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That's not me
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Gracias Santo :)
Lalala ~~
La skin ha sido codificada y maquetada por Odxy para el foro NaruSaku. Las imágenes usadas no nos pertenecen, han sido realizadas por diversos artistas y las diseñadoras solo las han editado. Agradecimientos a todo el grupo de diseño por las nuevas imágenes utilizadas. También a LaufeysonSister y Pyrite Wolf de OSC porque sin sus tutoriales la mitad de las cosas que se han hecho en este foro no habrían sido posible.

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Mensaje por marifa Jue Jun 13, 2013 3:17 am

Todo alrededor se consume en llamas, el crepitar de su quemar es un canto sádico hacia la muerte. Más allá del bosque retumban tormentas, quizás deseosas de purificar aquel mundo plagado de penas. Un susurro convertido en llanto. No existe la paz sin haber desfilado por las guerras, ni la esperanza sin haber franqueado con anterioridad el amargo desconsuelo.

• •

-¿La oscuridad te intimida?- indicó mirando hacia las sombras del bosque, él otro negó a pesar que la oscuridad le consumía.
-Tendrás que mantenerte vivo- le dijo con voz áspera. Aquellas palabras fueron más una orden que una advertencia. Se fijó en los ojos, entre la nebulosa vista divisó que se convertían al carmesí. Izuna Uchiha asintió sin mostrar sentimiento alguno. 

El menor de ambos se levantó del tronco húmedo cubierto en musgo, después de unas cuantas zancadas se perdió entre las cortezas y arbustos. Su hermano por un momento deseo detenerlo, quizás hubiese querido hablar un poco más, pero no estaba en la naturaleza de los Uchiha ser expresivos y mostrar la debilidad que confería las emociones, aún menos para un líder que perdía la visión. Aunque en el corazón de Madara, se profesara un gran cariño por su hermano y por los otros cuatro perdidos en las pasadas guerras.

Tiempo después comprendería que el odio nacería para proteger el amor, ni él u otro hombre podría cambiar aquella realidad. La existencia de los shinobis siempre estaría atiborrada de dolor, sufrimiento y un vacío imposible de ser saciado.

• CIELO EN LLAMAS 

Aquella noche poseía algo diferente, un olor a carbón volaba por el aire y en el ambiente acaecía cierta sensación que erizaba la piel. Cerca de dos semanas habían pasado desde que estaban en el bosque, hacía apenas un día que se encontraban cerca del afluente que se convertía en la frontera natural entre los Senjus y Uchiha. Esa noche como las anteriores, la aprovecharían para hacer descansar a los hombres, afilar las armas y precisar los próximos movimientos.

Tobirama Senju miró hacia las copas de los árboles, durante todo el día se había sentido observado. La impaciencia le obligó a utilizar su habilidad sensorial en múltiples ocasiones, sirviéndole de poco. No había logrado sentir chakra enemigo, más sólo del ejército de más de cien hombres del cual formaba parte, en esta ocasión ni un solo niño. Estaba casi seguro que los Uchiha estarían cerca e inclusive podría jurar que olía su odio en cada brisa que se colaba entre los gruesos troncos. 

Las ramas en lo alto se estremecieron, un halcón de plumas castañas extendió sus alas volando lo más alto que alcanzó. El agudo gañido que salió de su pico fue casi burlón. Él Senju lo perdió de vista tras la penumbra, incapaz de ver el carmesí que brillaba de sus ojos. Ignorante del enemigo que se encontraba a menos de una legua, arriesgadamente cerca.

El dojutsu de Madara, le había permitido desarrollar una conveniente técnica en la que podría utilizar sus invocaciones como extensión de su sharingan, con ella era sencillo controlar la mente de las personas, las aves apenas y expedían chakra. Pero con mucha dificultad, había conseguido pobremente inutilizar la habilidad como sensor de Tobirama. Una vez recortaran aquellos cinco kilómetros que los separaban, la cualidad bloqueada, reaparecería y quien reaccionara con mayor rapidez tendría la ventaja. El Uchiha estaba convencido que gozaba de la superioridad.

Por su parte, Hashirama se encontraba en el perímetro oriente, juzgaba que de ser atacados sería por aquella zona. Con cada sentido llevado al límite, no le fue difícil notar un silencio casi forzado que le acompaño en más de la mitad el trayecto. Empuño con fuerza el kunai que llevaba entre los dedos, el metal pareció brillar con la luz de la luna. Tenía un mal presentimiento.

• •

La sensación de ser golpeado en el pecho le inundo las entrañas, después de eso logró percibir todo con mayor claridad. Tobirama fue capaz de advertir cerca de setenta hombres que corrían hacia ellos por el este. Peor aún, los otros tres flancos también serían atacados. No se permitió tiempo de maldecir, siquiera de acrecentar el sentimiento de culpabilidad que le comenzaba a embargar el cuerpo.

-¡Los Uchiha están acercándose!- gritó Tobirama.

La advertencia llegó demasiado tarde. Se logró escuchar el sonido del viento ser cortado por las armas. A los lejos, colosales árboles caían al suelo, su crujir se escuchaba como baladros de muerte. Los acontecimientos luego se precipitaron de forma impetuosa, los Senju fueron incapaces de reaccionar con templanza en los primeros instantes de aquel brutal asalto. 

Las primeras luces del día se llenaron de exclamaciones de dolor, el olor a sangre era fuerte y repugnante. Todo alrededor se sumergió en el caos. Los Fūma Shuriken remontaron por el aire. Aquella era el arma favorita de los Uchiha, con mayor envergadura y con las hojas ligeramente curvadas, era mucho más letal. Se incrustaron con facilidad en el cuerpo enemigo, desarticulando miembros y robando alientos.

Tobirama se quedó quieto en su posición, sabía que una vez desapareciera el efecto sorpresa, los generales al norte y sur iniciarían el contraataque, no por nada eran los mejores en Ninjutsu, Taijutsu y Genjutsu. Siendo esta última habilidad la que había rescatado mayor cantidad de vidas, cerca de la mitad de los hombres degollados eran solo ilusiones. Ahora era el turno de los Senju contraatacar.

• •

La arremetida al lado contrario, quizás fuese más sádica y la que acabaría con la mayor cantidad de shinobis. Hashirama había escuchado a sus espaldas el grito de su hermano y pasos apresurados que se acercaban desde el frente. Él Senju se colocó en posición de ataque y sus hombres al lado hicieron lo mismo. Vio hacia el fondo, hasta donde las sombras de los robles le permitieron mirar. Luego escuchó una gran explosión que les había dejado sordos por algunos segundos y el bosque de inmediato fue estrangulado por llamas rojas, tan rojas como la sangre.

Se dejó caer y rodó por el suelo, al verse sorprendido por la primer inmensa bola de fuego que pasó peligrosamente junto a él. Hashirama se puso de pie de un saltó al sentir la próxima esfera ardiente que pretendía darle de lleno sobre la espalda, la esquivó con relativa facilidad. Pero otras diez aspiraban atinarle desde distintos ángulos. Juntó sus manos, logrando utilizar uno de sus dos elementos. El jutsu de agua le protegió como un escudo de las terribles brasas y luego le ocultó bajo el vapor provocado por el choque.

Sin embargo, las explosiones siguieron arremetiendo sin compasión alguna. Sintió un ardor en su antebrazo izquierdo, las telas desaparecieron y había perdido las dos primeras capas de piel, mostrando el músculo que comenzaba a ampollarse. Lo miró con despreocupación y el cuero sanó de inmediato, obra del ninjutsu médico. 

Pero su suerte no era la misma para el resto de los Senju. A muchos de ellos el calor les inundó las fosas nasales, el ardor les quemó la garganta. Los tejidos afectados se secaron y rompieron como si tratasen de papel. Observó a su alrededor pequeños montículos carbonizados que se desperdigaban por el terreno consumido por las llamas. Fue allí cuando notó el nauseabundo olor provocado por la carne humana quemada. Los hombres heridos que gemían y berreaban. Empero, aún no había nada perdido, cuando la neblina se descompuso por completo, los hombres aún en pie se miraban afanosos y con deseos de luchar. Seguían siendo muchos y la batalla apenas daba inicio.

El fuego del exterior pareció más débil y las estocadas perdieron constancia entre una y otra. Aprovecharon aquel detalle, seguro ganado por la escasez de chakra enemigo. Los Senju atravesaron el bosque carbonizado, esquivando las bolas de fuego y luego miraron el río, el que cruzaron con sus pies apenas tocando las aguas. Una lluvia de shuriken y agujas senbo se impulsaron sobre los cuerpos del Clan Uchiha, que se encontraban sobre las ramas de los árboles aún sanos, muchos se precipitaron al suelo con un sonido hueco, tiñendo la tierra.

Una pelea de taijutsu y choque de armas se dio entre ambos bandos, más de treinta minutos habían pasado. Era una cuerda floja en la que nadie poseía la ventaja. Pero la ausencia del líder era evidente. “Da la cara Uchiha Madara” pensó Hashirama. Una explosión llamó su atención al oeste, donde se encontraba su hermano. Tanto la ausencia de Madara e Izuna sólo podía significar que estaban al otro lado del campo de batalla.

-Tatewaki- dijo Hashimara dirigiéndose a uno de los hombres más ancianos -Protege la retaguardia y no dejes que pasen el afluente- él hombre asintió -Iré a encontrarme con mi hermano y un antiguo amigo.

• •

El paisaje colmado de verde se había transformado, ahora solo quedaba la tierra desquebrajada, cuerpos muertos de aliados, otros de enemigos y el hollín flotando sobre el aire. Toribama transpiraba copiosamente, empuñando su catana. Izuna también llevaba consigo su arma desvainada, a su lado estaba Madara con los ojos acuosos y más ciegos que la noche anterior. Aquella destrucción le había pasado la factura, apenas lograba ver sombras borrosas y solamente cuando estas se movían. El Uchiha menor alcanzó percibirlo, a pesar de que su hermano lo disimulará con maestría.

-Me encargaré de Toribama Senju- dijo Izuna. 
-¡Cómo quieras!- replicó Madara -No se te ocurra perder.
-Sólo mira hermano- exclamó, con la ironía que confería aquella expresión. Madara asintió.
-Parece que los Uchiha tienen algo de honor- escupió Toribama, pasando la manos sobre el rostro, limpiando las gotas de agua salada -¿Pero qué pretendes hacer con mi hermano?- carcajeó un poco y luego miró sobre su hombro derecho.
-Creo que hoy hemos tenido suficientes perdidas Madara- explicó Hashirama, saliendo de entre los hombres del Clan Senju que aún seguían en pie -Por la amistad que alguna vez profesamos, olvidemos las disputas y…
-¡No le escuches Madara!- interrumpió Izuna -Esa paz que tanto proclama, es imposible. Por ellos, perdimos a nuestros hermanos- dijo con profundo odio.
-Estoy de acuerdo con él inútil- expresó Toribama -Déjamelo a mí Hashirama, cuando termine con él segundón, iremos por él otro y acabaremos con la patética existencia de todos los Uchiha.
-Tampoco olvides tú posición- le dijo, él otro arrugó el rostro e ignoró el comentario -Sé que será imposible detenerte- llevó la mano hasta el hombro de su hermano y acercó los labios a su oreja -Trata de no matarlo.
-Eso no te lo puedo prometer- respondió con una sonrisa burlona.
-¿Madara que harás?- preguntó el mayor de los Senju.
-He prometido que no interrumpiría- dijo el pelinegro -Si peleo contigo sería inevitable destruir aún más el lugar e interferir- él otro asintió -Nuestra pelea será después de que tú hermano muera.

Hashirama dio un paso atrás, fijándose en su hermano. Tobirama apretó con fuerza el acero en sus manos. Izuna de inmediato se lanzó contra su enemigo con la catana en lo alto, usaría su velocidad y fuerza para tratar de asestar de tajo el hombro derecho del Senju, que lo obligaría a soltar el arma. No solo provocaría una profunda herida que impediría movilizarse con naturalidad, sino que también lo dejaría a merced de la inutilidad de su miembro izquierdo.

Tobirama pareció entender el movimiento. Espero hasta el último instante, cuando el filo del hierro apenas cortaba las delgadas fibras de las pieles blancas sobre su hombro. Usando el ninjutsu espacio-tiempo, desapareció y reapareció al costado del Uchiha. Izuna nunca había visto tal velocidad y es que tampoco había sido testigo del Jutsu Volador del Dios Trueno. Él Senju lanzó el filo del metal justo hacia las costillas. Izuna detuvo la espada chocándola contra la suya, en un movimiento incomodo y luego esquivó la patada que pretendía desfigurarle el rostro. 

Saltó hacia atrás, alejándose del enemigo. Levantando polvo y aguardando el equilibrio. Izuna se irguió, lanzando una mirada asesina a su contrario. Sintió un calor que le inundaba las entrañas, era la emoción provocada por la batalla. De repente comprendió que en aquella lucha se jugaba la vida y que de cometer un error nuevamente, seguro moriría. Dio un paso más hacia atrás con la espada bien prensada entre el puño, sin perder de vista a su enemigo, analizándolo. Intuyendo cada movimiento gracias al sharingan.

El pelinegro se proyectó hacia el enemigo, la catana brilló bajo los incesantes rayos del sol. En pocos segundos arrojó estocadas contra la garganta, el vientre, la cabeza, el metal resonó al ser golpeado contra el otro. Tobirama bloqueaba todos los golpes. Izuna avanzó, esquivó el primer azote que envío el peliblanco y luego lanzó una estocada que se incrustó en el pecho enemigo. Retiró la espada, pero nunca apareció la sangre, el cuerpo fluctuó en un fluido pegajoso y acuoso, que se desintegró en un charco de agua.

Para cuando encontró a Tobirama con el poder del sharingan, esté había terminado una serie de sellos. Los cachetes se le inflaron y de su boca salieron proyectiles de agua, con una letalidad tal, que eran capaces de perforar las rocas. Izuna utilizó el mangekyo sharingan, invocando el Susanoo. Aquel enorme ser espiritual con forma de guerrero, rodeo y protegió al usuario con su esqueleto. De inmediato, el Uchiha sintió un gran dolor que afectó cada una de sus células. Por experiencia de su hermano, sabía que la técnica consumía energía vital e inevitablemente le provocaría la ceguera por la perdida de luz en la pupila. Por ello se había obligado a utilizarla en raras ocasiones, pasándole factura en aquel momento. No la manejaba con presteza. Una vez los misiles cesaron, el Susanno desapareció e Izuna respiraba con gravísima dificultad.

Tobirama corrió el trecho que los separaba y se esfumó antes que Izuna pudiese reaccionar. El Uchiha se sintió desguarnecido e impotente. De repente examinaba intranquilo cada movimiento, cada sombra que aparecía y desaparecía. No pudo evitar recordar las palabras de Madara, pidiéndole que no perdiera.

-¡Hiraishingiri!- exclamó Tobirama.

Izuna se encontró frente a frente al Senju, tan cerca que logró verlo a lo profundo de los ojos, aquellos que solo emanaban odio. El movimiento fue veloz y desapareció de la vista, se fijó al fondo donde su hermano lo veía con el rostro desfigurado por la sorpresa. Luego sintió el ardor al costado izquierdo, la carne siendo cortada y la sangre mojándole las ropas. 

Tobirama apareció a las espaldas del Uchiha, con el pomo de la catana tomada con ambas manos. Había sentido la curvatura del metal incrustarse sobre la piel hasta hundirse y quebrar las costillas, perforando los órganos vitales cercanos. Madara había percibido toda la pelea entre la nebulosa vista, corrió hacia su hermano antes que él otro le asestara un nuevo golpe. Antes de llegar al encuentro de Izuna, esté vomitó sangre y se desplomó contra el suelo.

-¡Izuna!- gritó Madara. Apoyó el cuerpo del herido contra él suyo y llevó su brazo sobre su hombro. Miró a Hashirama que parecía confundido.
-Madara… no puedes ganarme. Vamos a acabar con esto- propuso Hashirama, extendió su mano invitándolo a unirse -Si unimos a los Uchiha y Senju, esta guerra podrá acabarse- Madara silenció y pareció dudar.
-No lo hagas hermano- dijo con dificultad -No dejes que te engañen.

El Uchiha mayor se fijo en Izuna, temblaba de dolor y su piel perdía color con peligrosa rapidez, se moría en sus brazos. Se fijó al fondo donde aún quedaban guerreros de su clan y donde los Senjus empuñaban las armas. Llevó a su mano varias bombas de humo, estas explotaron al tocar el suelo y una vez que la nube gris se desvaneció, ambos hermanos habían desaparecido.

Cuando Uchiha Madara llegó al clan, su hermano al fin dejó salir un quejido de dolor desde lo profundo de su garganta. De la boca surgió otra explosión de líquido rojo, los ninjas médicos se acercaron, pero con la poca fuerza que aún tenía Izuna los alejó. Los otros se apartaron y Madara le miró extrañado, él menor negó con un movimiento débil de la cabeza, sabía que debía desplegar sus alas al aire y volar hacia la muerte, la vida se le estaba escapando. Sonrío con dificultad, por primera vez desde que eran pequeños, deseo conversar con su hermano hasta que los silenciara el sueño, pero inclusive le dolía respirar con el único pulmón que aún funcionaba, aquel anhelo era imposible. 

-Te dejo mi fuerza, para que logres proteger a los Uchiha- Izuna apenas susurró aquellas palabras. Tras un largo silencio, la estancia se inundó de un profundo quejido de dolor. El último hermano de Madara había muerto y con él nació el odio. 

• FIN •
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Mensaje por Eva2.0 Vie Oct 11, 2013 3:38 am

Hola!! ^^
Muy buen shot Mari!!
Ha sido una sorpresa descubrir una historia tuya tan bélica. Pensaba que eras mas de romance jeje. Quizás era para algún concurso ? Bueno en cualquier caso, fue una agradable sorpresa.  Me gustó mucho la ambientación,por lo dramática y agobiante también.  Fue interesante la forma en que presentaste la historia sobre inicio del odio y como expresaste las motivaciones de los personajes.
Aunque lo que más me gustó fue la imagen de las explosiones, del fuego, los bosques ardiendo y guerreros carbonizándose. Cuando te lo propones puedes hacer escenas muy crueles XD. Estuvo muy lograda la sensación de los Senju acorralados por las llamas. Para que luego digan que las chicas somos delicadas XDDD
Un agrazo amiga!!
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