegua, se acercó a él. Miró al cielo nocturno y vio que faltaba poco para que amaneciera, pero no entendía a qué se refería con lo de que iba a llover. Ella no veía ninguna nube en el cielo, y tampoco parecía que fuera a haberla en todo el día.
- Pero si no hay ni una sola nube en el cielo, ¿cómo va a llover? – argumentó.
Naruto levantó el dedo y esbozó una sonrisa.
- Muy sencillo, Cerezo. Como solo se puede hacer que llueva cuando no hay ni una sola nube en el cielo.
Bajó del caballo y caminó un par de pasos hasta situarse a pocos metros de ambos animales. Sakura lo observaba muy atenta. Entonces, alzó los brazos, cerró los ojos y empezó a murmurar una serie de palabras extrañas.
De repente se levantó un viento gélido que azotó las ramas de los árboles con violencia, arrancando algunas pequeñas ramas y hojas a su paso, y que casi tira a Sakura del lomo de Flora. El viento paró al cabo de unos segundos y fue sustituido por una pequeña brisa que le movía el flequillo con suavidad.
Naruto, permanecía quieto en el mismo sitio, con un brazo alzado al aire. El otro lo tenía algo más bajo y no dejaba de mover la mano como si estuviera dándole forma a algo. Su pelo, ya de por sí despeinado, se movía en todas direcciones y su capa se levantaba ondeando como una bandera. Seguía pronunciando las mismas palabras, una y otra vez, sin parar.
De repente, la luz de la luna dejó de iluminar el bosque y todo se sumió en una leve oscuridad, provocada por unos enormes nubarrones de aspecto siniestro que taparon todo el cielo. De no ser porque empezaba a amanecer, la oscuridad habría sido absoluta.
El viento dejó de soplar al cabo de unos segundos y Naruto cayó al suelo nevado de rodillas, respirando con dificultad. Aún estaba algo cansado después de haber hecho el examen y aquel hechizo lo había dejado molido del esfuerzo. Sus energías mágicas no estaban completamente recuperadas y por ello casi había perdido el control de las nubes a la mitad. Por suerte había conseguido controlarlas y el hechizo había sido todo un éxito.
- ¡Naruto! – Sakura se acercó a toda prisa a él.
- Tranquila, estoy bien, solo algo cansado. – dijo levantándose del suelo. – Sube a Flora, aún nos queda una hora para llegar.
- Sí... Oye, espera, ¿y la lluvia? – preguntó mientras ambos subían a sus monturas.
- En cuanto estemos llegando haré que llueva. ¡Tranquila, no me atosigues! – le dijo riendo.
Sakura no dijo nada. Él esperaba que le respondiera con otra broma o algo parecido, pero no lo hizo. La corazonada de que estaba enfadada crecía por momentos, y lo odiaba.
Continuaron avanzando por el gran trecho que les quedaba del bosque, en silencio. Solo se oía el sonido del viento soplando entre los árboles de nuevo, a los pájaros que ya alegraban la mañana con su canto o a los animales que salían de sus madrigueras a buscar la comida que pudieran.
Poco a poco la tonalidad del cielo comenzó a cambiar. Pasando de un azul oscuro y casi negro, a un color grisáceo producto de las nubes que tapaban todo el cielo por completo. La verdad era que Naruto había hecho un buen trabajo. Las nubes eran esponjosas y muy, muy negras. No sería de extrañar que hubiera traído nubes de tormenta. Quizá se había pasado un poco.
Y como Naruto había dicho, tardaron una hora exacta en llegar. No llegaron al final del bosque, sino que pararon a medio km y ataron los caballos a unos árboles.
En aquella zona la nieve estaba casi derretida y apenas era ya notable. Salvo por un par de árboles, la mayoría ya empezaban a florecer y poseían algunas hojas de un color verde avellanado. La hierba del suelo ya era más visible que en la zona del bosque que rodeaba la mina. Quizá fuera por la altitud, pues estaba cerca de la montaña, y hacía bastante más frío que allí abajo.
Naruto escrutó el cielo unos segundos. Estaba cubierto por completo, tal y como había esperado mientras realizaba el hechizo con apenas luz. Lo siguiente era provocar una ligera lluvia, sin excederse. Tampoco quería provocar un diluvio o algo parecido. Pero también lo temía debido a que aún estaba cansado por el anterior hechizo. Ahora se estaba arrepintiendo de no haber provocado también la lluvia cuando Sakura se lo había dicho hacía una hora.
- Ponte la capucha de la capa. –le pidió a Sakura mientras él se colocaba la suya.
Y tal como había hecho antes, comenzó a pronunciar una serie de palabras extrañas a los oídos de Sakura, sin dejar de mirar al cielo. Poco a poco, lentamente, comenzaron a caer pequeñas gotas que al cabo de unos segundos cayeron con más fuerza y a más presión.
Naruto soltó una gran carcajada jovial. Lo había logrado, había conseguido realizar el hechizo a pesar del agotamiento.
Continuarían a pie a partir de ahí, así que dejaron a los caballos atados bajo un enorme árbol.
- En marcha. – le dijo a Sakura con una sonrisa.
La lluvia era suave y apenas les molestaba mientras caminaban por el pequeño camino floreciente. Aunque caminaban lentos debido a que el camino se estaba llenando poco a poco de barro y la tierra parecía estar removida desde antes. Con suerte no soplaba viento y por lo tanto el agua de la lluvia no les nublaba la visión.
Poco a poco la claridad fue absoluta y las sobras de la noche se esfumaron al instante, a pesar de que el sol estuviese oculto por aquellas enormes y negras nubes provocadas por Naruto.
Caminaban en silencio, con sus rostros semiocultos por las capas. Y era un silencio bastante incómodo.
Sakura no entendía por qué. Quizás fuera por la pelea que habían tenido el día anterior. ¿Había sido para tanto? No era propio de ellos estar en silencio mucho rato, ni tampoco caminar tan separados. ¿Le estaba dando mucha importancia a la pelea? Aunque tal vez la pregunta era para ambos, ¿le estaban dando mucha importancia a una pelea de nada? Se suponía que lo amaba, y él a ella, pero parecía como si algo fuera mal. Aunque Sakura llevaba notando raro a Naruto ya varios días. Como si algo le estuviese rondando la mente sin parar, una preocupación o algo peor.
Y siempre había sido así desde que lo conocía. Naruto se guardaba mucho las cosas y pocas veces se abría. Ella creía que esa fase ya había pasado, pero, sin embargo, ahí estaba de nuevo el Naruto ausente.
Naruto paró en seco junto a un par de enormes árboles. Allí era donde se acababa el bosque y a pocos pasos se encontraba el pequeño pueblo. Desde su posición podían verse un par de casas y el enorme poste de madera que señalaba el centro de la plaza. Algo parecía haber cambiado desde la última vez que había estado allí, pero no sabía decir el qué. Sentía que había algo extraño en aquel lugar, su instinto no podía engañarle. Y tratándose de un lugar apoderado por Madara, no era de extrañar, pero aún así… Antes había estado allí y Madara ya daba muestras de su poder, pero no había sentido nada raro hasta ahora.
Echó un vistazo rápido al imponente castillo. El castillo parecía estar como siempre, salvo por el aura oscura que él podía percibir gracias a sus poderes de mago. El aura era negra y cubría cada piedra gris, cada ventana y cada puerta de madera. Las nubes negras que cubrían el cielo le daban sin duda un aspecto aún más siniestro al castillo. No sentía ningún miedo, pero sí un mal estar muy poderoso. Sin duda causado por aquella aura oscura que ejercía poder sobre su propio aura luminosa.
Sacar al tal Kakashi no sería tan sencillo como él había imaginado.
- Naruto, ¿ocurre algo? – preguntó Sakura, que se había acercado a él mientras estaba distraído.
- No, nada. – contestó serio apartando la vista del castillo. – Démonos prisa en rescatar a Kakashi.
La lluvia había aumentado en intensidad, pero la gente en el pueblo parecía no notarlo. No era día de mercado, pero prácticamente estaba todo el mundo fuera de sus casas. La inquietud de Naruto no hacía más que aumentar conforme se acercaban a la plaza, donde parecía que todo el mundo se había reunido. Sin duda algo no iba bien allí.
Tomó la mano de Sakura temiendo que pudiera perderse en medio de la aglomeración de gente y siguieron caminando.
El plan de intentar averiguar algo sobre la situación del reino era sin lugar a dudad algo imposible. La gente apenas se paraba un segundo, seguían caminando sin detenerse por nada. Incluso aunque estuviera lloviendo, parecía no importarles nada el mojarse. Naruto comprobó que, en efecto, se dirigían a la plaza.
Apretó con fuerza la mano de Sakura y tiró de ella mientras se abría paso entre la gente. Si la gente se dirigía hacia la plaza, allí irían ellos también. No corrían el riesgo de que nadie los reconociera al ir con las caras ocultas bajo las capas, así que no tenían nada que temer.
Sakura se agarró de su brazo con la otra mano mientras se abrían paso entre la multitud.
Al final llegaron a la plaza y Naruto deseó no haberlo hecho nunca. En el centro de la misma, sobre una pica, había clavada una cabeza de un hombre de cabello gris. Tenía la boca abierta en una mueca macabra y cubierta de sangre, al parecer le habían cortado la lengua. No tenía tampoco ojos y su mirada de cuencas vacías le revolvió el estómago a Naruto nada más mirarlo. Bajo ella, había un cartel en el que se podía leer: “traidor”.
Pero si deseó no haber puesto un pie allí nunca, no fue por él, sino por Sakura. La joven se había llevado las manos a la boca en un esfuerzo por no gritar al ver la cabeza allí clavada.
Naruto no tuvo que mirarla mucho para percatarse de lo que le ocurría. Aquella cabeza pertenecía a Kakashi. Habían llegado tarde. Muy tarde para él.
Se adelantó tapándole la visión grotesca de la cabeza a Sakura y la envolvió en sus brazos. Ella temblaba. No debía ser nada agradable ver a un ser querido muerto, pero ver solo su cabeza sin ojos, puesta a modo de exhibición en una plaza era otra cosa aún peor.
La lluvia que caía sobre ellos parecía ser un elemento ideal para el escenario en el que se encontraban.
Ella lloraba en su pecho mientras seguía temblando. La escuchaba respirar con dificultad y aquello le preocupaba. Tenía que sacarla de allí en seguida antes de que alguien se diera cuenta de que ocurría algo raro. Hasta ese momento nadie les había prestado atención, pero en aquel momento Sakura estaba en un estado lamentable y en cualquier momento alguien podría tratar de comprobar qué le ocurría a aquella joven.
- Voy a sacarte de aquí en seguida, no te preocupes. – le susurró.
Ella se apretó con más fuerza contra su pecho. Naruto volvió a abrirse paso de nuevo, esta vez en sentido contrario empujando a un par de personas en su odisea por salir de allí y abandonar aquella escena cuanto antes.
No podía creer lo mal que habían resultado ir las cosas al final. No iba a ser nada sencillo sacar a aquel hombre del castillo, pero contaba con que lograrían hacerlo los dos juntos. Nunca habría imaginado que acabarían con él antes de lo previsto. Lo sentía sin duda por Sakura. Estaba tan decidida a rescatar a aquel hombre, con una fuerza de voluntad impresionante… y había encontrado una cabeza clavada en una pica. Una cabeza sin ojos ni lengua, completamente cubierta aún de sangre y con una letrero con grades letras que lo clasificaba como un traidor.
Naruto no podía llegar a imaginar cómo debía sentirse en aquel momento.
Ean95- Aprendiz
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
por fin conti pero que triste pobre sakura y que horror debió haber sido ver el cuerpo de su ser querido así espero que pueda superar esta nueva perdida y que naruto la ayude en esto además ya quiero que le den a sasuke y madara malditos T-T y obvio que todos los roces que estan teniendo sakura y naruto en su relación se soluciones espero pongas la continuación pronto.
aduzumaki- Sennin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
TTnTT que mal....pobre sakura...
mi kokoro se ha roto kakashi por que....
y que mal para ella primero perder a sus padres y de ahí
a sus seres queridos y solo le quedaba
kakashi....y el ....TTwTT ..
%&/#$ madara
ya quiero ver como llevaran esto...
espero la continuación...
Saludos!!! conti...conti..
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
mi kokoro se ha roto kakashi por que....
y que mal para ella primero perder a sus padres y de ahí
a sus seres queridos y solo le quedaba
kakashi....y el ....TTwTT ..
%&/#$ madara
ya quiero ver como llevaran esto...
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Miu Misaki- Clan Seiryuu
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Lamento mucho retrasarme tanto, pero es que no tengo demasiado tiempo para escribir.
Pero ya dije que no iba a dejar la historia hasta acabarla, y por ello, aquí traigo nuevo capítulo.
Gracias como siempre por los comentarios
Hasta luego
Pero ya dije que no iba a dejar la historia hasta acabarla, y por ello, aquí traigo nuevo capítulo.
Gracias como siempre por los comentarios
- Capítulo 24.:
- Regresaron sobre sus pasos, hasta llegar al lugar donde habían dejado los caballos hacia un buen rato. Ambos estaban sentados con la espalda apoyada en el grueso tronco del gran árbol. Las nubes, producto del hechizo de Naruto, comenzaban a retirarse poco a poco. Hacía un buen rato que había dejado de llover y todo lo que quedaba era el húmedo suelo ahora cubierto de barro y lodo.
Por suerte, las enormes raíces del gran árbol donde estaban apoyados, estaban secas y no corrían el riesgo de mojarse. Unas suaves gotas caían muy de vez en cuando de las copas de los árboles y empapaban aún más la tierra, ahora convertida en barro.
Naruto se sentía acorralado. No sabía qué hacer ahora. Estaba claro que Sakura no lograría levantar cabeza después de aquello. Y desde luego, si lo hacía, no sería fácil seguir adelante. Sabía que Kakashi era la última persona de su antigua vida que le quedaba. Al menos la única persona tan cercana como lo habían sido sus padres. Y estaba muerto. Muerto de la peor manera posible, decapitado después de haberle arrancado los ojos y cortado la lengua. Con solo pensarlo, se le ponía el cuerpo malo y le provocaba un pequeño escalofrío que lo hacía temblar.
Sakura seguía temblando a su lado, con la cabeza oculta en las rodillas y sus brazos rodeándolas. El pelo, húmedo y sujeto en la trenza que siempre llevaba, le caía hacia a un lado. Naruto la tenía envuelta en un abrazo protector.
Él sabía que ella no paraba de llorar y lamentarse por lo ocurrido. Sabía que no podía hacer nada, pero tampoco quería quedarse de brazos cruzados sin hacer nada. Quería a Sakura, la quería demasiado. Y si ella sentía dolor, él también.
No era nada justo para ella pasar todo aquello. Pero no estaba sola y todos podrían ayudarla a superarlo. La muerte de sus padres seguía tan reciente como la lluvia, y ahora debía añadir la de Kakashi. No sabía cuánto tiempo le llevaría, pero él la ayudaría a sobrellevar todo aquello costara lo que costase.
De pronto oyó un ruido a unos metros de donde se encontraban. Había sonado como una rama gruesa al partirse. Podría ser un lobo o también podía tratarse de alguien que podría delatar su posición. Si los descubrían seguro que, de tratarse de alguien del pueblo, darían la voz de alarma al ver a la princesa perdida.
No podía dejar que aquello pasase. Si habían parado allí, había sido para que Sakura se recuperase un poco de la conmoción de ver la imagen grotesca de Kakashi.
- Cerezo, enseguida vuelvo. – dijo levantándose.
Ella alzó la cabeza.
- ¿Dónde vas? – preguntó secándose las lágrimas.
- A comprobar una cosa. – contestó. – Tú no te muevas de ahí.
No le gustaba un pelo dejar a Sakura sola, y mucho menos en el estado en el que se encontraba, pero quería asegurarse de que no había imaginado aquel ruido y encargarse personalmente de ello.
Caminaba cauteloso y con zancadas pequeñas para evitar que se le hundieran los pies en el barro. El aire olía a madera y a tierra mojada; el viento volvía a soplar de una forma agradable. Los árboles, en los que empezaba a haber un atisbo de hojas, enredaban sus ramas unas con otras. Las nubes habían dejado paso ya a la luz del sol, y el cielo presentaba una tonalidad blanca azulada.
Oyó de nuevo un ruido tras él y rápidamente llevó la mano a la empuñadura de su espada listo para defenderse. Aquel ruido había sonado muy cerca, mucho más cercano que el anterior. Pero cuando Naruto se dio la vuelta no vio a nadie. El presentimiento que había sentido antes de llegar al pueblo, regresó como un ramalazo al instante.
Y cuando había decidido regresar junto a Sakura, lo escuchó. Escuchó como ella gritaba. Era un grito de socorro, no había duda de ello.
Naruto no perdió tiempo, y, dando media vuelta, echó a correr hacia su posición. Poco le importaba en aquel momento el barro, que lo hacía avanzar despacio debido a que se le hundían las botas con cada zancada que daba.
Ya podía verla. Estaba donde la había dejado, pero tenía una espada rodeando su cuello, y, tras ella, uno de los hombres de Madara, que la empuñaba, con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
- ¡Cerezo! – gritó mientras se acercaba, apenas sin aliento.
Sintió como alguien lo empujaba desde atrás y calló de bruces en el barro. Tuvo el tiempo justo para quitarse el barro de la cara, antes de que su agresor lo agarrase por la capucha de la capa y lo levantara del suelo.
- Bueno, bueno… ¿Su majestad ha disfrutado del baño? – dijo una voz a su lado.
Sasuke en persona estaba junto a él con una sonrisa torcida y triunfal. Llevaban ropas lujosas, en calidad de la posición que ahora ocupaba. El pelo, negro como el carbón, lo llevaba repeinado hacia atrás dejando a la vista sus negros y penetrantes ojos. A Naruto le pareció que los tenía un poco rasgados, como una serpiente.
Y por la forma de moverse que tenía, parecía que los estuviera esperando.
- Sasuke… - pronunció Naruto con desprecio. - ¿Qué rayos haces aquí?
- Eso debería preguntarte yo a ti, querido primo. Estas – extendió los brazos. – son mis tierras.
- Sabes de sobra que nada de esto te pertenece.
Sasuke soltó una carcajada.
- El Rey, que en paz descanse, me convirtió en su legítimo heredero antes de morir.
- ¡Cómo te atreves a mencionar a mi padre! – gritó Sakura.
Naruto vio un fuego en sus ojos. Y pensó que de haber estado Sasuke más cerca, habría intentado hacerle daño. Si había algo que era mejor no mencionarle a Sakura era el tema de sus padres. Si Sasuke se atrevía a mentar a Kakashi, a Naruto no le cabía duda de que Sakura no se quedaría donde estaba.
Sasuke miró a uno y a otro un par de segundos antes de decir:
- Tenía la certeza de que estabais juntos, pero os he estado observando un buen rato y habéis acabado por confirmarme mis sospechas. ¿Qué diría El Rey al verte con un zarrapastroso como él?
- ¡Te he dicho que no menciones a mi padre! – volvió a gritar Sakura con más fuerza. – Y no vuelvas a decir eso de Naruto él es más hombre de lo que tú jamás serás…
- Hazla callar, Juugo. – ordenó Sasuke.
El enorme caballero que la tenía aprisionada, le dio un golpe, que a Naruto le pareció leve. Bastó, sin embargo, para dejar inconsciente a Sakura en un abrir y cerrar de ojos.
Quiso ir a socorrerla, pero a él también lo mantenían sujeto un par de caballeros y solo pudo dar un paso antes de que tirasen de él y regresase a la misma posición.
Sasuke rió.
- Tranquilo, Naruto. Juugo es muy cuidadoso con su fuerza y no le ha hecho daño.
- ¡No vuelvas a ponerle la mano encima! – le dijo apretando los dientes. - ¿Qué mierdas haces aquí? No voy a repetirte la pregunta.
- Eso es algo que no te importa, primo. – le dijo serio. – De lo único que deberías preocuparte es de no cabrearme.
Naruto esbozó una irónica sonrisa.
- ¿A ti? ¿Y qué me vas a hacer tú? ¿No te estarás refiriendo a Madara?
Sasuke le golpeó tan fuerte en la mandíbula que pensó que se la había desencajado.
- Nunca más, ¿me oyes? Nunca más vuelvas a burlarte de mí. – le advirtió.
Naruto notó el sabor metálico de la sangre que emanaba de su labio partido. Sasuke le había dado con muchísima fuerza, se ve que el comentario le había molestado mucho más de lo él había pensado. Estaba seguro que ya se le estaba empezando a hacer un moratón en el mentón. Le dolía a rabiar, pero no iba a darle a Sasuke el gusto de verlo quejarse. Así que apretó los dientes para intentar aguantar el dolor.
Sasuke volvió a golpearle. Esta vez le dio un puñetazo en el ojo que le partió la ceja izquierda. ¿Desde cuándo era Sasuke tan fuerte?
- ¿Me has oído?
- Te he oído, maldita sea. – respondió Naruto de mala gana. - ¿Y ahora qué vas a hacer con nosotros. – preguntó mientras echaba una mirada a Sakura, que estaba en los brazos de aquel enorme tipo. Le dieron ganas de apretarle el precuezo.
- Os llevaré al castillo y allí ya decidiré qué hago con vosotros.
Naruto se removió inquieto. ¿Al castillo? En realidad no debía sorprenderse, ¿dónde si no iban a llevarlos? También podrían haberlos matado a ambos allí, pero, por la mirada de Sasuke, intuyó que planeaba algo para ellos. Y no le gustó nada.
Pero estaba el aura negra que envolvía al castillo. No le había gustado ni un pelo. Si entraba allí, ¿quién le decía a él que aquella aura no le debilitaría o lo mataría? Se había sentido un poco débil cuando había puesto un pie en aquella plaza y solo estaba a cuatro pasos del castillo.
Por primera vez en mucho tiempo, Naruto se sentía indefenso.
- Bueno, en marcha. – vio como Sasuke hacía un gesto y lo último que vio antes de que lo golpeasen y todo se volviera oscuro, fue la siniestra sonrisa que se dibujó en su rostro.
Sakura vio removerse a su lado a Naruto. Parecía que ya se estaba despertando. No había querido moverlo desde que ella misma había despertado, y seguía bocabajo en el frío suelo de piedra del calabozo donde ambos se encontraban.
Ese maldito de Sasuke los había pillado a ambos solos y se había aprovechado de la situación. No sabía cuánto tiempo llevaban ambos allí abajo, pero el sol se pondría pronto.
Tampoco había ido nadie a darles algo de comer. O al menos aquel asqueroso pan mohoso con el que “alimentaban” a los prisioneros, y estaba muerta de hambre.
Le habían quitado todas sus armas y se sentía indefensa. No se había sentido así desde hacía mucho tiempo. Y para colmo, volvía a estar encerrada en un calabozo en su propio castillo. Y era poco probable que esa vez consiguiera salir de allí. Nadie tenía tanta suerte.
Estaba mirando la marca de sangre seca del suelo, y que nadie se había molestado en limpiar, cuando había notado como Naruto empezaba a moverse.
Se secó rápidamente la lágrima que le resbalaba ya por la mejilla al verlo incorporarse. Al darse la vuelta, no sin esfuerzo, pudo ver que presentaba un aspecto algo lamentable. Tenía un par de moratones en la cara, en la mandíbula y por encima de la ceja. El labio y la ceja los tenía partidos y restos de sangre seca le cubrían la mitad de la cara, teñida por lo tanto de rojo. Si había sido Sasuke, no se había molestado en cambiar la zona de los golpes. Las heridas tenían mal aspecto y parecían estar infectadas. Además tenía las ropas cubiertas de barro.
- ¿Cere…zo? – musitó mientras se incorporaba.
- No te muevas, estás herido. – le dijo mientras lo ayudaba a levantarse. – Ven, siéntate aquí.
Lo ayudó a sentarse en el tablón de madera que había sujeto a la pared de piedra por unas cadenas. Naruto se apoyó contra la pared con su ayuda.
- Mírate, estás horrible. – le dijo tocando con cuidado el moratón de la mandíbula. Naruto hizo una mueca. – Perdona. – se disculpó ella.
- Me duele mucho, ese maldito de Sasuke tiene mucha fuerza. Más de la que recordaba. – añadió jadeando.
Sakura entonces recordó que Sasuke había llamado a Naruto primo. ¿Sasuke y Naruto eran familia? Eso quería decir que Itachi también lo era.
Fue entonces cuando pensó que en realidad ella no sabía nada de Naruto, y, sin embargo, él lo sabía absolutamente todo de ella.
Una vez más, quedaba demostrado que Naruto era demasiado receloso y reservado. Aunque muchas veces había llegado a pensar que él no confiaba en ella y por eso no le contaba la mayoría de las cosas. Cada vez que pensaba en ello, en que Naruto no confiaba en ella lo suficiente, un miedo se instalaba en su corazón casi automáticamente. Miedo, a que por culpa de su esquiva aptitud, llegase a perderlo para siempre. Y ahora que había perdido a tanta gente, se aferraba más a la idea de que podía perder también a Naruto.
También estaba el tema de que había notado raro a Naruto las últimas semanas. Y en algunas ocasiones incluso había pensado que trataba de decirle algo. Algo importante además.
Y sabía que todavía no estaban bien. Sentía que Naruto y ella se había distanciado un poco desde la discusión de la última noche que habían pasado en La Mina. No quería seguir así por más tiempo, lo detestaba.
Por eso mismo, se armo de valor y decidió preguntarle a Naruto por su relación con Sasuke e intentaría averiguar qué era aquello que tanto lo preocupaba.
- Oye, Naruto… - él, que tenía una pequeña mueca e intentaba respirar con normalidad, giró la cabeza para mirarla. – Es que hay algo que no deja tranquila.
- Tú dirás, Cerezo.
- ¿Estamos bien? Quiero decir… es que… - balbuceó. – Necesitamos hablar, Naruto. – dijo por fin seria.
Naruto tomó aire y lo soltó calmado. Luego una sonrisa de tranquilidad se dibujó en su rostro.
- Es un alivio que tú también lo creas, ¿sabes? – le dijo animado. – Yo también me he dado cuenta de que hace unos días que apenas nos tocamos o hablamos, o incluso, estamos a solas. – le cogió la mano y entrelazó sus dedos con los suyos. – Y no dejo de pensar en que quizás hice algo que te molestó, como no apoyarte con los de Kakashi o…
Se calló y tosió un poco. La dificultad por respirar seguía estando allí y él parecía haberse olvidado de ellos y había cogido carrerilla al hablar.
- Habla más despacio, Naruto. – le pidió ella preocupada. – Y tú no has hecho nada que me haga enfadar. Al contrario, eres la persona más importante en mi vida ahora mismo… y… Y no quiero perderte a ti también. –dijo al borde del llanto.
Bajó la cabeza. No quería que Naruto la viera llorar de nuevo como en el bosque. Quería evitarle el mal rato de verla sufrir porque sabía que con ello también sufría él.
- Y no me vas a perder, Cerezo. – le dijo calmado mientras le levantaba la cabeza con suavidad por el mentón y lo hacía mirarlo a los ojos. – Te prometo que estaré contigo siempre.
Los ojos de Naruto parecieron emitir un breve brillo cuando pronunció la palabra siempre, pero fue solo un instante. Parecía tan sincero y a la vez seguía siendo tan ausente con ella en lo referente a sus dudas.
- Eso no puedes prometerlo, Naruto. Y lo sabes. –replicó secándose las lágrimas.
Él, sin embargo, sonrió.
- Pero puedo intentarlo, ¿no?
Sakura se quedó en silencio unos segundos, observando al joven que tenía delante. De repente, todo lo que ella quería decirle, se quedó en sus labios. Naruto sabía mejor que nadie cómo se sentía ella porque él también había perdido a muchos de sus seres queridos. Y en una sola noche además. Él lo sabía, y estaba allí, junto a ella, haciéndole una promesa que tal vez nunca llegase a cumplir. Estaba a su lado, agarrándole la mano, mirándola con aquellos ojos azules y llenos de calidez, seguro de sus palabras.
Y Sakura supo, que a pesar de todo, él la amaba de verdad y sin ninguna duda como le había dicho siempre; al igual que ella. Que nunca podría amar a nadie como amaba ya a Naruto, a pesar de que él no fuera del todo sincero con ella, porque él ya ocupaba aquel lugar en su corazón, y nadie más podría ocuparlo nunca.
- Puedes intentarlo y espero que lo consigas. – él le secó una lágrima que resbalaba por su mejilla.
- Lo conseguiré, eso te lo aseguro. – la besó en la frente –. Pero estoy seguro que aquí no es donde acaba esta conversación, ¿me equivoco?
Sakura negó con la cabeza amedrentada.
- ¿Me prometes que vas a ser sincero conmigo siempre? – preguntó.
- Pues claro. – respondió él con una sonrisa.
- Naruto, ¿es cierto que tú y Sasuke sois parientes? – soltó de sopetón.
Naruto suspiró.
- Sabía que me harías esa pregunta tarde o temprano, Cerezo.
- ¿Lo es o no? – insistió.
- Tú misma lo oíste llamarme primo, ¿no? Pues entonces no hay más que decir.
El tono que empleó para responderle le dio la pista de que no quería hablar de ello. Pero quería saberlo costara lo que costase y él había prometido que sería sincero con ella.
- Me has prometido que serías sincero conmigo.
Naruto giró la cabeza para evitarle la mirada, pero ella lo tomó por la barbilla y lo hizo mirarla de nuevo.
- Por favor. – le rogó –. No soporto que me ocultes cosas, Naruto. Hace que crea que no confías en mí.
- ¡Pero tú sabes que sí confío en ti!
- No estoy tan segura de eso sabiendo que no quieres contarme cosas, que te guardas muchas para ti mismo.
- ¿Cuándo me he guardado yo cosas? – preguntó ya nervioso.
- Muchas veces. Estas últimas semanas, sin ir más lejos. Has estado muy raro, como si hubiera algo que te preocupase… Incluso he llegado a pensar que querías decirme algo importante y que no te atrevías.
Naruto tragó saliva y se humedeció los labios con la lengua, pero esta vez no le apartó la mirada. En lugar de eso, se puso nervioso. Se sacudió el pelo, alborotándolo como siempre que se sentía así y tomó aire.
Pero no habló.
- Con esa actitud solo demuestras que lo que digo es cierto. – acusó ella.
- Cerezo… - resopló –. Te lo contaré, ¿vale? – ella asintió –. Si que hay algo que lleva semanas en mi cabeza y que no me dejaba dormir. Y tiene que ver contigo.
- ¿Con… conmigo? – dijo preocupada.
Él asintió y volvió a cogerle la mano.
- Estaba nervioso por la idea de decírtelo y sabía que en algún momento notarías algo. Por eso intentaba actuar como siempre, pero era difícil sabiendo que tenía relación contigo… Bueno, en realidad con nosotros. – dijo con una pequeña sonrisa.
Sakura vio que su mirada había cambiado y atisbó a ver de nuevo aquel brillo tan curioso. Naruto le sonreía más calmado, pero continuaba estando nervioso. Además, ahora estaba aún más intrigada con lo que quería decirle al saber que los unía a ambos y no solo a ella.
Naruto le acariciaba la mano con uno de sus dedos.
- Cerezo, llevo semanas pensando en hacerte una petición. Una petición formal. – le costaba hablar y Sakura no sabía si era de lo nervioso que estaba o si se encontraba mal de nuevo. – Estoy asustado. –añadió riendo.
- La que está asustada soy yo, ¿se puede saber qué es lo que tratas de decirme?
Naruto cogió aire, se puso serio y empezó a hablar con una nota de decisión en su voz.
- Sakura Haruno, princesa heredera al trono de Itenwer, sería para mí un gran honor que, cuando todo el mal que ahora mismo asola nuestros reinos acabe, te conviertas en mi esposa.
Sakura se quedó estática tras escucharle. ¿Aquello era lo que había mantenido a Naruto tan ausente aquellas semanas? Estaba buscando la forma de pedirle que se casase con ella. A pesar de todas las preocupaciones por su reino, por la gente de La Mina y de estar a la altura del papel que le había tocado asumir hacia poco; él seguía pensando en ella. Había estado con aquella idea semanas, nervioso por pedírselo de la mejor manera posible y ella, en un arrebato, había provocado que él se lo pidiera en un calabozo mugriento, oscuro y maloliente de su castillo donde ambos estaban prisioneros. Se sentía como la peor persona del mundo en aquel momento.
- Lo siento, Naruto. – dijo ella en un leve lamento.
- ¿Qué? ¿Por qué? – pregunto alarmado. – No quieres que nos casemos. ¿En eso? Si no quieres no pasa nada…
- No es eso. – lo cortó ella. – Es que te he hecho pedirme algo tan importante para ti, algo que llevabas semanas pensando con cuidado… En un sitio como este. – dijo recorriendo con sus ojos el calabozo. – Me siento una persona horrible.
Naruto suspiró aliviado. Por un momento había pensado que Sakura le estaba diciendo que no quería casarse con él. Con lo que le había costado soltar aquellas palabras, si ella le decía que no, sería un duro golpe. Pero ella tenía razón en que aquel lugar no era, ni de lejos, el lugar más adecuado para pedir algo así.
Pero él no había tenido elección. Era eso, o seguir discutiendo.
- No te preocupes por eso. – le dijo sonriendo. – Lo he hecho porque para mí eres lo más importante y no quería seguir discutiendo.
Ella lo miraba callada.
- Además, tienes razón. – musitó mientras le apartaba un mechón de la cara. – Es cierto que me guardo muchas cosas. Y que ya lo he hecho más de una vez. Soy un idiota. – susurró.
- Sí.
- No hace falta que me martirices tanto, Cerezo.
Sakura rió.
- No. Sí a la anterior pregunta. Cuando esto acabe, me casaré contigo.
Naruto esbozó una enorme sonrisa. Con el labio partido y el rostro prácticamente lleno de sangre, daba bastante miedo.
Posó ambas manos en las mejillas de Sakura, secándole algunas lágrimas que todavía marcaban su rostro, y sin dejar de sonreírle.
- ¿Sabes qué me has hecho la persona más feliz en este momento? ¿Lo sabes? – insistió sin poder contener la emoción.
- Claro que lo sé. – respondió ella riendo.
Naruto se acercó más a ella sin dejar de sonreír y la besó. Pero fue apenas un suave roce, pues se apartó enseguida, al hacer los labios de Sakura contacto con su labio partido.
“¡Maldito Sasuke!” pensó. Por su culpa no podía besar a Sakura. Toda la felicidad por la respuesta positiva que ella le había dado ante su proposición quedó en segundo plano.
- Esos golpes están hechos con saña, no hay duda de ello. – dijo Sakura examinándolos. – Fue Sasuke, ¿verdad?
Naruto asintió.
- Apuesto a que ahora lo odias aún más.
- Puede sonar infantil, pero sí. Adoro besarte, Cerezo.
Sakura rodó los ojos.
- No me refería a eso, idiota. – le reprochó con una sonrisa. – Me refería al hecho de que nos haya encerrado aquí y te haya golpeado.
- Ah, sí. No sé cuándo se volvió tan… - suspiró.
- ¿Tan…?
Naruto se apoyó de nuevo en la pared. Se sentía más cansado por momentos. Sin duda, tal como había pensado, el aura del castillo lo debilitaba. Al menos lo hacía lentamente, pero si permanecía allí mucho tiempo, podría llegar incluso a morir.
- Tan oscuro. – acabó.
- ¿Es que antes no era así? – preguntó curiosa.
- Para nada. – respondió él. – De hecho, de niños éramos muy parecidos.
- ¿Quieres contármelo?
Naruto no pensó en darle una negativa. Sabía que en muchas ocasiones había pensado en hablarle a Sakura del pasado, de cuando era el joven príncipe de Aquo y no un habitante de un bosque temido por muchos. Pero no se atrevía porque tenía miedo de que, al volver a pensar en el pasado, regresasen las pesadillas.
Quería evitar regresar a un pasado tan doloroso, porque le recordaba a todo lo que había perdido. Y sobre todo a sus padres.
Quería dejar el pasado atrás y centrarse en el presente. Pero le había prometido a Sakura que sería sincero y por ello, haría un esfuerzo.
- Claro. – dijo al fin. – Empezaré por el principio de todo. El reino de Aquo, como sabes, vive del mar. Nunca faltó nada y la economía nos iba genial. Hasta que llegó Madara, claro. – dijo con ironía. – El caso es que siempre le fue genial y nunca tuvo problemas mi reino.
“Mi abuelo, el Rey, gobernaba desde hacía mucho tiempo solo. Enviudó hacía muchos años debido a que una fuerte enfermedad se llevó a mi abuela.
Pero, llegó el día que ya estaba demasiado cansado para seguir reinando. Y por ello, mi padre tendría que tomar el relevo.
En Aquo había tres príncipes. Mi padre, era el mayor de todos. Luego le seguían el padre de Sasuke, Fugaku y por último Madara. Mi padre, en palabras de Jiraya, poseía una fuerte aura, pero no las facultades para que creciera en poder y llegase a convertirse en mago. Fugaku presentaba las mismas características. Pero Madara no.
Madara era el único que había podido llegar a ser un mago.
Mi padre y mi tío Fugaku, estaban casados desde hacía un par de años con dos princesas de las Islas del Norte y Fugaku ya había tenido un hijo fruto de ese matrimonio.”
- Itachi. – interrumpió Sakura.
- Eso mismo. Itachi. Mi madre y la de Sasuke estaban embarazadas de ambos. – prosiguió. – Sasuke nació en julio, ante que yo, que nací tres meses después, en octubre. Itachi y Sasuke siempre fueron unos niños muy amigables y simpáticos y los tres solíamos jugar juntos siempre.
“Todo iba bien como ya te digo. Pero el día que mi abuelo, ya cansado, se retiró, mi padre fue coronado Rey. A Madara aquella idea nunca le había hecho demasiada gracia y durante años había estado suplicando a su padre que le permitiera a él reinar en lugar de a su hermano, es decir mi padre.
Pero mi abuelo siempre se negaba ante aquella idea. Tal vez sabiendo que el corazón de Madara no era como los demás. Que estaba sumido en la oscuridad desde hacía mucho tiempo.
Y a partir de ahí, las cosas fueron a peor.
Yo tenía tres años cuando, una noche, me desperté sobresaltado por culpa de una pesadilla que ahora no recuerdo. Como siempre hacía cuando tenía una pesadilla, acudía a la alcoba de mis padres. Y eso hice. Pero aquella noche mis padres no estaban allí.
Al salir de la alcoba, no pude evitar oír voces que procedían de la biblioteca. No tuve culpa de oírlas. La biblioteca estaba cerca de las alcobas y aquellas voces sonaban como las de mis padres y las de alguien más.
Yo siempre he sido muy curioso, y más de niño. Por ello, decidí investigar por mi cuenta lo que ocurría.
Sigiloso como un gato, bajé las escaleras y me encontré con la enorme puerta de la biblioteca del castillo. No perdía nada por intentar colarme para poder escuchar la conversación que allí estaba teniendo lugar. Pero tampoco tuve que hacerlo.”
Sakura escuchaba callada a su lado su relato. No emitía ningún sonido, salvo su respiración, que se aceleraba con cada palabra que salía de la boca de Naruto.
“Pude distinguir, ahora que estaba más cerca, las voces de mis padres y de Jiraya. Hablaban de mis tíos. Aquella mañana habían ido a cazar y acababan de encontrarlos en el camino del bosque que llevaba al castillo. Al parecer los había atacado algún tipo de animal y no habían vivido para contarlo.
Mis tíos vivían en su propio castillo, al igual que Madara. Pero era costumbre que cada dos meses, se reunieran todos como una pequeña reunión.
Discutían por el destino de mis primos, Itachi y Sasuke. Hasta aquel momento, solo habían intervenido las voces de Jiraya y las de mis padres, pero entonces, la de Madara también lo hizo.
Esa noche dijo que él se ocuparía de la educación de Itachi y Sasuke, ya que él no tenía hijos y no quería tener que dejarlos allí, al cuidado de mi padre, sabiendo que estaba muy ocupado con sus labores reales.”
- Era mentira, ¿verdad? – preguntó Sakura.
- Pues claro que lo era. Yo entonces era muy pequeño y no sabía nada acerca de magia, pero Jiraya me lo contó una vez. – se humedeció los labios. – Me dijo que aquella noche, había visto en Madara una gran oscuridad, pero que supo ocultarla demasiado bien. Y que si Madara quería encargarse de los dos huérfanos, no era por otra cosa que porque había visto en ellos oscuridad.
- Y no se equivocaba, ¿no?
Naruto negó con el dedo.
- No lo hacía, no. Pero tampoco contó con que Itachi lo traicionaría. Pero siguiendo con la historia. – dijo dándose cuenta de que se había ido del tema. – Mi padre, después de mucha negativa, al final acabó cediendo.
“A la mañana siguiente, Madara y mis padres contaron a Itachi y Sasuke lo ocurrido. Como lloraron aquel día es algo que nunca se me va a olvidar. Itachi y Sasuke tenían ocho y tres años cuando todo aquello pasó. Itachi ya era lo suficientemente mayor como para pensar que llorar era de débiles, pero aún así lloró a sus padres sin importarle nada. Y en cuanto a Sasuke, era muy pequeño y fue el que peor lo pasó.
Después del entierro, Madara se despidió llevándose a mis primos a su castillo. Y no volví a verlos hasta dos años después.
Parecía que algo había cambiado en ellos, no sentía que fueran ellos mismos, los de siempre. Estaban más fríos, más distantes… serios. Y era porque Madara estaba influenciando en sus mentes y corazones. Su meta era volverlos oscuros, no sé para qué.
Aquel año fue el último que vi a mis primos. Madara y mi padre discutieron por algo, no sé de qué, Jiraya nunca me lo dijo. Solo sé que Madara ya no era bienvenido allí.
Mis teorías son que Jiraya se dio cuenta de que su poder había crecido hacia el mal y advirtió a mi padre. Quizá él le avisó de que no intentase nada contra él o la corona, incluso puede que me mentase a mí o a mi madre… Y por ello Madara desapareció y no regresó hasta que no transcurrieron tres años y se hizo con el reino.”
- Y eso es todo, Cerezo. – acabó de relatar. – Madara se llevó a Itachi y a Sasuke y algo les metió en la cabeza, porque los cambió para siempre.
- Pero Itachi está de nuestro lado. – alegó Sakura.
- Sí, y es un alivio que él al menos no cayera en la oscuridad como Sasuke. – dijo apenado. – Pero no es ni de lejos aquel niño, Cerezo. El Itachi de 24 años, que tú conoces, tuvo que madurar muy deprisa y ha tenido que soportar mucho dolor. Y es por eso que es así de distante. Pero, - objetó. – su corazón no está ennegrecido como el de Sasuke.
- Entonces sea lo que sea lo que les hizo Madara a él y a Sasuke, no funcionó con él.
Naruto se mordió el labio con cuidado de no hacerlo en el corte.
- No. Itachi casi cae en la oscuridad, pero fue el recuerdo de sus padres… y de los míos, lo que hizo que no lo hiciera. Pero me ha contado que hizo cosas horribles de las que no se siente orgulloso.
- Pobre. Ahora entiendo que sea así. – dijo Sakura.
Naruto la abrazó por los hombros atrayéndola y ella se dejó caer sobre su pecho. Mientras le contaba todo eso, Naruto había ido notando como sus fuerzas disminuían poco a poco. Tenía que salir de allí cuanto antes o nunca podría hacerlo.
Había perdido gran parte de sus energías mágicas y no creía posible poder hacer algún hechizo para echar la puerta abajo, o mover algunas rocas.
Estaba en un aprieto, y de los grandes además. ¿Debía contárselo a Sakura? Sabía que sí, pero no quería preocuparla más de lo que ya estaba. Cuando lo había visto golpeado la había visto demasiado inquieta, sin saber lo qué hacer. En realidad no le sucedía nada, salvo los golpes y la sangre que le cubría la parte izquierda de la cara, pero a medida que avanzaba el tiempo se había ido sintiendo más y más débil.
- Oye, Cerezo. – ella alzó la cabeza para mirarle. – Lo que te voy a decir… es malo.
- Malo, ¿cómo? – exigió saber.
- Muy… malo. – dijo intentando no sonar muy aquejado.
Ella le rozó la mejilla cubierta de sangre con el pulgar.
- Dime lo que ocurre.
- Si no salgo de aquí… podría morir.
La última palabra hizo que Sakura notase un pinchazo en el corazón. Como si una enorme daga le apuñalase el corazón y se quedase allí clavada. Lo que Naruto acababa de decir era horrible. Había notado que se iba cansando poco a poco, pero lo unió con la idea de que estaba cansado y Sasuke le había golpeado.
Y ahora le decía aquello.
- ¿Cómo? No puede ser. ¿Por qué? – balbuceó nerviosa.
- Es el castillo. Lo envuelve un aura oscura que influye de manera negativa sobre mí y me va robando energías. – explicó. – Que no haya comido nada… no ayuda.
- En ese caso tenemos que salir de aquí cuanto antes.
- Lo sé. El problema es cómo. No puedo usar mis poderes. ¡Ah! – se llevó una mano a la cabeza mientras se quejaba de dolor.
Sakura se incorporó preocupada y lo hizo mirarla.
- ¿Qué te pasa? ¿Qué tienes? – preguntó sin saber que hacer.
- Ha sido… ha sido… solo un leve pinchazo. – declaró para intentar tranquilizarla. – Ya se me ha pasado.
- Pues si no puedes usar tu magia, ¿cómo pensabas salir de aquí? – preguntó regresando al tema.
- Bueno, tú lo conseguiste una vez, ¿no?
Sakura recordó la treta con la que había engañado al guardia para poder escapar.
- Eso no va a funcionar otra vez Naruto.
- Pues entonces, estoy perdido. – declaró.
Sakura se abrazó a él con fuerza por el cuello. No quería ni pensarlo siquiera, no quería pensar en Naruto muerto. En vivir sin él, sin verle cada día. Sin su sonrisa, sin sus caricias, sin sus palabras de amor… sin todo lo que él representaba. La fuerza que él le infundía desaparecería si él lo hacía.
No quería un mundo sin Naruto. ¿Cómo se habían podido torcer tanto las cosas?
Hasta luego
Ean95- Aprendiz
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En El Gran Bosque.
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
no naruto no puede morir y justo cuando le dice a sakura que se quiere casar con ella jajaja pobre le toco soltar la sopa en un lugar horrible en vez de en un lugar hermoso y especial claro que aunque halla sido en un lugar así fuer hermoso, maldito sasuke, maldito madara y me seguirás haciendo maldecir solo espero que encuentren la forma de salir rápidamente del castillo por dios que horror que no tengas mucho tiempo para escribir porque me dejas con ganas de leer más siempre en fin esperare por el próximo capitulo.
aduzumaki- Sennin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Debido a que llevo tantísimo tiempo sin actualizar, por problemillas personales y falta de tiempo, no sé si continuaré el fanfic.
Si alguien quiere que lo continúe que lo diga. Si nadie quiere, pues con todo mi pesar, habrá que cerrarlo.
Bye.
Si alguien quiere que lo continúe que lo diga. Si nadie quiere, pues con todo mi pesar, habrá que cerrarlo.
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Ean95- Aprendiz
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Ean95 por favor continúa lo No pude responder antes mi pc murió y no tenia forma de entrar al foro y estoy desde una tableta odio estar así no se si seré la única que espera la conti desde hace mucho tiempo espero pongas conti.
aduzumaki- Sennin
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