Esclavitud [4/4 - 23/04/2013]

Naruto caminaba lentamente por los pasillos del palacio de Orochimaru. Tan despacio que de vez en cuando los guardias tenían que recordarle que debía ir más rápido. Acababa de convertirse en el gladiador más longevo de la historia. Se convertiría en una leyenda. Se escribirían libros sobre él.

Pero bien lejos de ser feliz, nunca en su vida había estado tan abatido y deprimido. Era muy irónico. Como irónico fue su reencuentro con Sakura Haruno, la esclava que era su compañera de celda. Al verdad sintió algo crecer en su interior.

Algo que al crecer eliminaba toda la tristeza. Casi se olvidó de todo. Solo quedo felicidad y alegría al verla. Sakura corrió hacia él y le dio un abrazo con toda su fuerza. Como siempre, toda la mañana había estado acompañada de ese temor a perderle. Ya había vivido aquella sensación más de quince veces… y aun así era siempre igual.

- Me has tenido
- ¿Muy preocupada? – Preguntó Naruto hablando por ella.
- Sabes que sí. – Dijo después besándole.

Su relación tenía en la misma tónica de siempre. Pasaban juntos todo el día, lo único que no hacían necesariamente juntos era la lectura. Pero solían tumbarse juntos en la cama a leer cuando lo hacían.

Naruto sentía que ahora mismo Sakura era lo único bueno de su vida. La única cosa que le aportaba paz y felicidad. Cuando estaba sin ella mil dudas azotaban su mente. A su lado solo pensaba en ella. Ella se había convertido en la fuerza para seguir.

Para Sakura, Naruto representaba la liberación de sus cadenas. La luz entre todas las tinieblas. Un pequeño cumulo de esperanza entre tanta desolación. E igual que a su lado le embriagaban miles de emociones positivas. Cuando él no estaba el miedo a perderle inundaba su corazón hasta sumirlo en las tinieblas.

- Ya estoy aquí… - Dijo Naruto suspirando sobre el cuello de Sakura.
- Sí. – Dijo Sakura feliz.

Naruto la soltó y sujetó su mano, se quedaron en silencio unos segundos observándose. Aquel día pasó como todos. Comieron juntos a los pocos minutos, pasaron toda la tarde en la cama. Después cenaron y pasaron toda la noche en la cama. No es que tuviesen mucho más que hacer en verdad. Pero no era como para quejarse tampoco precisamente.

Al día siguiente, Naruto volvía a estar en el Coliseo esperando su combate. Estaba en la arena, había salido ya con su espada en mano. Pero esta vez sin casco, ya no había motivo para hacerlo. Todos conocían su verdadera identidad.

Naruto, esa era la palabra que resonaba por todo el estadio. Inundando sus oídos y haciendo que se sintiese todavía peor. Recordándole todas las vidas que cargaban sobre su espalda. Todas las veces que mató solo para seguir vivo. Se había quedado paralizado, cerró los ojos. Sus enemigos estaban corriendo hacia él.

- “No puedo… hacerlo.” – Pensó Naruto sin abrir los ojos.

“Quédate a esa puta para ti. Pero el día que mueras en la arena… venderé… no… regalaré a Sakura al peor prostíbulo de todo el Imperio. No durara viva ni una noche.” Esa frase resonó en la mente de Naruto pronunciada por la horrible voz de la persona que más odiaba en el mundo.

Naruto abrió los ojos con rabia matando en un momento a la persona que estaba a punto de acabar con él. No podía hacerlo, no podía paralizarse. La vida de Sakura estaba colgando entre las manos de Naruto. No se lo jugaría, no podía hacérselo a ella.

Con el sonriente rostro de Sakura en su mente, los mató. Acabó con ellos con más precisión que nunca. Naruto era imparable, o así le veían todos. Y el mismo se había encargado de dar esa sensación.

Todo lo demás fue muy confuso, no quiso ni escuchar la ovación del público. Volvió de nuevo al interior del Coliseo y sin más reparos se dejó llevar hasta su maldito hogar. Allí tuvo su reencuentro con Sakura.

- Naruto. – Dijo ella contenta al acercarse a él, pero se detuvo a un metro. - ¿Ocurre… algo? – Preguntó asustada al ver que Naruto miraba al suelo.

Naruto alzo sus manos hacia Sakura, por un pequeño segundo llegó a parecer que iba a cogerla por el cuello. Pero lo que hizo fue abrazarla por esa zona, atrayéndola hacia el y apoyando su cabeza sobre el hombro de la pelirrosa. Ella solo le correspondió el abrazo.

- Naru… - Sakura no terminó.

Naruto empezó a llorar, o eso era lo que le parecía a ella. Empezaba a sentir como su hombro se humedecía y también Naruto respiraba de una forma entrecortada. Si, Naruto estaba llorando.

Sakura se esforzó por separarse de Naruto. Parecía que él no quería separarse. Pero le hizo caso a ella. Se miraron a los ojos y Naruto parecía muy dolido. Sakura solo alzó su mano indicándole a Naruto que la cogiese.

Cuando lo hizo, ella le guió hasta la cama haciendo que Naruto se sentase, para que estuviese más cómodo. Una vez se sentaron Sakura le abrazó. Dándole a entender que allí estaba ella para él. Estuvieron abrazados cerca de cinco minutos.

- ¿Qué ocurre? – Preguntó Sakura triste.
- Lo odio…
- ¿A quién? – Preguntó Sakura preocupada.
- A mi… me odio… a mí mismo… - Dijo Naruto hundiéndose completamente.

Sakura abrazó con más fuerza a Naruto. Realmente tampoco sabía muy bien que decirle. Pero si sabía que estaba triste solo de verle a él deprimiéndose.

- ¿Por qué dices que te odias? – Preguntó Sakura separándose un poco de él.
- Odio lo que hago… es… horrible…
- ¿A luchar? – Preguntó Sakura.
- A matar… - Corrigió Naruto.

Sakura no sabía que decirle la verdad. Y le frustraba mucho esa sensación. Ardía en deseos de ayudarle.

- Pero no lo haces por placer… lo haces para vivir Naruto.
- Prefiero matar… a morir… - Dijo Naruto cogiéndole las manos.
- Yo lo veo normal Naruto… no deberías sentirte mal.
- “Sakura… yo me dejaría matar. Pero lo hago por ti… no quiero que te pase nada. ¿Pero cómo decirte que si me pasa algo tu…? No, no puedo decírtelo…” – Pensó Naruto muy frustrado y triste. – Gracias Sakura… gracias por animarme. – Fingió Naruto cogiendo su mano.
- Tú eres muy importante para mí. – Dijo Sakura acariciando su rostro. – Quiero verte sonriendo.
- ¿Yo te importo? – Preguntó Naruto sonriendo de verdad.
- Muchísimo Naruto… eres la persona más importante de mi vida. – Declaró ella.

Naruto se sentía feliz. Como siempre, era Sakura la parte luminosa de su vida. Se sentía totalmente hundido en la oscuridad. Pero había una pequeña luz que tiraba de él, dándole una oportunidad. Dándole una esperanza.

Naruto se lanzó sobre Sakura y la abrazó. Ella se dejó querer por él.

- Tú también eres lo más importa para mi… tu… eres lo único que importa. – Dijo Naruto haciendo que Sakura se sintiese igual de bien.

Naruto se separó un momento de Sakura, después acaricio su rostro. Y por último la besó. Sakura se estaba sintiendo muy feliz. Por un lado por fin había podido declararse un poco más a Naruto. El había hecho lo propio con ella. Y además se estaban besando.

Aprovechando que estaban abrazados, Naruto se tumbó en la cama haciendo que la pelirrosa quedase debajo de él. Después empezó a besarle por la zona del cuello y del hombro.

- Solo piensas en lo mismo Naruto… - Dijo Sakura posando sus manos sobre la espalda del rubio.
- Solo tienes que pedirme que no lo haga…

Silencio y nada más.

Una hora después, los dos estaban tumbados en la cama. Ambos desnudos y cogidos de la mano mientras los dos miraban al techo.

- Naruto… - Dijo Sakura llamando su atención. – Siempre tengo la curiosidad… ¿Cómo acabaste aquí? – Preguntó Sakura mirándole.
- Pues… yo siempre he sido huérfano. Mi padre murió mientras mi madre aun me llevaba en su vientre… y ella… murió al darme a luz. Me cuido mi tío Nagato junto a su mujer Konan. Al principio todo estaba bien. Pero cuando estaban a punto de tener un hijo biológico… creo que ya no les hacía falta. – Dijo Naruto cerrando los ojos con pesadez. – Cuando tenía doce años fui vendido. Trabajaba de sirviente… pero cuando crecí y el amo al que servía vio que podría valer como guerrero… me vendió a Orochimaru.

Sakura había satisfecho su curiosidad. Pero ahora no sabía muy bien que decirle para hacerle sentir mejor. Se acercó a él y se quedó abrazada apoyando su cabeza sobre su pecho.

- Mi padre debía dinero por unas deudas con apuestas en el Coliseo… ellos… mataron a mi padre y a mi madre. A mi… me… bueno ya te imaginas. Y después me vendieron a Orochimaru... – Sakura se sentía realmente triste al decir aquello.
- Definitivamente… soy un monstruo. – Dijo Naruto con una media sonrisa.
- ¿Por qué? – Preguntó Sakura extrañada.
- Porque no dudaría en matar a las personas que te hicieron eso… - Dijo Naruto mirándole a los ojos. – A cada persona que puso sus manos encima de ti…
- Tendrías que suicidarte entonces… - Dijo Sakura tratando de animar la conversación.
- Pero pensaba que conmigo te lo pasabas bien. – Dijo Naruto poniéndose encima de ella.
- Es verdad… a ti podrías perdonarte. – Bromeó Sakura abrazando a Naruto.

Naruto empezó a bajar su cabeza. Después besó a Sakura. Tras eso apoyó su frente sobra la de ella. Tenía un rostro serio, pero no parecía triste.

- Eres lo mejor que me ha pasado nunca… Sakura… quiero que estés a mi lado para siempre. – Dijo Naruto haciendo que Sakura se sonrojase.
- ¿Para siempre? – Preguntó ella sintiéndose realmente bien.
- Solo si tú también quieres. – Dijo Naruto tras volverla a besar.
- Pues claro que quiero Naruto. Si fuese por mí ni saldrías por las mañanas de esta habitación. – Dijo ella apoyándose su frente en el cuello de Naruto. – Si fuese por mí no te soltaría nunca.

Los días continuaron. Naruto se sentía mal en realidad. Pero estar con Sakura le traía alivio y le hacía poder seguir adelante. Los combates también fueron sucediéndose. De hecho Naruto había logrado aquella mañana su victoria número 70. Tras ella, le habían llevado de nuevo a su habitación, sin embargo no pudo tener ni cinco minutos a solas con Sakura hasta que viniesen a buscarle.

- Orochimaru quiere verte. – Dijo un guardia mirando a Naruto.
- Ahora vengo. – Dijo Naruto mirando a Sakura.
- Hasta ahora. – Dijo ella sonriendo.

Naruto fue llevado como siempre hasta la habitación de Orochimaru. Él estaba en su mesa como siempre, no entendía como alguien con tanto dinero se hundía en burocracia solo por tener algo más.

- No me digas. ¿Has preparado mi regalo por la septuagésima victoria? – Preguntó Naruto muy irónicamente. – No quiero nada.
- Vamos Naruto… hablas sin saber. – Dijo Orochimaru sonriendo.

Se levantó de su silla. Para andar unos pasos y sentarse en su propia mesa. Mirando a Naruto fijamente a los ojos. Se quedó en silencio unos segundos.

- ¿Te has fijado en el estadio hoy? No estaba ni a la mitad de su capacidad. En tus últimos veinte combates estuvo lleno a rebosar. – Dijo Orochimaru entrecruzando sus manos.
- ¿Me vas a echar la bronca por no llenarte el aforo?
- Simplemente he entendido… que lo que la gente quiere no es un campeón. La gente lo que quiere es la intriga de saber si el campeón anterior será derrotado. Saber si el nuevo aspirante quiere morir. Naruto entiéndelo… la gente ya no te quiere. – Dijo Orochimaru.
- ¿Debería sentirme mal? – Preguntó Naruto.
- No sabes cómo me pone tu indiferencia Naruto. – Dijo haciendo que el rubio mirase hacia otro lado. – Pero a lo que iba, que me distraes. No puedo tenerte luchando hasta que dejes una marca imbatible para el próximo campeón. ¿100… 200 victorias? No puedo dejar que las consigas. – Naruto no sabía muy bien a donde quería llegar.
- ¿Y qué va a pasar ahora?
- No puedo dejar que sigas luchando. ¿Qué puedes hacer ahora? Tenerte limpiando mi habitación es un poco brusco para alguien de tu potencial. ¿No crees? – Preguntó Orochimaru.
- Deja de andarte con tantos rodeos.
- Te voy a liberar. – Dijo haciendo que Naruto se quedase impactado.
- Pero… ¿Por qué? ¿Qué ganas… con eso? – Preguntó Naruto muy extrañado.
- Muchas cosas en verdad. La primera… fama. Quedaré como Orochimaru el justo que le dio la redención al gran Campeón del Coliseo. Sera un buen empujón a mi carrera política. Además los gladiadores empezaran a luchar con mucho mas deseo. Pensando en la libertad como premio por sus victorias. Todos salimos ganando Naruto. Yo gano fama y poder, los gladiadores ganan esperanza… y tú la libertad.

Naruto se quedó durante unos segundos sin decir nada. Asimilando todo lo que Orochimaru le acababa de decir.

- Para hacerlo todo mejor… ya he hablado con algunos de mis amigos para que corran la voz. De hecho algunos quieren contratarte como guardia personal. Es tu día de suerte supongo. Ah… estoy triste. Tienes que prometer que vendrás a verme de vez en cuando.

Naruto seguía sin decir nada, a Orochimaru se le hacía raro que no hubiese respondido su último comentario.

- Sakura… ella… se viene conmigo. – Es lo único que dijo Naruto.
- Vamos Naruto… esto no es una negociación. Ella es mía y no tengo por qué hacerlo. Ella solo es una escl… - A Orochimaru se le iluminaron los ojos. – Ah… ya veo… - Dijo sonriendo.
- Dices que tengo ya trabajo si quiero. Está bien… la compraré. Pagaré su precio…
- Eso no es justo Naruto. Para mi Sakura solo es una esclava más. Pero sin duda… para ti es mucho más importante. Si me pagas su precio yo no gano casi nada… y tú lo ganas todo. No es justo para mí. ¿No crees? – Preguntó Orochimaru poniéndose de pie.
- … - Naruto no sabía que decir. – Solo quiero que ella venga conmigo… - Aquello parecía una súplica.
- Te propongo un trato entonces… Naruto. Tú me das lo que de verdad quiero. Lo que tú sabes que de verdad quiero. Y cuando salgas por esa puerta serás libre… y Sakura será tuya. – Dijo Orochimaru mirándole a los ojos.

Naruto tragó saliva, horrorizado. Lo que Orochimaru de verdad quería. Una desagradable sensación recorría toda su espalda. Naruto se dio la vuelta, viendo la puerta abierta delante de él.

- También puedes irte por la puerta ahora… y saldrás libre. Pero Sakura se queda. – Dijo Orochimaru mirando la espalda de Naruto.

El rubio empezó a caminar lentamente hasta la puerta. Se quedó unos segundos quieto mirando el pasillo. Suspiró y llevó su mano hacia la puerta. Cerrándola, quedándose dentro ante la satisfecha mirada de Orochimaru.

Poco más de una hora después, Naruto estaba caminando lentamente por los pasillos de aquel odioso lugar. Estaba muy serio. Pero esta vez no había guardias que le siguiesen. Ya no hacía falta, al fin y al cabo era un hombre libre.

En sus manos llevaba la llave de su antigua celda. Ya no había guardias custodiándola. Era de noche y Orochimaru le había dicho muy cariñosamente que podía quedarse allí hasta el día siguiente.

La introdujo en la cerradura y empezó a abrirla. Al entrar se encontró la curiosa mirada de Sakura. Que parecía sorprendida ante el hecho de que Naruto llegase solo, sin guardias y sin cadenas.

- ¿Qué pasa? – Preguntó Sakura viendo como Naruto cerraba la puerta detrás de el.

Naruto tragó saliva y fingió una sonrisa ante la atónita mirada de Sakura. Aquello casi que la confundió más todavía.

- Sakura… ahora… soy libre… - Dijo Naruto mirándola.

Sakura se quedó boquiabierta durante unos segundos. No supo muy bien que decir. Era una noticia realmente impactante.

- ¡¿De verdad?! Eso es genial. – Dijo Sakura muy contenta.

Se levantó corriendo de la cama y fue hasta Naruto para abrazarle. Naruto la abrazó también, sintiendo que realmente todo había valido la pena.

- Me alegro mucho por ti Naruto… de corazón… te lo digo de verdad. Pero… te voy a echar mucho de menos. – Dijo ella sonriendo y al borde del llanto a la vez.

Naruto se separó de Sakura y la sujetó por los hombros. Ella se quedó muy extrañada, Naruto seguía muy serio.

- Te equivocas Sakura. Tú no te quedaras aquí… vendrás conmigo. Por qué… ahora eres mía. – Dijo Naruto mirándola fijamente.

El rostro de Sakura empezó a iluminarse completamente. SI la noticia de Naruto le había tomado por sorpresa. Esta ahora era realmente increíble.

- ¿No bromeas verdad? Sería muy cruel… - Dijo Sakura mirándole.
- No es ninguna broma… es totalmente verdad. – Respondió el.

Unas cuantas lágrimas empezaron a recorrer el rostro de Sakura, se lanzó sobre Naruto abrazándole con toda su fuerza. Naruto correspondió aquel abrazo. Sakura parecía muy feliz, y eso alegraba el corazón de Naruto. Estuvieron casi un minuto.

- Pasaremos la noche aquí. Y mañana nos iremos… juntos. – Dijo Naruto yendo a por la ropa limpia que había en el mueble.
- Naruto… - A Sakura se le hacía muy raro que él estuviese tan serio. – ¿Cómo has… logrado… que Orochimaru aceptase a dejarme marchar a mí también? – Preguntó Sakura mirando la espalda de Naruto.

Naruto se quedó en silencio unos segundos, mientras llevaba su mano hacia la ropa limpia.

- Simplemente… se lo pedí… y ya está. – Naruto no sonaba muy convincente la verdad.

Sakura iba a volver a hablar, pero Naruto se dio la vuelta con la ropa en mano. Estaba fingiendo una sonrisa. Hasta sus sonrisas fingidas eran bonitas. Pero esta no hacía que Sakura encontrase calma.

- Me voy a dar una ducha Sakura… - Dijo Naruto empezando a caminar.
- ¿Quieres que vaya contigo? – Preguntó Sakura mirándole.
- No… hoy… prefiero ducharme solo si no te molesta. Estoy un poco cansado y… bueno me apetece… pensar un poco… - Dijo Naruto casi llegando al baño.
- Esta bien Naruto… como quieras… - Dijo Sakura mirando al suelo.

Naruto entró en el baño. Sakura se dejó caer sobre la cama tumbándose. Naruto había conseguido la libertad por sus victorias. Eso lo tenía claro. Pero… sin duda Orochimaru no era de las personas que hacían las cosas por pedirlas por favor.

- Naruto… - Dijo Sakura realmente triste pensando en él. - Gracias… - Dijo mientras empezaba a llorar. Tenía una pequeña idea de lo que había ocurrido, pues los gustos del esclavista más importante de Roma eran bien conocidos.

Sakura se quedó mirando el techo. Naruto realmente se estaba tomando su tiempo. Estuvo cerca de tres cuartos de hora en el baño. Pero al final salió. Al escuchar la puerta Sakura se levantó rápidamente y empezó a correr hacia él. Hasta casi colgarse de su cuello.

- Naruto… he estado pensándolo… y creo que hay una cosa que debes saber. – Dijo Sakura mirándole a los ojos.
- ¿El qué? – Preguntó intrigado.
- Es algo que se hace tiempo… pero que no me atrevía a decírtelo. Pero creo que mereces saberlo… - Dijo ella.
- … - La intriga estaba matando a Naruto.
- Tienes que saber que yo… te quiero… y… te quiero mucho… - Dijo Sakura apoyando su frente en el pecho de Naruto.

Naruto abrazó con fuerza a Sakura. Esperaba que aquel baño le calmase y le hiciese sentirse mejor. No lo había logrado. Pero aquellas palabras de Sakura le aportaron de nuevo felicidad y luz a su dolorido corazón.

- Sakura… yo también te quiero. Bueno… creo que en verdad se notaba. ¿No? – Preguntó Naruto haciendo que ella le mirase.
- No… no lo notaba. – Dijo ella entrecerrando los ojos.
- Bueno pues… te quiero. – Dijo el sonriendo, pero esta vez no parecía fingida.

Sakura sonrió feliz y besó a Naruto. Después le abrazó con fuerza. Pero se extrañó al ver como Naruto la apartaba de él, y la miraba fijamente a los ojos.

- Sakura… has de saber que yo no pienso obligarte a nada… en cuanto… salgamos de aquí serás libre. No serás esclava. Ni mía ni de nadie… serás una persona libre. Podrás… ir donde quieras.
- ¿Ir donde quiera? Eso… está muy bien. ¿Crees que podre ir donde estés tú? – Preguntó Sakura sonriendo.
- Claro, te he dicho que te quiero. – Dijo Naruto mirándola fijamente.
- Entonces… ahí quiero estar… a tu lado. – Dijo Sakura cogiendo su mano.

Naruto besó a Sakura. Después fueron juntos a la cama, ya era de noche. Aquel día no pasó nada. Simplemente se abrazaron y se durmieron. Sakura en el fondo lo entendía. Ella sabía bien lo que había pasado. Pero había decidido no decir nada hasta que fuese el propio Naruto quien lo hiciese.

Naruto empezó a trazar todo tipo de planes de venganza. Básicamente se imaginaba matando a Orochimaru miles de veces. Pero… había decidido que tras pasar tantos años encerrado como un esclavo, ahora era libre y ahora tenía también a Sakura a su lado.

Si mataba a Orochimaru, por muy bien que lo hiciese. Siempre estaría la sombra de un delito que podría llevarlo a prisión. Si lo pensaba bien, aquella noche había ganado más de lo que había perdido. No se jugaría su futuro junto a Sakura por una venganza. Simplemente se durmió, junto a su amada.

Al día siguiente Naruto y Sakura estaban en el patio frontal del palacio. Ambos estaban caminando poco a poco simplemente con las ropas que llevaban puestas no tenían nada más. Por fortuna Naruto ya tenía trabajo, y llevaba un día libre. Pero todos los peces gordos de la ciudad se lo estaban pujando para contratarlo como guardia personal.

Tener al gran Campeón del Coliseo como guardia personal era algo que proporcionaba mucha seguridad la verdad.

Pero Naruto había llegado a un acuerdo. No irían a vivir al hogar de nadie. Eso traería muchos recuerdos. Ellos tendrían su casa en algún barrio de Roma. Y Naruto simplemente cumpliría con su horario y nada más. Aun poniendo tantas condiciones aceptaron.

Siguieron caminando hasta que atravesaron la verja del castillo. Pisando el suelo más allá de los dominios de Orochimaru.

- Entonces… ¿Somos… libres? – Preguntó Sakura, como si al salir de allí era cuando empezaba a creérselo del todo.
- Si Sakura… lo somos. – Dijo Naruto girándose para mirarla.

Sakura sonrió y se lanzó a los brazos de Naruto abrazándole con fuerza. El correspondió aquel gesto, estaba realmente feliz.

- Entonces… ¿Vendrás conmigo? – Preguntó Naruto ofreciéndole su mano.
- Claro Naruto… te lo dije ayer… yo te amo. Yo ya no soy tu esclava… ni somos compañeros de celda… ahora somos… una pareja… - Dijo Sakura sonrojada y contenta.
- ¿Quieres ser mi novia entonces? ¿Querrás… casarte conmigo? – Preguntó Naruto sujetando las dos manos de Sakura.
- Si, si a las dos cosas Naruto. Te quiero. – Dijo sonriendo.

Naruto la abrazó una vez más. Si hacia cuentas había abrazado a Sakura mas veces que había luchado en el coliseo. Aquello hacia que se sintiese bien, como si de alguna forma le demostraba que no era un monstruo.

Se separaron y se cogieron de las manos. Juntos empezaron a caminar hacia el centro de la ciudad. Naruto había pedido que le adelantasen el primer mes de suelo. Así que sería un día largo. Tenían que decidir cuál sería su nuevo hogar. Comprar algo de ropa y comida.

Parecían cosas aburridas… pero extrañamente se sentían muy felices por pensar en aquellos detalles.

En una profunda oscuridad, ellos se encontraron el uno al otro. Convirtiéndose respectivamente en la luz que salvaría al otro. Y juntos, y solo juntos pudieron brillar con una intensa luz propia.

Ahora eran felices de verdad.