El Sueño Eterno

Los rayos del sol atravesaban el cristal del dormitorio del Septimo Hokage. El universo era realmente enorme. El mundo en el que vivían también. Sin embargo un rayo de luz solar se había colado por la ventana de Naruto dándole justamente en los ojos.

Obviamente no tuvo mas remedio que ceder y terminar por despertarse.  Pero toda la pereza del mundo se le pasó cuando a su lado vio tumbada a su Sakura-Chan. Llevaban medio año viviendo juntos y estaban a punto de casarse dentro de un par de meses.

Sin hacer mucho ruido, decidió ir a la cocina y prepararle un desayuno especial a su prometida. Y no solo su prometida, también era la futura madre del hijo que llevaba en su vientre. Estaba siendo una mañana gloriosa.

Tras diez minutos enredando por la cocina terminó por preparar todo un surtido de apetecibles desayunos, seguro que con alguno acertaría. Y siempre podía comerse todo lo que ella no quisiese.

- ¿Donde estabas? - Preguntó Sakura al ver que Naruto volvía a la habitación. Aunque estaba muy sonriente.
- Preparándole el desayuno a mi princesa. - Contestó Naruto con una sonrisa en el rostro. Le habría gustado despertarla el mismo, pero no había podido ser.

Estuvieron casi toda la mañana juntos. Estar con Sakura era realmente lo que le hacia feliz. Pero no solo eso, también tenia muchos trabajos que atender. Después de todo era el Hokage. Se despidió de su Sakura-Chan con un beso y se fue directo a la oficina.

- ¡Llegas tarde! - Le gritó medio enfadado su asesor.
- Lo siento mucho Shikamaru. Me entretuve con Sakura.
- Pervertido, que esta embarazada. - Le contestó su amigo.
- ¡No hicimos eso! - Naruto sonó avergonzado diciendo aquello.
- Bueno, ya te he hecho el trabajo sucio. He asignado las misiones a los equipos de Gennins. - Shikamaru habia sido sin duda el apoyo perfecto que un Hokage necesitaba, siempre estaba del lado de Naruto. - Pero ahora tienes reunion en el cuartel Anbu. Así que ya puedes ir marchándote.

Naruto suspiró, acababa de llegar y ya tenia que irse. Por suerte el edificio principal Anbu estaba bastante cerca. Fue directamente al despacho del Comandante.

- Buenos días. - Saludo muy contento Naruto.
- Buenos días Naruto. - Le contestó Sasuke, su mejor amigo.

Sasuke era el Comandante del Anbu. La máxima autoridad de las fuerzas de élite. Aunque su objetivo era ser Hokage, nunca tuvo ningún resentimiento hacia Naruto. De hecho ahora se llevaban increíblemente bien. Sasuke ya se había casado y también esperaba un hijo.

Estuvieron charlando un rato, Sasuke le dio el informe sobre las misiones del ultimo mes. Despues el le entregó nuevas misiones para la semana entrante. Era algo que hacían cada mes.

Aunque últimamente el grupo de elite no tenia muchas misiones pues despues de la Gran Guerra Ninja habia paz y solo paz. Siempre había bandidos y ninjas renegados pero no había vuelo a haber ningún conflicto importante.

Tras una larga jornada de trabajo, a Naruto no le esperaba otra que volver a casa. Con su familia. Llevaba todo el día echando de menos a su Sakura-Chan. Así que volver a su hogar era lo mejor del mundo.

Pero se llevó una grata sorpresa al ver que no estaba solo Sakura allí. Estaban todos sus amigos y familiares. El primero en darle un abrazo fue su mentor Jiraiya que siempre había estado a su lado.

Esta fiesta no era por nada en particular, simplemente porque eran felices y ya esta. Al buscar a su prometida la vio hablando con su madre, con Kushina que siempre estaba cerca de Sakura para ayudarla en todo.

Minato se acercó a su hijo para felicitarle por su increíble labor como Hokage. Cambien le dijo todo lo orgulloso que estaba de el. Por un instante una lagrima de felicidad empezó a caer por su rostro.

Pero todo se hizo extraño cuando de repente la imagen se congeló. Todos se quedaron quietos mientras una voz se manifestaba en su cabeza.

- "Esto es lo que podrías tener." - Sonó en su interior una voz que había olvidado.

Empezando por su padre, que era el que estaba mas cerca, hasta Sakura que era las mas alejada empezaron a desmoronarse como si fuesen de arena. Y después su visión de una casa y una Konoha idílica se fragmentó como si de un espejo se tratase. Rompiéndose en mil pedazos.

Una vez mas la realidad le golpeó en su rostro de la peor manera posible. Estaba arrodillado en el suelo, totalmente derrotado y herido. No le quedaba mas energia que para mantenerse consciente. Delante de el estaba Obito Uchiha mirándole fijamente.

Ladeó su cabeza y no pudo ver mas que miles y miles de muertos. No quedaba nadie con vida allí. Sasuke había sido el ultimo en morir. A pesar de sus casi divinos ojos, no pudo hacer nada contra el poder abrumador del Jinchuriki del Juubi.

Pero no solo el. También Madara y los demas Edo Tensei habían sido destruidos por el poder de Obito. Y toda la Alianza Ninja también. El cadáver que mas dolor le provocaba a Naruto era el de Sakura. A tan solo diez escasos metros de el.

Había muerto mientras intentaba curar a todos los ninjas posibles. Una muerte rápida y prácticamente indolora. Pero junto a ella no había mas que un rastro de muerte y devastación.

- Tal y como te dije. Ya no queda nadie que te recuerde. Nadie por quien luchar. Naruto. - Obito se acercó a el poco a poco al decir aquello.
- Mátame y acabemos con esto. - Naruto se había resignado por fin al poder de Obito.
- Lo que has vivido. Solo era un Genjutsu. Pero durante esos segundos. ¿Has sido feliz?
- Por supuesto. - Naruto no vaciló al decir aquello.
- No lo he hecho para regodearme. Era para enseñarte lo que te ofrezco. - Naruto miró a Obito mientras decia aquello. Le sonaba extraño.
- ¿Por qué dices esas cosas en lugar de matarme? - Naruto estaba muy confundido.
- Porque tu representas todo lo que me habría gustado ser. Representas todos mis sueños de la infancia. - Obito sonaba realmente nostálgico diciendo aquellas cosas.

Los dos se quedaron mirando fijamente unos segundos. Ante el enorme campo de muerte y destrucción que se había convertido aquello. La visión de miles y miles de cadáveres era algo abrumador. De hecho, incluso los cadáveres de las personas importantes para Naruto parecían perderse entre el mar de muertos.

- Todos tus amigos están muertos. Aunque me matases no tendrías a nadie con quien estar. Por eso Naruto, solo dame coge mi mano. Y crearé un mundo perfecto para ti y para mi. Donde podamos ser felices.  - Dijo Obito tendiendo su mano a Naruto. - Borraré todos tus recuerdos sobre esta guerra o Akatsuki. Simplemente creeras a ciegas la felicidad que yo te daré. Por que para ti sera tu vida.

Obito había alargado su brazo. Naruto lo miró durante varios segundos. Unos segundos realmente largos.

- Solo coge mi mano.

Naruto suspiró amargamente y sonrió sintiendo que había sido derrotado completamente. Si, al final Obito Uchiha le había vencido.

Alzó su mano y sujetó con firmeza la del Jinchuriki del Juubi. Ya nada importaba. Quería que el dolor desapareciese. Solo quería obtener una felicidad como la que acababa de soñar.