Atrapada [TP] [OS]

Y bueno, tenía un tiempo sin dejar nada por aquí así que me animé, la verdad la idea surgió para el concurso de la revista pero me pasé del limite de palabras. Para que no se pierda lo posteo aquí. Espero les guste.

“Es suficiente” Te escucho decir.

Mi mente está viajando por miles de galaxias, girando fuera de control. El olor a desinfectante golpea mi nariz y me marea aún más. Trato de mover mis manos pero fríos ganchos metálicos las mantienen inmovilizadas.

Atrapada.

Es difícil el abrir los ojos. Trato de forzarlos a hacerlo pero fracaso. Maquinas a mi alrededor suenan, haciendo pitidos y chasquidos, recordándome a los grillos del campo. Trato de imaginarme afuera al aire libre. Se siente como si hubiese pasado mucho tiempo.

Mi mente pinta para mí un paisaje en el cual vivir.

Una gentil brisa acaricia mi rostro, soplando a través de mi cabello haciéndolo bailar al ritmo de una desconocida melodía. El sol brilla, cálido y acogedor. Las aves cantan una dulce sinfonía entre ellos mismas.

Comienzo a caminar hacía una casa en la distancia. Cuando la alcanzo, escucho voces hablando y riendo. A través de una ventana los veo a todos. Especialmente a ti.

Mi mano está en el pomo de la puerta y comienzo a girarlo. De repente una gota de sudor se abre camino por mi frente. Tan pronto como estoy a punto de abrir la puerta, tiran de mí lejos de ahí.

Siento algo perforar mi piel. ¿Una inyección, tal vez? Nunca lo sabré.

El campo, la casa, el pomo. Todo desaparece. Lucho por volver a la imagen pero fracaso de manera irremediable. Me pongo rígida, mis ojos podrían empezar a sangrar de lo fuerte que los estoy presionando, pero tengo miedo.

Escucho voces murmurando, están hablando de mí. Les escucho decir que quizás nunca pueda despertar, para siempre en un estado de sueño, sin saber lo que está pasando. Un hombre, doctor supongo, dice que tengo una muy pequeña oportunidad de recuperarme, que no guarden mucha esperanza.

Pero están equivocados, ¡puedo oírlos!

Quiero gritar y decirles que estoy ahí, que puedo oír y que no estoy dormida. Trato de alcanzarlos pera nada se mueve. Intento abrir los ojos pero no puedo.

Es entonces cuando sucede otra vez.

Estoy al aire libre pero esta vez en un lugar diferente y una yo distinta. Tengo seis años. Estoy en una piscina, ahogándome lentamente o al menos eso pienso. No puedo respirar. Veo una mano tratando de alcanzarme y sacándome del agua. Estoy en el suelo, intentando respirar. Pasan algunos minutos y luego volteo hacia la persona que me salvó. Intento ver su rostro pero no puedo.

Todo se vuelve negro.

Ahora me duelen los ojos. Todo lo que quiero hacer es abrirlos y ver los colores a mí alrededor. Verte.

Me siento frustrada y quiero hacer berrinche pero no puedo. No puedo hacer nada.

El sonido de las maquinas se hace más fuerte, y noto un zumbido viniendo de otra. Escucho pasos a través de la habitación. Gotas de agua en algún lugar. ¿Quizás lagrimas? ¿Alguien está llorando por mí? Quizás ese alguien eres tú. Solo puedo esperar que sea así.

Pasa de nuevo.

Estamos sentados en el suave césped de una pradera, tirando de la grama. Reímos y tú comienzas a trenzar mi cabello. Es divertido vernos, a ti y a mí, desde la distancia. Es como ver a otra yo o más bien ver una película de nosotros. Muevo mi mano intentando tocar el césped bajo mis pies, pero una vez más no puedo.

Estoy encerrada.

Veo como todo comienza a desaparecer. Tú, la otra yo, el césped. Todo desaparece excepto yo. Comienzo a gritar pero no se escucha.

Estoy de vuelta en la oscura cueva sin ninguna luz, solo el sonido de las maquinas. Me gustaría que alguien viniera y hablara conmigo.

Así es como se siente, pienso. Estar atrapada como una presa preocupada por su cazador. Sin lugar para moverse, nadie que pueda ayudarme. Sola.

Comienzo a pensar en cosas nuevas de una vez más pero tengo miedo. No quiero que me los arrebaten otra vez.

Recuerdo algo que pasó hace poco tiempo.

Estas sentado conmigo en el hospital. Mis manos están sudando. Las limpio en mi pantalón. Siempre odié los prístinos pisos blancos y las paredes blancas de los hospitales. Me enfermaban. Ahora tengo una razón para odiarlos aún más.

El doctor fue a buscar mi reporte. Tú sostienes mi mano y dices algo para calmarme.

Mi mente es un desastre. Formando mil posibilidades, nuevas cosas horribles que podrían pasar, pero hay una pequeña esperanza.

Comienzo a jugar algo en mi cabeza para relajarme un poco. Intento contar las lozas visibles del piso. Ciento noventa y seis. Luego comienzo a hacer una lista de palabras en mi mente, palabras sobre cómo me siento.

Ansiosa. Nerviosa. Asustada. Aterrorizada. Inquieta. Impaciente. Vacía. Hueca. Congelada.

Eso me mantiene ocupada, siempre me han gustado las palabras. El doctor está de vuelta, tu agarre en mi mano se hace más fuerte. Intento respirar profundo antes de que el doctor comience a hablar. No puedo.

Lo veo hablar. Sus labios se siguen moviendo pero no puedo oír nada. Todo cesa.

Tu agarre en mi mano se aún más fuerte, si eso es posible, y aprietas la mandíbula. Tus ojos muestran una expresión que no puedo explicar.

Supongo que son malas noticias. Ni siquiera quiero saber que está mal. Es mejor así.

Me guías hacía afuera susurrando cosas como “Estoy aquí”, “Todo estará bien”, pero no será así, ¿o sí?

Ahora mismo soy la prueba de eso. Estoy en esta cama.

Nada está bien. Nunca lo está. Nunca lo estará.

Estoy de vuelta en la cueva oscura. Tengo la mente en blanco, escuchando los sonidos emitidos por las maquinas, pasos, puertas abriéndose y cerrándose.

Todavía no me gustan los hospitales, todos parecen fríos y distantes. Como monstruos. Solo monstruos que están tratando de salvar persona. No puedes llamar a personas así monstruos, ¿verdad? Pero yo lo haré.

Me pregunto cómo has estado todo este tiempo.

SI has tomado tu bebida favorita o si has visto el último episodio de Sherlock. Dios, amo ese programa. ¿Alimentaste a Kyubi a tiempo? ¿Has salido con nuestros amigos? ¿Has pensado en mí y llorado?

Espero que lo hayas hecho.

Sé que soy egoísta pero de alguna retorcida manera me hace sentir mejor.

Inesperadamente siento un frío hasta los huesos, recordando la pérdida de la calidez de tu mano sobre la mía. Lloro lagrimas invisibles porque sé que no saldrán.

Pero siento agua en mis mejillas. ¿Es el suero de hidratación o mis lágrimas?

Espero que sean mis lágrimas. Por favor, Dios. Quiero ser capaz de hacer algo.

Estoy a punto de darme por vencida y caer en el interminable agujero, pero una parte de mí, una parte retorcida y egoísta no está dispuesta a rendirse todavía.

¿Por qué no se nos dice cuando niños, que no todo es felicidad y arcoíris? ¿Por qué nos leyeron todos esos cuentos de hadas que garantizaban un final feliz?

¿Por qué fuimos sugestionados con ese engaño? ¿Por qué?

¿Únicamente para que un día todos esos sueños sobre ese mundo cubierto con azúcar se despedazaran mostrándonos el real y para nada mundo de hadas?

Es muy tarde.

Estoy llena de ira y rabia cuando de repente un recuerdo llega a mí. Me veo a mi misma de niña, con miedo de hacer amigos. Aprendiendo cosas nuevas poco a poco. Creciendo y disfrutando la vida haciendo las cosas que amaba. Cuando era una adolescente, queriendo seguir mis sueños y nunca rendirme cuando me decepcionaran.

Nunca rendirme.

Cuando me probara ser digna del mundo. Agradeciéndome el no escuchar a las otras personas desanimándome y luchar por lo que quería.

Luchar.

Cuando te conocí fue cuando me di cuenta de que siempre hay alguien que realmente puede entenderte y amarte por quien eres y no por lo que tienes. Las pequeñas cosas que resaltaban.

No estaba lista.

De ninguna manera estaba lista para dejar todo. De ninguna manera estaba lista para vivir una vida en el olvido.

Dicen que tu vida entera pasa frente a tus ojos antes de que puedas tomar tu último aliento. Puedo decir que algo como eso me pasó. Todo lo que era, soy y por lo que quiero luchar. No dejaría que una cueva oscura me venciera. Quería luchar por todos a mí alrededor, especialmente tú.

Me dejo ahogarme en recuerdos, dejándolos comenzar un incendio que con suerte sería suficiente para despertarme. Y eso hicieron, pero cuando menos lo esperaba un diluvio se cernió sobre mí cuando recordé la forma en que me mirabas. Tus ojos azules tan profundos con una calidez tan acogedora, quería verlos otra vez.

Sentí que alguien me sacudía, justo como mi madre lo había hecho en mi primer día de escuela. Un empujón para hacerme enfrentar lo que estaba por delante.

Respiré con fuerza y mis ojos se abrieron.

-FIN-